«CAPÍTULO XXV»
Justo ahora, HeSong podría escupir y saldría fuego de su boca. Después de la ceremonia había tenido que aguantar todo un largo e intenso repertorio por parte del consejo, acerca de JiMin y sus inapropiadas prendas de vestir para algo tan sagrado como lo era una "Ceremonia de Unión". Vestido de negro como un maldito velorio, a lo que HeSong intentó explicar que era una tradición de su pueblo, una que nadie le interesaba en absoluto.
El alfa había respirado hondo y apretado las manos en puño por debajo de la mesa, intentando contenerse cuando todos esos cadáveres andantes no dejaron de criticar su pésimo control sobre un simple omega; poniendo en duda su regencia. Ahora, con los labios apretados y el ceño fruncido, HeSong miraba desde lejos mientras se daba un trago, observando al omega. Dejó a un lado la copa vacía y acercó a la mesa donde los recién casados hablaban.
JiMin le decía algo a JungKook al oído a lo que este reía y le acariciaba la mejilla «¡Por la Luna! ¡No se suponía que resultara así!». HeSong sintió su estómago revolverse y su pecho vibrar, la nauseabunda sensación al ver tal cuadro, y aún así creando toda una máscara de serenidad y aceptación.
—Gran velada para la nueva pareja —los ojos de ambos, alfa y omega se posaron en los suyos. HeSong captó la tensión del omega. JungKook asintió estoico.— Pido permiso para robar por al nuevo omega de los Jeon—agregó, extendiendo una mano en reverencia.
Todos los asistentes prestaron su atención en el intercambio, era ley que el padre del novio bailara con la pareja del mismo, y HeSong no estaba nada interesado en esa tradición hasta que esos malditos lobos viejos le recordaron tal cosa.
JiMin observó la mano como si tuviera algo muy asqueroso y ofensivo en ella. Apretó la mandíbula y desvío la mirada a JungKook quien parecía enojado. El omega se inclinó y besó con suavidad los labios del alfa, aceptando la mano de HeSong, quien lo condujo al centro de la pista. Ambos colocándose en perfecta pose al toque de la melodía. JiMin tuvo que dejar a un lado su desagrado y seguir el ritmo, incluso soportar cuando ambos cuerpos estuvieron separados por escasos centímetros.
—¿Acaso no le fue entregado su ropaje de ceremonia? Fue enviado a menos de la reina bajo mi orden —susurró HeSong en su oído. JiMin dio una vuelta y regresó en un giro, su mano cayendo sobre el hombro del alfa y la otra en la del rey.
—Veo que el consejo no fue indulgente —contestó con una sonrió.
La mandíbula de HeSong se apretó dolorosamente, ambos sin dejar de moverse. JiMin vió hacia la mesa donde JungKook ya no estaba, observó alrededor, entre vuelta y vuelta viéndolo mantener conversaciones con algunos hombres de costosos trajes.
—¿Lo hiciste a propósito? ¿Acaso intentas poner en duda mi autoridad? —gruñó HeSong. JiMin lo miró directo a los ojos.
—Incapaz, mi señor. Es usted y su consejo quienes no paran de de empujarme a la desobediencia —aclaró, quedando de espaldas a HeSong mientras este tomaba ambas manos del omega, marcando sencillos y repetidos pasos.— Primero prohíben la asistencia de mi familia, y después, quiere que use ese horrendo vestido. Mi paciencia tiene un límite —el giro fue brusco. HeSong estaba enojado.
—Bueno, espero que su actitud tome matices menos insolentes apartir de ahora —JiMin apretó los labios.— Desde hoy eres un Jeon. Un omega Jeon. No seré tolerante a cualquier falta —la melodía finalizó.
Ambos hicieron una venia.
—¿Espero que eso no sea una amenaza, rey HeSong? ¿Cansado de fingir ser un buen hombre? —sonrió. El alfa dio un paso en clara provocación, sintiendo todas las miradas en su persona.
