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Se acabó.

Capitulo 45.

—¿Qué? No me mires así.

—¿Cómo quieres que te mire entonces? —me crucé de brazos—. Ganaste siendo un cobarde, ni yo le haría eso a mi peor enemigo.

Había tenido una lucha con Dean y había ganado de la peor manera.

—Vamos, soló sigo la storyline —se puso el cinturón sobre el hombro—. No te enojes, yo quiero mi abrazo.

-No. No te lo mereces.

—Vi, vamos Vi —me punzó con el dedo en las costillas, sabía mis debilidades—. No te hagas la difícil, no conmigo —siguió haciéndolo y más aún cuando le dí la espalda—. Sabes que eso me gusta, pero no en estos momentos —ronroneó. Esa voz ronca era un deleite.

—Vale —dije resignada. Volví a girar y lo miré a los ojos, AJ hizo la siguiente movida y me apretujó en su sudado cuerpo—. Pero ese golpe te lo devolveré cuando menos te lo esperes, nadie golpea a Dean más que yo —advertí.

—¿Gracias? —se separó de mi y dejó el título a un costado—. Creo que debo cuidarme de ti estos días.

—Tu lo has dicho.

—Pero gané, para que veas las cosas que soy capaz de conseguir cuando me lo propongo —se acercó a mi, dando pasos lentos pero seguros. Mi cuerpo caminaba en reversa con una sonrisa, frené y AJ se acercó, me miró y sus manos iban a tomarme pero una tos falsa irrumpió en el ambiente. Sacándome de mi trance con AJ. Gracias a Dios.

—¿Interrumpo? —preguntó.
AJ se alejó de mi y le hizo frente a Colby.
—¿Qué necesitas?

—Hablar con Violett —respondió y lo miró con desdén, como siempre lo hacía.

—¿No puedes esperar hasta el lunes? No falta mucho.
Estaba muy molesto, y no lo escondía.
—¿O prefieres conversar conmigo?

—Está bien —hizo un gesto de resignación y se alejaron de mi, pero no lo suficiente. Aún podía escucharlos y fingir que no era así.

—No te atrevas a tocarla, ¿me escuchaste? —le advertía Colby, pero AJ no parecía estar intimidado. Al contrario, sonrió.

—¿Qué no la toque? No es necesario tocarla para saber que ambos sentimos cosas, que es un sentimiento mutuo —humedeció sus labios. ¡No digas eso!

—¡No te atrevas a usarla como amante, porque amigos o no, yo te mato igual! —lo empujó.

—¿Con que cara me vienes a decir esas cosas? fuiste tú quien la usó como amante todo el tiempo mientras estabas con la esqueletica esa, con esa Barbie —apretó los puños volviendo a pararse al frente de él. Un poco más y AJ no lo aguantaría—. ¿O acaso vas a decir que no es cierto? ¿qué me equivoco? Porque tienes esa costumbre de andar mintiendo todo el tiempo.

—¡Ya cállate! —le gritó mas fuerte—. ¡Sólo no la toques! ¡Ni siquiera le toques un cabello! ¿Me oíste? O sino me encontrarás y no te gustará.

—Eres tan cavernícola, Colby —sonrió—. A diferencia de ti, yo no tuve que tocarla para que se interese en mi... y viceversa —me apuntó—. Yo aprendí a conocerla, a escucharla y aconsejarla. Algo que tú no acostumbras a hacer... por eso no te importó perderla. Tu solo ves lo físico y lo que dirá la gente —se explayó—. Lo que me llamó la atención de ella fue su inteligencia, sus chistes, su personalidad... joder, su personalidad completa.

—¡Dejate de ser poético! ¡con eso no me intimidas!

—No trato de intimidarte, solo de hacerte ver lo maravilloso que has perdido. Y no te preocupes, haré las cosas mejor de lo que tú has hecho por ella —lo dejó colgado y volvió a acercarse a mi—. ¿Nos vamos? —preguntó tomando el título.

