Mami.
Capítulo 38.
Evelyn había tomado un taxi, la lluvia nos había acechado y no queríamos que Sunshine se enfermara, había sido la idea de Allen. Él sabía lo que estaba pensando y decidió no subirse, prefirió cargarme hasta casa. Ninguno de los dos decía palabras, el sonido de las delicadas gotas impactando sobre el suelo era suficiente para darnos cuenta que todo estaba mal, que no necesitabamos palabras para describir el sentimiento desgarrador que mi aura le estaba transmitiendo a la suya.
Levanté mi rostro con lágrimas en los ojos, ya se me comenzaba a dificultad el ver con claridad. Allen seguía caminando sin gesto en su rostro, ni siquiera de dar señales de cansancio o al menos quitar su vista del camino. Seguí mirando, escaneando la escena y pude darme cuenta que mi ropa estaba cubierta de una capa color marrón que al contacto con el agua, solo hacia que se aclarara pero no se resbalara del todo. Allen también estaba enlodado, sus manos y sus brazos estaban llenos pero... ¿a quién le importaba? A él no, a mi tampoco. Tampoco la pulmonía que nos atacaría después.
—Gracias... —susurré volviendo a acurrucarme en su pecho. Unas simples caricias en las zonas donde me tenía agarrada era suficiente para demostrar que no era nada.
Llegamos a casa luego de un rato, Allen me dejó en el suelo para abrir la puerta, pero me volvió a cargar cuando lo logró. Evelyn estaba sentada en el sofá quitándole el chaleco húmedo a Sunshine con alguna otra ropa que había en el bolso que le había pasado cuando salimos de casa al parque, al menos hice algo bien.
—Tomen una ducha —comentó ella al ver como AJ hacia sonidos con sus zapatos embarrando el piso con fango—. Has que Vi se duche y entrégale algo de ropa que tengo en el closet de ella —le aconsejó como si yo no estuviera presente y Allen siguió el pasillo alumbrado como si fuese una mansión, yo sólo miraba las luces como niña pequeña, una seguida de otra. Hasta que llegamos a la puerta, encendió la luz con una mano y lentamente me bajó de sus brazos mirándonos con detenimiento. Traté de girarme dándole a entender que ya iba a tomar la ducha, pero tomó mi antebrazo con sutileza y giré mi rostro mirando sus ojos claros. Su cabello estaba mojado y su barba tenía esas gotitas de lluvia cayendo una por una sobre su pecho.
—Dime que no tratarás de irte por el desagüe esta noche —habló por primera vez después de horas. En mis labios se formó una sonrisa de lado, muy leve y sin entusiasmo.
—No lo haré —mi voz se escuchó muy baja, pero lo suficiente alto para que él lo escuchara.
—Gracias —me devolvió el gesto—. Iré por algo de ropa —me soltó y salió del cuarto de baño, mi rostro volvió a estar serio y con toda la rapidez que podía me deshice de la camiseta que tenía puesta, era de Colby. La tiré al suelo con todas mis fuerzas y con ambas manos cubrí mi rostro deshaciéndome en llanto otra vez.
—Te odio —susurré agachándome en cuclillas.
«Esos ojos no pueden estar más hinchados...»
—Déjame sola —cubrí mis oídos como si hiciera que esa voz desapareciera. Los sollozos se hicieron más fuertes y el oxígeno me estaba haciendo mucha falta, mi pecho se estaba oprimiendo con mucha fuerza que aunque me asustaba, me negaba a levantarme de esa posición.
Pero a pesar de que no quisiera, unas manos me levantaron y secaron mis lágrimas. Era Allen. No estaba feliz, pero tampoco estaba triste, volvía a no demostrar ningún gesto en su rostro y lo próximo que hizo fue tomar mis muñecas y poner ambos brazos sobre su pecho, se había quitado la camiseta sucia. Sus brazos volvieron a cubrirme, acariciando mi espalda desnuda. Con un empujón cerró la puerta y se recargó en ella abrazándome completamente, su anatomía estaba pegada a la mía.
—No puedo con todo esto —declaré recargando mi frente en su pecho.
—Me quedaré contigo si eso evita que vuelvas a tratar de quedarte sin oxígeno.
—No puedo evitarlo... —sollocé—. Esto es más fuerte de lo que yo puedo soportar.
