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Karma.

Capitulo 4.

—¿Te sientes mejor? —Dean puso una botella de algún liquido frío, tal vez era soda.

—Me siento como si alguien hubiera metido sus dedos por mi globo ocular y no los hubiera quitara hasta que hizo «pop!». —hice una dramatización con mis dedos—. Incluso eso hubiera sido mejor que este agonizante dolor.

—Ya pasará —me abrazó, estaba parado al frente de mi.

—Al parecer tienes razón con aquello de los esteroides.

—¿Lo ves? Tiene una fuerza sobrenatural.

—Para la próxima lo golpearé yo, a ver si le gusta.

—No seas rencorosa —me miró al ojo bueno. A veces me trataba como una madre, era agradable tener a alguien que se preocupara de esa manera dejando de lado el pasado.

—¿Entonces como explicas esto? —apunté a mi maldito ojo—. El mismo dolor que siento ahora lo implementaré a mi fuerza para que le duela hasta el alma.

—Eres peor que yo, ya deja el rencor.

—Sólo hago que el karma llegue más rápido a los demás.

—Pero ese no es tu trabajo.

—Tal vez lo sea algún día —hice sonar mi cuello—. Si Seth no me gana. Tú sabes lo malo que puede llegar a ser, yo solo soy su complemento. El diablito que le susurra al oído "has cosas malas".

—Creo que lo pensó mucho más antes que tu cabeza lo hiciera. Mejor dicho, mucho antes de que tú se lo susurraras —hizo una mueca apuntando la puerta de su camerino.

—¿Qué? —miré a Seth, éste tenía su labio roto y una cara de enojo, pero al verme se le suavizó y se soltó de H para correr a mi—. ¿Cómo estás? —le pregunté al instante en que llegaba a mi, pero él simplemente me besó acunando mi rostro entre sus manos, podía sentir su sangre correr por la comisura de mi labio inferior.

—Sólo me importa saber como te encuentras tú en estos momentos —juntó su frente con la mía—. En un minuto te llevaré a la enfermería.

—No creo que sea necesario —le sonreí de lado.

—Quiero hacerlo —insistió. No podía luchar contra él, así que lo mínimo que pude hacer fue asentir con la cabeza y dejar que me llevara. Cuando algo me sucedía los tres hombres corrían por mi. Bueno, dos en este caso. Siempre sentía que quería llorar pero no de pena, sino de felicidad.

—No puedes salir así esta noche —ordenó Hunter por primera vez—. Te daré todo el tiempo que necesites para aliviar ese ojo, Violett.

—Gracias —le dije con sinceridad, por fin me tomaba en serio. Pero... debió llegar a estos extremos para que se comportara así. Increíble.

—Iré a hablar con Roman Reigns —comentó. Asentí con la cabeza y salió del camerino. Miré quien quedaba en el cuarto y era Dean, éste me sonrió y le dio una palmadita al hombro de Seth.

—Los dejaré solos —se despidió de ambos—. Y hermano... cuida bien de ese ojo —le pidió sin mirarme pero me apuntó—. También limpia tu labio.

—No te preocupes —se tocó la zona afectada. Luego vimos como desaparecia al doblar por el pasillo—. Mira ese ojo, nena... —hizo una mueca.

—No puedo mirarlo —bajé la mirada—. Pero tampoco quiero hacerlo. Me siento como un monstruo.

—¡Ese imbécil hace hervir mi puta sangre! —se quejó tomando su cabello con ambas manos y golpeando su bota contra el suelo.

—Creí que eran amigos —susurré.

—Ya no más —alejó el cabello de mi rostro y me hizo una coleta—. No puedo permitir que golpee a mi chica.

—Pero fue un error...

—¿Acaso viste que se disculpó? Se quedó parado mirando la escena cuando podía haber hecho algo —levantó una ceja.

—No, pero...

—Entonces es un idiota.

—Pero tal vez no tuvo tiempo porque Dean le gritó —justifiqué buscándole la quinta pata al gato. Siempre tenía que buscar una excusa para defender a otras personas.

—¿No crees que debería estar aquí si tal vez le importara arreglar las cosas? —se cruzó de brazos.

—Ya basta, mejor dime porque estaban discutiendo —aligeré su agarre.

—Te seré sincero, ya basta de rodeos sin sentido —sus labios pasaron a ser una fina linea recta—. Quiere destruir lo que hemos construido, eso ocurre.

