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«CAPÍTULO XVI»:

En la vida hay momentos en que no queda más remedio que correr, moverse con fuerza y rapidez; porque quizás sea la única forma de conservar el último aliento de vida que nos queda. De ver otro día, de dar un próximo suspiro vital; y eso estaba claro para JiMin.

Sus piernas ardían y su corazón corría desenfrenado; el aire pasaba doloroso y escaso por sus pulmones, creía que en cualquier momento se detendría finalmente y rendiría, pero no podía, debía seguir. Escapar y vivir.

Escuchaba el sonar de los cascos, la prueba irrefutable de una evidente persecución. Los gritos, el júbilo y los aromas mezclados, toda aquella sinfonía no hacía más que hacerlo sentir enfermo.

JiMin miró hacia atrás, por encima de su hombro, encontrando cientos de hombres a caballo, dándole caza como si fuera un animal salvaje.

Sus pies sangraban, descalzos y corriendo sobre la nieve que casi lograba adormecer sus extremidades a cada paso. Cerró los ojos y gimió cuando lo que parecía ser un clavo, se encajó en la planta de su pie. Cayó al suelo, lloró de frustración y rogó a la Luna que lo salvara, pero parecía que ésta lo había olvidado, y ni siquiera sabía qué había hecho.

JiMin se levantó e intentó una vez más, volvió a caer y abrazó su abdomen con ambas manos, emprendiendo de nuevo la dramática huída.

Los gritos y risas se escuchaban incluso más fuertes. El relinchar de los caballos se convirtió en el anuncio de la muerte, y las lágrimas comenzaron a correr al ver que todo había sido en vano. Frente a sus ojos había una colina y en la cima de ésta, el salto al mar.

La nieve tocaba su piel, donde sus ropas rotas no la resguardaban. Sus manos sangraban, su rostro hinchado dolía y su cabello estaba hecho un asco entre sangre, sudor y tierra.

Sus labios temblaban. JiMin cerró los ojos y caminó hacia allí, hacia el final de su huida. Sintiendo los caballos finalmente a su espalda, lo suficientemente cerca como para escuchar los ecos de las botas en la nieve a cada paso, entendió que no valía la pena intentarlo.

El sonido del metal llegó como un rayo a sus oídos. JiMin apretó las manos al ver el mar en calma. El sol se escondió y ligeras gotas de lluvia comenzaron a caer con él. Una voz se alzó sobre todo lo demás, generando en él asco y repulsión, junto con el aroma nauseabundo de su ser.

JiMin giró y sintió el pinchazo que anunciaba su trágico final. La espada atravesó su abdomen mientras los brazos de su verdugo lo abrazaban y susurraba algunas palabras a su oído. Cerró los ojos y dejó escapar una exhalación, siendo obligado a dar cortos pasos hacia atrás. Se separaron y se miraron a los ojos, encontrando ese par tan conocido, tan grises como el primer día que lo vio.

JiMin sollozó una vez más y la espada fue retirada de tajo. El joven tocó su abdomen sintiendo  morir sus últimas esperanzas mientras tambaleaba y caía hacia atrás; con la lluvia tocando su rostro y la sangre dejando finos hilos en su cuerpo.

Su cuerpo golpeó contra el mar, dejando solo perlas saladas y lágrimas al viento. JiMin cerró los ojos y se dejó ir; el frío, la oscuridad y la sensación húmeda lo besaron y recibieron con brazos seguros. Poco a poco perdió la conciencia y creyendo que finalmente había llegado su hora, antes de sentir un ligero mareo y la presión en sus pulmones aumentar.

Al abrir los ojos, tomó una larga inhalación, encontrando la sorpresa de estar de nuevo en tierra, rodeado de nieve y con la lluvia cayendo sin piedad.

JiMin pestañeó y creyó que había sido salvado. Se tocó el pecho llamando a su loba, sintiendo el vacío que comenzaba a mutar en desesperación y finalmente, terror, cuando el cuerpo de un animal enorme, un lobo blanco, tirado en la nieve, chocó contra su mirada.

JiMin se levantó y corrió, gritando el nombre: ¡ADA! Recibiendo solo un mínimo movimiento y la mirada triste y apagada de la loba.

JiMin descubrió la sangre, el enorme charco a su alrededor y la herida en su abdomen, justo como la suya. Los gritos fueron como un cruel silencio en el solitario lugar, y él solo pudo abrazar a su hermosa loba blanca, aguardando el final.


