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Breaking point


Una pareja de cazadores sobrenaturales, ¿quién creería esa patraña? En este mundo permanecen ocultos tanto como nosotros, las cosas sobrenaturales lo hacemos.

Por eso me sorprende la manera en que esa mujer me mira. Es demasiado inquietante, no me permite hacer algún movimiento sin fijarse mucho en mí. Mis manos juegan con una botella de whisky mientras trato de pasar desapercibido. Su acompañante masculino está entretenido en su cerveza, o quizás eso finge hacer. La chica es más astuta por lo que no le deja notar su mirada hacia mí.

Si agudizo mi audición, puedo escuchar aquellos susurros con los cuales se comunica con el susodicho. La mesera pasó frente a mí en el momento justo para poder irme:

-Hey, ¿puedes traerme la cuenta?

-Claro, cariño. Un segundo –dice dulcemente mientras sus cabellos castaños oscilan una y otra vez sobre su espalda. Sus mechones ondulados hacen parecer que no son más que una capa de color café encima de su blusa. No es muy alta pero tampoco baja, algo promedio.

Un minuto más tarde regresó con el importe a pagar y yo sonreí dejando que la pusiera en la mesa, le di unos 5 dólares de propina y regresé a mi yo normal. Si bien hace una semana cacé lo suficiente como para sobrevivir un mes, el hambre que produce la sangre humana no se compara. Podrás estar saciado y lleno de otra sustancia pero no te detendrá en desear morder a una persona, sin dejar de lado lo apetecible que es la temperatura del líquido vital.

Mis pensamientos se alejaron de la vista a la pareja que me miraba. Por un instante crucé mirada con la mujer, ojos cafés, altura promedio, cabello castaño a los hombros. Llevaba shorts y unas botas de montaña a los tobillos de color negro. Una blusa morada que presentaba de manera formidable su busto. Su acompañante estaba usando jeans comunes, una playera blanca y una camisa a cuadros de franela, dejando descansar su chaqueta de cuero en el respaldo de su banco. Su cabello estaba corto, sus ojos casi llegaban al mismo verde que los míos pero se detenían en suaves notas castañas, me hizo un gesto de "salud" con la botella y yo asentí lentamente pasando lejos de ellos, rumbo a la salida del bar. Aún así, agucé mi oído cuando salí porque la voz de la mujer sonó desesperada:

-Vamos, Dean. Era nuestra oportunidad de interrogarlo.

-Sé que estás ansiosa pero no, aún no podemos. Además, seguramente ya te escuchó...

Suspiró la muchacha tras aquel comentario y apostaría a que gruñó cruzando los brazos. Aunque eso no quitaba de mi pensar que el llamado "Dean" no pretendía cesar su cacería. Bajé las escaleras de la entrada a mi auto, me aseguré antes de abrir la portezuela que no tuviera verbena o algo así. Quizás aquellos cazadores no sabían de mi dieta.

Afortunadamente no hay nada de verbena ni afuera ni adentro, así que regresar a casa no es problema. Encendí el auto y me dirigí a un hotel, el cual no quedaba muy lejos de la zona en la que había ido a tomar un trago anteriormente.

Unos minutos más tarde de camino, unas luces detrás de mí me pusieron un poco en alerta pues venían detrás de mí, a prisa y además separados por unos cuantos metros. Un Impala me seguía. Gran auto, poco convencional en la actualidad, que seguía mi rastro... Indudablemente que los cazadores no se daban por vencidos. El objetivo de seguirme no sé cuál sea pero ni siquiera pienso dejarlos matarme.

-Acelera, Dean. Nos está dejando atrás –dije cuando una curva nos alejaba del objetivo. Stefan Salvatore era un personaje interesante, una dieta de sangre animal no es común pero tampoco lo es ser un destripador. El caso era demasiado tentador como para dejarlo a la deriva. Al menos yo estaba más obsesionada que Dean. En verdad era una oportunidad única para ambos. De una vez por todas podríamos dar fin a tan legendaria creatura entre los suyos, y no es fuera el único destripador pero era potencialmente más letal que su madre incluso.

