«CAPÍTULO XVII»
Había algo primitivo en la lucha, algo capaz de encender la sangre y acelerar el pulso hasta llegar al punto de euforia. Algo que para era JiMin, era completamente excitante; al punto de ser orgásmico.
JiMin sostuvo la espada de madera, sonrió e hizo una reverencia en dirección a NamJoon. Ambos se colocaron en posición de ataque. Dos omegas sudados y excitados en una pelea de espadas. Muchos tendrían con qué entretenerse en la noche.
NamJoon atacó primero, directo a la zona del abdomen, tocando los costados como si jugara a hacerle daño.
JiMin sonrió, esquivando con rapidez, dando media vuelta y alejándose. Levantó la espada con una sonrisa bailando en su rostro. Ambos se movían al mismo tiempo, chocando y poniéndose en ello. JiMin sintió a Igna gruñir, y a Igor responderle con igual ímpetu. Dos omegas buscando la victoria. La rivalidad no sólo se veía entre alfas.
NamJoon envió una patada al centro del abdomen de JiMin, haciéndolo jadear. Dejando caer la espada a la altura de su cuello.
Primera advertencia.
El choque de espadas tomó auge, una y otra vez, ambos expertos con ellas, moviéndose como si ambas armas fueran una extensión de su cuerpo.
NamJoon gruñó al ver a JiMin acercarse con fuerza, pisando y arrinconando su cuerpo sin dejar de blandir la espada. NamJoon giró intentando alejarse, fallando en el intento, JiMin lo tomó de una mano, atrajo así y utilizó su espalda como palanca, apoyado en su pierna semi-flexionada logrando echarlo al suelo.
NamJoon vió caer su espada lejos, riendo en el piso de arena. La espada de JiMin tocó su cuello, ambos se miraron a los ojos. «Lo dejé ganar,» «Claro que sí,» molestó Igor. NamJoon rodó los ojos ante la actitud del animal.
JiMin lo ayudó a levantarse, dándole un último abrazo a res de dejarlo ir. Evanik y Iliana reían burlones. Por la diosa. Ese había sido el peor combate de la historia.
—Si ya ha terminado de hacer todo un espectáculo, le pido amablemente que se vaya —la voz llegó desde un costado.Un hombre alto, con cara de pocos amigos y brazos cruzados sobre a la altura del pecho. Todo un alfa.
JiMin sonrió por la actitud pedante del hombre, y la forma en que lo miraba, junto a esa necesidad de dejar salir su aroma por todo el lugar.
—Agradecería mucho que nos dejara entrenar. Nosotros, los alfas, tenemos un país qué defender.
JiMin miró a NamJoon quien parecía querer reír. El omega dejó la espada de madera a un lado y caminó hacia el alfa, Evanik y Iliana miraron a otro lado. No, por la Luna.
—¿Tiene algún problema, soldado? —preguntó JiMin mirándolo de arriba hacia abajo. El alfa se mantuvo en silencio mirando a JiMin como un insecto.— ¿Ahora es mudo? Le he hecho una pregunta, ten la educación de responder, alfa —la sonrisa, el tono, la mirada, era obvio que la palabra "alfa", fue usada como burla. El hombre se cuadró de hombros.
—Nunca, su majestad —le regaló una sonrisa y miró a los soldados detrás de él, algo divertidos. Eso pareció entonar más su sentido del humor.— Solo no queremos que se haga daño, ¿verdad muchachos? —los gritos y chiflidos a favor, fueron feroces.
—No te preocupes, creo que algunos de tus chicos... —miró a un pequeño grupo que bajó la cabeza avergonzado. JiMin le había pateado el trasero a cada uno sin miramientos.— Saben que puedo cuidarme sólo—el hombre pareció respirar demasiado fuerte.
Detrás de JiMin, NamJoon se tensó en espera de la respuesta del alfa. Evanik y Iliana no estaban mejor.
—Este no es lugar para omegas. Aún si es un príncipe, esa es la ley.
