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Papeleo


Una semana después Bruce se encontraba sentado frente a Clark en una larga mesa de caoba barnizada, junto a ellos, a cada lado de la mesa estaban sus respectivos abogados.

—No hubo acuerdo pre nupcial que impida al señor Kent quedarse con la mitad de los bienes de la fortuna Wayne— Decía uno de los hombres de traje y con sosos anteojos que lo hacían verse más viejo de lo que realmente era.

—Eso ya lo sabemos, sin embargo, mi cliente, el señor Wayne no ha puesto resistencia a sus peticiones, las cuales, solo incluyen conservar su trabajo en Daily Planet, del cual, el señor Wayne es dueño—. El otro hombre bien vestido revisaba un puñado de papeles en la mesa mientras leía una y otra vez la demanda de divorcio.

Bruce permanecía inmóvil cruzado de brazos con su vista afilada clavándose profundamente en los ojos azules de su aún esposo. Este a su vez intentaba concentrarse en algo que no fuera sus nerviosas manos temblorosas sobre la mesa. Ambos oían el incesante hablar de los abogados, pero ninguno escuchaba realmente lo que decían.

—Clark, acepta alguna de las propiedades Wayne, quédate con la casa de playa...— Bruce interrumpió así la enfrascada discusión entre los abogados.

Clark de inmediato alzó la vista con total sorpresa, sabía a lo que se refería el magnate de Gotham, pues esa era la casa dónde pasaron su luna de miel y dónde, implícitamente, Bruce demostró el verdadero amor que sentía por él.

—No... No me interesan tus propiedades— tosió ligeramente para aclararse la garganta —Eres solo tú quien me interesa— pensó, pero lo que salió de su boca fue muy diferente —Solo quiero dejarte en paz—.

Bruce tragó saliva, parpadeó lentamente y finalmente suspiró —Continúen, el señor Kent, conservará su puesto de trabajo, no tendrá ningún tipo de aumento salarial y su hijo Conner Kent recibirá de regalo un departamento completamente amueblado que no podrá cambiar a su nombre hasta que cumpla la mayoría de edad— Decidió sin esperar el consentimiento de nadie, porque él era Bruce Wayne y hace lo que quiere.

—¡¿Qué?! ¡No!— protestó Clark antes de ser interrumpido por un abogado.

—Listo. solo tendrá que esperar a mañana para firmar unos cuantos papeles de traslado y certificar cual de los departamentos Wayne quiere dar al joven Kent. Mientras tanto ¿El edificio seguirá a su nombre?—

—No, quiero que lo pasen a nombre del señor Kent.—

—¡No lo aceptaré!— Gritó Clark al mismo tiempo que se ponía de pie. —¡Esto es exactamente el por qué nos divorciamos, Bruce. ¡Tú siempre decides sobre la vida de los demás e impones lo que te da la gana!— Clark estaba furioso, Bruce únicamente alzó la ceja, escuchando con paciencia y frialdad lo que tenía que gritarle su casi ex esposo.

—Bueno, entonces no hay problema, el apartamento se quedará a mi nombre hasta que Conner Kent tenga la mayoría de edad y su firma tenga validez, mientras tanto ya puede hacer uso del lugar— Bruce habló con calma y seriedad, como si de un negocio se tratara, los abogados no dijeron absolutamente una palabra fuera del marco legal que les competía, Clark volvió a tomar asiento dándose cuenta de lo bochornosa que era la situación al andar ventilando sus problemas maritales de esa forma.

—Prosiguiendo con el papeleo, la última condición del señor Wayne para firmar los papeles del divorcio es...— El abogado hizo una pausa para leer bien lo que estaba escrito en el papel, una vez corroborado continuó: — Una ultima noche marital en el hotel de su elección... Eso significa, en lenguaje coloquial, una última sesión de sexo matrimonial.— de no haber sido un profesional de las leyes, el pobre hombre habría sufrido un tremendo sonrojo al leer el documento.

Clark por su parte empezó a toser como loco casi ahogándose, Bruce permaneció impasible y el otro abogado intento en vano esconder una sonrisa divertida.

