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I'm bored

Jennie y Ningning eran mellizas, pero no podían ser más diferentes.

Probablemente lo único que ambas hermanas tenían en común eran los padres y el cumpleaños. Jennie era castaña, con mirada dura y penetrante, gestos marcados y postura imponente. Ningning era pelinegra, dulce como un caramelo, ojos tiernos y gestos suaves. Jennie era aventurera y extrovertida; Ningning era tímida y reservada. Jennie era coqueta, atrevida y experimentada; Ningning era vergonzosa, tranquila e inocente. Jennie corría riesgos y le gustaba vivir siempre acelerada; Ningning era hogareña y cuidadosa. A pesar de todas las diferencias, y de lo mucho que peleaban entre sí, eran hermanas y tenían una conexión especial. Jennie le contaba con lujo de detalles todas sus experiencias a Ningning, y se encargaba personalmente de advertirle sobre las chicas que no le convenían y que sólo intentarían robar su inocencia. Ningning, por su parte, vivía a través de Jennie, siendo ella misma demasiado reservada como para atreverse a dar el primer paso con alguien. Contra todo pronóstico, había una cosa en la que Ningning y Jennie se parecían y que no tenía que ver con su nacimiento: a ambas les gustaban las mujeres. Si bien al inicio esto no había hecho muy felices a sus padres, terminaron por aceptarlo, sobre todo al ver a Jennie defender sus intereses y los de su hermana (dos minutos) menor con tanto ímpetu.

Las mellizas ya tenían veintiún años, pero Ningning sentía que había una vida entera de diferencia entre ambas. Mientras que Jennie se jactaba de poder llevarse a la chica que quisiera a la cama, Ningning se había enamorado por primera vez. Una misteriosa chica de la universidad había robado su corazón, y la tenía suspirando a todas horas y corriendo a contestar cada que sonaba una notificación en su teléfono. No había querido presentarla aún, según ella, estaba planeando una comida familiar cuando ya lleven un tiempo para que todo sea ideal. Jennie tenía otras sospechas. Ningning y ella se contaban todo, por lo que tanto secreto prendía sus alarmas. Sabía que su hermana era inocente y manipulable, y tenía miedo de que la chica en cuestión sólo esté jugando con ella. Por lo poco que Ningning había soltado, sabía que era mayor que ellas, que tenía una vida social muy activa (y que no pensaba dejarla por Ningning), que era codiciada entre las mujeres de la facultad y que su hermana estaba completamente deslumbrada por ella y por haber llamado su atención. Jennie no confiaba en ese tipo de chicas. Si era sincera, podía admitir que ella misma no era de principios totalmente correctos, pero podía afirmar con seguridad que nunca había jugado con el corazón de nadie. Estaba más que de acuerdo con los rollos sin compromiso y las amigas con derecho, pero siempre y cuando su hermana no estuviera involucrada en uno de ellos. Tal vez si fuera diferente, si fuera como ella, la podría aconsejar y le daría igual lo que haga o deje de hacer. Pero Ningning era aún un alma nueva, no había pasado por desilusiones y conservaba toda la inocencia que aún podía tener a su edad, por lo que Jennie dudaba sobre si esta misteriosa mujer era buena para ella. No quería que nada ni nadie la ilusione sin tomarla en serio o le rompan el corazón.

Esa noche, como muchas otras, Jennie se maquillaba en el cuarto de su hermana mientras ella se relajaba en su cama. La mayor iba a salir a bailar, y a pesar de las insistencias, Ningning prefirió quedarse en casa. Según ella, su novia estaba estudiando y le dijo que no salga porque en algún momento de la noche se desocuparía y podrían hacer una videollamada

  No entiendo por qué no quieres ni decirme su nombre — Jennie reclamó, mientras rebuscaba entre los cajones de su melliza. — ¿Dónde mierda guardaste mi delineador?

— Háblame bonito o te pego — la pelinegra le lanzó una bola de papel directo a la cabeza —. Está en el cajón de la derecha, en mi neceser. Y ya te dije que primero quiero traerla a casa.

— Dime ya cómo se llama. Tal vez la conozco.

— No, porque antes han dicho rumores feos de ella, y no quiero que te armes una mala impresión si los has escuchado.

— Por algo habla la gente, Ningning...

