...Y si tú mueres, yo muero contigo.
Capitulo 31.
—¿Quién era? —preguntó Susan, y ahí esta la pregunta.
—Un amigo.
—¿Segura? —volvió a preguntar, no estaba totalmente conforme con mi respuesta.
—Si. Se ofreció a cuidarme, ya que usted no se encontraba en casa y Colby tenía que ir a trabajar —me encogí de hombros como si no importara—. Es un gran amigo.
—¿Nada más?
—Claro que no —arrugué la nariz—. Es como mi hermano, incluso tiene pareja y se van a casar. Tal vez la inviten —sonreí.
—Oh, bueno —siguió mirando el televisor—. ¿Colby lo conoce?
—Por supuesto, son amigos y trabajan juntos —subí las escaleras—. No hay nada que pensar entre nuestra amistad. Si quiere que le demuestre mi amor a Colby, lo hago, lo he hecho miles de veces y una más no sería difícil —seguí hasta el cuarto sin esperar su respuesta. Me quité la ropa, tomé una toalla y me adentré al baño para ducharme.
Había sido un día raro, si. Pero me divertí con Allen y como él sabía que yo era descarada, ¿qué se podía esperar de mi en una despedida? Quien lo sabía realmente.
«Hoy te pasaste, eh.»
—¿Por qué lo dices?
«Le confesaste a AJ que te gustaba.»
—¿Y? Eso fue en el pasado, eso no quiere decir que me siga gustando ahora —cerré la llave del agua y me puse la toalla—. Espero su novia no se sienta amenazada —bromeé.
«Eso mismo dijiste de Alex cuando salía con Colby.»
Sonrió pícara.
—Ah, bueno. Eso ya es otra cosa —traté de defenderme.
«No, es lo mismo. Y tú eres una amenaza pública, deberías reconsiderarlo.»
Volví al cuarto y por alguna extraña razón miré toda la estancia. Me sentía rara mientras me ponía la ropa interior, sentía que algo sucedería.
—¡Aghh! —gemí. Sucedió. Un dolor increíble acechó en mi interior obligándome a retorcerme sobre la cama—. ¡Pide ayuda! —le pedí a quien menos tenía idea de como hacerlo.
«Lo siento...»
—¡Susan! —la voz me falló justo en ese momento—. ¡Susan! —volví a insistir pero no aparecía a mi rescate y el dolor se intensificaba cada segundo más. Era como si me cortaran de antemano, como si me clavaran un cuchillo justo en el estómago—. ¡Ayuda! —volví a insistir como si le gritara al aire—. ¡Demonios! —intenté levantar mi débil cuerpo e ir yo misma por ayuda, pero fue imposible, sólo logré caer pesadamente al piso. Mis ojos derramaron unas cuantas lágrimas antes de desvanecerse.
Cuando volví a despertar nuevamente, los ojos me ardían y un destello de luces pasaban por mis ojos de una manera muy borrosa. Intenté tocarlas, pero mis manos estaban muy débiles y no había notado que me movían de un lado al otro, hablando frente a mi, asustandose más de lo que tal vez yo debería estar. Sentía sus palabras junto a mi pero no lograba entenderlas o formar una oración coherente de la situación en la que me encontraba.
Miré todo el lugar y me dí cuenta que me transportaban en una camilla, Susan estaba a mi lado mirandome con temor, diciendo cosas que no podía escuchar y eso no me molestaba en lo absoluto, no sentía nada.
De un momento a otro, Susan se alejó de mi soltando mi mano suavemente. Dejé que se quedara en el camino y los otros hombres que me acompañaban siguieran a mi lado. Llegamos a un cuarto con mucha luz para mi parecer y el dolor se hizo presente otra vez haciendo que gritara como un animalito a medio morir, podía mirar el rostro de la enfermera presente y era como si esto le dolía más que a mi. No podía parar el dolor y mis ojos volvieron a aguarse, era un dolor intenso, no sabia si iba a sobrevivir otra hora más de tal agonía.
—¡Aghh! —chillé retorciendome como un gusano, no lo soportaría. Necesitaba a mi Colby.