—¿Acepta la condición, señor Kent?— Bruce esperaba impaciente la respuesta de su próximo ex esposo, Clark tenía la cara rojo tomate y buscaba las palabras adecuadas que decir, dudaba que sus músculos le respondieran de alguna manera, después de un rato se vio a él mismo aceptando la condición con un leve y repetitivo asentimiento de cabeza. Bruce al fin pudo soltar el aire retenido en sus pulmones a modo de suspiro. Creyendo que todo había acabado, Clark hizo ademán de ponerse de pie.

—Señor Kent, debe aceptar con palabras y firmar esta clausula, lo que nos lleva un paso más cerca del trámite final.

—Ac...Acep...— Clark tosió un poco para pasar el bochorno. —Acepto tener sexo contigo, Bruce...— Al momento de decir eso detuvo su profunda y azul mirada en los ojos del hombre que aún amaba. Momento sumamente romántico de no ser porque la palabra sexo y la presencia de los abogados le quitaba todo lo delicado posible.

—Bien, todo está en orden, pueden retirarse— La voz de Bruce sonó elocuente y cómo la de todo un ejecutivo que acaba de dar por terminada una reunión con sus empleados, la diferencia fue que en ningún momento sus ojos dejaron de ver a Kal y que dentro moría de ganas por saltarse encima a y terminar de una vez por todas con la asfixiante falta que le hacia probar una vez más los labios del súper hombre, además de extinguir la necesidad de siquiera rozar su piel con la de Clark.  Uno de los abogados estaba a punto de alegar que Kent no firmó la clausula de aceptación, pero el otro abogado, mayor y más sensato le señaló que lo mejor era marcharse.

Así quedando solos en la habitación Bruce colocó sus manos sobre la mesa, gesto que Clark atendió colocando las suyas sobre las de su esposo.

—¿Por qué me torturas así, Bruce?— Kal sonreía de forma que Bruce no podía clasificar, pero le encantaba.

Superman se elevó en el aire, sin soltar la mano de Bruce sobrevoló la mesa que los dividía, para no romper el contacto el millonario se puso de pie y esperó hasta que Clark se posicionó en frente de él.

—Supongo que somos un par de masoquistas— Los labios de Bruce eran la tentación más grande a la que se había enfrentado Superman, tenerlo tan cerca y saber que su esposo aún lo amaba era increíble.

Bruce no quería admitir que si Clark rechazaba su condición de divorcio su corazón no lo soportaría y quizás daría por terminado todo lazo que alguna vez los unió. Pero no fue el caso y ahora estaban de pie uno frente al otro, viéndose a los ojos como un par de idiotas enamorados.

—Quiero hacerte el amor aquí mismo...— El cuerpo del caballero oscuro vibró de excitación al escuchar esas palabras, reuniendo todo el autocontrol que tenía detuvo a Clark justo en el momento que que lo rodeaba por la cadera y acerca sus labios para besarle.

—No quiero que nuestra última sesión de hacer el amor sea sobre una mesa de caoba en la oficina de un despacho de abogados...— de la bolsa de su pantalón sacó una tarjetita que contenía la dirección de un hotel, junto con una hora específica. —No te preocupes por la cuenta, la pagaré yo.— bromeó Bruce al descubrir que Clark reconocía lo costoso del lugar donde se llevaría a cabo el encuentro. —Nos veremos allá, se puntual— Antes de marcharse Bruce se atrevió a jalar por el cuello a Clark, con deliciosa impaciencia beso los labios que tanto deseaba probar una vez más desde que se separaron. Clark correspondió al instante y después de un breve momento de besos húmedos y demandante por fin se separaron, no hubieron más palabras, lo único que interrumpió el silencio formado fueron los pasos de Bruce y la puerta cerrándose cuando salió del lugar.

Cómo Clark ya lo sabía, sé enamoró de la persona más compleja que jamás conoció.

Pero era esa misma complejidad era la que no permitía que pudiera dejar de amarlo.

  Una vez solo y con el exquisito cosquilleo aun en sus labios después del ansiado beso que Bruce le dejó, Superman se preguntó en qué estaría pensando ese enigmático hombre del que simplemente no se podía alejar...

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