JiMin se acercó y limpió una inexistente pelusa del traje que portaba el rey.
—No se equivoque, rey Jeon. En esta vida solo responderé ante dos alfas, Park MinHo y Jeon JungKook. La Luna ha decidido que ese sea mi destino, no usted. No le debo nada.
Las venas del cuello del alfa se marcaron del terrible insulto que arrasaba su cuerpo. El rey dio media vuelta y alejó, destilando ira contenida. JiMin tomó aire, aún sorprendido por el arrebato del hombre.
—La paciencia no es una virtud de los Jeon. Suelen mostrar los colmillos con facilidad.
JiMin apretó los labios, una sonrisa se asentó en sus labios dando media vuelta y encontrando el rostro sonriente de SeokJin, quien extendía una copa de vino en su dirección.
—Bienvenido a la monarquía más sanguinaria de todas —chocó ambas copas.
JiMin pestañeo aturdido, tomando un trago, frunciendo el ceño entre curioso y divertido.
—¿Esa no debería ser la suya, emperador? —preguntó por lo bajo.
SeokJin alzó una ceja en su dirección y riendo, tapando la acción con una mano, negando. Sus largos y blancos cabellos se movían en consecuencia. JiMin se tomó un momento para admirar la belleza frente a él.
SeokJin iba forrado en dorado, como si cada parte de su cuerpo hubiera sido tocado por oro viejo. Sus hombros estaban descubiertos, al igual que sus clavículas, sin embargo, la camisa de gruesa tela abrazaba sus brazos y torso, a juego con un bello pantalón de pinzas a media pierna, corte recto y zapatos de tacón sujetos al tobillo por un broche en forma de lobo. Discreto y representativo. No llevaba corona, de hecho desde su primer encuentro, JiMin nunca lo había visto usar una.
SeokJin parecía flotar y estar en su propio mundo, los ojos claros se asemejan a los de alguien que definitivamente ha vivido y visto a lo largo del tiempo, caminado en el infierno y regresado. Le recordaba a Igna, una loba antigua y sabia, encerrada en la conciencia de un joven que apenas comienza a vivir.
—Es algo muy osado de tu parte preguntar eso —contestó mirando alrededor como si buscara algo, sus labios se movieron en una mueca.— Aunque quizás tengas razón, ¿Verdad? Eso es lo que dicen los rumores —sonrió como si le divirtiera—. Que soy un omega loco, sediento de sangre y maldecido por los dioses.
JiMin apretó la copa entre sus dedos.
—No quise ofenderlo, emperador.
SeokJin levantó la mano y acarició la mejilla del pelinegro, quien siguió el movimiento atento, alejándose con esa expresión afable suya.
—No lo has hecho. No podrías.
JiMin bebió un sorbo de vino, sus ojos captaron los de JungKook quien le regaló una sonrisa, aún atrapado en algún tipo de debate. Al parecer, ahora que finalmente se había casado y por tanto su toma de la corona estaba más cerca que nunca, sería solicitado para la más mínima estupidez.
JiMin miró el vino en su copa y sintió el pecho vibrar, así como un peso en la boca de su estómago, tragó saliva sintiendo sus labios repentinamente secos. Volteó a ver a SeokJin quien parecía perdido en la figura de HoSeok a lo lejos. JiMin casi se echa a reír al ver aquellos que posiblemente habían sido los primeros en apoyar su decisión de destierro, hablar con HoSeok y JungKook.
Los dedos de SeokJin se apretaron alrededor de la copa, los nudillos blancos y la mandíbula tensa en obvio desagrado.
—He oído mucho de usted —llamó la atención del omega, quien pestañeó antes de poner toda su atención a las palabras dichas—. Los rumores no son fáciles de digerir.
—Estoy seguro que me han engrandecido más allá de mi propio valor —contestó SeokJin con tono tenso, incluso si con un suspiro el malestar parecía irse. JiMin asintió y bebió otro sorbo de vino.