—Yo te enseñaré a ser fuerte, pero por favor... aguanta una noche más —rogó levantando mi rostro—. Voy a cuidarte en estos momentos y no dejaré que vuelvas a intentar algo en contra de ti misma. ¿Bien?
—Bien —me separé de su cuerpo, estaba con sujetador.
Me dejó la ropa limpia sobre la tapa del inodoro y después de ajustar el agua caliente se giró dándome la espalda para tener un poco más de privacidad.
Confiando en sus acciones, me duché con normalidad pero aún así corrí el vidrio de la ducha, era de contextura borrosa y más con el vapor no se podía ver mi cuerpo, tan solo la figura.
Cuando acabé, salí envuelta en la toalla que me había dejado y me vestí observando su espalda, era rara pero difícil dejar de admirar.
—Ya acabé —le avisé y Allen se giró mirando mis ojos, sonrió de lado. Al parecer la hinchazón en mis ojos había bajado un poco—. Iré a ver a mi hija.
—De acuerdo —me abrió la puerta. Salí en silencio y volviendo a caminar por el pasillo llegué con Evelyn y Sunshine. Estaban jugando con un sonajero sobre la alfombra.
—¿Cómo te sientes? —preguntó ella.
—Mejor —me senté sobre el sofá.
—¿Quieres que te traiga una taza de té? —le entregó el sonajero a Sun y la pequeña con alegría comenzó a hacerlo sonar.
—Bueno —me acerqué a mi hija cuando Eve se levantó del suelo—. ¿Qué es lo que tienes ahí nena? —le pregunté con una sonrisa y ella lo hizo sonar—. Oh... —me asombré cubriendo mis labios—. Suena.
—Mami —dijo su segunda palabra tendiéndome el sonajero. Lo tomé y lo hice sonar.
—Eso mi amor, soy mami —aplaudí y sonrió—. ¿Te gusta como suena? —le pregunté y ella asintió débilmente—. Hazlo tú, quiero escuchar —se lo entregué y entusiasmada lo movió. Sonreí tomando otro objeto, era un teléfono de juguete—. ¿Hola? Estamos buscando a una niñita muy hermosa, la razón de la sonrisa de mami. ¿Se encuentra por ahí? —la miré con una sonrisa y Sun volvió a hacer sonar el sonajero en alto—. ¡Si! ¡eres tú! —me acerqué a ella y recortándola suavemente sobre la alfombra le hice cosquillas en la barriguita. Su risa me hacía mantener mis emociones estables, era la razón del porque no hacía las cosas que había hecho cuando era adolescente. Ella alejaba todo mal pensamiento de mi cabeza y me hacía recordar la razón de estar aquí.
—Ya esta —Evelyn volvió a entrar al cuarto con la taza de té en sus manos.
—Dame un minuto, debo alimentar a Sun —la cargué en mis brazos y me volví a sentar en el sofá. Tenía unas lágrimas contenidas y me impedían mirar bien. No quería que salieran—. ¿Quieres pasarme el bolso que traías cuando llegamos?
—Si, claro —me lo entregó desde el otro sofá. La abrí y buscando en las pocas cosas, agarré un frasco de leche en polvo y la mamadera. Evelyn me miró raro—. ¿Qué? Sabía que ustedes no tendrían esto.
—¿Cómo sabías que vendrías?
—Instinto —se lo entregué—. ¿Podrías hacerme el favor?
—Si, yo la preparo.
Desapareció corriendo por el pasillo, Sunshine no tardó en llorar, era la hora y tenía hambre.
—Ya viene, cielo —tomé un juguete y se lo entregué pero lo dejó caer con rabia—. Ruda, ¿eh? —sonreí y sorbí mi nariz. No habían caído las lágrimas pero mi nariz sabía lo que estaba pasando.
Me hizo un gesto de que se lo pasara otra vez, pero lo volvió a botar. Si eso la distraía, ¿por qué no?
Un par de veces más y Evelyn apareció corriendo otra vez, estaba asustada. Sun dejó el juguete y sus deditos trataron de tonar la mamadera.
—Algún día te tocará ser madre —miré a Evelyn que miraba con atención.