JiMin apretó la mandíbula y las manos. Sonrió y dio media vuelta, sintiendo la satisfacción en el aire. El aroma del alfa, era algo como «pino y caramelo», olía fatal. Igna gruñó, molesta por el desafío.
JiMin tomó la espada de madera del suelo, alzando la vista alrededor, encontrando a JungKook y TaeHyung. El alfa lo observaba como si no lo conociera y JiMin se sintió más molesto. No quería irse, no lo haría. Era un omega y un maldito príncipe.
«Juguemos», susurró Igna con júbilo, más emocionada que nunca. JiMin giró encontrando al chico siendo agasajado por su grupo.
JiMin tiró la espada de madera a un lado.
—Entonces no tendrá ningún inconveniente en ir en contra mía.
Todos se quedaron en completo silencio ante las palabras del omega.
JungKook y TaeHyung se miraron el uno al otro y al omega, quien parecía muy seguro de sí. Su aroma estaba literalmente por todas partes y JungKook sintió a su propio lobo protestar, gruñendo y odiando el ambiente antes de tranquilizarse.
JungKook vió al hombre moverse amenazante, y a JiMin no dio ni un solo paso hacia atrás. JungKook se tensó y estaba listo para intervenir cuando la mirada de NamJoon le dijo que ni siquiera lo pensara.
—No lo haga, príncipe JungKook —a su lado estaba la mujer alfa, parte de las escoltas de JiMin—. JiMin puede con ello. No estará contento si interviene.
—Ese hombre es una mole de dos metros. JiMin es un caso perdido, pero no sabía que ser suicida era una de sus cualidades.
Iliana lo miró como si le hubiera salido un tercer ojo, uno muy feo en medio de la frente. Negó completamente divertida.
—El diablo es peor y JiMin le gusta jugar en el infierno —atacó con una sonrisa.— Disfrute el espectáculo y no se ponga nervioso —miró hacia JiMin quién parecía un guerrero listo para la muerte—. Nunca verá algo más hermoso que JiMin combatiendo de verdad.
—¿Entonces qué fue todo lo anterior? —preguntó TaeHyung. Iliana parecía orgullosa, como una madre o hermana mayor de su pequeño cachorro.
—Un calentamiento.
JungKook no estaba satisfecho, sin embargo, se obligó a sí mismo a respirar hondo y dejar a JiMin ser.
—Hablas como si fuera un muy bueno con la espada —Iliana parecía relajada y contenta.
—Lo es. Nunca dude lo contrario.
JiMin se paró con las piernas separadas a la altura de sus hombros, la mano en la cintura y el mentón en alto.
El hombre lo observó con odio. Ese maldito omega. Su padre tenía razón, era un impertinente niño bonito que se creía demasiado. Algo que le molestaba en demasía. El soldado dio un par de pasos hacia el pelinegro. JiMin usaba botas razas al suelo, pantalón recto de talle alto a la cintura, oscuro al igual que su camiseta ajustada de tela gruesa, dejando ver sus brazos y cuello. Sudado, con todo el cabello recogido en un moño alto bien apretado.
El soldado lo observó cómo si fuera un bonito trozo de carne en el mostrador.
Un omega y un alfa no deberían tener ningún tipo de confrontación, no podrían, era contraproducente pero ahí estaba él, haciendo que uno fuera contra sí, listo para patearle el trasero.
Si había algo que JiMin odiaba con toda su alma, era que alguien intentara reír a su costa, que lo utilizara como burla, intentar hacerlo sentir menos sólo por ser él.
—Salga de aquí antes que sea demasiado tarde, príncipe —gruñó el alfa cerca de su rostro. JiMin estaba ardiendo en pura diversión. Se sentía feliz de ver al soldado rojo de la ira; con todos esos músculos llenos de tensión.
JiMin se acercó al hombre tocando su mejilla suavemente con una caricia, antes de susurrar.
—Oh —cerró sus labios en una bonita mueca que solo los hacia ver incluso más voluptuosos de lo que eran, antes de expandirlos en una sonrisa de dientes blancos y ojos brillantes maliciosos— ¿Acaso el alfa tiene miedo? ¿De un frágil y bonito omega como yo?.