El llamativo y flamante auto de color rojo trataba de perdernos entre las curvas del sendero pero no dejaría que Dean lo hiciera. Hacía mucho que trabajaba en esto con él, así que mientras más rápido mejor. Llevó meses encontrarlo en Fell's Church pero no podía sentirme más orgullosa de los frutos de la investigación que ambos realizábamos. El señor Salvatore llevaba en aquella locación al menos unas semanas, iba y venía normal como cualquier persona incluso de día, gracias a ese auténtico y llamativo anillo de lapislázuli que portaba para mezclarse entre los humanos. Nadie sospecharía que es un ser de otro mundo de esa manera, aunque sus brillantes ojos verdes, los labios delgados y el acento europeo realmente ya hacían dudar de su verdadero origen.

Unos minutos más tarde ya estábamos a metros de él. Las curvas no fueron reto mayor para mi compañero al final de cuentas. Cargué mi Colt de balas de madera para que cuando decidiera salir huyendo le fuera menos eficaz que de costumbre. Ya antes nos habíamos enfrentado a vampiros con resultados positivos, sin muchos rasguños la segunda vez, por lo que él no sería la excepción. Además, según los rumores de mis fuentes de información, seguramente se había alimentado de animales y por obvias razones, sus habilidades se reducían un porcentaje a las que deja la dieta normal vampírica.

En cuanto pudimos, cerramos su camino en la carretera, lo cual no le sobresaltó para nada. Parecía acostumbrado a eso. Salimos del Impala como si fuéramos policías y caminamos con todas las armas dispuestas a ir directo al corazón del no muerto. Stefan no hizo movimientos bruscos ni nada, más bien sabía a lo que se enfrentaba.

-Bien, me tienen.

-Así es, amigo. Vamos, sal de ahí y no hagas movimientos tontos –dijo Dean caminando lentamente al vehículo rojo sin dejar ver sus armas tan fácil. Yo quedé de retaguardia en la otra portezuela mirando lo que hacía el inmortal. Salió del auto y por un momento me vi embelesada en su atractivo. Pero por supuesto que lo era...

Ojos verdes, piel pálida, unos brazos que gritaban "voy a romperte la cara si te metes conmigo". La playera de color negro que llevaba tenía un corte en V, dejando ver el aspecto de su cuello y clavículas. Los pantalones vaqueros pegados a su cuerpo, no hacían justicia a su trasero pero tampoco le dejaban en mal frente a los demás, ni mucho menos sus zapatos de piel negros. Sus finos labios tenían un suave tono rosado que resaltaba ante su piel. Las pobladas cejas y esas pestañas realmente no parecían humanas. Y su cabello, una maraña ondulada sobre su cabeza. Pude notar un suspiro cuando cerraba la puerta, así como el movimiento de sus ojos en blanco con molestia. Sonreí de lado ante ello.

-¿Cuál es el problema? No he sido indiscreto ante mi condición –preguntó en un intento de salir del aprieto.

-Bueno, antes de que suceda algo realmente catastrófico queremos hacerte unas preguntas –interpeló Dean.

-Bien, soy todo oídos –cruzó los brazos sobre su pecho y sus músculos brotaron.

-¿Cómo van las cosas en el pueblo? Se han reportado casos de animales extraños según he oído, recientemente –Dean comentó de manera vehemente, como si buscara provocarle para hacerlo salir rápidamente de su fachada bondadosa. Después cruzó sus brazos también y la chaqueta de cuero crujió.

El vampiro sonrió y le regresó la mirada como si fuera un buen chiste de policías. Sus dedos índice y pulgar apretaron el puente de su nariz ante la incredulidad. Relamió sus labios y se limitó a mirar a mi pareja sin comprender el porqué de tal arresto.

-En realidad no he ido a mi pueblo natal en meses. Sí me han llegado las noticias pero no sé de qué se me acusa.

-Deja de mentir, Stefan –dije caminando a ellos.

