☼Capítulo 22- Un hospital lleno de sorpresas...
Jace.
- Maldita sea.. ¡Reacciona!- Moví lentamente el cuerpo de aquella chica desconocida- ¡Por favor!- Volví a repetir nerviosamente, acariciando su mejilla.
Girando lentamente su cabeza, pude observar una herida... Debía llevarla a un hospital, debía ayudarla...
Cargándola, la llevé hacia mi auto; depositándola en la parte posterior, me adentré para conducir.
Al llegar al hospital, llamé a gritos, a quién sea, para que me ayudara.
- ¿Qué sucedió? Preguntó un médico.
- No lo sé, mi hermano y ella fueron secuestrados, y luego comenzó a sangrar...- Conté, moviendo con nerviosismo mis manos.
¡Ya no sé ni por qué estoy nervioso! ¿Y mi hermano?
Corriendo por el pasillo, me dirigí hacia la recepción.
- Disculpe, pero ¿Puede decirme dónde se encuentra el paciente Luke Maldick, por favor?
La enfermera que se encontra de guardia, asintió con la cabeza, buscando en la computadora.
- En la habitación 208, segundo piso. - Contestó, sonriéndome.
- Gracias...- Sonreí, corriendo nuevamente hacia el ascensor. Una vez dentro del mismo, me encontré con otra enfermera, que me sonrió. Era una señora pero muy hermosa, y si no estaba mal de la cabeza, la había visto anteriormente... Su rostro era conocido.
De repente, el celular de ella sonó, cortando el silencio que nos rodeaba.
- Hola... ¿Sí?
Pasándome mis manos por mi cabello rubio, escuché con atención su llamada, aunque era raro en mi. Algo me decía en mi interior, que esté alerta.
- Mattew, no te entiendo...- Reclamó, dirigiendo su mirada hacia mí.
- ¿Qué? - Susurró luego de unos minutos- ¿Cómo que Ana desapareció?- Sollozó, apretando sus manos en puños- ¡Maldita sea! ¡Te dije que le haría daño!
- ¿Y qué esperabas? ¿Qué no le hiciera nada, por ser su hija?- Gritó una voz masculina, desde el teléfono. Seguramente la había aturdido, para que yo pudiera escuchar su voz.
- Tarde o temprano pagará, no te preocupes...- Contestó calmadamente, limpiándo sus lágrimas- ¿Sabes en qué lugar se encuentra?
- No, no lo sé... ¡Mi hermana puede estar muerta, por ese maldito hombre! Gritó otra vez, aturdiendo ahora mis oídos- ¿Y sabes lo que es más siniestro aún?- Riendo amargamente- Que estuvo junto al hermano de Jace Maldick, uno de sus peores enemigos.
Al escuchar esas palabras, todas las fichas cayeron sobre mí...
¿Ella era su hija?
¿Las cosas cambiarían para mal o para bien, de ahora en adelante?
Ana.
- Ana, ¿Me escuchas?- Susurró alguien, tocándo mi mano.
Quejándome del adormecimiento que sentia en todos los huesos de mi cuerpo, comencé a moverme, aunque fuera una tarea dificultosa. Pestañeando varias veces, me acostumbré a la luz.. ¿Podría ser más fuerte? Gruñí.
- ¿Cómo te encuentras?- Volvió a preguntar una persona borrosa.
¿Por qué veía borroso?
- No puedo ver bien...- Contesté desesperada- ¡Veo borroso!
Tratando de levantarme de la cama, él apoyó suavemente una de sus manos, en mi hombro, impidiéndome hacerlo.
- Te hará mal, si te levantas de golpe...- Agregó, ayudándome a recostarme de nuevo- En cuanto a tus ojos, no te preocupes, luego de unas gotas que te pondré, verás mejor...
Asintiéndo una vez con la cabeza, esperé pacientemente a que lo hiciera; parpadeándo ligeramente, tras las gotas, comencé a ver nuevamente bien.
- Mucho mejor ¿No?- Sonrió el, guardando las gotas en uno de sus bolsillos.
- Sí, gracias doctor... - Agradecí, esperando a que me dijera su nombre.
