Todo comenzó cuando...
Capitulo 27.
Ya era muy tarde y mis ojos trataron de acostumbrarse a la cálida oscuridad que me invadía. Quise hablar pero mi voz salió más como un susurro y mis brazos tenían poca fuerza como para apoyarse sobre el lugar donde me encontraba. Volví a distinguir que era lo que mis dedos tocaban, hasta que me dí cuenta que estaba en un sofá. En ese mismo instante mi mente recordó que seguía en casa de Jones y Fisher.
Seguí tocando y a mi lado se encontraban los dos susodichos abrazándome.
«Recuerda que estabas viendo una película» susurró la vocecita adormilada. Le hice caso y me paré para encender las luces, era hora de irme, ya había oscurecido y no estaba con todos mis sentidos agudizados para pensar con claridad. Sólo sabía que había oscurecido y tenía que ir a casa.
—Chicos, debo irme —comenté restregando mi ojo derecho.
—¿Por qué no te quedas? —Evelyn estiró sus brazos con libertad, soltando un bostezo involuntario.
—Colby se va a preocupar.
—Allen le mandará un mensaje y ya está —comentó como si no fuese tan importante—. Que le cuesta pasar una noche con su madre en casa —rió con algo de maldad, como si supiera lo "malo" que se sentía eso.
—Si, yo le mando —respondió Allen esta vez, sin mirarme pero éste seguía durmiendo.
—Bueno, si lo ponen de esa manera. ¿Cuál es mi cuarto? —junté mis manos.
—Me encanta tu sentido del humor —Evelyn se acercó y acarició mi mejilla para ir a los cuartos.
—¿Eso debió ser un chiste? —fingí confusión y la seguí, ella comenzó a reír con diversión.
—Te quedarás aquí —abrió una puerta y me dejó ver un hermoso cuarto, parecía casi irreal—. Es para cuando vienen visitas.
—Parece que las visitas tienen el mejor cuarto cuando llegan aquí —me adentré después de ella y seguí mirando, era realmente una maravilla.
—Deberías ver la ventana.
—Oh, vaya —me acerqué y abrí la cortina.
—Sé lo mucho que te gustan los ventanales y las hermosas vistas.
—Es hermoso —admití mirando el cielo, desde ahí se podía sentir como si estuviera junto a las estrellas y pudiera conversar con ellas. Suspiré y el aire se adentró por mi nariz y cruzó hasta mis pulmones, se sintió muy bien. Mucho mejor que el mal hábito que tenia antes de estar embarazada.
—Cuando estés lista puedes acostarte —Eve besó mi mejilla a mis espaldas y se marchó del cuarto. El silencio era profundo, pero el mejor acompañante para una noche como esta.
Todo era tan perfecto, tan único, pero nada era para siempre y el vibrar de mi teléfono fue la distracción.
De: Colb.
"¿Segura qué no quieres venir a casa?"
Rodé los ojos al leer esa pregunta con su voz. Pensé en no responderle, pero al recordar como era su bipolaridad decidí si hacerlo.
—"Estoy bien, cielo. Si puedes aguantar esta noche y no venir en la madrugada, estaré segura de que confías en mi. ¿Puedes cumplir con la misión?"
—"Lo intentaré."
—"Colby Lopez."
—"Está bien nena, lo haré. Pero siendo más allá de las 9:00 a.m. iré por ti."
—"9.00 a.m. ¿no menos?"
—"No menos"
—"Esta bien Colb, que tengas una buena noche. Te amo xx."
—"Reza por mi, nena... reza por mi."
Reí ante su texto, se refería a la paciencia que necesitaría por estar con su madre.
Guardé el teléfono, necesitaba apreciar un poco más de la majestuosa naturaleza antes de ser opacada por las luces de la ciudad.
Era un sentimiento único y especial, pero a la vez hipnotizante... de alguna manera no podía dejar de mirar. Así como se aprecia una obra de arte, a la persona que se ama, un atardecer, un buen libro o incluso a una rebanada de pizza.
Tomé mi celular y tratando de que se viera como mis ojos lo veían, le tomé una foto, no era lo mismo que mi cámara instantánea pero también había salido bien. Dejé de ver como salió la foto cuando un dolor en mi interior me advirtió que ya era hora de volver al cuarto.
