のみ
Un singular chico mirando hacia la ventana, estremeciéndose cuando el aire frío que se colaba por la pequeña abertura chocaba contra su piel desnuda, dejando escapar el humo del cigarrillo por entre sus labios, sus ojos cerrados ante la nicotina relajando su cuerpo y hacerle sentir aquel momento efímero donde un cigarrillo podía consumirse en menos de un segundo.
Su hombro chocó suavemente contra el vidrio, y dejó ir un gemido ante el contacto del frío y su piel caliente.
—Sé que lo haces a propósito, niño.
La voz del mayor le indicó que ya era tiempo de arrojar el cigarrillo hacia afuera, enseguida cerrando la ventana y levantándose de la acolchada silla.
— ¿Cómo crees?
Alzó los brazos y de inmediato se vio envuelto de la cintura por unos mucho más fuertes, por inercia enredando los suyos por el cuello del más alto cuando sus abdómenes se juntaron completamente.
Otro gemido salió de su boca, esta vez involuntario; la caliente piel del otro quemaba la suya, las manos alrededor de su cintura amoldaban su figura con leves masajes que lo único que lograban era enviar corrientes eléctricas hacia su zona baja.
—De casualidad, ¿Estudiaste para mi examen? —preguntó el mayor, inclinando su cabeza para rozar sus labios con los del más bajo.
—Si digo que sí, ¿Me creerías?
Junmyeon cortó la distancia y saboreó plenamente la dulce boca de Yixing, fresa y cigarrillo en una mezcla que cada día le restaba un poco de cordura. Bajando sus manos desde la espalda baja hasta su trasero, estrujó las nalgas del menor, aprovechando el ronco gemido proveniente de la boca ajena para introducir su lengua.
Yixing pegó un brinco y enrolló sus piernas en la cintura de Junmyeon, la fricción de sus erecciones no ayudándole para dejar de soltar débiles y roncos gemidos amortiguados por la boca del otro.
—Claro que no, bebé —respondió al término del beso, posando sus labios sobre su mejilla y quedándose unos cuantos segundos allí—. Nunca estudias para mis exámenes y me temo que esta vez no lograste aprobar.
Yixing rió, sintiendo las manos de Suho masajear sus nalgas.
—Qué pena, profesor —corrió la cara y juntó sus labios nuevamente, un simple roce que motivó aún más la acción del mayor con sus manos—. ¿Qué debo hacer para conseguir un aprobado? Haré lo que sea que usted quiera.
Cuando la boca de Junmyeon dejó la suya y fue a parar a su cuello, chupando pedazos de piel, él sonrió satisfecho y se mordió el labio para no soltar una risa que arruinaría el momento.
A fin de cuentas había logrado un aprobado en su peor materia y al fin tendría el promedio que necesitaba.
Acomodó la bufanda alrededor de su cuello. Su profesor de historia le había dejado una serie de marcas que, según él, le dejarían claro al resto del mundo que tenía dueño.
Y uno demasiado posesivo para su bien.
—Ingenuo. —soltó, dándole una calada al cigarrillo mientras observaba desde lo lejos a sus compañeros ingresar al instituto.
Cuando el cigarrillo se consumió, arrojó lejos este y el movimiento le causó una mueca de dolor. Había olvidado que zonas de su piel poseían heridas debido a que la noche anterior.
Apenas llegó de casa de Suho, se metió a la ducha y estuvo alrededor de una hora frotándose la esponja por todo su cuerpo, deteniéndose en unas zonas más que otras. "Estoy sucio, estoy sucio" había repetido una y otra vez, viendo como su piel se enrojecía y llegaba a sangrar ante la descomunal fuerza ejercida por la esponja.
Giró sobre sus talones y caminó por el parque, dirección contraria al instituto, pensando en lo asqueroso que se había sentido ayer mientras el mayor lo penetraba y tocaba todo su cuerpo.
Junmyeon suspiró y anotó en el libro de clases al único alumno que estaba ausente: Zhang Yixing.
¿Habré sido demasiado bruto? ¿Se habrá enfermado por marchar tan tarde de mi departamento anoche? ¿Habrá llegado siquiera a casa?
Con su mirada baja, alcanzo del escritorio el único examen que no había sido entregado, precisamente la nota más alta de la clase correspondida al estudiante ausente.
Era su primer y último año tomando a los de último grado, y si bien desde hacía años veía por los pasillos al mejor estudiante del instituto, jamás se le pasó por la cabeza que el chico pasara de año con la nota mínima en historia.
Sabía que subirle la nota no era ético de su parte, aun cuando amaba su vocación de profesor, pero simplemente lo hacía para ver la sonrisa de aquel chico tan misterioso que llegó a parar a sus brazos.
Se enfocó en realizar bien su clase y comenzó con los contenidos correspondientes. Su mirada evitaba parar en el único puesto vacío y, como siempre, falló en el intento.