No es que me interesara él, pero cómo dicen <<La curiosidad mató al gato>>
- Me llamo William Scott- Observando algunos papeles- Y seré tu doctor hasta que te recuperes de esto- Apuntó a mi cabeza.
Tocando mi cabeza, me di cuenta que estaba vendada... ¿Cómo no me di cuenta de ello?
- Ni me di cuenta...- Sonreí avergonzada.
- No te preocupes, los calmantes son fuertes y por eso no sientes nada...- Contestó, encogiéndose de hombros.
Aprentando mis labios, asentí, no muy convencida...
- Tuviste una conmoción- Acercándose a mi- Es posible que pierdas la visión o el equilibrio de a ratos, o que presentes otros síntomas- Tomando mi muñeca, colocó sus dedos, apretándo suavemente sobre mis venas.
- ¿Qué síntomas? Pregunté, observando sus acciones.
- Puedes presentar, dolor de cabeza y náuseas, que es lo que más normal- Soltándo mi muñeca suavemente- Pitidos en los oídos, dolor de cuello y sentirte ansiosa, molesta, irritable, deprimida o cansada- Sonrió, firmando los papeles de control médico.
- Entonces... ¿Seré bipolar? Pregunté, haciéndo una mueca graciosa.
- Si lo quieres ver de esa manera- Rió modestamente, dirigiéndose hacia la puerta- Más tarde, pasaré a verte. Descansa.
Cerrando mis ojos, sonreí, pensando en las palabras del doctor... Era agradable, no cómo algunos, que atendían de mala gana...
Escuchándo como la puerta volvía a abrirse, abrí mi ojos, encontrándome con la persona que menos esperaba ver, en el mundo.
- ¿Qué haces aquí? - Pregunté con cierto temor.
Jace: Hola, muy bien, gracias... - Contestó, arrimando una silla cerca de mi cama.
Removiéndome nerviosamente, esperé a que desapareciera de mi vista.
Jace: ¿Acaso no me piensas hablar? - Preguntó, suspirando pesadamente.
- ¿Por qué debería hacerlo? No te tengo confianza...- Demandé, cruzándome de brazos.
Jace: Te salvé... ¿No es suficiente?- Contestó, levantando una de sus cejas.
- Y yo a tu hermano, así que, estamos a mano.- Encogiéndome de hombros, me crucé de brazos.
Jace: Tienes razón- Sonrió, tocando mi mano- Gracias por ello.
Alejándome mi mano, asentí secamente.
- Gracias a tí, por ayudarme...- Contesté, apartando la mirada de él.
Por varios segundos, el silencio reinó entre nosotros, provocando que me sintiera más incómoda aún.
Jace: ¿Estaba todo planeado no?- Preguntó, llamándo así mi atención- Eres igual tu padre, astuta...
- ¿Qué? ¿De qué hablas? Contesté, sintiéndo cómo el dolor y temor, se apoderaban de mi.
Jace: No te hagas la inocente...- Tomándo mi muñeca fuertemente- Sé que eres hija de mi peor enemigo, del hombre que casi ¡mata a mi hermano!- Gritó, haciéndome estremecer.
- ¡Suéltame!- Intentándo liberarme de su agarre- ¿Crees que yo soy igual que mi padre? ¡Él es un hijo de p***! ¡Me iba a matar! ¡Él mismo fue quien me produjo ésta herida!- Apunté, con mi mano suelta, mientras lágrimas caían, mojándo mis mejillas.
Jace: ¿Por qué debería creerte? Espetó, alejándose de mi.
- ¡No tengo nada que demostrarte! Grité con valentía- Si realmente fuera igual que él, hubiera dejado que tu hermano se muriera, ¡Maldita sea!- Golpeé fuertemente la cama- ¡Él me botó de la casa cuando tenía 16 años, ¡sin ningún miserable peso! ¿Acaso piensas que luego de eso, lo ayudaría? ¿Qué piensas, que soy una estúpida? ¡Ojalá se pudra en la cárcel o dónde sea que se pueda pudrir, pero jamás, óyeme bien, vuelvas a decir que me parezco a él porque preferiría morirme!- Exclamé, secándo mis lágrimas,
Jace, me observó fijamente, arrastrando su mirada sobre mi débil cuerpo.