— Es buena, ¿okay? — se incorporó para ver lo que estaba haciendo —. Si te pones ese labial lo guardas de nuevo, no te lo lleves. No quiero que lo estés usando luego de que te hayas besado con tres desconocidas.

— Para tu conocimiento, hermanita, nunca han sido más de dos — contestó con voz burlona. — Y en serio me preocupa esa chica. No veo que te invite a pasear, que te regale algo, que se vean siquiera fuera de la universidad. ¿No quiere que sepan que tiene novia o qué?

— No es eso. Dice que quiere mantener las cosas en privado por un tiempo, y yo estoy de acuerdo.

— Si tú lo dices...

— Mira, Jen, gracias por tu interés, pero estoy bien. La quiero de verdad.

— Te lo digo porque sé cómo son algunas chicas, en especial cuando encuentran a alguien sin experiencia aún.

Ningning bufó y se dio la vuelta en la cama para darle la espalda a su hermana.

— Cómo jodes.

— Yo también te amo.

La menor le sacó el dedo medio sin voltearla a ver, y Jennie estalló en risas.

— Ya, deja eso — se miró una última vez al espejo y se puso de pie —. Mírame. ¿Qué tal?

Ningning se giró de mala gana y Jennie modeló con exageración. Tenía una minifalda tableada negra, de cuerina, y un top del mismo color. Llevaba botines de tacón y el cabello largo hasta la cintura alisado con esmero.

— Pareces Bratz, pero puta.

— Vete a la mierda.

La pelinegra soltó una carcajada.

— Mentira, mentira. Te ves bien, hermanita. ¿Te vas a ver con alguien o...?

— Voy a ver qué encuentro — le guiñó un ojo mientras metía sus cosas en su bolso. Sin que Ningning se dé cuenta, guardó también el labial. — No me esperes despierta. Si es que no vuelvo le dices a mamá que me fui donde Jeongyeon.

— Gracias a Dios que eres lesbiana y no te puedes embarazar — susurró.

— Y aunque no lo fuera, soy demasiado inteligente para eso. Sé lo que hago, mira y aprende.

— Yo tengo novia, no voy a buscar con quién agarrar.

— Aburrida — le sacó la lengua. — Ya, chau. Te veo luego. Y no te desveles solo por esperarla, ella debería dar más tiempo para ti. Te mereces a alguien que te ponga en primer lugar, Ningning.

La menor suspiró y se levantó para darle un beso en la mejilla de despedida a su hermana.

Sí, lo sé. Ya, campeona, anda y conquista. Luego me cuentas. Pórtate bien.

— ¡No prometo nada! — gritó la castaña en respuesta mientras bajaba corriendo las escaleras.

— Ya sé con quién está saliendo tu hermana — soltó Jeongyeon luego de la segunda ronda de shots. Estaban al lado de la barra en su discoteca favorita, la que solía frecuentar los alumnos de su universidad.

Jennie le había hablado de su preocupación un par de semanas atrás, y la mayor había ayudado a investigar. Descubrió que Ningning era realmente talentosa para ser escurridiza, jamás dejó que se la vea en público con su novia, pero un golpe de suerte hizo que Jeongyeon estuviera en el baño justo cuando hablaba por teléfono, y la escuchó decir un nombre.

— Suelta.

— Lalisa Manoban — se volteó hacia el barman, batió sus pestañas y habló con voz melosa. — Hola, ¿podemos tener otro de estos?

— Claro, princesa. Invita la casa.

— Gracias. Eres muy amable —  un par de sonrisas dulces más y se giró hacia Jennie, rodó los ojos hacia arriba y se rio —. Hombres. Son tan fáciles.

Jennie soltó una carcajada.

— Realmente lo son. Pero ya, ¿quién es Lalisa? No la conozco.

— Bueno, el apellido no es coreano. Si no la hemos visto nunca, es que debe ser de intercambio.

— No puede ser.

— Ajá. Así que tu hermanita tiene que ir haciéndose la idea de que lo que sea que tengan tiene fecha de caducidad.

— En casa dice que es su novia de verdad y que dentro de poco la va a presentar.

Jeongyeon se llevó las manos al rostro.

— No puede ser. Tan inocente como niña de quince años. Alguien tiene que abrirle los ojos.

—  Lo he intentado, créeme, pero no hay quien la convenza. La chica esta, ¿tiene Instagram?

