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Muy lindo, Colby.

Capítulo 67.

El día de ayer había sido intenso, Apple no lo tomó bien e hizo un escándalo peor que los que me hacía Violett. Era un verdadero grano en el culo, debería escoger mejor mis amistades.

—¿Nunca se van a ir esos cavernícolas? —pregunté tomando una taza de café.

—No —sonrió.

—¿Oh, entonces te vas a acostar con ellos? —sonreí y ellos se acercaron a mi apretando los puños—. Vamos a jugar —hice sonar mi cuello. No les tenía miedo, ni por un segundo.

—Alto —ordenó ella.

—¿Saben? Ustedes dos se parecen a Los Autores del Dolor que están en NXT, les iría bien en la compañía—reí—. Al parecer esta bruja les paga mejor —volvieron a acercarse a mi.

—Alto dije —Volvió a ordenar.

—Créanme, los envidio —dije con sarcasmo subiendo las escaleras—. Cuando tengan permiso llámenme —les hice un gesto con mis dedos y seguí hasta llegar al cuarto. Con suerte cruce la puerta y mi celular comenzó a sonar—. ¿Hola?

Hey hermano.

—AJ, ¿cómo estás?

Bien ¿y tú?

—Bien.

Que bueno. ¿Crees que podríamos salir esta tarde?

—Si, claro.

Grandioso. ¿Voy para allá?

—Mira, voy saliendo en todo caso, así que... nos encontramos unas calles más lejos.

Bueno, voy saliendo igual, no tardo.

Te estaré esperando —colgué y me cambié de ropa. Tomé la taza de café ya vacía y volví a bajar las escaleras.

—¿A dónde vas? —preguntó la bruja.

—A hacer deporte.

—¿Seguro? —achicó los ojos.

—Si no lo hago no voy a mantener este físico por arte de magia —le dije con obviedad—. ¿Me quieres gordo o con todo esto? —levanté mi camiseta y me miró embobada. Exacto.

—No llegues muy tarde —siguió viendo el televisor.

—No lo haré —le entregué la taza a uno de los corpulentos hombres y salí. Caminé hasta quedar unas cuadras más lejos y me detuve en una esquina con las manos en los bolsillos, solo restaba esperarlo.

—Hey —escuché un saludo a mi espalda, me sobresalté y me giré.

—Hola, hermano —lo abracé.

—¿Qué te sucedió? —se sorprendió apuntando mi nariz. Me toqué y no me había dado cuenta que traía un parche.

—No lo sé, es uno de esos cortes que desconoces. ¿Te ha pasado? Que de repente te duele un dedo, por ejemplo, y cuando lo vas a mirar está cortado —mentí. Me había caído por las escaleras, Apple me empujó con mucha fuerza dejándome inconsciente.

—¿Seguro? —no me creía.

—Si, no te preocupes —forcé una sonrisa—. ¿Cómo has estado tú? no me has contado todo por teléfono.

—Estoy bien —comenzamos a caminar lentamente—. He tenido discusiones con Vi pero es algo común en una relación como la nuestra.

—¿Cómo se encuentra ella?

—Es preocupante estar con ella cuando se sabe que es una chica... —pasó una mano por su nuca.

—Suicida, lo sé.

—Hace unos días le disparó —tragó. Me preocupé, literalmente podía sentir mi corazón en mi mano—. Al fin logró dispararle a la persona que más odiaba en el mundo —me miró—, sin embargo, no murió; las balas no atraviesan espejos.

—¿Ella... ella está bien? ¿te contó sobre el espejo? ¿o simplemente lo ocultó? —ya no pude ocultar mi preocupación.

—Lo ocultó, pero vi los trozos de vidrio en el basurero y el espejo completo que tenía en el cuarto ya no se encontraba —arregló su cabello—. Le he comprado otro y al día siguiente se acercó a mi disculpándose por el error que había cometido.

—Violett... —susurré suspirando—. ¿Que tal mi hija?

—Ahí esta la pequeña, cada vez aprende palabras nuevas pero jamás olvida el "traidor" de su vocabulario —me sacó una sonrisa—. Me hubiera gustado traerla, pero salió con su madre a casa de Joe.