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NamJoon sabía que las cosas no estaban bien cuando regresó a los aposentos de JiMin–después de dejarlo dormir gran parte de la mañana–y encontró un cuadro que solo podría calificarse como tétrico. El omega se retorcía tal cual lo estuvieran quemando vivo, sudando y pareciendo desfallecer en la cama. JiMin parecía estar teniendo algún tipo de ataque extraño, y él sólo atinó a tomarlo de los hombros y gritar su nombre para devolverlo a la realidad.

⎯¡JiMin! ¡JiMin, despierta!

Nada, el omega parecía ido, ojos abiertos al igual que su boca, esta sin emitir sonido alguno, arqueando el torso y sacudiendo el cuerpo como si le estuvieran otorgando la peor tortura. NamJoon no sabía qué hacer, y la seguridad de qué tan malo sería todo así que tomó la última opción.

⎯Igor, hazte cargo. Tráelo de vuelta. ¡Ahora!⎯El lobo gruñó y NamJoon esperó impaciente. Su piel se erizó y el aroma del omega tomó como botín de guerra la habitación.

NamJoon esperó con deteriorada paciencia, el cálido lazo se tensó y vibró, era Igor intentando llegar a Igna. NamJoon sintió su corazón flaquear un poco y casi lanza una plegaria al cielo cuando JiMin se dejó de mover, cerró los labios, los ojos, y pareció detener cualquier acto, antes de finalmente pestañear y abrir sus bonitos orbes.

JiMin parecía desorientado, comenzando a estirar sus tensos músculos con total tranquilidad,  intentando quitar los cualquier rastro de somnolencia. NamJoon lo miró completamente fuera de su mente, ¿Qué está pasando aquí?, se preguntó a sí mismo, cuando JiMin miró en su dirección y le sonrió.

⎯¿Viniste a despertarme? ⎯preguntó con voz perezosa y tono somnoliento, frunciendo el ceño en su dirección⎯.  ¿Por qué llevas tanta ropa? Es temprano aún.

NamJoon apretó los labios, se acercó a la cama tomando asiento, tocó la frente del omega quien pestañeó y miró extrañado. JiMin parecía estar en perfecto estado, sólo sudado y con el pulso ligeramente acelerado, pero bien.

—¿NamJoon?

⎯¿Estás bien? ⎯preguntó con cautela. JiMin intentó incorporarse fallando a la primera, sus brazos no respondieron bien, y se sentía cansado.

⎯Solo algo cansado ⎯aceptó, logrando sentarse en la cama, apartando los cabellos de su cuello y pecho, dándose cuenta qué tan sudado estaba. Sorprendido, miró a NamJoon.⎯ Creo que lo de anoche me está pasando factura ⎯sonrió restándole importancia, pidiéndole a NamJoon que se apartara para poder levantarse e ir al cuarto de baño.

JiMin se sentía pegajoso y su abdomen dolía un poco, como agujas pinchando allí con fuerza. Quizás era su celo, a veces se adelantaba. Puso un pie en el suelo y nada más intentar ponerse en pie fue toda una odisea.

JiMin miró a NamJoon, ambos diciéndose en una sola mirada sus dudas. NamJoon levantó a JiMin y lo ayudó a llegar al baño, quitó la bata y preparó todo, encontrando ambos con arrolladora sorpresa un enorme hematoma en el abdomen de JiMin, en la zona de su flanco izquierdo.

⎯NamJoon ⎯susurró JiMin mirándose en el espejo, intentando encontrar una respuesta. NamJoon se acercó y tocó la zona maltratada. JiMin retrocedió por el dolor⎯. No entiendo nada, ¿por qué...?

⎯¿Es la primera vez? ⎯la pregunta de NamJoon llamó su atención. JiMin se mordió los labios y negó.

⎯No, después de llegar aquí, apareció un hematoma en mi piel. Justo cuando recién me levantaba ⎯explicó.⎯ Esto no tiene sentido, nadie se acuesta completamente bien y levanta así⎯se señaló así mismo. Se pasó la mano por el cabello, su cuerpo se resistió cuando pese al cansancio se movió dando pasos de un lado a otro⎯¿Qué estaba haciendo cuando llegaste?

NamJoon pareció sopesar la pregunta antes de finalmente responder, como si no estuviera seguro de que decir.

⎯Parecías tener un ataque ⎯JiMin abrió y cerró la boca sorprendido⎯. No gritabas incluso si tus labios estaban abiertos, te movías y a simple vista se veía doloroso.

JiMin pestañeo varias veces y negó contrariado.