El alfa gruñó tan alto que JiMin juró que había sido el mismo lobo. Igna sacó la lengua y rio como solo una loba podría antes de que JiMin se alejara sabiendo que había ganado.
—Su nombre, soldado.
—Kim Seok—soltó en un gruñido.
JiMin se pavoneó por el lugar hasta acercarse a un soldado, tomándolo desprevenido cuando en un rápido movimiento sacó la espada de su vaina, desarmándolo. Algo que en una guerra sería mortal.
JiMin volvió al centro y miró a Seok, con sus ojos rasgados y facciones hermosas, levantó la espada filosa hacia él y dijo.
—Kim Seok, yo, Park JiMin, príncipe y omega de la corona de Asmax, te reto.
NamJoon se alejó y se colocó junto a Iliana y Evanik. El soldado sonrió sin gracia, maldiciendo antes de tomar una espada y caminar hacia el omega con el arma apuntando en su dirección.
—Acepto.
Los gritos fueron instantáneos.
Seok estaba furioso y JiMin lo sabía, ambos lo estaban y se notaba en sus aromas. Alfa y omega bajaron las espadas. Seok tronó su cuello y un aura animal salió de él.
El omega hizo lo mismo, Igna se colocó en posición de ataque en su interior. JiMin dejó salir a la loba hacia la superficie.
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Todos miraban expectantes.
Para JungKook no pasó desapercibido el cambio de los ojos de JiMin a un azul brillante, tampoco los de Seok a un rojo intenso.
Seok era un alfa, y el hijo de un funcionario, su padre haría libros de esto.
JungKook tragó en seco al primer golpe de las espadas, el chirrido del metal era atroz, uno tras otro sin tregua ni paso.
JiMin y Seok parecían animales, gruñían y luchaban.
El omega logró acercarse lo suficiente para golpearlo en el abdomen y después darle un puñetazo directo al rostro. Seok parecía encenderse por completo, blandiendo la espada hacia JiMin, cortando parte de la camisa del omega, justo sobre su pecho.
NamJoon y Evanik gruñeron bajo, Iliana rodó los ojos ante tal comportamientos.
Seok ni siquiera le dio tiempo a maldecir y fue con todo. Él era grande, fuerte y pesado, mientras que JiMin distaba de ello. La rapidez y agilidad era el fuerte de un omega en batalla. Piernas y caderas. JiMin haría uso de ello.
JiMin lo rodeó, se movió como si estuviera bailando con el hombre. Fue hacia adelante; dos, tres y cuatro pasos, atacando sin descanso. Seok usó su fuerza y contraatacó lanzando un golpe certero en su abdomen que hizo a JiMin jadear por aire y caer al suelo.
Todos miraban expectantes. JiMin gimió, soltó la espada. Seok no dudó en copiar su acción. Ambos se miraron y JiMin caminó hacia atrás lentamente, separándose tanto como pudo.
Seok miró los pies JiMin intentando adivinar a donde apuntaban, antes de que este se lanzará a correr hacia el alfa. JiMin le dio dos golpes certeros, avanzando en una extraña mezcla de arrastre de pasos y dos patadas seguidas con golpe de puño.
Seok si bien logró esquivar una patada, no pudo con la otra y el puño le aterrizó en la cara; partiendo su labio y sacándole un gruñido. El alfa se apartó y marcó distancia, embistiendo con una secuencia limpia y rápida de puños en la zona de las costillas y abdomen haciéndolo jadear, caer y respirar agitado. JiMin sonrió.
A lo lejos JungKook y TaeHyung llegaron a la conclusión de que el omega estaba completamente loco.
JiMin dejó al alfa vanagloriarse un poco antes de volverse un completo animal, dejando salir a su loba, casi sintiéndola como una segunda piel. Cuando Seok tomó la espada de vuelta y le lanzó la otra, JiMin no le dio tiempo a nada y atacó.