—Bien nena, vamos a dormir —susurré acariciando mi vientre por costumbre—. Te lo mereces —me despojé de mis prendas al ver que Evelyn me había dejado algo con lo cual debería dormir. Siempre me gustó su ropa y siempre se lo dije, tenía un gusto único que a mi parecer era perfecto, siempre creí que debió ser estilista. Es una chica talentosa y fácilmente podía sacarle provecho a sus dones—. Te amo —hablé por última vez y acomodé el almohadón debajo de mi cabeza, era tan suave.
Gemí al abrir mis ojos y segarme por los diminutos rayitos de sol que se colaban por la ventana, al parecer no era tan temprano y alguien ya había estado en esta habitación para fastidiar mi despertar. Pero lo que no nadie sabia era que cuando despertaba mal... era porque deberían correr como alma que se lleva el diablo.
Bueno, traté de girarme y darle la espalda a la luz, pero una risita disimulada me hizo dar cuenta de quien se trataba.
—¿No crees que es muy temprano? —pregunté adormilada.
—Son las nueve con un minuto.
—¿Con un minuto? —lo miré—. ¿Acaso no pudiste esperar media hora por lo menos? Para disimular que te importo.
—Me importas y no debería disimularlo —hizo un movimiento de hombros con las manos en los bolsillos.
—Deja de ser posesivo.
—¿A qué viene eso? Querer saber de ti y preocuparme por tu persona no me hace un hombre posesivo.
—Pero también lo eres, Colby.
—Ah bueno, lo soy y no lo niego. Pero eso es tema para otra conversación. —No sabía como podía estar tan relajado al discutir conmigo. Tal vez porque no lo toma como una discusión y le ve el lado divertido de las cosas, como siempre.
—Bien, ¿ahora me dejarías dormir? —cubrí mi cabeza con las mantas—. Tu hija tiene sueño y si despierta enojada pateara mis entrañas... eso no te gustará, ni mucho menos cuando ambos caracteres se juntan.
—Bien —se recostó a mi lado, por suerte era una amplia cama.
—¿Cómo entraste?
—La familia Jones salió a hacer las compras —acarició mi cintura.
—Al parecer te gusta entrar en casas ajenas sin su consentimiento, ¿eh?
—Si, es divertido —rió con cierta ironía—. Pero más cuando sé que estás tú adentro.
—¿Fuiste una especie de psicópata en tus años mozos acaso? ¿Acostándote con la chica bonita que había en cada casa?
—¿Qué? Claro que no, que dices —volvió a reír. Si, así era—. Ese talento lo utilicé para poder comenzar a luchar, ahora solo es una técnica entre tantas otras dentro de todo mi arsenal.
—Hay cosas que deberías contarme al parecer —me giré y lo miré.
—Para mantener una relación hay que tener sus secretos, pero poco a poco te los iré contando... aunque incluso me tarde toda una vida —acarició mi cabello.
—Vale —sonreí de lado y Colby se acercó a mis labios. Sabía lo mucho que le gustaba dar el primer beso matutino, el más intenso de todos—. ¿Cómo va todo en casa?
—Bien —sonrió y dejó un casto beso en mis labios para recostar su cabeza más cerca de mi—. Quiere saber como nos conocimos.
—¿Qué? Creí que ya lo sabia —arrugué la frente.
—Tal vez. Pero quiere que tú... —me apuntó con cariño—. Niña hermosa, se lo cuentes todo.
—¿T-Todo de todo? —la vergüenza invadió mi rostro de un color bastante intenso. Él asintió—. Vamos, sabes que "todo" lo englobado en nuestra relación tiene que ver con intensos encuentros sexuales. No puedo llegar y contarle todas las posiciones que hemos usado. O que quieres, ¿qué me mande a ser monja? —evité no dar señales de querer reirme, pero Colby lo hizo primero—. Sería como contarle una película Triple X, incluso eso sería más explícito que verlo con sus propios ojos. Estoy segura que hasta ella misma se iría de monja.
—No le cuentes el lado sucio, sólo rescata los buenos momentos que hemos tenido.
—¿Cuáles buenos momentos? Los únicos buenos fueron los que no puedo contar.
Rió pasando sus manos por mi cuerpo para poder abrazarme.