-Yo no miento. Miren, si saben de lo que me alimento no entiendo su razón de cazarme ahora mismo. Así que, podemos hacer como que no pasó nada e irnos a casa, ¿qué dicen?

Una mueca se dibujó en mi rostro. No podíamos dejar ir a otro vampiro. Los nuevos registros daban a él y si el destripador comenzaba su cacería sería peor. Pronto, busqué una botellita y se la mostré. Contenía mi sangre y era una prueba de fuego para él. Si una reacción negativa de su parte ocurría, sería rápida la muerte que le daríamos y si no, podríamos llevarlo e interrogarlo por una posible situación de encubrimiento. Así nos ayudaría más aún. Los ojos verdes brillaron apenas un poco por el contenido de la botella, aunque no hizo ningún movimiento brusco para arrebatarla de mis manos, su garganta se percibía seca porque pasó saliva instintivamente. Fijó su atención en Dean y sonreí. Quizás la cacería podría extenderse un poco. Caminé hasta él y se la puse en la mano buscando más provocación pero no surtió el efecto que buscaba.

-Parece que eres un vampiro aburrido, ¿eh?

-Lo mismo dice mi hermano.

"Hermano", ¿eh? Quizás después de todo, sí era inocente y yo lo estaba acusando de muchas cosas. Dean pareció leer mi mente y suspiró, guiando a Stefan a nuestro auto. Un cuestionario de unos minutos no dañaría a nadie.

Parezco la sombra de mi hermano. A donde quiera que voy, las acciones que toma en contra mía pretenden hacerme ver como el malo de la película cuando yo ni siquiera lo soy. Beber sangre humana únicamente me trajo problemas y desdicha, no podía controlar la sed nunca y, al final terminé adoptando la sangre animal fue la que me permitió sobrevivir sin ser descubierto por las personas a mi alrededor.

La mujer castaña es bastante perspicaz. Muy astuta también y seguramente piensa que soy ayudante de Damon o algo así, que simplemente cubro su rastro detrás de mi fachada benevolente pero, pronto verá lo equivocada que está al respecto. Dean en cambio, es más brusco con sus actitudes. No busca respuestas y ya. No dudará en aniquilarme después de lo sucedido en el bar. Ya que hubiera podido terminar conmigo de uno u otro modo.

Aún así, si lo pienso bien podría dejarme matar. En este universo una criatura como yo no merece vagar a riesgo de matar a alguien si se molesta mucho o si no logra controlarse. Sí, quizás en el cuestionario diga algo que les moleste y me maten. Sólo así podré salir de mi tormento. Katherine seguramente estaría pensando que soy un idiota por no luchar por vivir pero, siendo honesto, cerca de cien años he pasado sobreviviendo a expensas de mi condición y no busco atormentar a nadie más en el mundo.

Tras subir al Impala negro, suspiré un poco lanzando mi cabeza hacia atrás en un intento de darle menos importancia de la que requería la situación. Los ojos castaños de la mujer se posaron en mi figura a través del espejo retrovisor. No me molesté en quitar la posición incluso al sentirlos de manera tan vivaz en torno a mí.

-Bien, compañero vamos a dar un pequeño paseo –dijo Dean con una sonrisa amistosa a pesar de las circunstancias y cerró la portezuela. Encendió el auto y condujo a donde sea que vivieran o hicieran sus "interrogatorios". Dirigí la mirada por la ventana, en la negrura del camino mi mente divagó al son de "Queen" en la radio. Dean cantaba junto a la mujer, que pronto descubrí que se llamaba "Alex". Ambos eran como una pareja enamorada que cazaba cosas sobrenaturales.

Entre los seres de mi tipo y demás personajes, habían leyendas de cazadores entrenados de manera formidable e insana para destruirnos y que vivían con ese simple propósito. Nunca me había topado con alguno de cerca. Incluso cuando mi familia entera estaba al tanto y detestaba a los vampiros, nunca vi que alguno de los cazadores nombrados les concedieran su aparición en casa. Pero esta pareja era diferente.

