-Te odio- dije sujetando el brazo de Ayato- Pero la odio a ella más porque te quiero a ti.

Ayato me sujetó más fuerte del cuello hasta alzarme un poco más del suelo. Cerré los ojos con fuerza sintiendo como me faltaba el aire. Un poco más y mi sufrimiento acabaría.

El cómo llegamos a esta situación es un poco indecente.

-¿Puedes dejar de alucinar?- dijo entre dientes.

-Di que estoy alucinando si sientes eso, pero tu sin mi no estás bien- y era cierto, ¿Cómo iba Ayato a sobrevivir sin la mujer que le daba el sexo de su vida? 

-Ayato, este no es sitio para actividades cómo esta- dijo la voz de Reiji detrás de nosotros, si, estábamos en la academia.

-Me las veré contigo después- dijo Ayato y me soltó bruscamente, cogí aire mientras veía cómo se marchaba.

Sólo soy un puto juguete y lo acabo de admitir. Abrí la boca con toda mi furia y hablé:

-Eres un capullo con la polla pequeña que sólo me utiliza para satisfacerse así mismo, ¿Así tratas a tu prometida?

-No eres mi prometida porque Yui resulta más suculenta que tú.

-Eres consciente de que la sangre de Amalia es más suculenta que la de Yui, ¿Verdad?- le dijo Laito a su hermano.

-Dije eso para provocarla- contestó el pelirrojo.

-Tío, si la provocas la perderás como yo perdí a Ashahi.

-No, no la perderé- Ayato miró al castaño.

-¿Cómo estás tan seguro?- preguntó Raito.

-Porque ella me quiere.

-Si, tanto cómo me quería Ashahi.