⎯No recuerdo nada ⎯susurró.⎯Igna ⎯la loba no respondió al llamado, al menos no de inmediato, dejando a oír un ligero gruñido.⎯ ¿Algo que quieras decir?

«Nada que ya no sepas».

JiMin rodó los ojos.

⎯Esto es importante, parezco un esclavo prófugo, y no me fui a dormir con estos moretones⎯«No sé más que tú, JiMin, lo prometo»⎯Igna...

⎯Déjala ⎯pidió NamJoon. JiMin parecía nervioso.⎯ Quizás solo necesitas tomarte un momento y sacar tensión ⎯lo atrajo a un abrazo y besó su frente⎯. Un buen baño te ayudará. Después, podemos ir a la zona de entrenamiento. Evanik y Iliana han estado pateando culos toda la mañana. Los soldados craenianos dejan mucho que desear.

JiMin alzó una ceja divertido antes de captar algo.

⎯¿Toda la mañana? ⎯NamJoon asintió⎯. ¿Cuánto dormí?

⎯Es cerca del mediodía, el almuerzo se servirá pronto ⎯la cabeza de JiMin dolía, esto tenía que ser una broma⎯. Iré a buscarte algo de jugo, pan y queso. Después vamos con los chicos.

JiMin asintió y sonrió cuando NamJoon finalmente lo dejó sólo. Se volvió a mirar al espejo y sí, el hematoma seguía allí, si tuvo algún tipo de pesadilla. ¿Por qué no lograba recordar?

Salió del baño y se acercó a la cómoda, tomó papel, pluma junto a su cuño como príncipe de Asmax, y con un suspiro comenzó a escribir.

«Para Park MinHo, rey de Asmax, Alfa de la corona...»

Podía ser estrés, pesadillas, todo lo pensable y probable, pero aún así, algo le decía que había más.

JiMin escribió rápidamente, garabateando su única duda. El papel era pequeño, lo suficiente para ajustarlo a un ave mensajera y así llegara mucho más rápido.

Se levantó y caminó hacia el baño, pasando de largo antes de retroceder para darse cuenta de que el moretón de su piel ya no estaba. Levantando los brazos, descubrió que el dolor y la pesadez también se habían ido. Cerrando los ojos, negó, necesitaba un buen enfrentamiento, sacar un poco de energía o se volvería loco antes de la boda.

Tomando un merecido y largo baño, colocándose prendas cómodas y tomando ligero bocado, salió de la habitación junto a NamJoon, contento de no tener que ver el rostro de nadie de la corona Jeon. No necesitaba lidiar con eso, tampoco estar alerta como un perro asustado. El camino fue corto, primero dejando su pequeña carta en manos del mensajero adecuado y finalmente llegando al campo de entrenamiento.

⎯Príncipe JiMin ¿acaso vino a enseñarle a estos alfitas cómo es que se hace?⎯saludó Iliana quien tenía sometido a un chico alto y de cuerpo tonificado bajo la suela de sus botas militares.

El chico parecía estar sufriendo y ella tan fresca como una rosa en invierno. JiMin sonrió cuando varios, por no decir todos los guardias lo observaron. Algunos sorprendidos de verlo allí, otros desinteresados y la mayoría juzgando el hecho de que un omega se presentara allí, más cuando este era parte de la realeza. NamJoon se paró a su lado y dió una espada, con una sonrisa divertida.

⎯Entonces, ¿quién va primero?⎯la duda fue clara, hasta que un hombre corpulento y de piel canela dio el paso hacia adelante. Altanero. Era un alfa, y en sus ojos se veía las enormes ganas que tenía de poner a JiMin en su lugar. El omega rio por dentro, e Igna mostró el suficiente interés. Sí, nada como patear traseros para sentirte mejor.

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La sala de reuniones era enorme, con ventanas que permanecían cerradas, mientras se llevaba a cabo una junta con los generales y funcionarios de estado, ya sea de las provincias o la capital.

Craenia contaba con cuatro estados: Bosha, Iliam, ZForch, junto a Ofrea, que era la capital y había recibido su nombre en honor al primer monarca. Cada provincia se regía por la ley monárquica y por tanto rendía cuentas al rey, mientras que el rey, le debía palabra al gran concejo.

Llevaban horas ahí sentado junto a TaeHyung oyendo a todos esos hombres hablar de estrategias y demás cosas para las que no tenía cabeza solo porque su padre no había podido asistir a la misma, y le había tocado a él y TaeHyung asumir, él por ser el heredero y TaeHyung por entender mejor del tema.