—Tranquila —uno de los hombres me habló mientras los demás me mantenían quieta, o eso trataban.
—Ne-Necesito a Colby —lloré desde el fondo de mi corazón—. Lo necesito ahora... por favor.
—Lo llamaremos, no se preocupe.
—Si por alguna casualidad este será el momento de marcharme, al menos diganle que yo... lo amo. Sé que él lo sabe y es muy consciente de ello —mis ojos ardian y la única mujer presente, comenzó a llorar como magdalena—. Pero diganle que es la persona que más amo en todo el mundo y aunque tal vez no esté físicamente, lo seguiré haciendo incluso más allá de la otra vida. Diganle que... lo querré hasta el final de los tiempos, que esperaría un millón de años para poder verlo otra vez, y que... prometa que acordará que es mío —apreté mis manos, no podía moverme pero si podía mover los dedos—. Me gustó que tratara de entenderme, que tratara de conocerme, que se esforzara por hacer que esto funcionara. Me gustó que estuviera conmigo y me hiciera saber que podía sentir algo por él, que incluso podía soñar hasta lo imposible.
—Reacciona —escuché una voz masculina al fondo—. No puedes dejar que piense eso mientras tú lloras sin hacer nada.
—Tienes razón —respondió la mujer y se acercó a mí—. Tranquila cariño, vamos a superar esto —acarició mi cabello y con el último respirar de mi alma, me dejé ir.
"Despierta, por favor... despierta. Necesito que tomes de mi mano y me des una razón para no ceder ante este mundo triste y enfermo."
No sé cuanto había pasado, no sé si habían pasado días, tal vez semanas o tal vez meses. Sólo sabia que aún seguía con vida y tenia un día más para decirle a Colby que era todo para mi.
Lo primero que hice fue llevar mis manos a mi estómago y con un suspiro aliviado me dí cuenta que aún tenía a mi hermosa Sunshine. Sonreí de lado aún con los ojos cerrados y al momento de mover mi mano, algo me lo impidió e hizo que abriera mis ojos por primera vez desde que me había desvanecido frente a los medicos. Colby estaba recostado a un lado de mi, cubriendo su rostro con ambas manos. Suavemente llevé mi mano inyectada con varias agujas a su hermoso cabello bicolor recién teñido, necesitaba sentirlo después de tanto tiempo dormida.
—Estoy aquí —susurré recordando las primeras palabras que escuché hace unos segundos—. Sigo aquí —esperé que levantara su rostro y luego de varios segundos lo hizo, dejandome más tranquila. Era el único que lograba estabilizarme mentalmente.
Me miró varios segundos y besó mi mano por todas partes, el suave contacto de sus labios contra mi piel me hizo sentir el calor necesario para volver a tener fuerzas y responderle a su dulce gesto.
—¿Cuanto tiempo llevo aquí? —pregunté con un hilo de voz.
—Casi dos días —se apoyó en mi mano respondiendo de igual forma, estaba cansado, podía verlo en las pequeñas bolsas debajo de sus ojos—. Tuve miedo.
—Igual yo —seguí acariciando su piel aunque ninguno dijera nada.
—....Siempre recordaré que soy tuyo —me miró a los ojos. Le habían dicho lo que les pedí y eso se los agradecía—. Y si tu mueres, yo muero contigo —sus ojos estaban cristalizados pero se negaba a aceptarlo.
—No digas eso —limpié la primera lágrima que salia de su ojo izquierdo, la primera de muchas—. Si eso pasara yo sólo seria otra pagina de tu diario. Te esperan muchas allá afuera, no puedes quedarte estancado en una sola hoja, que con el tiempo se hará vieja y olvidada.
—No seria capaz de seguir, no te miento —me miró a los ojos, estos tenían razón y mucha sinceridad de su parte—. ¿Qué seria de mi sin ti? No me gustaría averiguarlo.
—Estoy aquí —volví a repetir sentandome en la camilla dejando los pies colgando, Colby se levantó de su puesto y viendo lo que hacia, se posicionó entre mis piernas y me abrazó. Me abrazó como nunca antes lo había sentido, sus abrazos siempre han sido sinceros y muy largos, pero esta vez era mucho más que eso—. No te dejaré, jamás lo haré.