No eran extranjeros, no parecían tener herramientas sólo para matar vampiros y hombres lobos y mucho menos un tatuaje que los representara a la vista. Por eso y más descarté la idea de que fueran de la orden que se rumoreaba existía aún en la lucha contra estos seres. Suspiré de nueva cuenta y cerré mis ojos. Lo único que zumbaba alrededor de mí era la sesión de canto que me proveían Alex y Dean. No tardamos mucho en llegar según mi noción del tiempo pero se sentía como si lo hubiera sido. Me abrieron la puerta y me dejaron caminar muy a pesar de Dean quien pude leer, tenía intenciones de agarrarme de los brazos y patearme directo a la cabaña.

En cuanto estuve dentro, gracias a que no requería invitación, Alex puso una silla para cada quien frente a una mesa. Todo era de madera y plata. Había sal en las ventanas y en la puerta como remedio en contra de otras cosas. Ataron mis manos a la silla y no hice nada por desatarme. No había verbena suficiente en ellas, aunque claro, había hablado muy rápido porque de inmediato mojaron las sogas con la sustancia y no pude evitar soltar un quejido de dolor. Lo siguiente que vi a través de mis ojos nublados por la picazón que comenzaba a quemarme fue la mirada de Alex.

-Bien, Stefan. Comencemos nuestro interrogatorio. ¿Qué sabes acerca de los últimos ataques de animales que se han registrado en la zona últimamente?

-Agh... Realmente nada... Sólo estoy de paso...

-¿En verdad? Porque según hemos visto, llevas bastantes días. Desde que te hospedaste cerca comenzaron esos ataques también.

-Pues son únicamente coincidencias... Ngh... Solamente bebo de animales... -gruñi.

-Me encantaría creerte eso pero no suena tan real. En fin, si no fuiste tú, suponiendo que dices la verdad, ¿quién lo hizo entonces?¿Alguna novia vampiro que tengas por ahí que no sigue la misma dieta que tú? ¿Familia vampiro adicional?

-No... No lo sé... Yo viajo solo.

Alex suspiró y golpeó la mesa frente a mí exigiendo una respuesta. Tomó mi mentón y me examinó las pupilas en busca de alguna reacción que no le di al parecer.

-Bien. Empecemos nuevamente, ¿quién lo hizo, Stefan?

Titubeé en responder porque la verdad no tenía certeza de que solamente Damon fuera el culpable vacilé en mi habla pero le pude mirar a los ojos:

-No lo sé... Cualquiera puede haberme seguido creyendo que soy un vampiro entrando en territorio ajeno. ¡No tengo idea! –alcé un poco la voz y Dean me tomó por los hombros para pegarme al respaldo de la silla.

-En vista de que no sabes, quizás debamos darte un incentivo sabroso que te haga recordar o adivinar mejor.

Alex tomó una navaja pequeña. Cortó su muñeca y vertió la sangre en un vaso, el cual me ofrecieron a la boca. El aroma se impregnó en mi mente. El color de mis ojos y esas malditas venas negras se presentaron en mi rostro. Aparté mi cara de la sustancia pero el vacío en mi estómago se hizo más profundo. Seguía inmovilizado por Dean y de pronto unas gotas viajaban por mi tráquea, engullidas a la fuerza. Jadeé en busca de olvidarme del sabor. El aroma se intensificó después de haberlo probado y mi paladar deseó beber de la fuente primaria poco después.

-Ya nos entendemos, Stefan. Vamos, dinos lo que sabes.

-D-Detente... Aleja eso de mí –gruñí apretando mis ojos.

-Te daré más de esto si cooperas. Sabes que se puede coagular en cualquier momento si no la bebes caliente –comentó de manera sarcástica y con una sonrisa mi captora.