Abrió la puerta principal y maldijo al escuchar la melódica voz de su hermanastro cantar desde la cocina. Iba a salir en silencio para no ser descubierto, sin embargo, una sonrisa soñolienta y una mirada interrogante aparecieron desde el umbral de la puerta que conectaba el pasillo con la cocina.
—Ni lo pienses, XingXing —de pronto la mirada del mayor se tornó seria y su sonrisa se esfumó. Yixing sólo suspiró—. Ven a desayunar conmigo antes de que me venga el mal humor y decida regañarte.
El rubio desapareció nuevamente por la cocina y el menor arrastró los pies hasta donde un alegre muchacho devoraba una tostada con mermelada de fresas.
Yixing miró a su hermanastro, precisamente una marca morada que sobresaltaba en su cuello y el inútil intento de cubrirlo con una camisa.
Apretó los puños a sus costados, iracundo.
—Prometiste que lo dejarías, Luhan hyung.
Luhan quedó a medio morder su tostada, bajándola de vuelta al plato lentamente y volteándose a ver al menor con tristeza en sus ojos.
—Se han retrasado con los pagos y hoy era el ultimátum para pagarle el alquiler a la señora Min.
—Tengo dinero ahorrado, también puedo ayudar con los gastos.
—No, XingXing —negó con una sonrisa, rompiéndole un poco el alma al otro—, ese dinero es tuyo y será mejor que lo guardes para una emergencia.
— ¡Esto era una emergencia, hyung!
—Yo soy el que debe hacerse cargo de los dos, no tú —la voz de Luhan se quebró y Yixing se sintió culpable por poner triste a su hermano—. De lo único que debes hacerte responsable es de estudiar y sacar buenas notas para conseguir una beca y puedas asistir a la universidad.
Aquella era la otra cara de la moneda que nadie conocía, en donde un adulto unos pocos años más mayor que él debía hacerse cargo de alguien más aparte de sí, asumiendo un rol que no le correspondía y a la vez lidiar con su propia miseria.
Yixing sabía que su hyung había tenido un oscuro periodo en el que pasaba semanas enteras encerrado en un bar que ofrecía servicios de acompañantes y prostitución sólo para llegar con una cantidad increíble de dinero y sustentarse a él mismo y a su pequeño hermanastro.
Pero también sabía que, a pesar que Luhan ya no trabajara en ese tipo de cosas, seguía liado a ese tipo que fue algo más para él y lo dejó como un trapo sucio a medio usar, que aquella era la verdadera razón por la cual su hyung volvía cada cierto tiempo a ese lugar con la esperanza de verle y que intentaba tapar aquello con excusas.
Un nudo se instaló en su garganta y corrió hacia el rubio, quien se encontraba con la cabeza hacia abajo mientras lloraba y secaba torpemente sus mejillas húmedas.
—Quiero que no te falte nada y seas feliz, pequeño —sollozó entre los brazos del menor—. No quiero que termines siendo una basura como yo.
Pero si tan sólo Luhan supiera lo que él hacía con su profesor de historia para no reprobar probablemente no diría lo mismo.
Apenas el profesor llegó a su casa, se despojó de todo abrigo y marcó el número de su estudiante, simplemente diciéndole un "te quiero aquí y ahora" para cortar la llamada.
Su tarde había sido ajetreada con el cierre del semestre y sacar todos los promedios de todas las clases que él tenía a su cargo. Y todo había sido jodidamente estresante sin la dulce presencia de su estudiante, de su Zhang Yixing.
Media hora pasó cuando el timbre sonó y, con ansiedad, llegó hasta la puerta para plantar su boca contra la del menor y manosear su cuerpo apenas la puerta cerró detrás de ellos.
Yixing rió entre besos y tuvo que apoyar sus manos sobre el pecho de Junmyeon para poder hablar.
—Buenos días a usted también, profesor.
Junmyeon no contestó, al menos no con palabras.
A paso lento y torpe, llegaron hasta la habitación, semi desnudos dejando un camino de prendas por todo el trayecto hasta la cama matrimonial.
—J-Junmyeon —soltó el menor al sentir su espalda desnuda contra el frío edredón—, ¿P-podemos no...?
No completó la oración por los nervios, mas una calidez le invadió cuando el mayor dejó de besar su cuello y lo miró con amabilidad.
— ¿No tienes ganas hoy? —Yixing negó avergonzado y no pudo evitar sonreír contento ante sus mejillas sonrojadas— No temas decírmelo, bebé. No debes sentirte obligado a complacerme siempre que me lanzo sobre ti.
Se sintió realmente agradecido con él, porque luego de lo que pasó con Luhan hyung lo menos que estaba pensando era en tener sexo.