—Dicen que mató a su hermano.
—Y lo hice —aceptó sin contemplaciones. JiMin incluso con todo lo impresionado que estaba se mantuvo ecuánime.— Con su propia espada. Fue uno de los mejores momentos de mi vida —sonrió, sus ojos brillaron—. Lo abrí en canal durante una noche de lluvia. Después de eso mi pueblo estuvo de fiesta por días.
JiMin conoce muy poco de la historia de Utrait, aunque el resumen podría ser: "Dictadores, omegas violados, asesinados y mucha mierda bajo la alfombra hasta la toma de poder de SeokJin."
—Entonces no es un dictador —concluyó JiMin, el omega se encogió de hombros.
—No lo sé, me gusta pensar que hice lo que nadie más tuvo el valor de llevar a cabo —ambos pares de orbes se encontraron, la intensidad y el brillo en los de SeokJin era arrolladora—. Tal peso es algo difícil de tomar.
JiMin asintió.
—Su reino hoy es un lugar seguro gracias a ese sacrificio.
—He participado y comandado cada afronta desde mi toma de poder, ni siquiera HoSeok ha podido cambiar eso —se lamió los labios.
JiMin captó el temblor en una de sus manos, al parecer había tocado un tema aún difícil para el monarca.
—Maté por lo que hoy tengo y haré lo que sea por conservarlo —sonrió.— Quizás deberías aplicar esa lógica en tu vida—entrecerró los ojos—. Matar y aniquilar a todo el que se interponga suele dar muy buenos resultados.
JiMin no dijo nada al respecto, no es como si tales palabras fueran vacías o media población pertenecientes a las casas reales no las encontraran aplicables. En la realeza, cortar cabezas era la vía más rápida y difícil al poder, todo colgaba de un hilo.
—¡Por la luna!. Esta fiesta es tan aburrida —rezongó SeokJin rodando los ojos, dejando la copa vacía en una charola que portaba la servidumbre y tomando otra llena.
—Está muy lejos de ser lo que imaginé —apoyó JiMin—. ¿Cómo fue la tuya?
—Un asco total. Fui herido durante un atentado, la herida era enorme y llevaba vendas en todo el torso. HoSeok me obligó a levantarme y casarme con él —ambos rieron, JiMin no podía imaginarse tal escena—. No pude bailar, pero él me abrazó toda la noche mientras los tambores sonaban y mi pueblo celebraba nuestra unión. Fue uno de los mejores días de mi vida.
El cariño, la suavidad era tan obvia que incluso JiMin pudo saborear sus matices. JiMin sonrió y miró hacia allí, donde estaba JungKook y su hermano mayor, a los que TaeHyung se había unido.
—Lo amas—susurró JiMin. SeokJin asintió sin ápice de duda.
—Él y mis cachorros son todo lo que tengo. HoSeok es lo único que se interpone entre HeSong y yo.
—Pensé que sólo habían sido un par de palabras —dijo con cautela. SeokJin bufó, la molestia se dibujó con rapidez en sus bellas facciones.
—Claro, y la visita de un asesino a la habitación de mi hija menor. HoSeok no lo sabe, claro. Ese hombre juega sucio, mantén los ojos abiertos —miró la copa por largos segundos—. Aunque temo que ya es demasiado tarde.
JiMin frunció el ceño, el rostro de SeokJin cambió a júbilo y dejó la copa en algún lugar tomando la mano del omega.
—Bailemos un poco.
—¡¿Juntos?! —gritó bajo con una risa—. ¿Acaso quieres que todos colapsen?
SeokJin giró, casi chocando. El emperador se acercó lo suficiente para que el aliento con toques aromáticos de vino le impactara en el rostro. Los omegas en Craenia no podían compartir piezas de baile como pareja, tampoco dos alfas.
—Mi querido JiMin, por si no te has dado cuenta, mi vida sólo tiene dos propósitos —alzó el dedo anular.— Ser feliz con mi esposo e hijos... —alzó el del medio—. Y molestar alfas asquerosamente insoportables.