La vara de metal parecía una extensión de sí mismo, de hecho la manejaba como si de una danza se tratara, mientras le daba certeros golpes al contrario. JiMin golpeó con fuerza a Seok antes de soltar la espada, correr y dar una patada en la zona de la espalda baja, haciéndolo caer.
JiMin parecía volar, aprovechando para montarse en la zona de los hombros del alfa adolorido puso una rodilla en tierra.
Seok se levantó con JiMin en sus hombros. El omega se balanceo hacia atrás llevando consigo al alfa, apretando el cuello del soldado entre sus piernas, apretando lo suficiente para que le faltara el aire.
En un omega los muslos eran como tenazas. Seok, pasó de rojo a casi morado mientras intentaba zafarse, hasta que tocó en la tierra y JiMin muy orgulloso lo dejó ir. Algunos aplausos y otros otros que no creían aún lo ocurrido lo recibieron.
—He ganado —la voz de JiMin llegó con una sonrisa mientras el otro jadeaba y miraba con odio. NamJoon se acercó, JiMin lo observó brillante—. Le gané.
—Claro que sí —aceptó divertido, ambos rieron y miraron alrededor.
Los guardias observaban entre aturdidos y excitados. El príncipe omega sabía moverse entre tierra, sudor y armas, y eso era tan genial que nunca lo dirían en voz alta.
JiMin rodó los ojos.
—Sabes que estás en problemas, ¿verdad? —dijo NamJoon.
JiMin recorrió el lugar encontrando a JungKook, quien le miraba con sus ojos grises. La piel de JiMin ardió, su mente viajó, específicamente a la noche de ayer. Se mordió los labios. Joder, eso había sido interesante.
JiMin sonrió y se acercó a JungKook, quien lo miró de arriba a abajo con un brillo que el omega solo pudo traducir como interés. JiMin sintió al lobo de JungKook gruñir ante su cercanía, complacido y contento.
—¿Disfrutó el espectáculo, príncipe JungKook? —preguntó con diversión levantando la mano derecha y dejándola caer en el pecho del Alfa, acariciando sobre las telas—. Fue muy reconfortante su presencia durante esta dura batalla.
La diversión era evidente, JiMin era un trasero impertinente de primera. JungKook sonrió, dejando a más de uno descolocado, se suponía que debía reprenderlo.
—Disfruté de ello. Fue interesante. Digno —miró a un lado, diciendo especialmente fuerte esa última palabra—. Digamos que algunas personas temían de que hubieras perdido la cabeza, aunque, a mi propia observación, la tienes más clara que nunca.
JiMin no parecía molesto, sino divertido. La mano suave cual seda se posó en el pecho del alfa. Los labios del omega se estiraron en una bonita sonrisa.
—Me hace muy feliz oír tales palabras de usted —correspondió JiMin, acercando los labios hasta dejar un beso en su mejilla y seguido de este, uno en la comisura de sus labios. Suave, como el toque de una mariposa.
Los ojos de JiMin eran azules y Anubis aulló dentro de su pecho. JiMin se acercó más y escondió la nariz en su cuello, consiente, pero dejando a Igna tomar el mando un segundo. Su loba sabe lo que hace, o al menos gran parte del tiempo.
JiMin pasó la nariz por el cuello del alfa, este se erizó de pies a cabeza, soltando un jadeó. Los ojos de JungKook cambiaron a dorado, tensando cada músculo, atrapando a JiMin en un abrazo regio, antes de adueñarse de sus labios en un beso contundente.
Más de uno alrededor abrió los ojos sorprendido. Por la Luna.
NamJoon y Evanik chiflaron, mientras que TaeHyung parecía querer salir huyendo de allí. Los aromas de JiMin y JungKook comenzaron a aumentar, el omega jadeo bajo y roto, y todos supieron que era hora de salir de allí.
JungKook bebió de sus labios, mordió y chupó antes de tomarlo lento, atraerlo y bajar una mano a su trasero mientras JiMin dejaba caer las suyas alrededor de su cuello para atraerlo más a sí.