—No te preocupes.

—¿Qué hay de ti? ¿cómo está Apple?

—Bien, su garganta se encuentra mejor. Es una mujer fuerte... muy fuerte.

—Me imagino —hizo una mueca disimulando—. ¿Cómo te ha tratado?

—Bien, ella... ella me quiere mucho y me respeta, casi no tenemos peleas como las que tenía con Violett —me apuñalé en el esófago mentalmente como ella lo haría.

—¿Te cuida? ¿se preocupa por ti? ¿te consiente?

—Y mucho más.

—Te felicito.

—¿Y a ti?

—Me saqué la lotería con ella, es maravillosa —llegamos a un local de crossfit—. Y como eres mi amigo, quería hacerte una pregunta.

—Claro, dime.

—Le pedire matrimonio, ¿no es muy apresurado? —miró mis ojos.

—N-No, como crees —sonreí, "imbécil, estúpido, hijo de..."—. Ella te ama, t-tú la amas. Nunca será apresurado.

—¿Seguro? No quiero que se sienta presionada.

—Ella nunca se siente presionada, es muy fácil —dije sin pensarlo.

—No digas eso, ella no es fácil —advirtió

—¿Quieres luchar? —pregunté de repente, tenía ganas de golpearlo. Si, era posesivo.







—Hey hermano, tranquilo —hizó una mueca—. Me acarician el cuello —se lo sobó, pero no le hice caso sólo quería que se callara de una vez por todas. Nadie se atrevía a hablar de ella, de tocarla o de hacerla feliz. Sólo yo.

Me hizo presión en la pantorrilla, pero como el odio en mi interior era más grande pude salirme de ese enganche con un quejido. Me levanté con mucha fuerza después de tener mi pantorrilla lastimada y le pisé la cabeza brutalmente. Después de eso no se levantó, seguía cansado.
Lo miré arreglando mi cabello y de un momento a otro me dí cuenta que él no tenía la culpa, solo yo. Le tendí la mano y lo ayudé a levantarse, su rostro decía "por fin acabo".

—¿Te han tenido con el agua cortada? —preguntó como si fuese broma, pero no pude reirme. No me salieron las ganas.

—Algo así.

—Tranquilo, todo pasará —me abrazó. No era cierto—. ¿Tienes algo que decirme? ¿o algo de lo que tengas ganas de contar?

—Mm... no, estoy bien —lo pensé por largos segundos y me alejé de él tomando mis cosas—. Deberías dejar de preocuparte por mi, pareciera como si me amaras en secreto.

—Eres mi amigo, no hay nada de malo que me preocupe por ti.

—Tienes pareja, de ella deberías preocuparte. Ella es quien necesita de tu ayuda y apoyo moral —"no dejes que se ahogue en sus recuerdos, por favor"—. Yo no me preocupo por ti, no deberías hacerlo por mi.

—Tú sabes que yo estoy bien, esta demás preguntar como me siento. Sabes cual es la respuesta, pero en cambio, se nota que no la estas pasando bien, es muy claro.

—Por favor, deja de preocuparte por mi. Te lo digo en serio.

—Vale, luego no me reclames nada —masculló.

—Gracias —sonreí y seguí haciendo mis cosas en silencio, pero Jones tenía una llamada.

—¿Dónde estás? —le preguntó cariñoso. Como hacia enloquecer mi sangre—. En un local de Crossfit... Si. Te espero entonces —colgó y me miró—. Espera.

—¿Qué sucede?

—Violett viene para acá con tu hija, ¿quieres esperar conmigo?

—Claro —volví a dejar mis cosas en el suelo y me senté a su lado. el corte en la espalda me estaba doliendo y ya había pasado una hora, vendrían por mi. Estaba seguro.

—¿Sucede algo con Apple? Si tienes otros compromisos no te preocupes y ve.

—No, puedo esperar junto a ti.

—No lo parece a simple vista.

—Créeme, puedo hacerlo —saqué mi celular y miré la hora. Mierda, debían estar en camino. "Por favor apúrate, no tardes, cruza esa puerta, hazlo ya, sálvame" pensaba palabras unas tras otras, deseando que entrara Violett y no Apple.