SeokJin suspiró dramático y malicioso, mirando hacia donde estaban el trío de hermanos.
—HoSeok está algo ocupado al igual que JungKook. Entonces, ¿qué deberíamos hacer nosotros?
JiMin ladeó el rostro, una lenta sonrisa se mostró en sus labios.
—¿Molestar a los alfas asquerosamente insoportables?
SeokJin giró y besó su cachete sonoro.
—Aprendes rápido. Me gusta.
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JungKook no dejó de observar a JiMin en toda la noche, estaba intranquilo, como si algo estuviera realmente mal, no le gustó el porte de su padre al acercarse a la mesa, por ello mantuvo un ojo en ambos, ya que negarse era imposible.
No había dejado ir un solo paso de JiMin incluso cuando fue llamado por un grupo de funcionarios apenas el omega se había alejado, ni siquiera el día de su boda dejaban de ser un completo fastidio. Su hermano HoSeok había llegado a su rescate, su padre se había ido a una esquina, sentado junto a su madre que lo ignoraba por completo y TaeHyung se había sumado un rato después.
JiMin compartió palabras con SeokJin, se rieron y por momentos parecía que el intercambio tomaba matices serios. JungKook apartaba la mirada escasos segundos, entre el deber y la preocupación por algo de lo que ni siquiera tenía conocimiento. Se habían casado, ahora siendo ambos alfa y omega, el todo.
La escolta de JiMin se mantuvo al margen, respetando el hecho de que ahora era oficialmente un Jeon.
JungKook se dio un trago y frunció el ceño cuando SeokJin se acercó a los artistas y habló con estos entre susurros, solo dio tiempo a que HoSeok se tensara y dijera «Por la luna», cuando la tonada cambió a una rápida y vivaz. SeokJin llamó a JiMin a la pista, se saludaron y como si todos no estuvieran convulsionando al ver dos omegas presentarse como pareja en la pista, se dispusieron a bailar.
JungKook observó impresionado a JiMin levantar ambas manos, aplaudir, y moverse entre giros y ligeros saltos que sincronizaban perfectamente con los de SeokJin, tomándose de las manos y dando vueltas en los brazos del otro, encontrando a HoSeok aplaudiendo a su esposo, quien no hacía más que reír y pavonearse.
JungKook sintió todo en él temblar, conectando miradas con JiMin mientras el omega jadeaba y se movía en una especie de zarzuela, levantando las piernas y deslizando los pies por el suelo como si nada. JungKook se encontró yendo allí, oyendo maldiciones, importando poco cuando tomó la mano de JiMin y acompañó, incluso si ni siquiera sabía muy bien qué hacer.
JiMin rio contento, giró a su alrededor, y lo instó a seguirlo, moviéndose un poco más lento. Mirándose a los ojos y perdidos en su propio mundo. Cuando la melodía finalizó, ellos solo estaban allí, besándose.
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NamJoon rodó los ojos en cuanto JiMin comenzó a bailar, viendo la sonrisa genuina del mismo en esas piruetas y aplausos. Más de uno se notaba indignado, pero ambos omegas parecían inmunes.
Un joven beta entró corriendo, pidiendo a Evanik acompañarlo, NamJoon asintió cuando el gamma dejaba un suave apretón en su cintura y desaparecía a través de la puerta principal.
NamJoon observó a JiMin moverse entre los brazos de JungKook y compartir un beso.
Llámenlo idiota, pero tenía fe en esos dos. El albino se dio un trago de vino y miró alrededor, alzando la copa hacia TaeHyung, el joven desvío la mirada con las mejillas sonrojadas como si hubiera sido descubierto. NamJoon se encogió hombros y le restó importancia, tensando cada músculo cuando la pesada mano de Evanik cayó en su hombro, encontrando su rostro serio y ojos azules, viéndose mortal en ese momento.