—Cla-Claro —pestañeé varias veces para estar segura de haber escuchado todo eso. Colby se frustró golpeando su zapato contra el suelo. Creeme Colby, eso no sirve para nada... ni siquiera para hacerte sentir mejor—. ¿No crees qué debería hablar con él? —pregunté rascando mi nuca—. Al menos decirle como esta su hija.

—Si no se preocupa ahora de ella, ¿crees qué le importaría si se lo dices con palabras? —levantó una ceja.

—Tal vez no, pero... —suspiré—. No pierdo nada al intentarlo.

—Esta bien —se detuvo y me miró—. Pero conversa con él después de tener tu casa y tener a tu hija protegida.

—Bien —asentí y besó mi frente.
Si, soy masoquista.

—¿Aún quieres que te acompañe mañana? —preguntó mientras comenzabamos a caminar en dirección a la salida.

—Claro, ¿por qué no querría?

—Por el golpe bajo hacia tu héroe —sonrió mirándome y cambiándome de tema.

—No, eso es otra cosa y es algo personal —traté de sonar relajada y no pensar mucho en ese asunto—. Mi futura casa necesita de tu ayuda, no puedo dejar que actúe mi orgullo antes de mis necesidades.

Llegamos afuera y caminamos hasta la parada de autobuses, solo esperaba que no fuese como hace un par de horas atrás.
—¿Me vas a contar lo que sucedió esa noche en que nos fuimos solos a casa? —preguntó de repente. Me quedé pensando, nadie lo sabía, solo unas pequeñas palabras a Evelyn y el tema se cerró ahí.

—Solo me distraje en el camino —respondí.

—¿Y será que esa distracción se llama "Colby"?
Asentí con la cabeza.
—Violett, por favor...

—Él me siguió.

—¿Y no creíste mejor dejarlo hablando solo?

—Necesitaba sacarme la espina del pecho, AJ —exclamé—. Le dije lo que sentía, lloré, vomité, me abrazó y aún así sigue siendo el mismo hijueputa.

Hice parar el autobús.
Subí primero y le seguí contando.
—¿Tendrá algún problema mental y yo no me di cuenta? —lo miré.

—A estas alturas todo es posible, Violett —respondió y sin despegar su mirada de mi pagó los dos pasajes—. Estamos en presencia de un lunático.

—Al final resultó ser más lunático el que decía estar cuerdo y más cuerdo al que solían decirle lunático.

Comencé a caminar por el pasillo.
—Temprano compartimos el mismo autobús y no se dio cuenta hasta que me bajé y se puso pálido —le seguí contando hasta llegar a un asiento y ponerme junto a la ventana.

—No entiendo sus actitudes...

—Ni yo, esta tan irreconocible.
Bajé la mirada y suspiré. Él pasó su brazo por mis hombros y me remeció un poco dándome ánimos.

El autobús volvió a parar y otras personas volvieron a subir.

—Hijo de... —mordí mi mejilla por dentro. Había subido Colby otra vez con Apple.

—¿Quieres molestarlo? —me miró pícaro, asentí con inocencia y en menos de dos segundos había puesto el título cubriendo nuestros rostros como si nos besaramos. Lo bajó justo en el momento en que pasaba al lado de AJ y como era de esperarse, Colby lo fulminó con la mirada dándole un empujón hacía mi—. Ten más cuidado a la próxima —le reclamó pasando su brazo sobre mis hombros.

—Créeme, no habrá próxima —sonó amenazante y toda la bulla que había antes, había cesado.

—Más te vale —sonrió. Lo miré tratando de decirle "detente" con mis ojos, pero no me hizo caso. Le iba a seguir y podía verlo en lo azul de sus ojos—. Porqu... —dejó sus quejas al aire, era la única forma de callarlo. Mis labios sobre los suyos no se detenían, las pocas veces que había sucedido algo como esto me hacía sentir que no podía contárselo a nadie, que era nuestro secreto más preciado, nuestro delito.
Claro, volví a caer con él.
Y como excusa para callarlo.