—Que esté embarazada no me hace ser virgen mentalmente —sonreí, pero Colby no pudo evitar reír como si hubiera dicho un chiste muy bueno.
—Y es por esa razón que estamos juntos —besó mi frente—. La locura sera hereditaria.
—Que maravilloso —dije con sarcasmo—. Algún día cuando la nena cresca, estará feliz de tener a un tío como Jonathan —me acomodé en su pecho, pero éste comenzó a moverse ligeramente. Se estaba riendo.
Luego de varios minutos en silencio, hablando de cualquier cosa que se nos venía a la cabeza, Colby dejó que me levantara y me vistiera, quería ir a desayunar afuera. No quería que siguiera dándole molestias a Allen y a Evelyn, sabia que aún tenía su orgullo y no se alegraba mucho por ello.
Al acabar, la puerta de la casa fue abierta y la voz de Allen se hizo presente al hablar con Colby que se encontraba en el pasillo, estaba sorprendido. Primera típica reacción, pero él no le dio mucha importancia y lo saludó de todos modos, aparte de invitarlo a comer algo como amigos.
—¿Ya se van? —preguntó—. Y yo que ya estaba acostumbrándome a los descaros de Violett.
—Oye —me quejé al salir del cuarto y entrometerme en su charla, pero tenía razón—. No soy tan descarada.
—No, por supuesto que no, cariño —Colby me abrazó por los hombros con una sonrisa. Mentía.
—Al menos podrían quedarse a comer algo —ofreció.
—Hemos comprado algunas cosas que a Violett le gustan —agregó Eve.
—¿Qué cosas? —pregunté curiosa y la seguí hasta la cocina, escuché como Colby reía y terminaba aceptando la invitación de Allen—. ¡Galletas de animalitos! —grité al tener un paquete en mis manos—. ¡Ositos de goma! —grité nuevamente al ver lo que ella tenía a un costado.
—No, esos son míos —los tomó como si fuesemos dos niñas pequeñas.
—Quédatelos, ya que ni quería —le saqué la lengua, ella rió y me ofreció uno—. No, no caeré en la tentación... —cubrí mis ojos, pero ella llevó uno a mis labios—. No, no caeré... no, quítalo ahora —apreté los labios pero me hizo cosquillas y logró meter uno a mi boca.
—Eres tan orgullosa —comenzó a ordenar las cosas que había comprado con Allen. Sonreí y la ayudé a ordenar, aunque ella insistía que no era necesario por el estado en que me encontraba. Ella sabía que siempre me salía con la mía así que era mejor cerrar la boca—. ¿Y Vi? ¿lista para volver a casa?
—Mm...
—Con eso lo dices todo —rió—. ¿Qué sucede?
—Mm... yo... —traté de buscar las palabras correctas—. ¿Alguna vez le has dicho a la madre de Allen como se conocieron?
—Claro, es muy sencillo —se quedó varios segundos en silencio—. Oh, ya entendí.
—...No puedo decirle a Susan como sucedió si desde un principio fue... ya sabes —hice un movimiento de manos.
—¿Desde la primera cita?
—Pensándolo bien, si —llevé uno de mis dedos a mi mandíbula—. Fui demasiado fácil. No sé porque Colby no piensa eso.
—Porque te amó desde el primer momento, está claro y lo ha repetido varias veces —cerró el refrigerador, todo estaba guardado—. Pero no te preocupes, sólo rescata los buenos momentos que han tenido.
—¿Has hablado con Colby antes? —achiqué los ojos—. Él dijo lo mismo.
—Vamos, no es tan difícil. Práctica conmigo, tú puedes —se paró al frente de mi.
—Bueno... —humedecí mis labios—. Yo vivía en la casa de al lado en ese entonces, éramos vecinos —junté mis manos—. Yo... no puedo Evelyn, no sé como empezar, soy pésima.
—Yo te ayudaré, escucha...
Eran las dos de la tarde y recién estábamos saliendo de casa de Jones, fue divertido. Fue una especie de "diversión entre amigos", incluso mucho mejor que todas las veces que saliamos con Alex y Nick, esto era algo nuevo y me gustaba. No cambiaría nada si me lo preguntaran.
