Te odio.
Capitulo 50.
Al día siguiente..
Me levanté tarde como era de costumbre, esta vez tenía menos ganas que otras veces y no podía detenerlo. De un día para el otro la hipofrenia —"sentimiento de tristeza sin causa aparente"— se había expandido más rápido por mi torrente sanguíneo de lo que se había expandido en toda mi adolescencia. Odiaba ese sentimiento, nada podía hacer que se disipara por al menos cinco minutos.
No quería bajarle el animo a All, ni mucho menos a mi hija. Por esa razón decidí ir al baño en silencio y tomar una ducha.
Cuando salí me sentí un poco mejor y me dí cuenta que de la única manera para dejar de sentirme así era sonriendo a pesar de no ser cierto.
—¿Qué haces? —reí al ver a AJ con una hilera de preservativos entre sus dientes.
—Era una sorpresa —se lo quitó de la boca y sonrió.
—Vaya que sorpresa.
—No te asustes cariño, solo bromeaba —me guiñó un ojo y siguió caminando.
—¿Me enseñarás cosas nuevas? —pregunté dándole así un nuevo rumbo a mis pensamientos. Distracción.
—Muchas —ronroneó y desapareció por el cuarto, no pude evitar seguirlo. De todos modos debía cambiarme de ropa—. ¿Cómo cuales?
—Haremos realidad mis sueños —los guardó en el cajón junto a varias otras cosas.
—¿Son lindos?
—Depende de como lo tomes —se sentó en la cama y me hizo un gesto para que me acercara—. Decías que echabas de menos mi lado pervertido —acarició mi cintura.
—¿Me haces caso? —acaricié su cabello y él asintió—. Te amo. Te amo porque intentas ser el hombre de mis caprichos, cuando eres perfecto tal y como eres.
—De vez en cuando hay que intentar cosas nuevas o la vida se vuelve monótona —dejó caer mi toalla al suelo con un simple rose de sus dedos. Llevó las yemas de sus dedos a las marcas del embarazo y las acarició—. Jamás te haría daño.
—Lo sé —tomé su rostro y lo levanté para poder besar su frente. —Y es por eso que estamos juntos, tu protección me mantiene con vida. Últimamente he estado más inestable de lo normal.
—Siempre, siempre te protegeré —apoyó su frente en mi pecho, abrazándome por la cintura—. No dejaré que te hagan daño.
«Debiste haberlo pensado antes de dejarla salir ayer, compadre.»
Bufó.
—Siempre logro sacar tu lado cursi, AJ —acaricié su cabello—. Incluso cuando estoy desnuda frente a ti.
—Vamos, esta Sunshine abajo. No esperabas que hiciera todos mis sueños realidad con una pequeña que bien puede escucharte gritar y puede caminar —besó mi pecho derecho—. Y esperaría que desayunaras, así tendrías fuerzas.
—Eres muy calculador —reí y me solté de su agarre acercándome al cajón por algo de ropa.
—Te cuido —aclaró—. E iré a prepararte algo para desayunar —se levantó de la cama y salió del cuarto. Aproveché ese momento de soledad y me puse la ropa interior, un short, junto a una camiseta de un color neutro. Volví al baño y arreglé mi cabello con una coleta, limpié mis ojos del resto del maquillaje de ayer y bajé.
Sunshine estaba viendo caricaturas, ni siquiera notó que había cruzado el pasillo, estaba más concentrada en la televisión.
—Tengo hambre —entré quejándome y asusté a AJ que estaba de espalda—. Soy Cooky monster, dame galletas —hice puchero después de haber reído de su reacción, se había tirado hacia atrás poniendo su peor cara de susto.
—Es muy temprano para eso, hermosa —me respondió—. Pero tengo cereal —me mostró una fuente con leche y cereal.
—Deberías darme vodka con gomitas de ositos.
—Oh, no —me tomó en brazos, me sentó sobre la mesa, ahora ya no existían las sillas y me entregó la fuente.
—Es la hipofrenia otra vez —suspiré jugando con la cuchara sin mirarlo a los ojos.
—¿Otra vez, cariño? ¿te sientes bien? —tomó mi rostro y observó mis ojos—. ¿No crees que también influye la anemia? Tienes unos ojitos cansados.
—Tal vez —llevé una cucharada a mi boca recordando los altibajos en la semana. No me enorgullecía ni culpaba a la hipofrenia de mis acciones—. Pero puedo controlarlo como la última vez —le sonreí. Él sabía como me ponía con esa enfermedad, la última vez me sucedió cuando salíamos como amigos.
—Bien, pero si te sientes con pensamientos suicidas no dudes en decírmelo —pidió.
—Lo haré —tiré mis labios ligeramente hacia delante y él los juntó con los suyos—. Siempre serás mi primera opción en todo —revolví la leche. Se me había quitado el hambre y eso sólo lo provocaba aquella "enfermedad".
—Come —acarició mis muslos, se me revolvió el estómago con sólo pensar que Colby quería ver a su hija otra vez—. Vi, ¿qué sucede? —me quitó el objeto de las manos—. Has despertado cambiada y sabes que es fácil para mi notarlo —suspiró.
—No te mentiré, no me gusta hacerlo —hice una mueca y él esperó a que siguiera hablando—. Colby viene otra vez.
—¿Y eso te molesta?
—No, claro que no —negué con la cabeza dejando la fuente a un lado, sentía como los ojos me temblaban.
—Dime —levantó mi rostro—. ¿Te ofendió? ¿te hizo sentir mal?
—En realidad... —sonreí de lado sin ganas—. Sólo me dolió algo que ya estaba dañado, suena absurdo.