—Yo soy quien te necesita realmente —su voz estaba destrozada, su corazón palpitaba casi sobre mi pecho, podía sentir que casi era mio completamente—. Te necesito ahora y siempre —se alejó y besó mi rostro, su cuerpo temblaba completo. Aún podía sentir el latir de su corazón.
—Estamos locos —susurré sin antes meditarlo.
—Locos, pero locos por el amor que nos tenemos —levantó mi rostro hasta mirar sus ojos—. Locos por abrazarnos como si la vida se nos fuese en ello. Locos por hacer esto posible. Locos por creer que esto es para siempre.
—Y lo es —verifiqué—. Aunque esa palabra se nos queda corta —sonreí por primera vez desde que desperté y lo vi. Colby imitó mi acción, llevó una de sus manos temblorosas a mi cabello quitandolo de mi rostro y me besó. Me besó como se debe, con sutileza pero firmeza... como sólo él puede hacerme sentir. Especial.
—Si eso nos hace locos, entonces somos los más locos de este lugar —juntó su frente con la mía—. Porque sólo yo puedo amarte con tal locura.
—Y eso se pega, debo decirte —llevé una mano a su pecho y ya estaba más tranquilo. —hoy hice llorar a una mujer.
—¿Ah, si? —me miró—. ¿Cuál fue el insulto de hoy?
—El confesar que te amo —sonreí, Colb se sorprendió mientras yo seguía asintiendo con la cabeza—. Por cierto, ¿a qué hora llegaste?
—De hecho... —acarició mis piernas y al sentir su tacto caliente, pude darme cuenta que mis piernas estaban heladas. Colby las besó e hizo que me volviera a recostar—. Llegué antes de ayer y no me he alejado las veinticuatro horas del día —se sentó nuevamente, pero más cerca de mi esta vez.
—Colby —lo regañé.
—¿Qué esperabas qué hiciera? ¿dejar qué despertaras y no me vieras? ¿decepcionarte? —preguntó como si fuese absurdo—. No puedo, ni tampoco puedo trabajar sabiendo que estas aquí. Ya me sucedió antes y no quiero estar al borde de perderte por tercera vez.
—Deberían considerar tus respuestas, candidatas para un Oscar —reí—. Eres muy bueno.
—Gracias —rió conmigo—. Tal vez me lo gane a la "mejor escena dramática", por el momento en el que estabas aquí y yo te rogaba que no me dejaras.
—¿De verdad lo hiciste?
—¡Por supuesto! —tomó mi mano y entrelazó nuestros dedos—. Haría que un rió se creara por todas las lágrimas que he derramado.
—No me gusta hacerte llorar —hice una mueca—. Ni por casualidad —Colby besó mi mano y no me respondió, con eso era suficiente.
Tal vez pasaron cinco o diez minutos, cuando uno de los médicos entró al cuarto y comenzó a inspeccionarme, todo estaba bien, todo estaba en su lugar. Pero lo que más me importaba era Sunshine, necesitaba saber que estaba bien, que aún podía reir dentro de mi, estrechar su manito junto a la de su padre y patearme por hacer cosas que no le gustaban.
Le pregunté más de díez veces al medico hasta que me respondió.
—Tal vez deba quedarse algunos días más, señorita —comentó—. Aquello que sintió no fue algo normal para usted y puede ser que siga sintiéndolo dentro de un par de horas —miró a Colby—. Si los dolores empeoran y se convierten en contracciones tendremos que sacar a su bebé lo más antes posible, digamos que el parto se puede adelantar —me miró a mi, su rostro no tenia semblante y Colby también lo hacia, pero su mirada era más compasiva. Él entendía la situación más de lo que yo lo hacia y eso lo agradecía con todo mi ser. Él iba a ser el mejor padre de todos—. O puede llegar a perderlo —añadió haciendo que mi corazón se oprimiera de repente.
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4.- ¿qué canción se empezó a escuchar la primera noche (o cita) en la que estuvieron juntos?
A) Thinking out loud.
B) The weigh down.
C) King for a day.
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