—¡Papi taidor! —gritó la pequeña corriendo hacia mi. ¡Bien!

—Princesa —la tomé en brazos con todas mis fuerzas.

—¿Estás bien? —le preguntó Violett a Jones.

—Si, sólo me dieron duro —bromeó abrazándola por la cintura. Ugh.

—Y eso que no he sido yo —lo besó. Claramente era una indirecta—. Llegando a casa te doy un masaje.

—Eres la mejor.

—No me halages, no es necesario —me miró.

—Violett —la saludé primero con una sonrisa falsa que achicaba mis ojos.

—Monstruo —me respondió.

—Ja. Ja —le mostré mi lengua, Sunshine me imitó—. ¿Cómo has estado?

—Bien, gracias por preguntar. ¿Y tú?

—No puedo estar mejor.

—Me alegro —comenzó a acariciar el cabello de su novio, nuevo novio—. Mándale saludos a tu novia de mi parte.

—Siempre tan sin vergüenza tú, ¿no crees? —sonreí con hipocresía.

—Creí que me conocías.

—Lo hago, pero no dejas de ser una caja de sorpresa.

—Una caja de Pandora diría yo —se metió Jones acariciandole el culo, ¡lo que me faltaba!—. Una caja que jamás debe ser abierta solo por diversión.

—Tú lo has dicho —respondí mirando fijamente a Violett, como ella también lo hacia. Sabía que podía leer mi mente y lo que pensaba de su relación—. Bueno, ya me voy corazón —le dije a mi hija—, pero te prometo que mañana pasaremos juntos todo el día.

Nu —los ojos de mi pequeña estaban por comenzar a brillar.

—Cielo, te lo prometo. Jamás me alejaré de ti, te llamaré más tarde —levanté mi meñique.

—Ya —sonrió enrollando sus deditos al borde del mio. Besé su frente por última vez y se la entregué con cuidado a Jones.

—Bueno, nos vemos —me acerqué y golpeé su puño. Miré a Violett y me abrió los brazos—. ¿Todo olvidado? ¿así como si nada? ¿sin resentimiento?

—Sin resentimiento —se acercó a mi—. Vamos hombre, no es gran cosa un abrazo.

—Tienes razón —sonreí de lado y la abracé como si fuesemos amigos. De pasada tomé su teléfono del bolsillo trasero y lo guardé en mi bolsillo en segundos que ninguno pudo notar—. Avísame cualquier cosa que le pase a Sunshine.

—Lo haré —se alejó de mi y me fui.

Sabía que estarían por el camino, cuando me encontré lejos del local miré a ambos lados pero un golpe en la parte trasera de mi cabeza me hizo caer al suelo sin conocimiento.

Desperté con el sonido de unos dedos al rededor de una copa, abrí los ojos con dificultad y era Apple con un vaso de alcohol entre sus dedos.

—Hola tú —me miró desde arriba, notoriamente estaba tirado en el suelo. Miré mis manos y éstas estaban temblando con varios cortes en ellas, no lo entendía.

—¿Qué me hiciste? —pregunté tratando de ponerme de pie, pero una gran bota me empujó y no pude pararme.

—¿Qué te hice? ¿no será que me hiciste tú a mi? —preguntó tomando un control—. Mira esto —le dio "clic" y la escena cuando abracé a Vi estaba reproduciéndose en el televisor—. Ahora explícame eso, Colby.

—Sólo fue un abrazo.

—¿Ah, si? —le tendió la mano a uno de los hombres y le entregó el teléfono de Vi—. ¿Y esto? ¡qué significa esto! ¡yo te diré que significa! —lo tiró al suelo.

—¡No! No, no, no —supliqué acercándome a gatas.

—Debes aprender una lección —lo pisó y éste se partió completamente.

—¡No! —grité acercándome a los pedazos. Todo era mi culpa—. ¡Hija de puta, deberías haberte muerto aquella noche en el escenario! —le grité más fuerte y ella me dio una patada en el rostro, sentí como la sangre corría por mi nariz.

—¡No te atrevas a decirlo otra vez!