— Sí, pero está en privado, y en la foto de perfil no se le ve la cara.

— Mierda. Bueno, tendré que estar más atenta en la universidad.

— ¿Y qué vas a hacer, amenazarla?

— Tal vez — el barman se acercó con otra ronda de shots, y Jeongyeon actuó con rapidez para volver a su papel coqueto hasta que el chico se fue. — ¿Vas a seguir con eso?

— Calladita que te estoy consiguiendo alcohol gratis — tomó el shot de golpe y se inclinó hacia su amiga. — Pero, ¿no es algo lindo?

— No sé, es hombre.

— Es predecible, pero tierno. Me gusta cuando los pongo nerviosos. Odio a los hombres a los que les dices un par de cosas bonitas y ya creen que tienen el derecho de meterte mano.

Jennie resopló y se tomó su shot.

— Dale tu número.

— Lo pensaré. Creo que sí, pero si me lo pide. Yo ya hice suficiente. ¿Vamos a bailar? Hace un rato vi a Jisoo y a Chaeyoung, vamos con ellas.

La tailandesa miró sobre el hombro de su amiga. Una chica le llamaba la atención, y era la segunda vez que la atrapaba mirándola. Decidió que era la oportunidad ideal para probar suerte.

— Ve yendo, en cinco minutos las alcanzo.

— ¿Segura? ¿Qué vas a hacer aquí...? — se detuvo cuando notó el punto de interés de su amiga, y disimuladamente volteó —. Oh, ya veo — una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.

— Me está mirando.

— Es bonita. ¿Crees que le gusten las mujeres?

— Bueno, no creo que me vea porque quiera ser mi amiga, y si no le gustan es porque aún no me ha conocido — se paró derecha y lanzó su cabello hacia atrás para dejar su torso al descubierto. Jeongyeon rodó los ojos.

— Bueno, tigre, ve por ella. Te veo al rato entonces, estaré con las chicas.

Jennie asintió y fingió usar su celular en el instante en el que se quedó sola, mientras pensaba en cómo acercarse. No había visto a la chica antes, así que probablemente no era de su facultad, o no solía frecuentar esa discoteca. Parecía una supermodelo. Tenía el cuerpo delgado y tonificado, la piel pálida y sin ninguna imperfección visible, y el cabello abundante y ondulado hasta la cintura. Vestía jeans azules y un corset fucsia, su maquillaje le daba una apariencia elegante y sus abultados labios eran el complemento perfecto. Estaba con un grupo grande de personas, pero ella resaltaba como una estrella. Emanaba seguridad, como si fuera conocedora de la belleza imponente que era. No había sido muy disimulada en cuanto posó sus ojos sobre Jennie. Le pareció una muñeca, con la piel bronceada tan atractiva y ese mini atuendo que poco dejaba a la imaginación. Estaba esperando a que se quede sola y tener la oportunidad de descubrir si la chica que la acompañaba era su novia o solo una amiga. No es que le importase mucho si estaba fuera del mercado, pero sabía que si la novia estaba presente en el mismo local, sus oportunidades caían considerablemente.

La chica sonrió apenas vio a Jennie sola al lado de la barra. Se acercó a paso confiado y la sorprendió cuando se veía absorta en su celular.

— Hola, guapa.

Jennie levantó la vista con gesto inocente, como si no hubiera fingido distracción para hacer que la chica se acerque a ella.

— Hola.

— ¿Estás tomando? — Jennie asintió — ¿Puedo invitarte algo?

Pensó rápidamente en sus opciones, y en cuál iba mejor con el papel que había decidido tomar esa noche. Jennie era una experta a la hora de coquetear y encandilar a las chicas que despertaban su atención, y con esa hermosa extraña planeaba soltar todas sus armas.

— Un daiquiri de fresa estaría bien — respondió con voz suave, mirando a los ojos a la recién llegada, que le devolvió una sonrisa.

— Una chica dulce — afirmó, y se volteó para darle la indicación al barman.

— No siempre lo soy.

— ¿Ah, no?

— Sólo si siento que vale la pena — se apoyó sobre la barra e inclinó ligeramente la cabeza. La desconocida bajó la mirada fugazmente por su cuello y sus pechos.

y Jennie se felicitó internamente.

