Eres mi mujer.
Capítulo 2.
Esperé a que llegara a casa para preguntarle cual era el problema con Joe, esto estaba siendo muy raro. Y mucho más raro cuando Joe ganó, éste lo miró con algo de odio y sin más se fue de allí, podía reconocer esa mirada de pocos amigos, que si no salía de ahí en ese momento, no sabría explicar lo que sucedería luego.
Todos los síntomas que había sentido anteriormente habían desaparecido, pero el que ahora sentía no se podía quitar con nada; la curiosidad.
—Bebe, llegué —escuché su voz desde la puerta. No lo pensé dos veces y bajé las escaleras, Colby me sonrió y al estar parada al frente de él, me cargó en sus brazos como era costumbre. Pero esta vez hizo una mueca de dolor que lo llevó a sentarse al sofá.
—¿Aún te duele aquel golpe que Joe te dio contra el filo del ring? —pregunté preocupada, Colby hizo una mueca.
—Pero sólo cuando respiro —apretó los dientes.
—Eso es tan bueno. —dije con sarcasmo.
—Deja ese carácter, que tu sarcasmo hace que sienta más peso sobre los hombros —dijo divertido.
—Si, claro —bufé.
—Ya deja eso y dame mi beso, que no me lo has dado —hizo puchero dejando de tocarse la espalda.
—Para eso no tienes dolor, eh —le sonreí y llevé mis manos a su nuca, estaba sudado pero eso importaba muy poco.
—Contigo nunca voy a sentir dolor —sonrió acomodando su pelvis en el sofá.
—Que romántico —reí y junté mis labios con los suyos, estaban necesitados y con algo de inseguridad, pude notarlo en el primer rose.
—Te amo —acarició mi espalda, sus manos estaban suaves.
—Mm... no, algo sucede contigo Colby —achiqué los ojos, él se encogió de hombros—. ¿Por qué dijiste mi nombre durante la batalla con Joe? Porque eso dijeron los comentaristas y no puedes decirme que no fue cierto... ellos no mentirían.
—Mi amor... —suspiró dejando sus manos tranquilas en mi cintura.
—Vamos, dímelo —me crucé de brazos—. Esta vez no vas a lograr que me arrepienta de escuchar tu excusa.
—Tampoco quiero que te arrepientas de escucharlo, es más, necesito que lo hagas —fue honesto, así que solo guardé silencio—. Esta tarde, cuando llegaba al Coliseo vi a Joe besando a su esposa...
—No me cuentes todo por favor —lo interrumpí, Colby me besó.
—Traté de esquivarlos pero Anoa'i me interceptó justo al pasar a su lado —tragó saliva—. Conversamos sobre nuestra relación, él quería saberlo y... —se detuvo a pensar mirando el vacío—. Me dio una charla motivacional del porque no debemos tener un bebé aún —me miró.
—¿Qué? —fruncí el ceño—. Bueno si, tal vez tenga razón pero eso no me sorprende, sino el saber porque se preocupa por lo que hacemos o no hacemos.
—Eso mismo me pregunté —subió sus pies sobre la mesa de centró—. Por esa razón te llamé unos minutos después, lo siento bebé.
—No hay problema —me acomodé en su pecho—. Aún no escucho la razón de mi nombre en el combate de recién...
—Te seré sincero —suspiró, su cuerpo se había tensado drásticamente—. Me preocupa que Joe quisiera recuperarte.
—Eso es ridículo —lo miré.
—Si, lo sé —asintió con la cabeza—. Pero la forma en que habló conmigo fue con esa actitud, con ganas de que me arrepintiera de haber estado contigo, de robar tu corazón y ser el centro de este, de ser el primero en estar entre tus piernas... —sonrió y besó mis labios.
—Idiota —reí en sus labios.
—Pero no me arrepiento, porque fue y ha sido la mejor decisión que he tomado en toda mi vida —me miró a los ojos—. Podría decir con descaro que no me arrepiento de nada.
—Yo tampoco —le sonreí y me quedé a una distancia considerable de su cuerpo.
—Aún falta contar —me interrumpió al abrir mis labios, colby sabía que seguiría insistiendo con mi nombre—. Luego hablé con Jon, tampoco pudo decirme que pasaba con la cabeza de Joe y eso que él tenía una mente bastante retorcida —comenzó a jugar con el elástico de mi ropa interior—. Ahí deducimos que él era un imán con las féminas y si quería a una chica él la conseguía.