—¿Ah, no? —me arrodillé—. ¡Hija de puta! —salió desde mis pulmones y el vaso entre sus dedos fue a parar a mi cabeza, tomó uno de los vidrios del suelo.

—¡Sáquenlo afuera! —les ordenó a los dos y estos con una sonrisa rompieron la puerta con mi cuerpo. El césped estaba húmedo y Apple se subió sobre mi cortándome con el vidrio, cuando ya no tuvo filo me dio un derechazo que partió mi labio. Me enfurecí y como no podía golpearle, la empujé lejos de mi para poder levantarme—. No tan rápido —escuché el sonido del arma, levanté mi vista y ya estaba de pie apuntándome sin piedad. Suspiré sentándome en el césped esperando el momento, pero una presencia me alarmó. Miré la calle y era Violett... ¡demonios!

—Mierda —susurró. El cielo había dejado de estar soleado, nada era bueno—. Suelta el arma —habló fuerte haciendo que Apple la escuchara y girara su rostro.

—¡Lárgate o te disparo! —le apuntó.

—Seamos personas civilizadas, esto se puede conversar —levantó los brazos—. No hay que llegar a estos extremos —dio pasos lentos. No sigas.

—¡Te repito de nuevo, lárgate o te disparo! —cargó el arma otra vez—. ¡A ambos!

—Dame el arma... o harás que esto se ponga feo —siguió caminando, que terca.

—¡No me interesa ir a la cárcel! ¡he estado ahí miles de veces y no han podido conmigo! —me apuntó—. ¿Ves lo que provocas? ¡añades más amigos a tu fiesta! Eres tan lindo —rió—. Pero lamento decirte que era una fiesta en pareja —la apuntó esta vez.

—No lo hagas —apreté los dientes—. ¡No te atrevas a tocarla! —le grité con mucha fuerza, con la que no tenía.

—No la tocaré, esa será la bala que tiene mi arma —rió como psicópata—. Pero... —revisó su bolsillo—. Esto se puede arreglar de una fácil manera—sacó una moneda—. Al azar.

—No juegues con nuestras vidas de esa forma —siguió acercándose.

—Das otro paso y te hago volar el maldito pie —amenazó—. Bueno, ¿cara o cruz? —me preguntó.

—Por favor... —rodé los ojos.

—Entonces cara —rió—. Y tú, belleza... serás cruz —nos mostró la moneda y la tiró al aire hasta que cayó al suelo, Vi no quiso mirar—. Ding ding ding, ¡tenemos un ganador, tenemos un ganador! —rió, había sido yo. Miré a Violett resignado, con una sonrisa en mis labios. Por fin mi tormento había acabado. No de la manera en que había deseado, pero había terminado.

—Te amo —le susurré pero ella no me entendió.

—¿Dónde la quieres? ¿en la cabeza o en el corazón? —preguntó apuntando, pero simplemente extendí los brazos esperando el impacto y cerré los ojos. El sonido del gatillo sonó, pero aún seguía con vida.

Miré a Apple y ésta estaba con una sonrisa cubriendo sus labios, llevé mis ojos en la dirección que ella miraba pero todo fue en cámara lenta... Violett había recibido la bala.

—Violett que has hecho —susurré arrodillándome a su lado y tomándola en sus brazos. Esto no debía estar sucediendo, no no no.

—Soy suicida, ¿recuerdas? —miró mis ojos, las lágrimas no tardaron y se lanzaron a su rescate como si pudiesen quitarle la bala y curarla.

—No es momento para decir malos chistes —acaricié su mejilla—. ¡Por que mierda te lanzaste!

—No toleraba verte sin vida... —apretó los ojos, se le estaba cortando la respiración—. Eres un buen padre, no podía dejar que tu vida se terminara nada más porque si.

—Tú eres quien me da la vida, si tú no estas ¿quien me la dará? —mis lágrimas cayeron sobre su rostro, cada lágrima le dejaba un beso.

—Hay más de mil personas en el mundo.

—Pero nadie como tú —la interrumpí—. Sa-Sacaremos la bala, te pondrás bien —llevé mis manos a su pecho, era mucha sangre y mis dedos se mancharon.