- ¿Preferirías morirte, eh?- Repitió mis palabras, riéndose- Ni tú te lo crees...
- ¿Tienes una navaja?- Pregunté firmemente.
Él dejó de reirse, para mirarme seriamente.
Jace: ¿Para qué la quieres? - Frunciendo el ceño.
- Ya lo sabrás...- Contesté dejándolo intrigado.
Dirigiéndome una sonrisa siniestra, bajó sus manos a su tobillo de dónde sacó una pequeña navaja de color rojo. Tirándomela, negó con la cabeza....
Ya entre mis manos, la abrí, dejándome deslumbranda por el filo que desprendía, con simple observarla. Cerrando mis ojos, tomé el puño del mismo, para bajarla hasta mi abdomen. Sabía que dolería, que quizás no viviría luego de hacerlo pero no podía vivir, si me comparaban con él... Con el asqueroso de mi padre. Levantándola, comencé a reducir distancia, cada vez más cerca de la muerte...
Jace.
Como la manzana de Adán y Eva, tan llamativa pero a la vez mortal, ella me invitaba a probarla... Ella me invitaba a cometer un pecado. Acercándome, observé cómo mi navaja, poco a poco, se acercaba a su piel. Tomando su mano, impedí que cometiera una locura. Aunque la locura sucedería luego, cuando deposité mis labios en los suyos.
Mattew.
- Nataly, ¡Debemos irnos, por favor!- Exclamé ansiosamente.
Nataly: ¡Ya voy!- Gritó, corriendo con una chaqueta hacia el auto.
Abrochándose el cinturón y revisando que la bebé, esté segura en su asiento, comencé el recorrido hacia el hospital, dónde mi madre y Ana, se encontraban.
¿Ella la reconocería? ¿Qué pasaría?
Nataly: Todo va a estar bien, Matt- Sonrió ella, acariciando mi mejilla.
Dirigiendo una mirada rápida hacia su lado, le tiré un beso, reduciendo la tensión.
Tenía suerte de haber encontrado una mujer con ella... La amaba y la protegería, tanto como a mi hija, mi madre y a mi hermana.
Aparcándo en uno de los lugares permitidos, esperé a que Nataly tomara entre sus brazos a Valentina y la arropara con cariño. Era la imagen más hermosa, que guardaría por el resto de mi vida, pensé. Tomando su mano, entramos y nos dirigimos hacia la recepción, dónde nos encontramos con mi madre, que estaba muy nerviosa.
- ¡Mamá! - Exclamé, abriendo mis brazos, en señal de querer abrazarla.
- ¡Matt!- Sollozó, ocultándo su rostro en mi pecho. Cuánto rompía mi corazón verla de esa manera.
- ¿Has sabido algo sobre Ana? Pregunté, luego de sentárnos y darle un vaso de agua.
- Sí, está en la habitación 307- Contestó, sosteniéndo con temblor el vaso de plástico.
- ¿No has ido, no?- Pregunté, frotando su espalda con mis manos.
- No, tengo miedo que me rechace- Sonrió amargadamente- No soy una buena madre.
Negando con la cabeza, la abracé nuevamente: ella era una buena madre y Ana la entendería.
- ¿Quieres verla? Porque pienso ir... -Hablé, tratando de animarla.
- No lo sé... - Susurró todavía con miedo.
- Vamos... - Sonreí- Ella no te rechazará, sólo debes darle tiempo.
Ella sonrió, para luego asentir con la cabeza. ¡Esa era mi madre!
Caminando hacia el ascensor, le di ánimos y le repetí una y otra vez, que Ana la entendería... Sólo debía hablarle con la verdad. Subiendo al mismo, ella respiró profundamente, varias veces... Nataly tomó mi mano dándome apoyo y yo rápidamente, deposité un beso en sus labios aunque mi madre estuviera presente. Al salir, nos dirigimos hacia la dichosa habitación; Apretándo la mano de mi madre, levanté la mano para golpear la puerta pero ésta se abrió sorpresivamente, mostrando a un chico rubio, de tez pálida, y ojos celestes que destellaban fuego. Él pasó entre nosotros, haciendo caso omisivo a nuestra presencia: entrando a la habitación, me encontré a Ana, que lloraba, ocultando su cara entre sus manos.