—Por favor, no es cupido —reí sin poder creerlo—. No me digas que te dio la rabia y le dejaste en claro que era tuya.
—Exacto.
—¡Pero Colby! ¡No soy un maldito objeto!
—Pero tampoco eres una chica fácil para dejarle el camino libre —acarició mi cabello—. Eres Violett Hardy y eres mi mujer.
—¿Y ahora serás cavernícola? —humedecí mis labios—. Tú ser mía, tú ser mi objeto —fingí una voz estúpida.
—Como esperabas que le hiciera entender entonces ¿eh? Si le decía con buenas palabras el creería que no te tomo en serio, como la relación que tuvimos al conocernos.
—De acuerdo —levanté las manos al aire—. Sólo porque no tengo ganas de discutir contigo.
—Sabes que te ganaría.
—No, porque sé que eres terco, necio, testarudo —hice una lista con mis dedos.
—Ya entendí —tomó mi mano para que dejara eso.
—Entonces inteligente, dime que pasará mañana —me crucé de brazos.
—Eso lo veré yo —se levantó conmigo encima—. Necesito estar contigo —besó mi cuello—. Sentir tu piel contra la mía —fue subiendo y dejó un beso detrás de mi oreja—. Sentir tus dulces caricias en mi espalda —mordió mi lóbulo—. Escuchar los gemidos que salen de tus apetitosos labios... —susurró—. Y poder sentirme completo —apretó su agarre en mis muslos al subir las escaleras, podía sentir su masculinidad atentar con romper esos pantalones ajustados. Mis piernas se apretaron más fuerte a sus caderas a lo que el gimoteó—. Amo cuando te comportas así —ronroneó al entrar al cuarto, la cama estaba desecha pero no le importó y simplemente me recostó en ella apoyando su peso en los brazos.
Besó mi cuello con desespero pero a la vez lo mordía con tanto deseo, él sabia que eso provocaba que mi espalda se arqueara, aprovechó el momento y desabrochó mi sujetador. Se levantó y lentamente quitó su camiseta dejando su perfecto torso expuesto, luego llevó sus manos a su pantalón y sin dejar de mirarme comenzó a bajarlos, su virilidad estaba expuesta. Mi entrepierna ya había empapado toda mi ropa interior, Colby lo había notado y sonrió, se acercó a su cajón y sacó un preservativo.
—Dejemos a un lado el tema del bebé por un tiempo —pidió y salió de su pantalón quedándose como Dios lo trajo al mundo y se recostó a mi lado mirándome. Me entregó el papel de aluminio, mordió su labio inferior y llevó su mano hasta mi ropa interior, se hizo paso por aquella tela y acarició mi feminidad. Sus dedos se movían con toda delicadeza. De una manera difícil de describir.
—Aghh.. —gimoteé por casualidad, Colby sonrió y capturó mis labios con la misma intensidad que utilizaba sus dedos, no pude aguantar morder su labio inferior para no provocar algún sonido.
—Vamos nena, gime para mi —susurró. Negué con la cabeza, pero un movimiento perfecto de sus dedos hizo que gimiera fuerte—. Bien hecho... —frotó un par de veces más y sin esperarlo, introdujo un dedo en mi interior.
—Aghh, Colby —tiré mi rostro hacia atrás arqueando mi espalda. Su dedo comenzó a moverse de adentro y afuera lentamente tratando de tocar mi punto máximo de excitación pero no lograba alcanzarlo. Luego introdujo otro, mi garanta no dejaba de provocar sonidos involuntarios, esto se sentía muy bien.
—¿Estas lista para un tercero? —movió con mas desespero sus dedos dentro de mi.
—Hazlo... por favor... —supliqué al sentir mis ojos comenzar a cerrarse por inercia. De repente sentí el tercero, este tocó hasta la parte más profunda de mi interior—. Si, ahí... —mi respiración se aceleró—. No pares —mordí mi labio inferior, podía sentir correr ese sabor característico de la sangre. Colby movió sus dedos muy suavemente hasta que logró hacerme vivir, mi respiración era un lío y mi estomago se había contraído. Tenía espasmos.
Sin decir palabra alguna, sacó los dedos de mi interior y los llevó a sus labios sin dejar de mirarme.
—Siempre dije que eras apetitosa —me besó introduciendo su amplia lengua en mi cavidad bucal para que yo misma me saboreara—. ¿Quieres que siga? —preguntó acariciando mis caderas, mi cabeza se limitó a asentir sin antes haberlo pensado, Colby sonrió con dulzura y bajó al nivel de mi entrepierna; lentamente bajó mi ropa interior y la tiró lejos, luego se agachó y sin más preámbulos pasó su lengua por aquella delicada zona.
