☼Capítulo 32- Tu respuesta es...
Harry.
Con demasiada ansiedad, esperaba que Ana respondiera, pero... Aunque pasaron los segundos, los minutos, tal vez horas, ella no lo hizo...
- ¿Eso significa un no?
Ana suspirando pesadamente, se levantó de la cama y caminó hacia el balcón.
¿Acaso ella no quería casarse conmigo? ¿Acaso no me amaba lo suficiente para comprometerse?
Con un dolor indescriptible en mi interior, tomé mi celular y salí de aquella habitación antes de que mi enojo estallara.
Ana.
Harry: ¿Quieres casarte conmigo?
La pregunta de Harry se repetía una y otra vez en mi mente, haciendo que me sintiera más confundida aun. Quería hacerlo, quería estar junto a él por siempre pero mi pasado me detenía.
¿Qué sucedería si se enterara del mismo? De todo lo que era mi padre...
Escuchando a mis espaldas cómo salía de la habitación, me acerqué a la cama y tomando una almohada ahogué la inmensa angustia que sentía en mi interior.
- Perdóname Harry- Susurré, mientras lágrimas caían desmedidas, por mis mejillas. - Tú no mereces sufrir...
Luego de varios minutos repitiéndome lo mismo, cambie mi ropa por mi piyama y sin demorar demasiado, caí rendida por el sueño.
Harry.
Tomando una copa de vino blanco, en el pequeño pero acogedor bar del hotel, traté de no pensar en la negación de Ana. Quizás ella no quería comprometerse todavía o fue demasiado rápido de mi parte, proponérselo.
Negando con la cabeza, saludé al señor que atendía el bar y dejándole una generosa propina, me alejé para tomar el ascensor.
Debía entenderla pero me dolía a la vez saber la inseguridad que albergaba en su interior, en cuanto, a nuestra relación y futuro juntos.
Llegando al piso dónde nos encontábamos hospedando, caminé hasta llegar a nuestra puerta. Sacando la pequeña tarjeta, la abrí y entré; dirigiendo mi mirada hacia la cama, me encontré con ella durmiendo tranquilamente. Acercándome, acaricié su rostro. La amaba y sólo quería que ella también lo hago, sin dudarlo por un maldito segundo.
Alejándome, me despojé de mi ropa y solamente en paños menores, me acomodé junto a su cuerpo. Quería abrazarla, sentir su suave piel emanando calor contra el mío, pero a la vez algo me detenía y no podía explicar qué era...
Girando mi cuerpo, suspiré, observando la Luna que lograba notarse tras las cortinas blancas. Poco más tarde, mis ojos se cerraron, olvidándome de todo.
Ana.
- ¡Ven aquí maldita bastarda! - Gritó.
Trataba de correr pero mis piernas ya no daban más; los cortes que tenía sobre mi piel, no dejaban de emanar sangre y doler. Escondiéndome detrás de un gran árbol, rogué que no me encontrara y pudiera escapar.
Varios minutos pasaron y ningún ruido se logró escuchar. Tal vez se había rendido en el intento. Saliendo de mi escondite, una gran sombra se proyectó sobre mí, haciéndome gritar.
- He vuelto y ésta vez no tendré piedad...- Sin darme tiempo a reaccionar, sentí como su cuchillo entraba en mi abdomen- Sabes que no me gustan las niñas desobedientes...
Reteniendo el poco oxígeno que entraba por mis pulmones y jadeando al sentir cómo el frío cuchillo entraba más y más, grité de dolor y lloré desesperadamente, al saber que había llegado mi hora de morir.
Él parecía disfrutar al verme desangrar entre sus manos; Sacando el objeto punzante y limpiándolo sobre su chaqueta, rió victoriosamente para alejarse.
Los últimos minutos de mi vida, se estaban yendo y ya nada podía hacer. Cerrando mis ojos, recordé mis mejores momentos y él vino a mi mente.
- Harry...- Sonreía al pronunciar su nombre.
