Padre.
Capitulo 15.
—Mm... preferiría otro día —trató de levantarse, ¿y ahora que le sucedia?. Le tomé la mano suavemente e hice que no saliera de la cama.
—Entonces podemos apapacharnos un rato —la abracé con cierta fuerza pero no la suficiente como para hacerle daño y comencé a besar su rostro. Creo que entendía lo que estaba sucediendo con ella... y la comprendía.
—Ay Colb —rió mi Violett, sus ojos estaban algo tristes pero ella sabía como esconder aquel dolor muy dentro—. ¿No has pensado en cortarte esa barba?
—¿Acaso no te gusta? —la miré por un rato.
—Sabes que la adoro, no me imaginaría verte sin ella —acarició mi mandíbula—. Pero me hace un poco de daño, me hace recordar a mi padre cuando besaba mi mejilla cada vez que llegaba del trabajo—miró mi pecho, sabía que ese tema le molestó desde siempre. Por eso quería mucho a su padrastro, él supo como cuidar de ella, de verdad y aunque su madre no lo supiera, ella recordaba todos esos momentos en que conoció a su padre. Nada de "Él nos dejo cuando naciste", su madre siempre le mintió.
—Trataré de hacerla mas suave —besé sus labios.
—"Usted me recuerda a mi padre..." —comenzó a decir una frase del Joker. Gracias a Dios me las sabía todas, o ella me mataría.
—"Yo odiaba a mi padre." —acaricié su espalda, Vi sonrió volviendo a levantar su rostro ante mi, amaba como nuestras miradas se unían.
—Demasiado, diría yo —levantó su pierna hasta mi cadera. Vi podía ser muy "empalagosa" en el ámbito del cariño, pero de aquel que cualquier idiota morboso lo mal interpretaría. Me alegra ser yo quien tenga el placer de amarla y protegerla.
—Yo soy tu verdadero papi —acaricié su pierna de arriba hasta abajo, varias veces, era tan suave.
—¿Ah, si? —mordió su labio.
—Así es —al final terminé moviéndome hasta que quedara sentada sobre mi—. Pero no uno cualquiera.
—¿Qué te hace tan especial?
—Que sólo yo puedo poseerte... —acaricié sus muslos—. Cuidarte... —seguí subiendo hasta su cintura—. Y amarte —seguí subiendo hasta sus hombros—. Amarte sobre todo —acaricié su rostro, Violett se recostó sobre mi pecho y así me dejó besarla. No era un beso tierno, cada segundo se tornaba más intenso, hasta que logré abrirme paso entre sus labios para que mi lengua inspeccionara su cabida bucal. Cada vez que lo hacia, algo en mi interior se remecía, algo en mi anterior saltaba como un niño pequeño después de haber comido helado.
—Te amo —comentó después de soltar mis labios. Su voz era perfecta.
—No —le robé un beso—. Yo te amo más, cariño.
—No empiec... —no pudo terminar la frase propuesta cuando nuestros oídos captaron el sonido de unos nudillos tocando a la puerta—. Yo voy —trató de levantarse, pero con agilidad tomé las sabanas e impedí que se separara de mi—. Colby.
—No. No dejaré que ningún idiota arruine nuestro momento romántico.
—¿Y si es importante?
—¿Y si es tu madre? —contraataqué.
—Touché —me sonrió—. Pero aún así, Colb —humedeció sus labios—. ¿Donde quedó tu educación?
—Tienes razón, pero no tienes porque humillarme —recapacité y de alguna manera invertí las cosas; esta vez yo me encontraba encima de ella, pero en dirección a los pies de la cama—. Yo iré —mordí su cuello dejando una marca, aquel gemido hizo que mi intimidad diera un diminuto salto.
Me levanté de la cama, tomé mi ropa tirada en el suelo, me la puse y me giré a mirar a Violett, no debí haberlo hecho.
—No te miraré amor, no lo haré otra vez —cubrí los costados de mis ojos como si fuese un caballo. Escuché su risa y salí del cuarto descalzo, es mi casa y nadie puede venir a decirme que hacer dentro o fuera de ella.
Bajé las escaleras tomándome todo el tiempo necesario, e incluso miré por la ventana para identificar el clima, pero al hacerlo no fue una buena idea; el auto estacionado al frente de nuestra casa hacia la diferencia, no lo había visto por aquí antes y por desgracia creía saber de quien era, pero trataba de negar lo que había visto una y otra vez.
Los nudillos sobre la puerta de mármol volvió a hacerse presente, incansablemente, como si estuviera seguro que había vida dentro.
«Claro que lo sabia idiota, si tu auto esta estacionado afuera. Duh.»
—¿Qué? ¿y tú que no eras la conciencia de Vi? —bufé hablando no muy fuerte.
«Pues mientas narres tú, no me iré amigo.» me guiñó un ojo. ¿quién se cree que era? «Tu conciencia, duh.»
—La conciencia compartida diría yo —apreté los dientes y llevé mi mano a la puerta, era hora de enfrentar a quien sabia que era.
«¡Tu padre!»
—¡Pudrete infeliz! ¡no te robes mis lineas! —lo apunté y abrí, en efecto, era mi padre con el ceño fruncido.
—¿Con quien hablas? —me abrazó.
—Con... con Jona —mentí—. Un amigo del trabajo.
—¿Seguro? No veo tu celular.