Las lenguas jugaban, chocaban y danzaban con suavidad, probando la humedad, dejando ir un chasquido cuando al alejarse.
Ambos ahora con sus miradas humanas, con los labios rojos.
JungKook respiraba pesado, parecía perdido. El alfa escondió el rostro en el cuello de JiMin, apretando la delgada cintura con fuerza, caminando hacia delante.
El omega cerró los ojos cuando la tierna piel fue chupada, y su espalda chocó con lo que parecía una puerta posiblemente del cuarto de armas. JungKook gruñó y JiMin le respondió de igual forma, humanos pero primitivos. El alfa salió de su escondite y lo miró a los ojos. JiMin levantó una ceja juguetón.
—¿Acaso quieres una invitación?
JungKook gruñó bajo y juguetón como un cachorro antes de adueñarse de sus labios una vez más.
JiMin se dejó hacer, sonrió y devolvió el embate con ahínco, doloroso y excitado. El aroma de ambos estaba en aumento, avisando a cualquier lobo alrededor de lo que estaban haciendo y por alguna razón no lo hacía menos excitante.
JiMin jadeo y volteó posiciones, JungKook contra la pared y él ahora todo feliz tomando sus labios, pasando la mano por el pecho fuerte y trabajado lentamente hasta llegar al bulto preciado y enorme entre las piernas del alfa.
JungKook lo vio literalmente abrir las puertas del infierno, pestañeando en su dirección, mirándolo a los ojos mientras desabrochaba el botón del pantalón metiendo la mano.
El alfa echó la cabeza hacia atrás y las caderas hacia adelante. JiMin apretaba su pene y tocando la punta, justo en la hendidura.
—Realmente amo esto —metió el rostro en el cuello del alfa y mordió ahí—. Poner a un alfa tan serio como tú a gemir por mi toque.
—Oh, querido —jadeó JungKook, levantando la pierna izquierda de JiMin hasta pegar ambas caderas, pasar el brazo por debajo y meter la desocupada en su trasero. El omega gimió doloroso cuando su entrada fue tocada dulce y deliciosa—. No seré el único que ruegue.
JiMin sonrió como si la provocación simplemente no pudiera hacer más que gustarle. Trabajó en la erección de JungKook, sacándola por completo de la tela para disfrutarla: pesada, mojada y necesitada en su manos mientras el dedo del alfa jugaba a volverlo loco, jugando con su excitación hasta hacerlo lubricar.
JungKook gimió, maldiciendo y volteando a JiMin, con el rostro contra la puerta y la espalda contra su pecho.
—¿Impaciente? —preguntó JiMin con sorna. JungKook parecía disgustado al decir:
—Me prometí no ponerte una mano encima. Que sepas que no me caes bien.
JiMin rio, logrando alejarse de su agarre. Tomando el rostro de JungKook entre sus manos.
—Deberías comenzar a hacer promesas que puedas cumplir, JungKook. Y para tu información, el sentimiento es mutuo —susurró sobre sus labios.
El pene de JungKook seguía atractivo y duro. JiMin se llevó el índice a los labios y chupó, antes de pasarlo sobre el prepucio brillante. JungKook gimió agónico, JiMin rio.
—No tocarme parece una tarea difícil ¿verdad?. El sexo es como la guerra, príncipe. Y el odio no es más que uno de sus tantos combustibles.
—Te gusta jugar —no era una pregunta.
JungKook se acercó con sus erecciones frotándose. Ambos gimiendo, moviéndose al unísono en un delicioso y violento frottage, con las miradas conectadas, como si no quisiera perderse nada del otro.
JiMin gimió, JungKook no pudo hacer más que besarlo con fuerza. La humedad, el olor dulce y picante, ese chocolate con miel mezclado con su pólvora y café, podría destruir al mundo, hacer a hordas enteras desear el placer carnal justo allí; perderse en él.
Ambos jadearon por aire.
—Maldición—jadeo el omega.
JungKook besó la piel de su cuello. JiMin tembló mientras ambos se movían.