—No Colby, sólo... sólo detente —su respiración era más corta.

—¡Lo solucionaremos! ¡estarás bien! —apreté los ojos gritando, las lágrimas no cesaban. Siempre fui terco como ella.

—Escúchame... —acarició mi mejilla con lágrimas en su rostro también—. Te amo muchísimo y eso es lo único que tienes que saber, tal vez las cosas se dieron así y este debía ser el momento de irme... no llores, por favor no lo hagas —limpió mis ojos, su tacto era como el de un ángel—. Te seguiré amando aún cuando mi cuerpo ya no tenga vida y mi alma sea invisible. Te observaré, los observaré a ambos las veinticuatro horas del día, estaré en sus recuerdos y me haré presente cada vez que me recuerden.

—No, no... ¡eso no pasará! ¡fue mi error haberte dado esa pista para que vinieras acá! —la abracé—. ¡Jamás debí haberte engañado, mentido y haberte hecho sentir mal!

—Pero fue así y no hay vuelta atrás —miró el cielo, había comenzado a llover—. Sólo ten presente que jamás dejé de amarte... de sentir ese hormigueo en mi estómago al verte... o de... —la boca se le llenaba de sangre y ya casi no podía hablar. Me desesperaba—. Sentirme como una adolescente... cuando... tenía tu... atención.

—No, mi amor... —la apreté contra mi pecho—. Cómo podre vivir conmigo mismo si no estás a mi lado, no me dejes... ¡demonios, no lo hagas!

—Cuida a nuestra hija —susurró acercándose a mi pecho—. Y recuerda que yo... yo... te amo —su respiración se acabó. La abracé con todas mis fuerzas, no estaba listo, no ahora.
Grité sacando todo, ya no aguantaba el dolor.

—Que conmovedora imagen —aplaudió sarcástica.

—¡Acaba conmigo de una vez por todas, como desde un principio! —mi garganta se rasgaba y todo se mojaba por la lluvia—. ¡Hazlo! ¡Hija de puta! ¡has dejado a una familia rota y a una hija sin el apoyo de su madre! ¡sin una figura materna! ¡¿cómo te hace sentir eso?! —sentía mis venas hincharse—. ¡A una pobre niña de dos años! ¡no habrá quien le explique el significado del amor o el dolor del primer amor! ¡no habrá quien le explique que los niños son unos tontos y que debe hacerse valer por si misma! ¡que es más grande de lo que ella cree! ¡no habrá quien la escuche porque conoce el dolor! —le grité quedándome sin voz. La rabia se acumulaba en mis manos y la desesperación de no poder hacer nada porque me golpearían antes de llegar a ella me desesperaba.

—Muy lindo, Colby —volvió a cargar el arma—. Pero esa niña y yo no somos tan diferentes, el dolor es el mismo.

—¡Ella no es como tú!

—Pero lo será —apuntó mi cabeza—. Dí adiós, Colby —sonrió. Apreté a Vi aún en mis brazos y esperé nuevamente. Pero solo se escuchó un sonido hueco el cual me hizo abrir los ojos.

—Hija de tu puta madre —Matt la golpeó por detrás con un bate de béisbol. Ese bate era de Vi, se lo había regalado Ambrose hace mucho tiempo.

—Matt.

—Sube al auto ahora mismo —exigió.

—¿Pero y... —no dejaba de llorar, mis manos con sangre aún se apretaban con fuerza.

—¡Que subas al auto ahora mismo! —estaba enojado, pero no me gritaba. Se acercó a la casa e hizo lo mismo con esos dos sujetos—. ¿Eres sordo? ¡hazlo, si quieres salvarla! —me gritó, aún no me movía, pero lo hice dejando un camino de sangre. Me quité la camiseta y traté de hacer algo con ella, ya no sabía que hacía pero lo intentaba.

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Bien, hagan sus apuestas.

1) ¿Vivirá?

2) ¿Morirá?

Marquen la pregunta que les gustaría (1 o 2) y dejen sus comentarios ahí diciendome sus razones del porque la eligieron.

¡Hemos llegado al momento más esperado en semanas!💥🙆

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