Sunshine.
Capitulo 23.
Esperé a Vi sentado en el sofá mientras veía televisión basura, se estaba tardando mucho en realidad pero sabía lo difícil que se ponían las cosas a estas alturas. Se había estado cansando muchísimo más y aunque le ofreciera mi ayuda ella negaría con lo terca que había sido siempre.
—Deberías vender la mesa, ya no se usa en esta casa. —Bajó con una sonrisa en sus labios, se veía hermosa.
—Debería, pero la vida es irónica y sé que en algún momento la volveremos a usar —me encogí de hombros mientras ella se acercaba a paso lento y se sentaba junto a mi. Me miró por unos minutos y llevó sus delicados dedos a mi mejilla para besarme, aquellos labios me volvían loco cada vez más y hacía que mi corazón latiera con más rapidez y desenfreno—. Te amo —susurré al momento que ella se alejaba a una distancia considerable de mi.
—Y yo a ti —sonrió mientras tomaba una fuente con frutas frescas y se llevaba una uva a los labios.
—¿A qué hora tenemos que estar allá? —quité un mechón loco y desordenado de sus ojos, Vi sonrió con timidez.
—¿Qué hora es?
—Van a ser las nueve —miré el reloj que cubría mi muñeca.
—Ya, vámonos. —Comió el último trozo de plátano y volvió a dejar la fuente donde se encontraba.
—¿Sólo eso comerás?
—Colb, con los nervios ya tengo bastante —tomó mi mano y ayudó a pararme, pero no dejé que hiciera el mayor esfuerzo.
—Mínimo, llévate esto —le mostré una barra de cereal, pero ella hizo una mueca—. Por favor —hice puchero.
—Está bien —la tomó de mi mano—. ¿Ahora nos vamos?
—Yo conduzco —caminé tomado de su mano hasta la puerta, agarré las llaves y cerré.
—No, Colb ya no quiero ir.
—¿Qué? Pero amor, no será tan terrible.
—Tú lo has dicho, "tan" terrible. O sea que si es malo —apretó mi mano, de verdad esto le afectaba. Incluso había comenzado a sudar.
—Nena, podemos hacer esto juntos ¿bien? —la cargué entre mis brazos, estaba seguro que se negaría a subir si trataba de convencerla con buenas palabras.
—No... no lo sé. —Su cuerpo comenzó a temblar.
—Todo estará bien, relájate —acaricié su cabello y abrí la puerta del auto para poder sentarla en el asiento.
—No puedo —agarró mi muñeca con una fuerza casi sobrenatural, esto no estaba bien.
—A ver —la volví a tomar en mis brazos y me senté con ella en el asiento trasero—. ¿Qué te asusta?
—No lo sé, no logro comprenderme —jaló de su cabello, pero le quité las manos con cuidado para que no se sacara ningún cabello y las acaricié—. Hay un temor en mi que hace de mi cuerpo su rehén.
—No dejes que te consuma, tú eres más fuerte que eso Vi y sé que puedes superarlo, podemos superarlo juntos —besé sus manos—. Ahora solo existe un "nosotros" y nada más.
—¿Qué tal si no es lo que esperas?
—Nena —reí sin ganas—. Todo lo que venga de ti me gusta, todo lo que salga de ti me encanta y si es un niño o una niña lo amaré incondicionalmente, porque te amo —la abracé tratando de dejar que temblara,y funcionó—. Iremos juntos y todo lo que te suceda a ti, me sucederá a mi, ¿Vale?
—Vale —respiró varias veces y luego abrió los ojos para regalarme una cálida sonrisa—. Vamos.
—Bien —la dejé ahí y salí para subir en el asiento del conductor—. Todo estará bien —encendí la radio, dejé que sonara su canción favorita y nos alejamos de casa. Si esto era así, no me imaginaba como seria a la hora de dar a luz cuando se completan los nueve meses.
Condujé por las calles repletas de vehículos y como no era muy lejos, llegamos en cuestión de minutos.
Tomé a Vi de la mano, me aseguré que aún seguía conmigo y entramos al lugar. Ella había comenzado a sudar frío y a apretar mis dedos, pero con unas caricias en su pequeña mano hizo que se relajara un poco más.
Cruzamos los pasillos hasta que logramos ver la puerta indicada.
—Hey chicos, ¿cómo estan? —saludó el médico.
—Un poco complicados —miré a Vi que estaba con la mirada perdida y acaricié su mejilla—. Pero todo está bien.
—Me alegro —sonrió—. ¿Lista para la revisión Violett, cariño?
—Si —sonrió de lado.
—Perfecto, síganme —salió de su oficina y caminó por el pasillo hasta llegar al cuarto del fondo, lo seguimos tomándonos el tiempo necesario—. Querida, toma asiento —le hizo un ademán a Vi para que se recostara en la camilla, ella me miró con algo de inseguridad pues era su segunda vez en este lugar y no era muy cálido que digamos.
—Estoy aquí —le susurré antes de besar su frente, luego tomé la silla más cercana y la ubiqué a su lado sin soltar su dulce mano. El médico buscó sus instrumentos de trabajo y poniéndole un poco de gel en su estómago, comenzó a pasar aquel aparato mientras miraba la pantalla a su lado. Era hermoso lo que se veía, aquel hermoso ser dentro de su vientre poco a poco comenzaba a distinguirse, se podía escuchar el latir de su corazón.