- Hey... ¿Qué pasa?- Pregunté preocupado- ¿Él, te hizo algo?- Repusé luego de unos segundos.
- No, él es un imbécil- Contestó, abrazándome sorpresivamente.
Aceptándo con gusto su abrazo, acaricié su largo cabello, tan suave como el de nuestra madre. Sonreí ante tales rasgos.
- ¿Cómo te enteraste de que estaba aquí? ¿El tío Nick, está enterado?- Preguntó, secándo su rostro- ¿Y Harry? De seguro me debe estar buscando...- Frunciéndo su ceño- Debo llamarlo, o mejor ir a buscarlo- Intentándo levantarse.
- No, ¿Estás loca?- Pregunté, volviéndola a acomodar en la cama- Ambos vendrán, dentro de una hora, según lo que me dijeron por teléfono.
Ella asintió con la cabeza, tapándose los ojos con su brazo derecho.
- Quiero presentarte a alguien...- Sonreí emocionado.
- ¿A quién? Preguntó, todavía en la misma posición.
- A tu cuñada y a tu nueva sobrina... - Contesté, con cierto nerviosismo.
Ella, me miró sorprendida pero no sólo reflejaba sorpresa, su bella mirada, sino que también amor, no sabía explicarlo, pero me alegraba.
- ¡Nataly, ven!- Exclamé, ansioso.
Mi adorada esposa entró tímidamente, hasta estar cerca de nosotros; tomándo a mi hija entre mis brazos, permití que Nataly saludara a Ana.
Ambas parecían llevarse bien, y eso me alegraba aún más.
- ¿ Y esa preciosura? Preguntó, dirigiéndo su mirada hacia Valentina.
- ¿Quieres cargarla? - Pregunté, sonriéndole.
- No lo sé- Sonrió nerviosa- No quiero hacerle daño.
Nataly: No se lo harás- Tomando a la bebé, nuevamente- ¿Te enseño a cargarla?
Ana asintió, para extender sus brazos; una vez que pudo cargarla, sonrió ampliamente, meciéndola suavemente.
- Es hermosa...- Dándole un beso en la frente- Muy hermosa.
- Bueno, eso es más que seguro...- Expuse orgullosamente- ¿Quién es el padre?
Ana y Nataly rieron a carcajadas, ante mi declaración. ¿Qué, acaso no era hermoso?
Entregando a Valentina, Nataly fui al sillón, para darle de mamar.
- Gracias por permitirme conocerla- Agradeció Ana, tomándo mi mano.
Apretándo su mano, suspiré pesadamente. Ahora venía lo más difícil.
- Además de ellas, quiero que conozcas a otra persona...
- Está bien, ¿Quién es? Preguntó intrigada.
Alejándome de ella, fui a buscar a nuestra madre...
- ¿Ella me quiere ver? - Preguntó emocionada.
Abrazándola, le respondí:
- Sí... Por fin, ha llegado la hora de decir toda la verdad, mamá- Dándole un beso en la frente- Ha llegado la hora de recuperar a tu hija.
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Nuevo capítulo, weeee!
Espero que les guste, ¡Por favor, voten y comenten! ¿Acaso no les gusta mi novela? :'(
Agradezco infinitamente, a aquellas personas, que siempre me escriben o comentan, están votando o me dan aliento... Son grandes personas y les agradezco un montón!
Cómo lo he escrito en el capítulo anterior, si quieren que recomiendo su novela o la lea, sólo les pido a cambio que lean la mía, que voten, por favor... No es nada, pero para mi vale un montón y entre todas o todos, podemos ayudarnos.
En fin, espero que disfruten del capítulo, ya casi ¡3.000 LEÍDAS! Así que, espero que juntos sigamos creciendo.
Ana. XXX
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