No se demoró en reaccionar y su mano izquierda fue a parar sobre mi muslo. Luego ajustaríamos las cuentas. —Deberías correr —amenazó, pero lo dijo para mi y no pude evitar reír.

—Ya cállate —me acomodé mirando la ventana.

—Sólo quería amedrentarlo —explicó acariciando mi mejilla—. Si no quieres que le haga daño, no lo haré. Tu das las ordenes.

—Yo, ¿eh? —lo miré pensativa.

—No te pases de lista, que ese poder no lo tienes para todo —rió—. Sólo para Lopez.

—Entonces como buen amigo, me ayudarás a sacarle celos. No celos con el contacto físico, sino, celos por nuestra cercanía y química.

—¿Segura qué quieres eso?

—Lo que yo hago es lo mínimo, no me dejes como la mala del cuento cuando fue él quien atacó primero, no seas machista. Él destruyó toda la historia, nuestra historia.

—No me refería a eso. Me refería si estabas segura de esto, de no lastimarte. No quiero ver rasguños en tu piel.

—Muy segura —asentí varias veces.

—Bien. Es hora de bajar.
Me soltó y se levantó de su puesto, me tendió la mano la cual tomé y caminamos hacia el frente.
—Gracias —le dijo al chofer al momento de bajar.

—¿Crees qué estén durmiendo? —pregunté acomodando mi chaqueta.

—Van a ser las doce de la noche, por supuesto —acomodó el título sobre su hombro.

—¿No crees que debiste dejarlo en la empresa?

—Déjame gozarlo, es mi primer día y me lo merezco —hizo puchero. Sin hacer ruido, metió la llave en la cerradura y girándola lentamente ésta se abrió—. No hagas ruido.

—En ese caso... —monté sobre su espalda sin previo aviso, haciendo que AJ cayera sobre su pecho—. ¿No que eras fuerte? —me burlé.

—No estaba preparado —gritó en voz baja, pero de un segundo a otro no dejabamos de reír bajito.











—¿Te gusta este? —le pregunté sobre un sofá color negro que Sunshine apuntó desde un principio.

—Realmente me gusta —llevó los dedos a sus labios con la mirada perdida.

—¿Qué piensas? me gusta ese sofá también.

Ya sólo nos faltaba comprar eso, había llamado a la vendedora y me ofreció que podía comprar la casa amueblada pero aquello me saldría más caro. No me quejé.
Traté de pagar yo, pero nuevamente Allen me lo impidió sacando su tarjeta de crédito al instante. Cada cosa que el pagaba por mi le decía que se lo debía pero también se negaba. Decía que le gustaba hacerlo por mi y Sunshine.

—¿A dónde vamos ahora? —arregló su cabello—. Hemos ido a ver la casa, hemos comprado las cosas que faltan... —enumeró con sus dedos.

—No lo sé —me encogí de hombros tomando a Sun en brazos—. ¿Tú que quieres, nena?

—AJ —apretaba sus manitos estirándose hacia él.

—Ven con papi —sonrió quitándome a la pequeña de los brazos—. Tiene buenos gustos.

—Y eso que no se acuerda de Colby, ni siquiera me ha preguntado por él —sobé mi nuca incómoda.

—Mucho mejor, así no tendrá malos recuerdos de su padre cuando crezca —besó su mejilla—. Sunshine mírame —dijo esperando que ella levantara la vista y así lo hizo, teniendo toda su atención—. Repite conmigo —humedeció sus labios—. Te quiero tío All.

—All, son muchas palabras —me paré al lado de él, mirando a mi hija de su ángulo—. Además, no puedes pedirle que diga eso... su padre no está muerto.

—No seas pesimista y déjala experimentar palabras nuevas —me regañó con un apretón de mejilla—. Vamos cariño, sé que puedes.