—Entonces habló sin medir sus palabras, debí suponerlo —se alejó un poco—. No sé porque te sigo dejando ver a Colby si sé exactamente lo que sucederá.
—No te preocupes.
—No me digas eso —apretó los puños—. Estoy seguro que la hipofrenia volvió a aparecer por su culpa, ¿o me equivoco?
Guardé silencio.
—Amor... —se acercó a mi y al ver que no levantaba la vista, suspiró—. Ven aquí —me abrazó—. Ya no sé que hacer para que dejes de sentirte así, me duele.
—Sólo dejame seguir viéndolo, piensa que lo hago por Sunshine y nada más.
—No puedo seguir viendo esa sonrisa falsa en tu rostro.
—Todo esto pasará algún día y ya no habrá dolor —sonreí. Él sabía que ese comentario solo había sido suicida.
—Déjalo, déjalo ya —chasqueó la lengua—. Algo se nos ocurrirá.
—De acuerdo —sobé mi rostro. Cuantos cambios de climas han habido por aquí.
—Dime si estas segura de esto, porque puedo ir yo —siguió insistiendo.
—Estoy bien.
—No es cierto y no esperes que te crea.
—Entonces no deberías preguntar cuando sabes cual es la respuesta —me acomodé la ropa antes de salir de casa, Sunshine ya estaba en sus brazos como el día anterior y nada podía despegarla. Si tan solo comprendiera las cosas.
—Lo hago, porque en algún momento creo que puedes cambiar de opinión y decirme la verdad sin mentirme —se paró al frente de mi—. Violett —me miró fijamente—. Algo esta mal y te estoy dando tiempo para que descubras que es. Más vale que lo hagas —juntó sus manos.
—Sé lo que está mal, sé que lo he descubierto pero no quiero admitirlo porque pensarás que soy masoquista cuando sólo quiero el bien para mi hija —pasé a su lado y seguí mi camino con el diablo—. Hey —lo saludé—. ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú? —está vez sus miradas eran menos constantes, como si de verdad no le importara. Poco a poco creía más en sus palabras.
—De maravilla —sonreí—. ¿Dónde quieres ir hoy?
—A los juegos didácticos que acaban de estrenar a unas cuantas calles de aquí —comenzó a caminar con Sunshine de la mano. No me quedó de otra que seguirlo en silencio, está vez tenía un moretón en su nuca y aún no desaparecía aquella que tenía en el brazo. No me tranquilizaban pero creía en sus palabras y además, las luchas que había estado teniendo últimamente habían sido muy rudas de su parte, como si se desquitara por algo. O le excitara la emoción de dejar a su contrincante inconsciente. De todos modos siempre fue un tipo arriesgado a intentar cosas nuevas todos los días.
—¿Sucede algo? —preguntó mirándome por el rabillo de su ojo derecho.
—Nada —respondí con agilidad y me acerqué a su lado, lo estaba poniendo tenso—. ¿Cómo ha estado tu día? —cambié el tema.
—Algo intenso.
—Me lo imagino —tomé la otra mano de mi hija y sonrió—. El crossfit.
—Si —hizo una mueca—. ¿Por qué ya no has ido?
—¿A dónde?
—Antes íbamos a Black and Brave Wrestling.
—¿Cómo esperas que vaya ahora? ¿al igual que tu ex novia? No Colby, no quiero ir a un lugar donde tiene recuerdos. Donde tengo que hacerme la tonta y fingir que no estás ahí aunque estés parado frente a mi —miré el camino sin ningún gesto en mi rostro. Inconscientemente quería hacerle daño.
—Pero me gustaría verte ahí.
—No, eso jamás sucederá. No quiero estar incómoda ni mucho menos poner incómodo a Allen —tragué saliva, ya casi estábamos por llegar. Solo unos cuantos pasos—. Es lo mismo que yo te invitara a mi casa, te pondrías incómodo.
—No, ¿por qué lo haría? Si eres feliz con Jones, no hay nada que yo queda hacer. Recuerda que eres mi ex pareja y Sunshine es el único motivo para volver a charlar contigo.
—Lo dices como si hubiera sido yo quien se metió con alguien más y hubiera cagado la relación —lo miré levantando una ceja.
—Por favor, no empieces.
—Es que debo comenzar, Colby —frené en seco y lo miré—. No entiendo porque reaccionas así, porque me tratas así cuando yo solo quiero hacer esto posible siendo simpática y dejando las cosas de buenas maneras, pero tu te empeñas en repetirme que soy tu ex pareja y ya no me amas. ¿Qué sucede contigo? ¿qué hice para que me ofendieras de esta manera sin darme tregua? Me lastimaste, bien pe...
—Te odio, ¿de acuerdo? ¿eso querías escuchar? Entonces ya lo escuchaste —pasó una mano por su cabello—. Desearía con todo corazón no verte nunca más por el resto de mi vida pero lamentablemente no puedo porque debo hacerme cargo de mi hija como corresponde.
—En simples palabras, para ti es un peso —tomé a mi hija en brazos—. Hagas lo que hagas, siempre la cagas.
—¿Qué más esperabas de mi? Así me conociste, así me quisiste y así siempre seré —se encogió de hombros—. Lo siento por tener grandes defectos que no puedo corregir.
—Puedes corregirlos, sólo es que no quieres, eso es todo —lo miré a los ojos—. Vete a la mierda y aún más allá si puedes —me giré y caminé de vuelta a casa. Si los días van a ser así, entonces voy a tener que usar armadura para que todos sus ataques no me rompan la piel y pasen más allá de ésta.
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