JiMin se sentía flotando, húmedo y febril, sentir a JungKook así, ese hombre regio frotándose contra él como poseso, gruñendo y besando su piel le ponía en un estado catatónico. Apretó las piernas y se movió con ímpetu contra el cuerpo duro como si nada fuera suficiente.
JungKook parecía querer tomar cada parte del hombre, devorarlo hasta no dejar nada, con gotas de sudor, jadeos y necesidad primitiva, necesitado de más y dispuesto a obtenerlo. Su pene dolía contra el de JiMin, palpitaba en constante deleite, piernas temblorosas y mandíbula apretada.
No había palabras, solo gemidos, y respiraciones entrecortadas, demasiado erráticas.
Los movimientos ni siquiera estaban coordinados, más bien parecía y por alguna razón era perfecto, porque era eso, placer y demostración de poder.
JiMin gimió alto cuando todo fue demasiado, mojando su pantalón en la deliciosa corrida, respirando hondo a la vez que JungKook solo se movía y temblaba antes de venirse, dejando caer la frente en su cuello.
—Bueno —dijo JiMin intentando respirar—. Al menos no tendremos un matrimonio aburrido.
El alfa lo intentó pero no pudo evitar reír. Levantó la cabeza de su escondite y le miró con sus ojos claros y brillantes.
—Claro que no. Contigo pedir tranquilidad es la epítome de la avaricia.
Se miraron a los ojos con las pieles ardiendo una vez más, y sus lobos ronroneando complacidos. La atracción era palpable, un toque de fuego en sus vientres que enlazaba con incendiar todo, sin amor o sentimientos profundos. Y eso estaba bien, más que perfecto. Ellos lo sabían mientras compartían un beso lento y perezoso.
Los pasos resonaron y allí estaba MinSuk, tan regio e insoportable como siempre. Impecable y con las mejillas sonrojadas. Al parecer el dúo había olvidado que estaban en un lugar público.
—El rey quiere verlos, majestades.
El par se observó entre sí, devolviendo la mirada a Abraham que parecía a nada de un paro cardiaco.
JiMin casi se ríe del delgado y estricto hombre, debía tener más de cincuenta. ¿Es nunca había visto a dos personas en disfrutando de un momento intenso y lleno de sensaciones extremas? JiMin rodó los ojos, intentando alejarse de JungKook, sin embargo, este aumentó el agarre en su cintura y miró al beta como si su presencia fuera un sacrilegio.
MinSuk parecía asqueado, mirando entre JungKook y JiMin, dejando vagar su mirada un poco más en el omega. Sus ojos destilaban una repugnante superioridad y desprecio inequívoco. JiMin se dio cuenta, apretó los labios y mantuvo en silencio
—¿Era necesario interrumpir? —MinSuk tragó en seco y se removió sobre su propio paso, sus mejillas no dejaban de estar rojas, parecía una manzana o algún tipo de hombre inocente y virgen—. Te he hecho una pregunta, MinSuk.
—Lo siento, su alteza—susurró haciendo una venia. JiMin logró zafar el agarre que JungKook mantenía en él y se alejó con una sonrisa antes de observar a MinSuk en silencio.
El beta no parecía entender lo que JiMin esperaba en bajo esa capa de tranquilidad, de hecho buscó el rostro del alfa como si en este pudiera encontrar la respuesta, pero JungKook tenía toda su atención en JiMin, mirándolo con ojos acusadores. JiMin oyó a Anubis gruñir y vibrar cuando puso distancia entre ambos cuerpos, mientras para él e Igna era totalmente divertido, se aclaró la garganta y observó al beta.
—Estoy esperando mi disculpa, MinSuk —el beta abrió los ojos y después los labios conmocionado.— No interrumpiste solo a JungKook, por tanto, no espero menos que unas bonitas palabras sobre cuando lo sientes —sonrió, ladeando el rostro, viéndose totalmente adorable—Ya sabes —se tocó el pecho con una mano—. Los omegas, somos algo sentimentales y pudorosos.