—¿Qué? ¡Eso es absurdo! Estás delirando —arrugué el ceño, pero mi maldito ojo me lo impidió.

—Tal vez lo esté, pero no soy un mentiroso, Violett.

—Sé que no —lo miré a los ojos mientras tomaba sus manos—. Colby... —humedecí mis labios—. No dejes que diminutas cosas como esas logren afectarte, solo somos tú y yo y eso es lo único que importa de ahora en adelante. Nadie puede meterse en nuestra relación, nosotros dos somos los únicos que sabemos que es lo que pasa y que es lo que pasará a futuro. Temes que se meta en nuestra relación y tú mismo estás dejando que lo haga. Concéntrate. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —apoyó su cabeza sobre mi hombro, mis manos se dirigieron a su cuello—. No quiero discutir por cosas estúpidas, así que mejor vamos a la enfermería —suspiró y tomó mi mano para salir de allí.

—Deberías limpiarte ese labio, Colby.

—Después de ti —acarició mi palma con su pulgar, me sentía de lo peor. Sentía que el ojo se me caería en cualquier momento y todos lo verían.

—Yo limpiaré eso y haré que te duela por hacer caso omiso a mi mandado.

—Así que tú tienes los pantalones en esta relación, ¿eh? —me miró.

—¿Acaso tú eres el maduro aquí? —le sonreí con ironía.

—A simple vista no, pero...

—Entonces yo mando —le hice el mismo juego que hace un rato hizo conmigo—. Y si quiero que te embaraces, tú debes hacerlo.

—Me das miedo —se asustó—. Pero eso no impedirá que te ame —me sonrió antes de entrar a la enfermería. Amaba ver esa sonrisa en su rostro, me hacia sentir especial—. Soy un caballero —me hizo un ademán con las manos para pasar primero.

—Gracias —me sonrojé y a paso lento entré—. ¡Hey! —saludé al doctor, no lo veía desde que me lastimé el tobillo entrenando con los hermanos, o eso recordaba.

—Hola Vio... ¿cómo pasó eso? —se sorprendió.

—Sé que se ve mal.

—Muy mal —confirmó y tocó sus labios.

—Hey doc, no seas tan duro —le reprochó Colby ayudándome a sentarme en la camilla, pero de un simple salto me subí.

—Voy a revisarlo —se acercó a mi—. Pero cuentame, ¿cómo sucedió? —con una mano sujetó mi mejilla.

—Con solo recordarlo hace que me duela más —mordí mi labio inferior—. Roman Reigns golpeó mi ojo, así de simple.

—¿Qué? ¿él? —se sorprendió—. Pero si él no lastimaría a una mujer.

—Por favor —reí con ironía—. Todo hombre ha lastimado a una mujer, pequeño o grande lo ha hecho igual, aunque sea por casualidad, ¿usted no?

—No que yo recuerde —llevó una pequeña luz a mi ojo—. ¿Puedes verla?

—Borrosa.

—De acuerdo —la luz desapareció y se alejó de mi—. Te recomendaré algunas pastillas para la inflamación y otras para el dolor, pero durante el día deberías ponerte un objeto frío pero no mojado sobre esa zona para ayudar a que sane más rápido —especificó—. Un poco más fuerte y te hubiera dejado un daño irreparable, Violett.

—Me encargaré de eso —respondió Colby.

—Debo suponer que tú eres su pareja —le sonrió.

—Así es —se acercó a mi y se sentó a mi lado posicionando delicadamente su mano sobre mi cintura, odiaba cuando hacía eso.

—Violett tú... ¿no estabas saliendo con Dean? —frunció sus labios.

—Si, fue en su momento —respondí. Que le importaba—. Pero como toda cosa buena tiene su mala y nada es para siempre, terminamos. Parte de la vida, te toca superar y avanzar.

—Bien dicho —se sentó a escribir un par de cosas.

—¿No te molesta si me voy a casa ahora mismo? —me giré a ver a Colby.

—Te iré a dejar —besó mi nariz.

—No te molestes.

—No me molesta, prefiero cuidar de tu bienestar a recobrar el Título esta noche.

—¿Prefieres cuidar a una mutante? —reí con sarcasmo, no fue tan fuerte.