Iba a levantarse de la cama para buscar su ropa, no obstante, la mano de Junmyeon lo retuvo con fuerza y le impidió su cometido. Confundido, volteó a mirarlo y sintió los ojos del otro clavados en su cuerpo. Segundos pasaron antes de que los engranajes de su cabeza calzaran y se zafara con brusquedad del agarre para cubrir tontamente su cuerpo con sus brazos.
— ¿Por qué tienes esas heridas?
Había sido descuidado y ahora estaba en problemas.
Se paró firme y le miró con el ceño fruncido.
—No es de su incumbencia, profesor.
Se dio la media vuelta y fue recogiendo su ropa esparcida por todo el piso. Sus manos temblaron cuando sintió la presencia de Junmyeon detrás de él.
—Yo no te dejé así ayer, Yixing, y no me vengas con esa mierda de que no me incumbe, porque sabes que es todo lo contrario.
Frustrado e impotente, así se sentía el más bajo, recogiendo una última prenda para comenzar a vestirse bajo la atenta mirada de su profesor.
—Lo repito nuevamente: no es de su incumbencia, profesor —soltó con frialdad, recuerdos golpeando su memoria irónicamente—. Que mantengamos sexo no significa que usted tenga el derecho a saber lo que hago fuera de su cama.
Palabras venenosas y ácidas picaban en su lengua por ser dichas, por un inútil intento de desahogo para un corazón lleno de oscuridad y roturas que eran irremediables.
— ¿Esto es solamente sexo para ti? —preguntó herido Junmyeon, esperanzado con que aquel sólo fuese un ataque de rabia del menor y que lo dicho anteriormente hubiese sido un error.
—Sí, sólo sexo —toda esperanza murió con aquella afirmación y la mirada vacía de su estudiante—. Y me temo que hasta aquí llegó nuestra aventura.
Se agachó para poner sus zapatos, siquiera inmutándose cuando los cálidos brazos del mayor lo rodearon con desespero.
—Deja de mentir, Yixing, nos estás haciendo daño a ambos —no quería verse débil, pero aquella situación le sabía a despedida y lo que menos quería era una despedida del chico que lo tenía loco de amor—. Lo siento por entrometerme en tu privacidad, de verdad lo siento y no volverá a pasar. Tan sólo quédate conmigo esta noche y en la mañana arreglaremos todo esto, por favor.
—Sólo te utilicé —murmuró con voz muerta, sonriendo sin pizca de gracia ante palabras que ya se sabía de memoria—, te utilicé para sacar buenas calificaciones en tu materia.
—No...
—Jamás me interesó tenerte como algo más que una buena follada, pero para que no te sientas mal, sólo diré que eres el único al que he buscado y disfrutado de un buen sexo.
Y aquello era verdad. Junmyeon era la segunda persona con la que tenía relaciones y mucho hubiese deseado que él hubiera sido el primero.
—No estás hablando en serio.
Ya con sus zapatos amarrados, se levantó y alejó los brazos de Junmyeon de su cuerpo. Se inclinó a tomar su mochila y se la puso al hombro.
— ¿Qué esperas de mí, Junmyeon? —preguntó con una sonrisa triste, ablandándose ante la devastadora imagen frente a él—De seguro nunca has leído mi historial en los archivos que posee el director.
— ¿De qué hablas?
—De nada, para ser sinceros —se volteó y tomó el pomo de la puerta, girándola y siendo recibido por una fría brisa—. Adiós, profesor.
Y antes de que el mayor pudiese decir algo, Yixing corrió hacia afuera y cerró con fuerza la puerta.
Aquello le había sido tan familiar y amargo que las lágrimas se acumularon en sus ojos con facilidad.
Se recuerda en el lugar de Junmyeon, viendo como su padre abusador, el mismo que le arrebató su inocencia con cada violación, lo dejó junto a su hermano, perdiéndose entre la oscuridad una noche de tormenta para jamás volver.
Había sido enfermizo extrañarle cuando cada día lo golpeaba y le robaba preciadas experiencias, pero únicamente lo tenía a él cuando su madre falleció debido a los golpes que el señor Zhang le propició una noche que llegó ebrio a casa.
Niño roto y perdido, le había dicho el psicólogo a Luhan cuando fue su última terapia a causa de la falta de dinero para pagarlas.
Y desde aquel entonces, vivió con la sombra de su maldito padre y las palabras "perdido y roto" tatuadas en su frente.
Sin duda Junmyeon no era como su padre, claro que no. Pero algunas peculiares acciones y su inusual forma de vestir le recordaron tanto a él que la repugnancia, el miedo y el resentimiento le obligaron a alejarse, a decir la verdad y volver a su vida para continuar el cirulo vicioso con alguna otra persona.
—Ingenuo...—susurró para sí, abrazándose él mismo mientras se adentraba a la oscuridad de la noche.
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