Me removí en mi asiento. La quemazón por la verbena sanaba más rápido ahora que existía sangre humana en mi sistema. Después de eso, el cuestionario siguió su curso. Yo seguía sin decir nada porque realmente, no sabía de quién se trataba el asunto. Dean se molestó un poco con el poco progreso que obtuvo por lo que, salió de ahí frustrado, dejando a Alex en su trabajo de policía. Suspiré por enésima vez en el día, estaba harto como ellos de esta estupidez. Sin embargo, la mujer parecía decidida a sacarme mucha información. Gruñí cuando pasó el vaso de sangre de nueva cuenta. La tentación y ardor de garganta se hacían más intensos a cada segundo, los latidos de su corazón y el camino de la sangre por sus venas llegaba a mis oídos más fuerte que antes. Las palabras se hacían difusas y todo lo demás a mí alrededor se distorsionó mientras pensaba en el sabor de su sangre y cómo sería fácil arrancarle la garganta... Pero no debía pensar así...

-Stefan, hagamos un trato –se acercó la castaña en una manera extraña a mí-. Si me revelas quién fue el asesino de esas personas... Te dejaré hacer lo que sea conmigo... Lo que sea...

-No... Yo no soy así... Sólo acaben conmigo como desearon desde que me empezaron a seguir...

-Shhh... Sabes que anhelas hundir tus dientes en mi... Y yo también –acarició mi mejilla con tranquilidad antes de sentarse en mi regazo. Sus manos se acomodaron en mis hombros y se inclinó hasta que mis labios rozaron su cuello-. Anda, muérdeme ya...

Traté de apartarme nuevamente. Rodeó mi cabeza con sus brazos y me apegó a su palpitante pulso. Unas palabras se ahogaron contra su piel. Quería decirle que era Damon el responsable y sin embargo, aún cuando me había soltado, sus labios conectaron con los míos. Era un beso apasionado y brusco, no supe corresponder en su momento pero no me quedé atrás para responderle el gesto. Sus manos se encontraron con mi pecho y no dudaron en bajar aún más a lo que sólo pude jadear en aquel arrebato que nos envolvía.

Era un vampiro muy atractivo, sin duda alguna. Sólo provocarlo podía funcionar para mí. Cuando obtuve su confesión apagada contra mi piel, sonreí sobremanera porque amaba eso. Esa reacción tan sutil que le causaba estar tan cerca de la sangre. Sabía que su dieta no contenía nada de humanos desde hace tiempo pero, en verdad quería comprobarlo. Su cuerpo era un manojo nervioso por verse sometido bajo mi. Pero realmente yo quería que fuera él quien tuviera la iniciativa. Pasé mis manos por su cuerpo mientras le besaba, sus músculos no podían estar mejor. Quizás era la atracción que ejercía sobre mí o quizás no pero me hacía desearlo en muchas maneras. Su mirada escondida bajo esas pestañas señalaba sufrimiento, en una manera que desconocía pero aún así, me parecía encantadora y misteriosa.

-Es inevitable... Stefan... -susurré en su oído. Poco a poco sus dientes cedieron a mi garganta. Gemí ante el cambio de ambiente. Mi cuerpo adoraba ese instante de placer y dolor mezclados en un solo lugar. Logré escuchar la succión de sangre y mordí mi labio.

Cuando terminó de hacerlo muy a mi pesar, le dirigí la mirada, completamente excitada por la sensación. De inmediato bajé y desamarré sus manos. quería que me tocara.

-¿De qué va esto...? Puedo matarte y lo sabes... -se alejó de mí y reí un poco.

-Lo sé. Pero quiero comprobar tu control. Además ya dijiste lo que habías de decir, así que... Simplemente tengas un poco de diversión los tres.

En ese momento, Dean entraba. Sabía que no tardaría en entrar después de escuchar que lo solté. Me miró con incredulidad pero en verdad... Tener a ambos para mí sonaba a la mejor idea del universo. Aún debía terminar con Stefan, sólo quería una noche con él.

Sabía que Alex mantenía cierta atracción a Stefan. A ella realmente le gustaba complicar las cosas. Pero tampoco podía dejar que mi chica se quedara sin realizar una fantasía. Después de todo, ella lo valía. No quería verla mal después por algo tan mundano. Miré al castaño con cierta hostilidad, pero en el fondo... Esta sería la mejor noche en nuestra vida seguramente...

