Miré hacia la ventana, dónde en cabello rojo de Ayato estaba con Yui, como siempre. Quiero ser tu primer plato, rompe con ella, porque estoy aburrida.

Ayato desapareció cuando quité mi vista de la pareja, allí sólo estaba Yui. La rubia alzó la mirada y me encontró, yo solo la fulminé con la mirada y me levanté del marco de la ventana dispuesta a dar un paseo.

-¿Todo bien?- Gin apareció en la puerta de mi habitación..

-¿Y tu?- pregunté cruzándome de brazos.

-Ya sabes.-dijo-Te deseo suerte, llega bien- me sonrió.

-Te llegarán mis notas- reí.

-Eso espero.- rió ella.

Toqué los pétalos de las rosas con mis dedos y miré hacia adelante. Ya me había decidido, me iría, y nadie me pararía, ni ahora, ni nunca.

-¡Amalia!- gritó alguien detrás de mi.

Me di la vuelta y me encontré a lo lejos con la brillante cabellera roja de Ayato, que me decía que fuese con él con gestos.

-¡No!- negué con la cabeza- ¡No voy a ir!- exclamé.

-¿¡Por qué?!- exclamó él.

-¡Porque no has roto con ella!- grité.

Ayato se quedó serio mirándome y enfadado se acercó con rápidez a mí para cogerme por el cuello.

-¿Cómo te atreves?- escupió, agarré su muñeca.

-No sé a que te refieres- dije con dificultad mientras  sonreía, si que sabía a lo que se refería.

-La única persona que puede estar dentro de ti, soy yo- dijo y me tiró con fuerza al suelo, me quejé cuando me raspé los codos, Ayato se posicionó encima de mí con los ojos llenos de ira y me empujó con todavía más fuerza contra las piedras.

-Yo no soy nada para ti, si yo soy tu juguete, ¿Por qué no puedo tener el mío propio?

-Porque eres solo mía- enterró sus colmillos en mi cuello mientras rompía mis mayas de deporte, traté de quitarle moviéndome con brusquedad, pero lo único que conseguí fue que me apresara entre él y el suelo- Estate quieta, te voy a poseer.

-No lo hagas- supliqué.

-Ahora no te haces tanto la dura, ¿eh?

Y sentí miedo cuando lo escuché desabrocharse el pantalón.

-Hazte la valiente ahora.

Me quería ir ya.