Caminamos a casa con mucha paciencia y tranquilidad, Colb llevaba mi mano como era costumbre. El cielo brillaba y el calor estaba comenzando a hacer su aparición. Traté de evitarlo usando el gorro de él.
—¿Vas a ir a hacer cross? —pregunté a unas cuadras de llegar a casa.
—Tal vez. Al último lugar que asistí fue al Sweat Angel, es agradable. Debería llevarte algún día.
—Algún día... suena bien —hice un gesto con los labios, imitó mi gesto y llegamos a casa. Abrió la puerta y dio un grito para saber si Susan se encontraba, pero nadie respondió.
—Estamos solos —dijo lo obvio con cierta felicidad en sus palabras.
—¿Y eso de qué nos sirve? Si cuando sale no tarda mucho en regresar —me senté en el sofá lentamente, me había dado una punzada en el costado—. Demonios.
—¿Estás bien? —preguntó llegando rápidamente a mi lado y llevando sus manos a mi estómago.
—S-Si —apreté los dientes—. So-solo es un dolor, no te preocupes —inhalé y exalé varias veces.
—Llamaré a la ambulancia —sacó su celular—. Quien sabe si se rompió la fuente —tocó un par de veces la pantalla.
—No es necesario —le quité el aparato—. Yo sabré cuando la fuente se rompa —colgué la llamada y lo miré a los ojos con una sonrisa—. ¿Recuerdas todas esas veces que llamaste la semana pasada, cuando eran falsas alarmas?
—Si —bajó la mirada avergonzado—. Una vez más y seré la llamada número cíen —rió—. Quisiera saber que ganaré si hago esa llamada —tomó el celular.
—No. —Se lo quité de las manos.
—Pero es que alguien más me ganará.
—¿Y? Ese padre se lo merecerá de verdad. Aparte, sé que esos hombres deben estar desconfiando de todos cuando llamen en estos momentos.
—Soy un maldito —rió de una forma adorable, quitándole toda la maldad.
—Pero cuando sea una alarma de verdad no te creerán.
—Entonces yo mismo te llevaré —besó mi hombro acomodándose en el.
—¿Qué te parece ver toda la sangre?
—No me hace débil.
—¿Seguro? Porque te necesitaré al momento del parto, para apretar tu mano —besé su cabello y acomodé mi cabeza sobre la suya—. Apuesto que serás el primero en desmayarte.
—¿Apostando en una situación así? Tú de verdad eres mala.
—Vamos, apuesta y al final del día me pagarás.
—Mil dolares a que no lo hago —me miró.
—Que sean cinco.
—Hecho —rió y no pude evitar hacerlo con él. Por desgracia, la puerta se abrió y toda la diversión desapareció en cuestión de segundos.
—Llegaron, ¿cómo les fue? —sonrió y cerrando la puerta se sentó en un sillón individual que se encontraba a un costado del nuestro.
—Bien —respondí con sequedad, no tenía nada más que agregar. Colby se acomodó en su lugar y miró por todas partes, esto era incómodo—. ¿Me traes un vaso con agua? —le pregunté para que dejara de sentirse así, él me miró y asintió con la cabeza para salir de allí. Susan sonrió y también se acomodó—. ¿Cómo le ha ido? —pregunté por cortesía a ella esta vez.
—Bien, gracias —arregló su garganta, se acercaba el momento indeseado—. Violett, dime una cosa...
—Claro, pregunte con confianza.
—¿Cómo se conocieron tú y mi hijo? sé que suena de una manera abrupta y fuera de contexto, pero he escuchado tantas versiones que sé que sólo tú puedes contarme como fue exactamente.
—Ha venido con la persona indicada —me senté más cómoda al ver que Colby venía con el vaso de agua—. Gracias —le sonreí y él me guiñó un ojo para luego acercarse a mi oído y susurrar que iría a la piscina un rato. Asentí con la cabeza y él besó detrás de mi oreja para salir de allí y dejarme con la señora—. Bueno, ¿por dónde empiezo?
—Por el comienzo —juntó sus manos. Ahora solo había que practicar lo que Evelyn me había enseñado.
—Todo comenzó cuando... —traté de recordar pero con los nervios había olvidado casi todo.
«Evita contar sobre el pequeño Seth, ¡evita esa informacion!»
Gritó en silencio.
———————————
Chan chan chan...
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