-Bien, será el trío más loco que un cazador haya tenido en su vida –contesté quitándome la chamarra y cerrando la cabaña.

-Dean... No... Perdóname... Sólo...

-No, hermosa. Si dejé que mi hermano se divirtiera antes con una chica lobo, puedo hacerlo contigo y un vampiro –me acerqué a besarla-. Suena tentador un poco de sexo sobrenatural. Alex sonrió y me dirigí al otro chico de manera más amigable, esperando que se quitara la camisa o algo. Como no hubo movimiento, fui el primero en quedar con una camiseta únicamente.

-Vamos, Stefan. Disfrutemos de esto juntos. Después de todo, creo que ya olvidamos un poco e estrés de la entrevista y necesitamos relajarnos.

¿Estaban locos o qué? Fácilmente con tanta sangre humana en mí podría matarlos e irme de ahí sin dejar rastro alguno pero no quería dejarme ganar por la ansia de sangre. Alex caminó a mí y me despojó de la camisa que llevaba. Quedé en camiseta como Dean y sólo desvíe la mirada. No comprendía sus razones de querer tener sexo conmigo. De nueva cuenta, volvió a besarme aunque esta vez no me opuse a sentir sus labios sobre los míos. A la vez que me besaba, Dean se encargaba de desnudarla lentamente, dejando caer la camisa de franela y un rastro de besos por su espalda. La lencería de la castaña era morada con pequeñas decoraciones negras en los bordes además de reforzar la perfecta forma de sus pechos.

Dean apretó cada copa con sutil fuerza mientras besaba su cuello. Hace rato que ya estaba en el juego de ambos. Mis labios se movían en sincronización a los de Dean, bajando por sus clavículas y dejando marcas suaves en su piel. Mis manos danzaban por su cintura y no pude evitar jadear un poco cuando sus manos me acariciaron más allá del torso. En mi pantalón, sentía sus manos apretar la tela. Gruñí tras aquello pero no me aparté de su tacto.

-Debes estar demente para querer algo como esto... -sugerí mientras acariciaba su mejilla.

-Quizás pero... Eres de lo más interesante, Stefan. No me puedo permitir dejarte ir así de fácil.

Sonreí un poco ante sus palabras aunque no me hacían sentir del todo bien como deberían. Tomé el broche del sostén y lo abrí, dejando caer la prenda de inmediato, sin apartar la mirada de ella. al final de cuentas, era lo que quería desde hace un rato. Ella sonrió pero hizo su movimiento rápidamente despojándome de la camiseta para su deleite, lo mismo que a Dean. Sólo quedaban los pantalones y el short de ella en el juego. Acaricié su cintura, marcando la forma curva que tenía en tanto Dean acariciaba dentro de su entrepierna.

Definitivamente amaba la sensación de tener a dos chicos tan distintos en mi plena satisfacción. Ambos atendían lo que mi cuerpo deseaba en aquel momento. Una tremenda locura era aquello. Y de todas maneras, Dean se las arregló para sacarme un gemido frente a nuestro cautivo amigo. Gruñí y pasé mis manos por el miembro del vampiro, mis caderas chocaban contra las de Dean en un intento de excitarlo y por el sonido que despidieron sus labios lo estaba logrando. Aventuré mi mano en los pantalones de Stefan, acariciando el glande y testículos repetidas veces, sin descanso. Volví a gemir para placer de ambos y esta vez, fue por la ayuda que Stefan le dio a mi compañero. Sonreí con picardía por el gozo que me daba verlos tomarme de esa manera. Lentamente había comenzado a mojarme en la espera de que el ambiente se tornara más sensual. Mis pezones se pusieron duros poco a poco mientras jadeaba a causa de sus manos en mi clítoris y mi vagina. Tendría mi primer orgasmo ahí si no se apuraban a quitármela ropa restante.