JungKook era una máquina en el campo de batalla, desde pequeño fue preparado para ello, pero nunca estuvo particularmente interesado en la guerra pese a todo, y ahora está a punto de casarse debido a una, ironías de la vida.

JungKook se movió incómodo en la silla y respiró hondo intentando sentirse mejor, le dolía la cabeza y su lobo parecía inquieto desde hace alrededor de una hora, moviéndose de un lado al otro como si estuviera verdaderamente angustiado, gruñendo bajo y gimoteando, estaba seguro que algunos de los alfas en la habitación lo había oído, no es como si el maldito animal estuviera siendo discreto al respecto.

Se movía, caminaba en esas enormes cuatro patas, antes de sentarse en sus cuartos traseros y mirarlo como si JungKook le debiera algo. El humano rodó los ojos, cansado de todo su dramatismo y lo suprimió muy lejos de sí, logrando quedarse sólo en su mente y no haciendo un mejor trabajo para su malestar. JungKook no había logrado dormir suficiente. El aroma de JiMin y la escena del tremendo espectáculo que el hermoso omega se encargó de darle no abandonaba su mente.

JungKook aún estaba sorprendido y lo peor era que lejos de la molestia, por que la única pregunta que rondaba su mente era, ¿qué tan fuerte sería una vez que JiMin lo mirara bonito y dispuesto a darlo todo?. Por la luna, su pene respondió tal pregunta. JungKook alzó la vista y captando el ceño fruncido de TaeHyung en su dirección. Observando alrededor, encontró a algunos de los asistentes le daban miradas de completo desconcierto.

JungKook inhaló sutilmente y mierda, su aroma estaba por todo lados sin siquiera darse cuenta. Necesitaba tranquilizarse, se casaría en cinco días. Por dios, la Luna, incluso Fenrir, esto será totalmente divertido de ver. JungKook no amaba a JiMin, posiblemente nunca lo haría, ese omega era totalmente desesperante y...se pasó la lengua por los labios. La imagen a él de vuelta, JiMin, echando la cabeza hacia atrás en éxtasis.

Su nombre fue repetido varias veces. JungKook miró hacia un lado, al final de la larga mesa, un hombre de ojos negros y piel bronceada que hablaba en nombre del ejército. El general Bonet era un gamma tan sádico y letal como podría serlo el dios de la guerra, solo que era un mortal, lobo y loco por la sangre. La mayoría del tiempo estaba entre sus soldados, pavonéandose y haciendo de los nuevos reclutas y hombres de menores rango un total infierno, y lo que le sobraba era compartido en omegas. Mujeres y hombres por igual, pertenecientes a una casa de placer al sur del reino. Apartada, donde los elegidos eran buscados y después devueltos.

JungKook apretó los labios, habían rumores de algunos de los que tuvieron la suerte de acompañar al general Bonet nunca más fueron vistos. Él nunca le prestó verdadera atención, pero ahora. Por Dios, qué tan mierda de persona había sido, para solo virar la cara a un lado.

«Hasta que JiMin, le enseñó y obligó a mirar el terror de frente», recordó.

⎯General Bonet, honestamente, lo único que me interesa es saber si existe alguna posibilidad de que esta guerra no se lleve a cabo ⎯su voz fue uniforme, su rostro serio y mirada penetrante.⎯ No quiero una sola estrategia más que incluya muerte y más desgracias. Dame una solución pacífica e inmediata ⎯el general parecía molesto, todas las miradas estaban ellos dos, incluso TaeHyung parecía verdaderamente interesado en el intercambio. El gamma sonrió incómodo.

—Estoy a favor de ello, príncipe JungKook, nada me gustaría más ⎯mentiroso, susurró JungKook en su mente.⎯ Sin embargo, no podemos hacer nada. Sea pacífico o no, si el enemigo no se mueve estamos atados de mano y pues —varios hombres alrededor asintieron ante ese hecho.

—No podemos actuar en consecuencia si Aspor no toma la decisión primero, de otra forma seríamos tomados como invasores. Incluso si fuéramos a sus tierras solo por soluciones diplomáticas —dijo esta vez un hombre mayor, también alfa, jefe del cuerpo de guardia de Bosha. Por un segundo JungKook se detuvo a pensar en esa ligera posibilidad planteada, miró al hombre.

—Eso, mi señor, es imposible. Aspor fue quien declaró la guerra, por tanto debe estar tomando cuerpo de batalla —el hombre le miró con sus grandes ojos y negó.