—Es increíble como suceden las cosas —me miró a los ojos—. ¿No te dio algo de temor la primer vez? Digo, cuando tenías que amamantarla.
—Un poco, para ser sincera —sonreí abrazando a mi pequeña, poco a poco sus ojitos se iban cerrado sin despegar su vista de la mía—. Pero no deberías tener temor, es algo maravilloso —acaricié su cabello—. Algún día te darás cuenta que la idea de tener hijos aparecerá en tu cabeza y nadie podrá hacerte cambiar de parecer. Luego la maternidad te parecerá algo fenomenal —la miré con una sonrisa, por dentro ese peso de sonreír cada cinco minutos estaba matándome.
Seguimos conversando temas al azar, hasta que Sun se durmió en mis brazos y la mamadera había quedado vacía.
—¿Me harías otro favor? Solo por esta noche.
—Claro, ¿qué necesitas?
—¿Podrías dormir con Sunny esta noche? No tengo su cuna y la cama de invitados que tienen es muy pequeña. No quiero arriesgarla a tener un accidente —la separé lentamente de mi pecho y limpié sus labios, a pesar de que estuviera dormida necesitaba sacarle los gases. Me paré, coloqué la mantilla sobre mi hombro derecho y suavemente la recargué ahí, haciendo la rutina.
—Si, no te preocupes —respondió—. Hago que AJ duerma en este sofá y todo perfecto.
—Gracias —sonreí—. No dejes que se quite las mantas y coloca una almohada delante de ella para prevenir una caída al suelo. Pero como estarás sola con ella en la cama, te sugiero que sea en ambos lados, le encanta eso —se la pasé despacio después de haber besado su frente.
—No hay problema —la meció delicadamente y un bostezo escapó de sus labios—. Creo que me iré a dormir también —se acercó a mi y besó mi mejilla.
—Buenas noches.
—Igual para ti.
Desapareció por el pasillo hasta el cuarto. Me quedé mirando el vacio por unos cortos segundos y me dejé caer sobre el sofá tras haber soltado un suspiro. Escuché como Evelyn le decía a All que tenía que dormir en el sofá, tomé la taza de té y esperé a que apareciera por el pasillo con una manta y una almohada.
—¿Estás lista? —preguntó cargando los objetos que había pensado hace un rato.
—¿Para? —miré como se ubicaba a mi lado en el sofá, sentándose mirando en mi dirección. Hice lo mismo, pero llevé mis rodillas hasta el pecho y recargué mis pies sobre el cojín.
—Para contarme lo que sucedió —apoyó el codo sobre el sofá y en el otro extremo recargó su cabeza—. Le pedí a Eve que yo me encargaría de esto.
—¿Estás seguro?
—Desde el primer momento en que te vi llorar —sus ojos inspeccionarón los mios, dicen que los ojos son las puertas del alma y yo sentía que él estaba leyéndome—. Detesto ver como las mujeres lloran.
—Eso es... bueno —recargué mi cabeza sobre el sofá, envolviendo mis dedos a través de la taza que aún conservaba algo de calor—. Y es bueno saberlo.
—Te escucho —omitió mi comentario, pero sonrió cuando lo dije.
—Yo... —respiré profundo, esto sería más difícil de lo que pensé—. Vi a Colby en la cama con otra mujer —escupí de una vez, eso dolió menos. Pero aún tenía ganas de llorar y sentía que lo siguiente que diría vendría con la voz cortada. Así que carraspeé y pensé en otra cosa—. Ver como ella... —tragué, no estaba sirviendo.
No pude terminar la oración y AJ lo notó.
—Entiendo —pasó una mano por su cabello, abrumado. Mi ojo izquierdo me había delatado y una lágrima descendió hasta caer dentro de la taza de té, ese casi inaudible sonido hizo que AJ instintivamente me mirara.
—Trató de acercarse a mi... queriendo explicarme lo que había visto, pero, ¿qué se podía explicar cuando la imagen lo decía todo con claridad? —apreté mis labios o mi voz se cortaría finalmente—. Tenía mucho que decirle en ese momento, pero lo que mis labios expresaron no fue ni la mitad de lo que sentía.
—No te preocupes, las cosas pasan y si hubieron palabras que se quedaron sin expresarse, es porque habrá otra oportunidad para hacerlo —se acercó más a mi y me entregó un pañuelo.