Evanik no habló, dio media vuelta en clara petición de seguirlo.
NamJoon sintió su corazón acelerarse mientras la ancha espalda se alejaba, volteó hacia donde estaba JiMin, este con la mirada puesta en sí. El omega se obligó a sonreírle, incluso si sentía que algo muy malo estaba por ocurrir. NamJoon se movió rápido y salió, encontrando a Evanik junto a un joven de cabellos negros y piel tostada con ojos rasgados.
—ShinHa —susurró al ver al chico, quien apenas llevaba unos meses en el ejército. Este hizo el obligatorio saludo militar, su rostro denotaba cansancio. NamJoon observó al pelirrojo, de brazos cruzados y en clara tensión—. ¿Qué hace aquí?
—Pregúntale a ShinHa —respondió Evanik, señalando al chico.
NamJoon sintió su cuerpo temblar y a Igor gemir agónico, escuchando cada palabra.
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JiMin captó el momento justo en que NamJoon salía detrás de Evanik, aún así decidió recostar la cabeza en el pecho de JungKook y dejarse envolver por su calidez.
—Dentro de poco podremos retirarnos —JiMin gimió de alivio al oír eso—. Nos iremos al sur, no quiero que tengas tu celo aquí.
—¿Recién nos casamos y ya tomas decisiones por mí? —el tono jocoso en su voz hizo sonreír a JungKook, se encogió de hombros.— Está bien, necesitarás todo ese toque alfa para poder sobrevivir a mi celo —JungKook abrió los ojos en grande, JiMin rio—. Tranquilo, no voy a gastarte.
JungKook bufó.
—No estoy muy seguro de eso.
JiMin se alejó y besó sus labios.
JiMin sintió tensar su cuerpo, una sensación desagradable que recorrió su anatomía desde los pies a la cabeza. Repentina e injustificada. Su loba levantó la cabeza curiosa. JiMin desvió su atención hacia la puerta, donde algunas personas parecían mirar curiosos.
JiMin caminó hacia allí, recordando que Evanik y NamJoon habían salido, encontrando a la pareja en una ferviente discusión.
—No te atrevas a hacer esto. Por favor, Evanik.
—¡¿Si no es ahora cuándo, NamJoon?! —gritó el gamma, listo para pasar del omega.
—He dicho que no —masculló. Evanik no estaba escuchando—. ¡Es una maldita orden, Evanik!
NamJoon parecía fuera de sí, ojos abiertos y respiración errática. El gamma lo miró como si le doliera ese compartimiento. NamJoon caminó hacia Evanik, tomando el pálido rostro con ambas manos.
—Por favor, no hagas esto, no hoy. Déjalo ir.
—Está muriendo, NamJoon —susurró el gamma—. No puedo limitarme a callar.
—¿Quién está muriendo? —preguntó JiMin bajando los escalones y acercándose a la pareja, quien lo veían como si él definitivamente no tuviera que estar ahí.
JiMin captó otra figura, sonriendo cuando lo reconoció.
—ShinHa —se acercó y abrazó al joven chico —. ¿Qué haces aquí?. Por la Luna, estás enorme. El ejército te ha hecho bien.
—Gracias, su alteza —susurró, mirando de soslayo a NamJoon y Evanik. En la entrada JungKook atento a todo.
—¿Qué haces aquí? —inquirió el omega, sin embargo, el joven desvió su mirada. JiMin giró a ver a NamJoon, nervioso y temblando. Evanik no estaba mejor.— ¿Qué está pasando?. ¿Por qué se comportan como si algo muy malo estuviera ocurriendo? —nadie dijo nada.
JiMin sintió a Igna removerse inquieta, su pecho dolió, los nervios atacando de repente junto a una incertidumbre enorme. JiMin observó a NamJoon, en sus manos había un papel arrugado. JiMin se precipitó hacia adelante, intentando tomarlo, pero NamJoon se lo impidió.
—Dame eso.