—Esta en mi bolsillo —le resté importancia y lo dejé pasar—. ¿Hace cuanto llegaste a la cuidad? —cambié de tema.
—Hace un par de horas, acabo de salir de una cafetería.
—Pero viejo, hubieras venido a desayunar con nosotros —hice un ademán con mis manos para que tomara asiento.
—No estaba seguro de que estuvieran aquí, pero ya no te preocupes hijo —sonrió—. ¿Cómo está Violett?
—Bien, está descansando —le sonreí de vuelta. Extraño que esté acá y no quiera molestar. Algo está pasando.
—No es por andar de chismoso, pero... —rascó su nuca. Lo que estaba por decir lo estaba poniendo incómodo o le daba vergüenza—. En las redes sociales se ha hablado mucho de un rumor.
—Si papá, voy a ser padre —sonreí con timidez, él suspiró aliviado y me abrazó dando algunas palmadas en mi espalda. Estaba feliz.
Si, de eso se trataba.
—¡Felicidades, Colby! —rió de emoción.
—Gracias, ¿cómo te enteraste? —fruncí el ceño—. No eres muy fanático de aquellos aparatos modernos.
—Dos palabras: tu madre.
—Debí suponerlo —le dí la razón.
—Ni te imaginas Colby, ell... —sus labios se abrieron ligeramente y sus ojos se abrieron de par en par mirando más allá de mi cabeza, seguí su mirada y Vi venía bajando algo desorbitada, olvidando por completo el haberse puesto algo de ropa. Solo su ropa interior cubria tan perfecto cuerpo.
—¿Amor, quién era? —preguntó haciendo su cabello hacia atrás, cuando vio a mi padre sus ojos se abrieron drásticamente, al igual que él y luego subió corriendo de vuelta al cuarto.
—Y-Yo... dame un minuto —levanté mi dedo índice mientras me levantaba con una sonrisa forzada en mis labios, para luego subir las escaleras en busca de Violett. De alguna manera el demonio allá abajo había reaccionado y comenzaba a hacer mi caminar más difícil.
—¡No sabía que tu padre estaba allá abajo! —se defendió al verme entrar al cuarto, ignoré sus palabras y agarré su mandíbula con una de mis manos. Ella me miró expectante. Me acerqué a ella y le comí la boca en un beso apasionado. Un beso necesitado y lleno de placer.
Ella gimió en mis labios pero no la dejé separarse. Sus manos sujetaron mis caderas y de repente las apretó.
Quería robarle el aire, besarla hasta que sus labios sangraran o aún peor, estos desaparecieran de lo rojo que estaban quedando.
—No sabes lo caliente que me has puesto —dijo al separarnos. Sus ojos seguían cerrados y su rostro cambió de color a uno carmesí—. ¿Será normal?
Reí bajito, sonando más como un ronroneo.
Ella humedeció sus labios y abrió sus ojos.
—Ponte algo de ropa y si quieres bajas nena, sino, no te preocupes. Le diré que no te sientes en condiciones —me separé de ella y salí del cuarto sin esperar su respuesta. Bajé las escaleras disimulando mi creciente erección y volví a sentarme al frente de él—. Violett no bajara por ahora —le avisé.
—Si, no hay problema —asintió. La incomodidad no se le iría. Reía internamente.
—¿Cómo esta la familia? —cambié de tema.
—Tu hermano está haciendo algunos arreglos para mudarse de casa con su pareja.
—Mm... bien por él —respondí haciendo un gesto con la boca—. Ya era hora.
—Es más, su novia dijo que había sido un gusto conocerte, que eras una persona muy divertida.
—Digo lo mismo —asentí y sonreí—. ¿Y mamá?
—Ahí esta, no deja su celular ni siquiera para ir al baño —rió ocultando su vergüenza—. Quiere que la vayan a ver uno de estos días Colby, ¿por qué no se toman un tiempo?
—Me gustaría viejo, pero Vi y yo hemos estado algo complicados —junté mis manos—. Más ahora que Vi dejará la lucha para dedicarse a nuestro bebé estos nueve meses.
—Entiendo.
—Pero espero que no insinúe que buscamos excusas para no ir, solo que no hallamos el tiempo necesario —levanté mi vista.
—No, claro que no Colby. Estas cosas suceden todo el tiempo, no te preocupes —palmeó mi rodilla—. Cuando tengan la oportunidad llamen a casa, cualquier momento será una buena ocasión para recibirlos.
—¿Seguro?
—¡Por supuesto!
—Gracias papá, no sabes lo mucho que significa para mi —respondí emocionado—. Tú sabes lo que sucedió en mis antiguas relaciones...
—Lo sé Colby, pero esta vez estás haciendo las cosas bien y a su tiempo. Esa es una buena señal.
Asentí mirándolo con los ojos vidriosos.
—Y dile a Violett que no se preocupe, yo no la pondré incomoda... soy una vieja bolsa de huesos —susurró. Era algo que ninguno de los dos quería decir, por eso estallamos en risas.
—No te trates así.
—Las cosas como son, hijo —insistió—. Así que ahora dile que baje para que charlemos los tres, quiero felicitarla también a ella y que me vea como un padre, que cuando tú no estés yo la cuidaré. A ella y al pequeño ser humano que viene en camino.
Asentí.
Me levanté y besé su frente.
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