—Incluso si te convirtieras en una de las tortugas ninjas —rió y me jaló ligeramente de la cintura a su cuerpo, llevó sus labios a mi oído—. Siempre serás mi chica —dejó un tierno beso.

—Eres un maldito cursi —reí acomodándome en su pecho—. Pero así te amo —dejé un beso en su cuello—. ¿Me cargas hasta el auto?

—No tienes porque preguntarlo.

—Gracias —cerré los ojos, la vista se me había cansado. Pero aún así podía sentir los ruidos y lo próximo que pude escuchar fueron los zapatos del doctor acercarse a nosotros.

—Bien, aquí esta la receta —escuché su voz frente a Colby—. Si van de camino a casa y ven una farmacia, lo ideal sería pasar y comprar los remedios de inmediato.

—Perfecto —sentí como tomaba el papel—. Cuidaré bien de ella.

—Eso espero —respondió y se alejó, escuché el sonido de sus zapatos alejarse. Colby me tomó en brazos de una manera muy sutil, cruzó la puerta y caminó por el pasillo. Mis manos se aferraban a su camiseta al igual que sus manos sobre mis piernas, me sorprendía lo fuerte que era y no demostraba señales de cansarse, ni siquiera su respiración se agitaba.

—Que quieres —escuché la voz molesta de Colby, no quería abrir los ojos.

—Hablar con Violett —era la voz de Roman.

—¿No ves que esta durmiendo? —su respiración por fin se aceleró.

—Sé que no es así.

—Oye, tampoco quiere hablarte —siguió caminando. Si, no quería hablar con él ahora.

—En algún momento tendrá que hablar conmigo te guste o no —su voz estaba más gruesa de lo normal.

—Pero no será ahora, campeón.

Pude sentir el aire tocar ligeramente partes de mi cuerpo, ahí me dí cuenta que nos encontrábamos afuera del recinto.
—Es un imbécil —se quejó con los dientes apretados—. Cree que todo le va a resultar bien a él, no sabe lo equivocado que se encuentra.

—Bebe, por favor deje de quejarse en voz baja ¿si? —lo miré al notar que me dejaba en el asiento del vehículo.

—Lo siento —besó mi mejilla y cerró la puerta para subir en el asiento a mi lado. Dejó de hablar sobre el trabajo y la trayectoria a casa fue más relajante, lo único que quería era una ducha e ir directo a la cama.

Al llegar, bajé yo misma y sin esperarlo fui directo a casa. Abrí la puerta, en el camino me quité la ropa y al subir al cuarto entré al baño sin pensarlo mucho tiempo.
Dejé correr el agua por todo mi cuerpo, tomé el jabón y lo pasé por mi cuerpo cansado y ejercitado, me lavé nuevamente y volví a salir sin una toalla, no me había molestado en llevar una conmigo. Rebusqué en los cajones de Colby y allí se encontraba una de él.

—Deberías ser más ordenada —Colby cruzó la puerta con la ropa que anteriormente había tirado por el camino—. ¿Te sientes bien?

—¿Qué clase de pregunta es esa? —sequé mi cintura—. Sólo me gustaría dormir y no despertar hasta mañana.

—Sólo preguntaba, no era necesario que te pusieras así —dejó mis prendas en el cesto de ropa sucia—. Iré a comprar tus medicamentos, a ver si con ese tiempo a solas logras tranquilizar tu genio.

—Lo siento —suspiré y aún sin ropa abrí las mantas para acostarme—. Solo es que... esta cosa me duele, eso es todo —acomodé la almohada.

—No te desesperes, todo pasará a su tiempo —suspiró pasando una mano por su cabello mientras salía del cuarto.

—¿Conciencia? ¿estás ahí? —cerré los ojos.

"Todo el tiempo, solo he aprendido a guardar silencio y apreciar la situación."

—¿Qué opinas de todo esto?

"Es una confusión estúpida, ¿por qué Joe debería pelear con Colby? Él es un hombre de familia y no debería perder su tiempo en caprichos adolescentes. tienes pareja, él también la tiene, todos felices."

Desearía que fuese así de sencillo —bostecé—. Joe perdió la cabeza.

"Tal vez deberías comprenderlo para ahí recién poder decir eso... charla con él, así verás el dilema de toda la situación, aunque no quieras."

—¿Estás segura?

"Más segura de que la tierra es redonda."

—Vale.

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