- Él también morirá, no te preocupes...- Escuché, luego de su estúpida risa- Me alegrará saber que mañana en todos los periódicos aparecerá la noticia de "Encontraron a la pareja más famosa, en el mundo del tenis, asesinados en el medio de un descampado"- Jugando con su cuchillo- No sabes cuándo placer me dará, matarlo..
- ¡Eres un maldito!- Grité, con la respiración acelerada.
- Recuerda que tienes mi misma sangre.- Acercándose-Y sin embargo, así como te di la vida, ahora te la estoy quitando...
Con la ira máxima destellando en mis ojos, iba a responderle pero una voz congeló todas mis palabras.
- ¡Ana!... ¡Ana!- Gritó Harry, demasiado cerca para mi gusto.
- Llegó antes de lo que previsto...- Riendo maliciosamente- Si resistes un poco más podrás verlo morir, ¿Te gusta la idea, no?
- ¡Eres un hijo de puta!- Exclamé furiosa.
- ¡Basta!- Gritó, dándome una patada sobre la herida en mi rodilla, haciendo que me retorciera del dolor y gritara adolorida.
- ¡Ana! ¿Dónde estás mi amor?- Volvió a gritar.
- Vamos... ¡Grita más fuerte!- Apretándome mi pierna adolorida y débil.
- ¡No! ¡Basta!- Exclamé, llorando del dolor.
Escuchando pasos cercanos, comencé a llorar más. No quería que él muriera, no lo quería.
- ¡Vete Harry!- Grité- ¡Vete, por favor!
Pero nadie contestó a mis gritos, a mis súplicas por salvarle la vida...Quizás ya era demasiado tarde para hacerlo.
Abriendo mis ojos, me encontré con la figura de Harry y la de mi padre que enterraba varias veces en su cuerpo, el cuchillo que minutos antes, había enterrado en mí.
- ¡No! ¡No!- Cerrando mis ojos fuertemente- ¡No, él no!
Alguien movía mis hombros pero ya nada me preocupaba. Sólo quería que esto fuera una pesadilla...
Harry.
- ¡No! ¡No!- Alguien gritaba a lo lejos- ¡No, él no!
¿Qué? Despertando repentinamente, giré mi cuerpo, encontrándome con Ana que se removía violentamente en la cama.
- ¡Ana! - Llamé preocupado. Su cara estaba llena de lágrimas y sus manos apretando su abdomen, parecía que algo le sucedía y no entendía qué era.
- ¡Ana!- Llamé por segunda vez, moviendo ahora sus hombros. Me preocupaba demasiado que no reaccionara.
- ¡Por favor, despierta!- Supliqué desesperado.
Luego de varios segundos, ella lo hizo.
- ¿Ana, qué sucede? ¿Estás bien?- Pregunté tomando su rostro entre mis manos.
Ella sólo pudo pronunciar palabras entrecortadas e incoherentes, haciendo que algo dentro de mí, doliera. No quería que estuviera así. Atrayéndola hacia mi cuerpo, acaricié lentamente su espalda, tratando de calmarla.
- ¿Quieres que llame a Nick?- Pregunté sintiendo cómo su cuerpo temblaba.
Ana: No... Sólo quédate conmigo- Susurró, acomodándose sobre mi pecho.
- ¿Qué sucede?- Interrogué preocupado pero a la vez curioso.
Ana: Sólo tuve una pesadilla- Contestó, ocultando su rostro entre mi cuello.
- Ana necesito que... - Sus besos sobre mi piel, hicieron que olvidara lo que iba a decirle- ¿Qué estás haciendo?
Ella bajando por mi abdomen, repartió caricias haciéndome estremecer. Girando su cuerpo, quedé sobre Ana, que observaba con suma atención mis tatuajes.
- ¿Quieres hacerlo?- Pregunté, jugando con el borde de su blusa.
Conectando su mirada nublado de lágrimas, asintió con su cabeza. Ayudándome, logré despojarla de su ropa de cama, quedando así, sólo en ropa interior.