—¿Qué fue lo que hice mal? ¿cuál fue mi error?
—Ninguno, Violett —me abrazó en mi forma fetal—. Tú solo le diste más cariño del que debía recibir y él no fue capaz de devolverlo de buena forma, él hizo mal todas las cosas. De lo único que deberías estar triste es por haberlo amado como ninguna otra mujer en toda la faz de la tierra.
—Y a pesar de todo... no soy capaz el dejar de hacerlo —apoyé mi cabeza en su clavícula aferrándome de la taza—. ¿Qué clase de hombre se cree que es? ¿como es que tiene el derecho a destrozarme la vida pero yo no tengo ningún poder en la suya?
—A veces... las peores personas obtienen todo y quien se ha esforzado para ser mejor que eso, no tienen nada —acarició mi espalda—. Y desgraciadamente, Colby es uno de ellos.
—No digas su nombre, por favor.
—No lo haré más.
—Gracias —me separé un poco y con las manos temblorosas, pero abrigadas, le ofrecí algo de té y él aceptó tomándola con su mano derecha. No tenía palabras, solo observar como lamía sus labios y me volvía a sonreír de lado entregándome la taza nuevamente—. Tú... —miré mis manos disimulando—. ¿Conoces a esa mujer?
—¿Como era ella?
—Rubia, ojos azules, el típico prototipo de la mujer perfecta. Barbie —limpié mi nariz.
—La vi un par de veces estar junto a él en la Empresa y fuera de ella. Siempre dijo que eran amigos, pero jamás pensé que sería capaz de hacer algo como esto.
—Tal vez porque... siempre me vio como su maldita segunda opción —bajé la mirada, pero sus dedos levantaron mi barbilla.
—Yo jamás te dejaría como segunda opción —sonrió mirándome a los ojos. Tomé sus dedos y con algo de dificultad estiré mi cuerpo y besé su mejilla.
—Eres un buen hombre, Allen Jones... pero no debes decir eso para que no me sienta mal —acaricié el otro extremo de su rostro y él sonrió.
—Nunca ignores a quien le importas, porque un día te darás cuenta que perdiste la luna, mientras contabas las estrellas —achicó sus ojos de una forma muy dulce. Estaba segura que eso había sido una indirecta.
—Lamentablemente no todos lo saben —llevé mi mano lejos de su rostro despacio, tratando de no asustarlo y me volví a acomodar en la posición inicial. No podía sacarle ventaja a la tristeza, ni tampoco él debía.
Le volví a ofrecer algo de té y ni flojo ni perezoso, lo tomó de mis manos acabando con el último poco que quedaba.
—Creo que debería dejarte dormir, fue una tarde difícil y ya es bastante tarde también —bajé mis pies del cojín.
—No, podemos conversar un poco más —sonrió—. No quiero que te duermas con ese sentimiento de culpa o de un momento a otro sientas desvalimiento por parte de Lopez.
—Te prometo que no será así —levanté mi mano formando un puño y con suavidad golpeé su rodilla—. Sólo tengo una pregunta más.
—Te escucho —dejó la taza a un lado.
—¿Por qué prefieres ser tú el que solucione mis problemas o el qué siempre se toma el tiempo para escucharme?
—Porque si no soy yo, ¿entonces quien más lo haría? Evelyn no es muy buena y te seguirías cuestionando porque no te sube el animo como debería.
—Hey —reí—. ¡No hables mal de ella!
—No lo hago —levantó las manos poniéndolas a cada lado de su cabeza—. Pero ella es muy buena para otras cosas. Su fuerte no son las charlas motivadoras y me lo ha dicho, pero eso no quiere decir que no sea buena con los niños pequeños, o no sea buena en la cocina. Cada quien encuentra en que es mejor, en mi caso, soy bueno para esto y Evelyn me dejó a cargo la primera vez que estuviste en problemas.
—Así que por eso me había evitado las otras veces —reí—. Eres bueno en esto, no lo negaré —pasé una mano por mi cabello y lo miré por unos cortos segundos—. Buenas noches, AJ.
—Buenas noches, Vi —se acercó y me devolvió el beso en la mejilla—. Buscame si necesitas algo.