-Agh... Vamos, quiten lo que sobra...

-No seas desesperada, cariño –sonrió Dean mientras sus dedos bailaban en mi interior. Stedan alzó mi pierna hacia su cadera, logrando que Dean accediera más a mis paredes vaginales. Gemí de puro placer al momento de encontrar mi punto favorito. Los dedos del vampiro se movían en círculos por mi clítoris ya hinchado.

-Van a hacer que me... ¡Ahh!... Venga. Mierda....

-Vamos, amor. Déjate ir. Quizás eso encienda más a nuestro amigo.

Gemí nuevamente. Rtres dedos penetraban en mi interior y no podía evitar sentirme bien en verdad. Sus manos me sujetaban a fin de no dejarme caer. Mi cuerpo tembló anunciando que seguramente estaba al borde de mi orgasmo. Y no fallé porque mis caderas se acoplaron a sus movimientos antes de hacerme venirme en un pequeño grito.

El aroma de Alex tras llegar al orgasmo seguramente haría que Stefan tuviera su incentivo perfecto y tomara parte de la acción. Sonreí ante los gestos de mi mujer y besé su mejilla en recompensa al buen trabajo que había hecho. Stefan dejó ir su pierna y procedimos a bajar nuestros pantalones. Alex no tardó en tomar nuestra virilidad con manos y boca. Mientras lamía mi falo, se encargaba de masajear el del vampiro. Gruñí en deleite y acaricié su cabeza para recoger en una coleta sus cabellos. Poco después, su lengua danzaba en bella manera alrededor de mí, llenando de saliva desde la punta hasta los testículos.

El sonido de gorgoteo de mi miembro chocando contra su garganta era audible y realmente me encendía más. Los gruñidos de Stefan me indicaban que estaba lo suficientemente excitado como para entrar en ella. cosa que me encelaba pero a la vez, me gustaba.

-Arriba, amor. Dejemos que nuestro invitado se divierta primero –indiqué con un gesto a mi pareja antes de que ella subiera a la mesa y se quitara el resto de ropa. Sus piernas se abrieron para ambos y se tocó un poco.

-Vamos, Stefan... Quiero sentirte en mí –por mí parte, retomé el trabajo con su boca en mi pene mientras ella permanecía boca arriba en la mesa y sus piernas se tensaban por la intromisión del vampiro en ella. Gimió contra mí y yo también. Ordené que se quedara con la boca abierta mientras yo hacía el vaivén en ella.

Poco después, ya nos habíamos acostumbrado al movimiento los tres. Stefan la penetraba lentamente y profundo, mientras besaba la herida en su cuello y retiraba la sangre. Mis caderas temblaron un poco por mi excitación y me retiré de Alex para tomarla por detrás. Stefan me ayudó, sujetando sus muslos mientras permanecía erguido y ella lo abrazaba como un koala. Lamí mis dedos índice y medio para prepararla y besé su espalda esperando a que se acoplara a ellos.

No pude evitar gemir. Ambas entradas me provocaban tanto dolor como placer. Me aferré al cuerpo de Stefan en tanto Dean se metía en mí, arqueé la espalda por un poco de dolor mientras lo hacía pero no dejé que me dominara pues pronto me sentí satisfecha con ambos en mí. Mi voz salió sin permiso, mis pechos rebotaron con la primera estocada de Dean en mi trasero y mi gesto se distorsionó. Stefan miraba mis ojos tratando de calmarme y lo logró poco a poco. Mis uñas se clavaron en sus poderosos hombros y las estocadas de ambas partes empezaron a sacarme jadeos y gritos más que palabras.

-¡Ahh!... Ngh... Dean... -dejé salir unos minutos más tarde en vuelta en placer y mis manos no pudieron soltar la carne de Stefan.

-Tranquila, nena. Todo estará bien –susurró Dean en mi cuello y giré la cabeza para encontrarme con sus labios. El beso se hizo apasionado y no pude evitar dejarme llevar por lo asombroso que se sentía, el juego de lenguas en combinación con las embestidas bruscas de los dos no me dejaban respirar ni hablar. Pronto, gemía y gritaba el nombre ambos.