- Bien, así te ves mejor- Susurré cerca de sus labios.
Besándola con pasión, fui uniendo nuestros cuerpos hasta sentir nuestras propias intimidades rozarse. Deshaciéndonos de la última prenda, me coloqué protección y me hundí lentamente, robando unos cuantos gemidos de su parte. Acelerando el ritmo, comencé a sentir cómo el deseo golpeaba mi cuerpo y el suyo. Era maravilloso sin duda. Finalmente cuando llegamos a la liberación mutua, salí de ella y acostándome a su lado, traté de respirar lo mejor posible.
- ¿Lo debo tomar cómo una reconciliación? - Pregunté desechando el pequeño envoltorio utilizado.
Ana apoyándose en unos de sus codos, sonrió haciendo que sonriera también.
- No lo sé... ¿Me perdonas?- Acostándose de nuevo- Y en cuanto a la propuesta, dame tiempo...- Tomando mi mano- Te amo y algún día entenderás todo.
¿Entender qué?
- Ana, no sé de qué estás...- Colocando un dedo sobre mis labios.
Ana: No hace falta que lo entiendas ahora, tiempo al tiempo- Susurró, apoyando su cabeza en mi pecho y colocando uno de sus brazos, sobre mi abdomen.
Acercándola más, cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño, o por el cansancio en pocas palabras.
Al día siguiente...
Como un huracán Ana se levantó y armó nuestras valijas, parecía hasta poseída, no sabía explicar.
- ¿Qué haces despierta tan temprano?- Pregunté tapando mis ojos con la sábana. Los rayos del sol daban en mi cara y en gran parte de mi cuerpo.
Ana: En una hora debemos estar en el aeropuerto ¿Te olvidaste que tenemos que volver?
Abriendo el pequeño cajón, busqué junto a mi pasaporte y mi billetera, el boleto de avión y sí, viajábamos hoy... y ¡En una hora y media!
Cayendo prácticamente de la cama, corrí a darme un baño, mientras ella seguía colocando ordenadamente su ropa y la mía.
Al salir envuelto en una toalla, encontré sobre la cama, mi ropa interior, mis clásicos pantalones negros, una camisa azul y mis queridas botas negras.
Cambiándome rápidamente, tomé mi valija y la suya y las saqué al pasillo. Revisando que nada se nos olvidara, las llevé hacia el ascensor. Al llegar a la sala, la encontré hablando con el recepcionista, quien le coqueteaba y eso se notaba inclusive hasta en 1000 kilómetros, aunque Ana no se diera cuenta.
Acercándome, coloqué una de mis manos en su cintura y besando cortamente sus labios, pregunté:
- ¿Todo bien amor? ¿Podemos irnos ya?- Dirigiendo una mirada fría al tipo bastardo, que bajó rápidamente su mirada al notar mi presencia.
Él entregándole la cuenta, la tomé antes de que ella pusiera sus manos sobre la misma y sacando mi tarjeta de crédito la pagué.
- Pensaba pagarlo yo- Suspiró, mostrándose enojada.
Harry: No te enojes amor- Abrazándola tiernamente- Recuerda que el bebé también siente tus emociones negativas.
Riendo por dentro, observé al recepcionista que trataba de escribir en la computadora pero con sus manos temblorosas no podía hacer demasiado.
- Oye, ¿Te encuentras bien?- Pregunté, intentando sonar preocupado.
Él asintió con la cabeza y segundos más tarde me devolvió mi tarjeta para desaparecer.
- No debías haber mentido de esa manera- Reprochó Ana, tomando su equipaje.
Harry: ¡Ese tipo prácticamente te estaba comiendo con la mirada!- Exclamé.
- ¿Y? Supongo porque soy bella... No tiene nada de malo.- Encogiéndose de hombros.
Rodando mis ojos, sólo asentí con mi cabeza. Si seguía dando argumentos de por qué quería romperle la cabeza o ahogarlo en el río más profundo del mundo al "recepcionista", el que terminaría muerto sería yo.