—JiMin, por favor —la súplica en la voz de NamJoon fue todo lo que necesitó para confirmar que algo estaba realmente mal, y si ShinHa era el portador de tales noticias, entonces estás venían desde casa.
Los ojos de JiMin ardieron, extendió la mano, tragando el nudo en su garganta, imaginando muchas cosas.
—JiMin...
—La carta, NamJoon. Ahora —el omega negó, una lágrima rodó por la mejilla de NamJoon.
Evanik cerró los ojos y miró al cielo como si necesitara fuerzas. JiMin sintió la presencia de JungKook justo a sus espaldas.
—Es una orden de tu príncipe, Kim NamJoon.
NamJoon cerró los ojos, temblando ante la orden, mirando el papel entre sus manos antes de finalmente entregarlo a JiMin.
El tiempo se detuvo mientras el omega leía las líneas. El aroma de JiMin se elevó a la estratosfera: miedo, dolor y rabia, así como una tristeza apabullante mientras finas gotas de lluvia comenzaban a caer. Parecía que los dioses comprendían sus desastre de emociones y querían acompañarlo en su pena.
JiMin giró a ver a ShinHa con manos y voz temblorosa.
—¿Qué es esto? Es una broma de muy mal gusto —acusó con voz rota y las lágrimas comenzando a caer, incluso si se mantenía en pie.
JungKook le quitó la nota y leyó cada palabra, girando hacia su familia y después a JiMin, quien golpeó el pecho del joven mensajero.
—Estás mintiendo. Esto no... no puede ser... —cerró los ojos y negó con fuerza—. ¿Quién te crees para traer esto?
—Fueron órdenes del rey —susurró ShinHa.
JiMin negó con fuerza, como si de otra forma no pudiera, tragando y soltando un sollozo que lo hizo buscar aire.
—No —negó.— Esto no puede ser... —volvió a golpearlo—. No puedes hacerme esto. Los dioses no pueden castigarme así. No hoy.
—Lo siento...
JiMin se alejó del chico con furio. El estruendo de una bofetada barrio el lugar. ShinHa ni siquiera pestañeo ante el impacto en su mejilla.
—¡No te atrevas a disculparte. ¡Ella no está muerta! —gritó JiMin, perdiendo todo control.
JungKook se acercó a su omega, todos los demás estaban demasiado impactados con la escena para hacer algo. JiMin se removió con fuerza, listo para alejarse de JungKook y maldecir su alma, con gruñidos, gritos y odio vocal, rompiendo el corazón del alfa al dejar ir un gemido lastimero, éste llegó con tanto dolor que el mundo pareció temblar por ello.
JiMin parecía agonizar entre lágrimas, espasmos y gritos.
TaeHyung y YooNa observaban todo con ojos abiertos, mientras HeSong tan impasible como podía, solo bajó la mirada. HoSeok volvió a mirar a SeokJin, la pregunta implícita ahí «¿Lo sabías?» El emperador desvió la mirada y entró al palacio, prefiriendo estar lejos de toda esa tristeza.
—JungKook —susurró con la voz quebrada —JungKook por favor, por favor...
—Dime qué necesitas —pidió el alfa. el omega tembló y levantó la vista, sus ojos rojos y los labios temblorosos.
—Llévame a casa, por favor.
El alfa asintió, lo tomó entre sus brazos y besó su cabello.
—Tranquilo omega, tu alfa te llevará a casa.
La diosa Luna apartó la mirada mientras la lluvia se convertía en un aguacero y el dios lobo aulló por el dolor de uno de sus hijos.
JiMin clamó en su pecho junto al aullido agónico de Igna. La maldad no tenía límites, y las fichas habían comenzado a moverse.
Park JiMin, omega y heredero a la corona de Asmax:
Debes regresar a casa, tu hermana ha sido atacada, peligra de muerte.
Quizás para cuando leas esto ya sea tarde. Te amo.
Tu padre, alfa de la corona y rey, Park MinHo.
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Final del primer libro.
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