JungKook bufó ante sus palabras, ¿era una broma? MinSuk parecía querer salir corriendo, preguntándose si el omega se había vuelto loco, JiMin se veía como si realmente le hubiera afectado la situación.
—Me siento tan avergonzado — «Eso no te lo crees ni tú,» susurró Igna, JiMin la ignoró, sonriendo—. Estoy esperando.
MinSuk miró a JungKook y después a él, el alfa se recostó a la puerta donde justo hace unos minutos JiMin se retorcía en placer, respiró hondo, maldita sea. ¿Era su idea o aún podía sentir el aroma mezclado con la excitación del momento?
JungKook observó al omega, luciendo bonito, agradable, tan suave y maleable que casi lanza una carcajada ante tal puesta en escena, porque JiMin estaba muy lejos de ello. MinSuk apretó los dientes y el júbilo en el omega pareció crecer. JungKook tenía una idea del porqué pero aún así, no emitió conjeturas.
MinSuk respiró hondo, e hizo una reverencia. JiMin sonrió mientras el beta tomaba todo de sí para algo tan simple.
—Lo siento, príncipe omega —JiMin negó.
—No es necesario que menciones mi casta —se pasó la mano por el cabello, algunos mechones con tanto movimiento se habían salido de lugar, estaba sudado y tenía sed—. Inténtalo de nuevo.
El beta levantó la vista a JungKook quien no dijo nada, el viejo cuerpo tembló en rabia y asintió con reticencia.
—Lo siento, príncipe. He de reconocer mi error —el omega asintió y finalmente MinSuk se incorporó en toda su altura.
JiMin caminó a paso corto y sin perder esa brillante y hermosa sonrisa de su rostro, acercándose al beta, frente a frente mirándose ambos a los ojos. JiMin recorrió el cuerpo del hombre de arriba hacia abajo, antes levantar la mano y dejar una dulce caricia en su mejilla. MinSuk tragó un jadeo, ante la mirada fría del omega, justo como el baile, como cuando alguien no le caía bien, mezclando el brillo de su alma, con la indiferencia, el cinismo y la calma.
—Justo así debes referirte a mí, como el príncipe que soy —tomó al beta del mentó.— Muy independientemente de mi casta, soy de la realeza —susurró bajo, soltando su rostro y acercándose al oído del beta.— Nunca olvides eso MinSuk, que yo, un omega, está por encima de tu patética intolerancia.
Eel beta tembló, parecía nervioso. JiMin se alejó suspirando, sonriéndole.
—Ya puedes irte, estaremos con el rey en un momento —agregó JiMin.
MinSuk miró a ambos y finalmente salió de allí, con la mandíbula apretada y las manos hechas puños. JungKook se acercó a JiMin por la espalda colocando las manos en su cintura, girando el delgado cuerpo de frente a sí.
—¿Qué fue eso exactamente?
JiMin sonrió, su pequeña nariz se arrugó mientras tomaba el rostro de JungKook con sus manos y dejaba un corto beso en los labios antes de alejarse.
—Demostración de poder —respondió. JungKook lo siguió fuera del lugar—. Sutil, acorde y sin perder los modales.
El alfa lo siguió. JiMin parecía flotar, soltando su cabello antes de volver a recogerlo, los sutiles músculos de su espalda marcándose ante el movimiento.
—Lo humillaste.
JiMin se detuvo, dejando caer sus brazos y con ellos su cabello. El omega rio bajo y JungKook creyó que realmente se divertía con la situación
—Él hizo todo el trabajo al creer que podía ignorarme. Él cree que no merezco el mismo respeto que tú —aclaró.— No esperes de mí menos que esto, JungKook. Quien lo desee puede elegir no respetarme, y entonces, yo les demostraré,qué tanto les costará su falta.
JungKook vio al omega sonreír como si fuera todo lo que pudiera hacer mientras se fue a pasos rítmicos, dejando su fragancia y coquetería detrás. Entonces, fue el turno de JungKook para sonreír, asintiendo como si estuviera de acuerdo con algo, y así era, definitivamente JiMin era una continua caja de sorpresas.
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