—Te quero... —trató de modular cada letra—. tío... All.

—¡Bien! —la levantó y yo le aplaudí, cada logro era un nuevo paso para ella—. Te has ganado un premio damita, pídeme lo que quieras —sonrió, pero ella apuntó su gorro y AJ se lo quitó dejándolo sobre la cabeza de Sunshine.

—¿Me dejarían tomarles una foto? —metí la mano a mi bolsillo derecho, tomé el aparato buscando con agilidad la cámara y saqué la foto.

—¿No pestañé? —achicó los ojos. Le mostré la foto y había quedado perfecta.

—Ira como fondo de pantalla —volví a guardar el celular en mi bolsillo—. Bien, ¿a dónde quieren ir ahora? —junté mis manos—. Son las once de la mañana.

—Vamos a casa, he estado sintiendo un estómago rugir —miró a Sun y ella sonrió.

—Si, será mejor irnos ya que más tarde tenemos que mudarnos.

—¿Segura de querer hacerlo hoy? Porque no me molestaría que se quedaran otro día más.

—Muy segura, debemos dejarles algo de privacidad. Su relación no ha sido la misma desde que comenzamos a quedarnos, ya hemos causado muchos problemas —comencé a caminar—. Ustedes no eran así antes y no puedo evitar culparme por haberlos corrompido.

—No pienses así Violett, no todo era color de rosa antes. Toda relación tiene sus momentos de debilidad, de temor e inseguridad. A veces no hay caso, pero tu llegaste y nos ayudaste en cierto modo.

—¿Qué he hecho?

—Nos has ayudado a ordenar nuestras ideas, a poder ver a través de la niebla, a encontrar la respuesta de varias interrogantes planteadas hace bastante tiempo —su voz era sincera—. O tal vez solo a mi...

—No soy la mejor persona, lo siento.

—Tal vez no para los demás, pero para mi sigues siendo un angel.

—Me halagas Allen!—miré el suelo—. Por eso somos amigos, porque sabes que responder cuando necesito apoyo.

--Si... —la sonrisa se le borró despacio—. Amigos —miró sus pies unos cortos segundos, pero recuperó la compostura rápidamente.

Llegamos hasta el paradero y por suerte había un taxi esperando clientela, nos subimos algo cansados por haber recorrido toda la mañana. Esta vez pagué yo y le dí la dirección, AJ me miraba desafiante. Sabía que no le había gustado que hiciera eso, pero no me rindo fácilmente.

—¿Aún lo extrañas? —me preguntó de repente mientras me recostaba en su hombro.

—Aún me hace falta, pero voy aprendiendo a estar sin él —susurré—. Supongo que así es mejor para todos.

—Si eso es lo que tu corazón dicta, entonces déjalo ser.

—Eso haré.








—¿Estás seguro de haberles dado la dirección correcta de la casa? —le pregunté a Allen, aún no había llegado el camión con las cosas que habíamos comprado temprano.

—Si, pero no te preocupes. Tarde o temprano llegaran, deben tener otros pedidos en la lista —se encogió de hombros—. Lo bueno es que ya estás en casa y puedes dormir más cómoda y tranquila —sonrió—. Venga ese abrazo —se acercó a mi con los brazos extendidos. Hice lo mismo y me dio un par de vueltas—. Felicidades.

—Gracias —reí volviendo a pisar el suelo—. Vengan cuando quieran, esta también es su casa.

Me acerqué a Evelyn y la abracé aún con Sun entre sus brazos.
—Recuerda que la habitación esta preparada, aproveché y te armé la cama.

—¡Eres la mejor! —apreté sus mejillas—. Les agradezco muchísimo chicos, se han pasado.

—No es nada, Vi —le tomó lo menor de importancia—. Y es hora de irnos, se hace tarde.

Reí y besé sus mejillas por última vez.
—Que tengan un lindo camino de vuelta a casa.