Tomando un taxi, minutos más tarde llegamos al aeropuerto y luego de los chequeos generales, abordamos al avión sin inconvenientes.
- ¡Y de nuevo a Londres!- Sonrió, aunque su sonrisa denotaba más tristeza que alegría.
- ¿Estás bien? Pregunté, observando cómo su rostro se veía más pálido de lo común.
- Sí, sólo es cansancio...- Contestó, sin mucho rodeo.
Desde que había tenido la pesadilla, ella había estado diferente, distante...por momentos volvía hacer la de antes, y así. Se había vuelto bastante bipolar.
Girando mi rostro hacia la ventana, observé el mar. Poco más tarde, mis ojos se cerraron dándole la bienvenida al bendito sueño.
Ana.
Bostezando una y otra vez, dirigí mi mirada hacia Harry, que dormía plácidamente mientras que en mi caso, no podía ni siquiera cerrar los ojos, ya que veía a mi padre enterrando reiterada veces el cuchillo en su cuerpo. Todo parecía tan real que hasta me daba miedo con sólo pensarlo.
Levantándome del asiento, caminé hacia el baño; mojándome la cara, respiré profundamente reiteradas veces, en busca de paz interior aunque quizás en la vida, la tendría.
Secándome las manos y mi rostro, coloqué algo de maquillaje y salí rumbo a mi asiento pero una mano desconocida hizo que cayera sentada sobre un asiento vacío.
En un intento desesperado, intenté gritar pero mi boca fue tapada por una gran mano.
- No te conviene llamar la atención de todos los pasajeros, ya que sólo quiero hablar contigo.
Dirigiendo mi mirada hacia aquella persona, me di cuenta de que era Jace.
¿Qué estaba haciendo en Argentina? pero sobre todo... ¿Me estaba siguiendo?
- No eres el centro de universo- Contestó, cómo si hubiera leído mis pensamientos- Pero sí, eres el centro de mi universo.
Frunciendo mi ceño, traté de levantarme del asiento pero sus manos me lo impidieron.
- Escucha, sólo te daré un consejo- Susurró cerca de mis labios- Jamás confíes en nadie, menos en tu padre.
¿Qué? ¿De qué estaba hablando?
- No hace falta que lo entiendas ahora, con el tiempo lo harás- Besando la comisura de mis labios- Por cierto, te ves hermosa.
- ¿Por qué debería confiar en ti?- Pregunté, alejándome y sacando sus manos, que parecían una cadena alrededor de mi cintura. No confiaba en él y tal vez, nunca lo haría.
Antes de que me respondiera, logré salir de su agarre y caminando con cierta rapidez por el pasillo, me desplomé finalmente sobre mi asiento.
Harry: ¿Debería preguntar o no, sobre qué hacías con aquel tipo?
- Yo... -Articulé sin saber que decir.
Harry: Los vi... - Interrumpió cerrando sus ojos, en señal de dolor- Él casi te besó y tú no hiciste nada...
- Harry, yo...
Harry: No. - Negando con su cabeza- No quiero explicaciones, ya hablaremos cuando lleguemos a Londres.
Asintiendo con mi cabeza, pensé en la irremediable separación.
Él jamás me entendería y aceptaría mi pasado; y yo jamás sería lo que él esperaba que fuera... y en cuanto a Jace, por alguna rara razón, no me dejaría de seguir y molestarme.
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Nuevo capítulo ¡Weee!
Espero que les guste, aunque es un poco triste y que voten, por lo menos quiero que voten para llegar hasta los 370 votos o sea (9 votos) y para subir cada capítulo necesitaré de 500 leídas. Cada vez que haya esa cantidad estimada, subiré un capítulo.
Recuerden que si quieren que les dedique el capítulo, comenten la novela... O si quieren que lea o recomiende su novela, también comenten... Está todo a su disposición.
En fin, muchas gracias y espero que pronto lleguemos a los 8.000 y así sucesivamente. :D
Ana. XXX
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