Por una parte, Stefan era demasiado cuidadoso conmigo a pesar de ir rápido y por otra, Dean no dejaba de penetrarme bruscamente. Era una mezcla de emociones estar entre los dos. Cuando cambiamos de posición, Stefan entró lento en mi trasero. Dean esperó a que terminara para moverse dentro de mí. Una pierna mía rodeaba la cintura de Dean y la otra me mantenía parada entre ambos. Los besos en el cuello se combinaron con mordiscos y pequeños chupetones. A pesar de que los colmillos de Stefan aparecían cada vez que se acercaba a mis venas, no dejaba que volvieran a perforar mi piel.

En esa nueva posición, en cierto punto Stefan tomó mis muslos y abrió lo suficiente mis piernas para Dean. Mi garganta rompió en un grito. Ambas piernas quedaron a merced de ellos mientras las feroces estocadas iban en aumento. Dean colocó la derecha en su hombro y no pude dejar de gemir y repetir su nombre, como la única palabra inteligible que podía decir.

-¡Ahh~! Dean... Voy a...

No terminé de hablar, mi voz se quebró en un jadeo poderoso provocado por un squirt. Mojé a ambos con el misterioso líquido sin mencionar que Dean no paró las estocadas. De nueva cuenta rolaron su lugar y ahora Stefan, tras beber un poco y lamer mis labios vaginales menores, me penetraba sin piedad. Mi voz clamó su nombre y Dean hacía que quedara inmóvil para él. Mis uñas se clavaron en mis propias palmas ante su brusquedad y un segundo squirt salió mojando el suelo.

Salieron de mí, quedé de nueva cuenta en la mesa. Jadeaba y gemía por lo sensible que estaba, e inclusive el aire me dejaba más excitada. Quería que terminaran en mí o me sentiría frustrada. Como si leyeran mis pensamientos, volvimos a la posición inicial. Mis labios agasajaban a Stefan, dando un oral bastante bueno y permanecí en cuatro para Dean. Ambos llevaban un ritmo que me estremecía a cada instante. Los dedos de mi pareja acariciaron mi clítoris y me hacían temblar. Cada espasmo indicaba que estaba cerca.

Los latidos de cada uno me ensordecían. Dean estaba cerca como ella. moví mis caderas más rápido en espera de que los tres llegáramos al orgasmo. Los gemidos alrededor de mí eran indicador de su siguiente clímax. Dean gruñó por lo caliente que era el interior de Alex. Mi garganta dejaba escapar su nombre en veces cada vez que su lengua o sus labios apresaban mi virilidad en ella. en cierto punto, me estaba volviendo loco. Mi propio corazón palpitaba de una manera nueva.

Unas cuantas estocadas más hicieron que finalmente los tres nos venciéramos en un orgasmo. Dean llenando el interior de Alex y ella, teniendo un tercer squirt sin pedirlo siquiera. Yo dejé escapar un gemido placentero aunque realmente no eyaculé en la boca de la mujer. Acaricié su rostro y me aparté de ella. lo mismo hizo Dean.

-C-Creo que estamos a mano... -soltó ella de repente-. Deberías irte...

-No... No puedo hacerlo sin más...

-Escúchala, Stefan. Es la única vez que te dejaremos ir. Si vuelves a incurrir en estas cosas, bueno, ahí te vamos a esperar.

-Acepto mi muerte sin más si ustedes lo desean así. No puedo andar por ahí con cierta culpa si me dejan libre.

-Vete...

Esas palabras y los ojos llenos de arrepentimiento mezclado con compasión me hicieron entender. Tenía una oportunidad de irme. Incluso si fue de la manera más sexual posible, me habían dejado ir. Quizás debía hacerlo. Pero no esa noche. Me quedaría ahí hasta la mañana próxima.

-Se fue...

-Lo dejaste ir, Alexandra.

-Notenía otra opción. Él no era culpable.

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