—Diablos —dije entre gemidos. Colby puso mis piernas sobre sus hombros mientras que una mano apretaba mi muslo para darle mas accesibilidad. Sonrió y volvió a darle una lamida pero con lentitud, luego absorbió un poco, era una sensación condenadamente indescriptible pero que lograba volver a encenderme después del clímax anterior—. ¡Colby! —jadeé y tomé su cabello, éste sonrió y comenzó a lamer, a succionar cada pliegue que encontraba, su lengua quemaba cada diminuta zona en la que pasaba y su barba me hacía cosquillas, pero aumentaba más el placer. Su lengua caliente y mojada me tenía vuelta loca . —Y-Yo... m-me... voy a correr... —susurré anunciándole, Colby dejó de hacerlo provocando que me sintiera vacía y me pidió el preservativo, lo sacó de su envoltorio y lo pasó por su miembro erecto con ansias de entrar.
Se recostó encima de mi apoyando su peso en sus codos. Tomé su miembro mientras se acomodaba entre medio de mis piernas y lo introduje directo hasta el límite, ambos soltamos un gemido por la agradable sensación y comenzó a moverse agresivamente en mi interior, sus embestidas eran feroces e insaciables. No me daba tiempo ni para respirar, solo para rasguñar su espalda y sujetarme de su trasero.
Nuestros cuerpos se complementaban, hasta llegar a un nivel de ser solo uno, al igual que nuestros gemidos. Mis paredes poco a poco se fueron apretando y Colby lo había notado, apresurando aún más el movimiento, pero al final logramos llegar juntos.
—Te... amo —susurró al recostarse a mi lado, su respiración era más que un lío.
—Y yo... a ti —logré normalizarme pero ya estaba cansada. Colby se desprendió de aquel objeto —basura en estos momentos—, le hizo un nudo y se levantó para ir a botarlo al baño. Mi cuerpo pedía a gritos poder dormir, aún desnuda me recostó mirando la dirección contraria por donde se había ido Colby, pero al hacerlo su mano acarició mi cintura y se recostó detrás de mi para luego cubrir nuestros cuerpos desnudos con las mantas.
—Eres mi vida completa, Violett —me pegó junto a él, me gustaba como ese trabajado cuerpo se unía al mío.
—Y tú la mía —tomé su mano y la pasé por la cintura hasta llevarla a mi pecho, al medio de ambas. Colby dejó besos por todo mi cuello hasta llegar a mi hombro, no podía tener una vida mejor.
A la mañana siguiente...
Me giré pero Colby aún estaba abrazándome con una fuerza innecesaria. Me giré y aquella mano que tenía sobre mi pecho la pasé por mi cintura hasta sujetarme por la espalda, sin esperar aquel hombre apretó su agarre y me pegó a su pecho, luego besó mi frente sin abrir los ojos.
—Estar contigo es un privilegio —me acomodé en su pecho y aspiré su aroma, aún olía delicioso.
—El privilegio es mío, bebé —acarició cada parte de mi espalda incluyendo mi trasero—. Buenos días.
—Buenos días —lo miré—. ¿Qué tienes pensado para hoy?
—Pensaba que hiciéramos Yoga.
—¡Oh dios mío! Debo publicar esto —reí mirando al techo, él besó mi cuello haciendo que riera—. Colby Lopez haciendo Yoga, esto necesita estar en primera plana —besé su nariz.
—Busqué algo que podíamos hacer juntos —se encogió de hombros con una sonrisa adorable.
—¿Y por qué no elegiste el crossfit?
—Pensé que lo odiabas.
—Por favor Lopez, es mi vida —respondí como si me hubiera ofendido.
—Nena, ¿dónde estuviste toda mi vida? —me hizo cosquillas, era un momento especial y hermoso el que estábamos viviendo.
—Haciendo crossfit —le sonreí, esta vez río él. Nos quedamos mirando sin decir palabra alguna, pero Colby me sonrió.
—¿Quieres tomar una ducha? —preguntó, solo asentí entusiasmada.
Se levantó y me cargó sin nada de cuidado, como un cavernícola. Sabía que lo hacía por lo que le había dicho el día anterior en el sofá. Me dio una nalgada y se metió al baño conmigo al hombro. Si, me castigaría.
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