—Cuídate, cualquier cosa llamanos.

—Lo haré.

—Adiós.
Salieron, después de haberse despedido de Sunshine. Miré a la pequeña y me dí cuenta que tan solo faltaban cinco para las nueve y tenía que prepararle la leche.

—Ven aquí mi amor —la cargué y fui a la cocina, me sorprendía lo espaciosa que era. Incluso tenía una isla al medio.
—Te quedarás sentadita aquí, ¿de acuerdo? —miré sus ojos al sentarla sobre la mesa y ella asintió. Sus ojos cada vez se aclaraban más llegando a ser pardos verdosos, una mezcla muy hermosa entre el color de mis ojos y los de Colby—. No te muevas —volví a girarme varias veces, sacándole una sonrisa.

—Te quero... mami —habló con temor llevando su mano a la boca.

—Mi amor —me enterneció aquel gesto, no pude evitar correr hacia ella y abrazarla mientras el agua hervía—. Te amo cariño. Recuerda que mami siempre te amará.

—Ángel —acarició mi mejilla, más de alguna de las palabras que Allen había dicho se las había aprendido.

—Tú eres mi Ángel —sonreí.


Cuando el agua hirvió, la dejé más al medio de la isla y sin quitarle los ojos de encima comencé a preparar su leche.

Cargué a Sun entre mis brazos y le dí la leche, sus ojitos se cerraban solos, su respiración era más tranquila y poco a poco se fue acabando la leche que había en la mamadera.

Comencé a caminar de un lado al otro quitándole los gases y cuando acabé subimos al cuarto. Incluso yo tenía sueño, mi horario se había acostumbrado al suyo.

—¿Dónde están las manitos? —le pregunté cambiándole el pañal, ella levantó sus manos—. Si, ahí están —sonreí—. ¿Dónde están los ojitos? —le subí las prendas pero dejé su estómago expuesto—. ¿Y dónde esta la barriguita? ¡Aquí está! —le hice cosquillas con mis labios—. ¡Si, aquí está! —volví a hacerlo, su risa era algo maravilloso. Terminé de cambiarla y nos acostamos en la cama, era grande pero aún así le gustaba apegarse a mi cuerpo.






01:45 AM.

Por alguna razón no podía dormir, trataba de conciliar el sueño pero era imposible. Ya no había rastro de ese sentimiento en mi cuerpo.
Me levanté colocando almohadas a cada lado de Sunshine para que no se cayera o se diera cuenta que no me encontraba a su lado y se asustara.

Descalza, bajé las escaleras dispuesta a tomar un vaso con leche aunque no creía en esas supersticiones. Llegué a la cocina, había sido un gran día pero algo se inquietaba en mi interior todavía y era difícil de deducir. Seguí mi camino y salí de la cocina parándome al frente de la ventana que daba a un costado de la calle, el cielo era hermoso y era lo único que lograba tranquilizarme a veces. Lo miré sin despegar mi vista de el, pero algo fuera de mi vista comenzó a moverse, miré en aquella dirección y el cuerpo de una persona caminando directo a mi me sorprendió, no entendía quien podía ser a estas altas horas de la madrugada. La calle estaba vacía, completamente vacía.

El pánico me invadió por completo al sentir sus nudillos impactar contra la puerta, desde el momento en que Andy me secuestró había tenido algo de miedo.

A paso temeroso y con los dedos sudados llevé mi mano a la puerta. Estaba temblando y podía verlo claramente aún con las luces apagadas. Abrí lentamente pero lo que vi me tranquilizó más de lo que yo esperaba.

—¿All? —fruncí el ceño, estaba cansado, sus ojos muy serios. Tenía puesto un chaleco negro con capucha, la cual cubría su cabeza dejando un mechón de cabello sobre su ojo izquierdo y el buzo de hace un par de horas atrás—. ¿Qué haces aquí?

—Se acabó —no pronunció ninguna palabra más.

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