—De acuerdo —me levanté y comencé a caminar lejos de él—. Pero no vuelvas a decirme frases como la que me dijiste... no me hagas sentir mejor de esa manera.
—¿Que frase?
—La de perder la luna mientras se cuentan las estrellas... yo estaré bien.
—De acuerdo, no más frases.
Las luces seguían prendidas por el largo pasillo, pero las fui apagando mientras pasaba hasta llegar al cuarto.
A la mañana siguiente..
"Te golpearía Colby y eso lo sabes, pero no lo haré. No lo haré porque en el corazón adolorido y apuñalado de Violett aún siente algo por ti... agradece que esa chispa aún no se disipa como el amor que decías tenerle."
La voz de AJ se escuchó hasta mi cuarto, con pereza en los ojos, me levanté y apoyé el oído queriendo escuchar más. Pero era inútil.
Abrí la puerta sin hacer que rechinara o chocara con algo, y salí con las intenciones de ir al baño, esa era la zona más cercana de la puerta.
—Déjame conversar con ella, solo eso quiero.
—¿Para qué? ¿para qué la sigas lastimando como el imbécil que eres? Si es así, la respuesta es más que clara.
—¡No sé que hago aquí tratando de explicarte cosas que debería decirselas a mi mujer! ¡ella es quien debe elegir si escucharme o no! Así que muévete y déjame pasar.
—Hey, tú no vas a ninguna parte. Ella dejó de ser tu mujer desde el momento en que decidiste engañarla a sus espaldas —la voz de All se esforzaba en no gritarle y sacarlo a patadas—. Y sé que ella no quiere verte en estos momentos, ¿qué es lo que no entiendes de la frase "necesita espacio"? ¿eres imbécil o te haces?
—¡Deja de tratarme así! ¡se suponía que éramos amigos! ¿dónde quedó eso?
—Lo somos, pero esta canallada no es fácil de aguantar. En mi caso, no las soporto y si vienes prepotente a darme ordenes en mi propia casa, con menos razón las soporto.
Aquello fue lo último que alcancé a escuchar. Seguí intentando tener una mejor recepción y con temor de que Colby me viera pasé corriendo a la cocina.
—Vale, lo siento por eso pero déjame hablar con ella. No puedo dejar las cosas así, no puedo dejarla ir... no otra vez.
—Colby. Tuviste tres oportunidades, debiste aprovechar la primera cuando te diste cuenta que estabas a punto de perderla. ¿Por qué esperaste hasta la tercera para darte cuenta de las cosas?
—Es que tú no entiendes.
—Entonces explícame, porque no logro entenderlo pero quiero hacerlo.
—No puedo, si no es a ella entonces no es a nadie.
—Bien —suspiró con frustración—. No te diré que la dejes ir o que la recuperes porque no puedo influir en tu vida. Pero si te das cuenta que amas a Apple y te hace feliz entonces quédate con ella y mírala dormir.
—¿A qué te refieres?
—Mírala dormir —repitió—. No la despiertes, porque estará soñando contigo. Desvístela con los ojos, observa sus lunares y cada una de sus efélides. Recuérdate a ti mismo porque te gusta tanto. Sal a fumar, pero déjale una nota. Dile cuanto la quieres y escribe que volverás. Vuelve. Si aún no ha despertado, susúrrale al oído que no hay tiempo que perder. Prepárale un café y pidele bailar. Y luego de todo eso, pidele volar.
Me quedé estupefacta por las palabras que habían salido de la boca de Allen. Eso me hizo viajar a un momento en particular.
Esas palabras me habían dejado pensando cuando las vi en internet. Allen estaba conmigo ese día. Le dije lo hermoso que sonaba eso, las leyó y me sonrió. No creí que se las aprendería.
Me asomé y Colby lo miraba sin entender.
—¡Ya que eso fue lo que no hiciste con Violett cuando se lo merecía más que cualquier otra mujer que ha estado contigo! —le gritó lo último. Esta vez estaba enojado y nadie podía detenerlo, estaba segura que había hecho sentir a Colby como si fuese diminuto.
Segundos después, dio un portazo y lo único que se sentía era la respiración de Allen tratando de calmarse.
Me escondí llevando mis manos a mi pecho.
Esas palabras solo las entendíamos los dos.
¿Quizás... quizo que yo las escuchara?
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