— Inteligente. Me gusta — sonrió. — ¿Tu novia no tiene miedo de dejarte sola aquí?

— No tengo novia.

— ¿La chica con la que estabas?

— ¿Me estabas mirando? — la desconocida asintió con confianza, sin borrar su sonrisa. Jennie se puso nerviosa pero no lo demostró.

— Una belleza como tú es imposible que no llame mi atención.

— No te vas con juegos, ¿verdad?

— No si estoy con alguien que realmente valga la pena — recibió la bebida de Jennie y se la dio. — Para ti, bonita.

Jennie se llevó la copa a los labios y tomó un sorbo con los ojos fijos en su acompañante. Dejó que la bebida le humedezca los labios y se los relamió mientras dejaba la copa en la barra.

— La chica con la que estaba es mi mejor amiga. No tengo novia.

— ¿Es posible que alguien como tú esté disponible?

— No he encontrado algo que realmente me haga querer quedarme. Me gusta probar.

Los ojos de la chica se iluminaron al ver que tenía una oportunidad.

— Ya veo. Una buena forma de pensar para alguien tan joven como tú. Es bueno que experimentes antes de formalizar.

— No sabes mi edad.

— No, pero apuesto a que eres menor que yo. Te ves pequeña, pero madura — Jennie dio otro sorbo al trago.

— Tengo veintiuno, ¿y tú?

— Adivina.

— Veintitrés.

— Falta. Veinticinco, dentro de una semana, veintiséis.

— Te ves como si tuvieras mi edad.

— Me halaga, pero no. ¿Te asustan las chicas grandes?

— Me gusta un poco de madurez — contestó con una sonrisa tímida. Conocía a las chicas como ella, y si una chiquilla malcriada a la cual enseñarle era lo que quería, eso le iba a dar —. Me gusta aprender.

La chica rio.

— Dios, eres de otro mundo.

— ¿Cómo así?

— Guapa e inteligente, y sin novia.

Jennie jugó con su cabello y se emocionó por dentro al saber que estaba logrando su objetivo.

— ¿Y tú tienes novia?

— Mm, algo así.

— ¿Cómo que algo así?

— Es muy demandante y aburrida. Es una chiquilla inocente, ¿sabes? No me da lo que quiero.

— ¿Y por qué es tu novia, entonces?

— No lo sé, me entretiene, supongo.

— ¿Y dónde está ahora?

— En su casa. No creo que pueda con un ambiente así. Es muy niña para eso.

— ¿Ella está de acuerdo con que vengas sola?

— Ella piensa que estoy estudiando — rio. Jennie pensó que era una hija de puta, pero no le importó demasiado. Al fin y al cabo, quería lo mismo que ella, una noche y ya. No estaba para discusiones morales. — Pero todos ganamos aquí. Ella sigue ilusionada, yo le ayudo con eso, y mientras puedo pasarla bien aquí con una belleza como tú.

— Mm, no lo sé.

— ¿Qué no sabes, preciosa?

— No suelo meterme con gente que tiene novia.

— Por ella no te preocupes — bufó. — Tampoco es que vaya a ser mi novia mucho tiempo más.

— Aún así...

— ¿Qué posibilidad hay de tener una oportunidad contigo?

El corazón de Jennie se aceleró. Bingo. Había sido más rápido de lo que pensó, y ya tenía a esa belleza en la palma de su mano.

— No estoy con chicas con novia — suspiró y volvió a jugar con su cabello —. Pero si terminas con ella...

— ¿Ahora?

— Ajá. Estoy aburrida... tenía ganas de hacer algo más divertido.

— ¿Algo como qué?

— Eso lo dejo a tu consideración — le guiñó el ojo. — Pero ya sabes mi condición.

La chica la miró unos segundos mientras analizaba la situación. La verdad es que su novia no le importaba mucho, solamente era un pasatiempo fijo. Lo que verdaderamente quería lo conseguía en rollos de una noche, su novia era una anticuada romántica y no la dejaba ir más allá de algunos besos y toques sobre la ropa. Miró a Jennie, una mujer perfecta y sexy, con una mente rápida y coqueta, y analizó si valía la pena hacer lo que le pedía solo por tener una oportunidad con ella. Jennie le sostuvo la mirada, desafiante, mientras terminaba el contenido de su copa. Con fingida torpeza dejó caer unas gotas por su mandíbula, y se deslizaron hasta su pecho, resbalando entre los senos grandes. Esa imagen fue suficiente para convencerla.