—Felicidades, es una niña —dijo el médico con una sonrisa de oreja a oreja. Miré a Vi y ella ya había comenzado a llorar en silencio, me acerqué más y como pude la abracé haciendo que su llanto incrementara aún más.
—Mi amor, es una niña —volví a susurrarle y ella asintió pudiendo limpiar sus ojos—. ¿Cuanto tiempo lleva?
—Ya casi se cumplen dos meses —el médico siguió haciendo su trabajo hasta que dejó a Vi arreglar su ropa y sentarse—. Debería anotarlo en algún lugar, para no olvidarse.
—Lo haré —me levanté de la silla y arreglé la ropa de Vi.
—Dime, ¿qué... qué haremos ahora? —preguntó con temor al sentarse sobre la camilla.
—¿A qué te refieres, cielo? —acaricié su mejilla.
—Sabes a que me refiero...
—Amor, sabes que no necesitamos ayuda de otros para salir adelante. Tu y yo podemos con esto, se ve difícil pero lo lograremos —la calmé y la abracé.
—¿Qué hay del apoyo moral? ¿del apoyo emocional? —no me correspondió al abrazo—. Sé que no puedo contar a mi madre y eso esta bien, pero... ¿cómo puedo dejar de sentir este vacío que siento por dentro?
—Cielo, ella no es la única —tomé su rostro en ambas manos—. Si necesitas el apoyo de una mujer puedo llamar a mi madre, ella comprende de estas cosas y aunque actúe como la madre "moderna" ella esta muy chapada a la antigua y estaría encantada de estar a tu lado en estos momentos que son nuevos para ti.
—¿En serio?
—Muy en serio —sonreí de lado—. Sé que sientes que yo no soy el indicado para comprenderte emocionalmente en estos momentos, eso lo comprendo y lo respeto. Soy bipolar pero puedo hacer algo bien y esta vez sé que no me estoy equivocando.
—Gracias —me abrazó con cariño esta vez.
—Te amo y no puedo verte así, no me gusta —besé su cabello, ella levantó su rostro y besó mis labios sin importar quien estaba viéndonos—. Me complementas.
Besó mi nariz dulcemente.
—¿Tienes pensado como ponerle a la nena? —preguntó.
—Me gustaría que lo discutieramos como pareja.
—Lo haremos —volvió a besar mi nariz, le gustaba sacarme una sonrisa cada dos minutos.
Nos quedamos mirándonos por unos minutos, sin decir palabra alguna hasta que el médico hizo saber que había terminado su trabajo y podíamos llevarnos las fotos. Le agradecí por cortesía y salimos de su oficina para ir a casa, Vi me sorprendió con el comentario que tenía hambre y por ese motivo decidimos irnos en seguida sin esperar ningún segundo más.
En el transcurso a casa me dí cuenta que su aura estaba más relajada y su respiración ya estaba normal. Estaba feliz que por fin había hecho algo bien en nuestra relación y pude comprenderla sin hacer tantas preguntas.
—Bien, ¿cómo te gustaría, Colb? —preguntó la hermosa mujer recostada a mi lado sobre la cama.
—Mm... —me puse a pensar mientras le quitaba algo de atención al televisor y la miraba—. Leighla —dije sin pensar.
—¿Cómo tu ex novia? ¿hablas en serio?
—¡No! Y-Yo s-solo decía... —rasqué mi nuca, si se lo tomaba muy en serio esta seria la tercera guerra mundial para mi. Para todos.
—He de pensar que la echas de menos —bufó escribiendo algunas cosas en su cuaderno, estaba seguro que me estaba insultando.
—No, como se te ocurre —solté el control remoto y en un movimiento rápido salté sobre ella haciéndole cosquillas en su pancita, me gustaba cuando se reía y por inercia lágrimas en sus ojos comenzaban a descender por sus mejillas.
—Ya basta Colb, me voy a orinar y luego vas a estar lamentándote —acarició mi cabello mientras yo hacia sonar mis labios en la piel de su estómago.
—No, hasta que comprendas que yo te amo.
—¡Bien! ¡bien! ¡te creo! —pataleó hasta que me recosté a su lado.
—Te amo y ningún fantasma del pasado hará que pueda cambiar de parecer —acaricié su cuerpo mientras me giraba a mirarla—. Eres y siempre serás mi presente y mi futuro... el pasado puede irse a la mierda.
—Grosero —rió acariciandó mi mano.
—Muy grosero y así es como me amas.
—Siempre lo haré —sonrió y se levantó para tomar su cuaderno de apuntes. Miré la hoja y como era de suponerse, escribió que yo era un perro, al estilo D.A—. ¿Ahora también me dirás que te gustaría el nombre de Zahra? —levantó una ceja.
—No, claro que no —le robé un beso—. Pero me gusta Sunshine.
—¿Sunshine?
—Si —lamí mis labios—. Es muy inocente y dulce. Pero para mi es más el significado de la pequeña luz que alumbró nuestras vidas, la pequeña esperanza que nos hizo creer en un futuro juntos.
—Oww, tu eres la cosita más dulce e inocente —subió encima de mi y comenzó a esparcir besos por todo mi rostro, nunca me había sentido más querido en toda mi vida.
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