— Está bien. La llamaré.

— Ay, no, no quiero drama. Envíale un mensaje y ya.

— Eres cruel.

— Dices que no vale la pena — se encogió de hombros —. Dale.

La desconocida suspiró y obedeció. Tomó su celular y escribió un mensaje rápido, en el que le decía que no quería seguir más con eso y que necesitaba cosas que ella no podía darle. Le quitó el volumen y lo metió en su bolsillo antes de recibir una respuesta, no quería peleas ni berrinches.

— Listo. No puedo creer lo que me hiciste hacer.

— No me meto con cualquiera, cariño. Valgo demasiado. Tengo que ver que están dispuestas a jugársela por mí.

— Me encanta tu forma de pensar. Una chica astuta.

— ¿Qué sería de la vida si no tuviera mis reglas claras?

— Tienes toda la razón, guapa — señaló la copa de Jennie. — ¿Quieres otro?

— No, gracias, está bien.

—  ¿Segura? Yo invito. Una chica como tú está para tratarla como una reina.

La menor sonrió.

— Segura. Si quiero algo te lo haré saber, ¿va?

— Claro — pidió un par de shots para ella y volvió a dirigir su atención hacia Jennie — ¿Cómo te llamas?

Jennie fingió indecisión.

— ¿Debería decírtelo?

— Terminé con mi novia por ti, me debes una.


— Tienes razón — suspiró. — Me llamo Jennie.

—  Un nombre tan dulce como tú. Te va bien.

— Gracias. ¿Puedo saber tu nombre?

— Verás, bonita, suelo darlo solamente si me aseguro que vale la pena. Luego la gente habla...

— Oh, ¿y yo no lo valgo?

— Claro que sí, pero debo estar muy segura. ¿Entiendes a lo que me refiero?

Jennie se mordió el labio inferior.

— Está bien. Pero para el final de la noche, vas a ver que tú misma me lo dirás sin que yo tenga que pedirlo.

La mayor se pasó la lengua por el labio inferior, encantada con su pequeño descubrimiento. Jennie era todo lo que le atraía en una mujer.

— ¿Bailas conmigo?

—Sí.

Dejó que Jennie pase primero y la siguió hasta la pista de baile. Quedó sorprendida frente a los movimientos de la menor: era sensual y delicada sin llegar a ser vulgar, se movía con gracia y soltura sin despegar los ojos de ella, y se veía totalmente conocedora de sus encantos. Se encargó de rozarla lo necesario para activar sus nervios y hacerla desear más, y sonrió cuando la mayor tomó sus muñecas para llevarlas sobre sus hombros y hacer que le rodee el cuello con los brazos. Unas manos delicadas se posaron sobre su cintura, y Jennie ronroneó del gusto.

— Te mueves tan bien.

—  Y eso que no has visto nada — se inclinó para que sus labios rocen los de la mayor. — Me muevo mucho mejor.

— Me encantaría verlo — se acercó un poco más, y cuando notó que Jennie no hacía nada por alejarse, atrapó el labio inferior de la menor entre los suyos. Lo chupó lento y suave, y cuando se separó, Jennie la sorprendió besándola con rudeza. Apretó el agarre en la delgada cintura y respondió el beso con el mismo entusiasmo.

Pasaron los siguientes minutos besándose en la pista de baile, las manos
traviesas tomando cada vez más confianza, ajenas a la multitud que las rodeaba.

El pulso de Jennie estaba acelerado y quería más. Se separó con la respiración agitada y las mejillas rojas, y la mayor se estremeció frente a la provocadora imagen.


— ¿Quieres ir a otro lugar?

— ¿Tienes a dónde?

La chica asintió.

—Me estoy quedando en un dormitorio individual en la residencia de estudiantes. ¿Está bien para ti?

Jennie asintió con efusividad y la volvió a besar, la lujuria recorriendo todo su cuerpo. Se inclinó al oído y susurró.

— Vas a ver que bien me muevo. No te vas a arrepentir de haber terminado con esa novia aburrida tuya.


Muchísimas gracias a betternayeon por dejar que pudiera adaptar está historia 💗!

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