—No, mi señor. Con algunos de mis hombres hicimos una expedición cercana a Aspor. Antes de adentrarnos en sus tierras como turistas, y según sus propios ciudadanos, no hay rumores o siquiera, alerta de guerra. Para un pueblo que prácticamente vive de ellas, es demasiado extraño.

—El general Ofmak tiene razón, mi señor —apoyó otro, este mucho más claro de ojos grises y complexión delgada.— Hace una semana recibí una carta de uno de los funcionarios de la naciones vecinas y tampoco saben de ninguna guerra que involucre a Craenia. Sin embargo, sí a Asmax.

JungKook intentaba procesar toda la información en su cabeza. Entenderla, porque era prácticamente imposible algo así. No tenía sentido.

—¿Mi padre tiene algún conocimiento de esto? —los hombres se miraron entre ellos, dudosos, como si ninguno supiera realmente qué decir. El mayor de todos, un hombre de cabello y barba canosa con mirada tranquila y ojos verdosos, sentado en el extremo de la derecha asintió en su dirección.

—De hecho, la única razón por la que pedimos audiencia con usted y su hermano, es porque al parecer su padre no ve más allá de una guerra que parece inexistente. Creímos que usted podría hacer algo al respecto, mi señor.

⎯¿Están en contra de la decisiones del rey? ⎯el hombre negó, y todos ellos apoyaron sus palabras cuando dijo.

⎯Queremos vivir, y preservar Craenia.

JungKook asintió sabiendo a qué se refería, sin embargo, calló ylevantó, dando por terminada la reunión. Agradeció el tiempo de los asistentes y la información dada, a la vez que pedía de favor, que el tema no fuera tocado con su padre. Ellos, esos hombres eran fieles de Craenia, a su sociedad y costumbres, bien podrían estar diciendo la verdad o solo conspirando para que él eligiera no aceptar el compromiso y JiMin regresará a sus tierras.

JungKook suspiró y se dejó caer en la silla cuando todos salieron de la habitación quedando sólo él y un TaeHyung que parecía medio muerto.

—¿Alguien no durmió bien anoche? —preguntó.

TaeHyung, lo observó y negó. Parecía cansado, no había emitido palabra durante toda la reunión, incluso cuando JungKook sabía que tenía mucho para decir. TaeHyung era inteligente y muy perspicaz. Una total lástima que su potencial no fuera explotado.

—Noche de insomnio, solo eso, tomé un poco de más ayer en la fiesta —susurró. JungKook lo miró un poco divertido.

TaeHyung a sus ojos era como un niño que quería crecer y ser un hombre demasiado rápido y sufría las consecuencias. Tomaba cada vez que tenía la oportunidad y siempre tenía las peores resacas, incluso por un tiempo parecía ir de cama en cama. Todo lo que pareciera lo suficiente ajustable a sus gustos no se salvaba, solo para después empinarse de cualquier botella y dejar de existir.

JungKook no sabía a qué se debía tal comportamiento y tampoco preguntó, pensando que él solo vendría a sí y le diría cuando creyera pertinente. Sin embargo, pasó la etapa, y nunca dijo nada.

—Príncipe JungKook, debe venir rápido.

Un hombre joven de cabellos oscuros y figura delgada entró jadeando casi al punto del colapso. JungKook lo miró con la misma expresión que TaeHyung. Estupefacto. El joven intentó enderesarse, pero JungKook creyó que finalmente se desmayaría ante de eso.

—El príncipe JiMin. Él ha vuelto loco ⎯gimió agónico tocándose el pecho con una mano y señalando hacia afuera, JungKook rodó los ojos al oír JiMin. Eese omega.

TaeHyung alzó una ceja divertido

—¿Y ahora qué hizo ese omega? —el chico tomó aire profundo e intentó normalizar su respiración antes de hablar, y no morir en el intento. Tan sudado, pálido y jadeante como estaba, parecía ser perseguido por algún tipo de entidad maligna.

—En la mañana sus escoltas estuvieron rondando por el lugar tomando turnos de combate con algunos de la guardia ⎯tanto JungKook como TaeHyung lo miraron confundido⎯. Pero entonces él... el príncipe llegó y se ha vuelto completamente loco.

Ambos hermanos alzaron cómicamente una ceja al mismo tiempo antes mirarse entre ellos y levantarse, siguiendo al joven muy apresurado⎯. Por favor, debe venir, por favor.

JungKook y TaeHyung siguieron al joven corriendo por todo el lugar hasta llegar a la zona, justo detrás del palacio, en la arena de pelea, el cuadrilátero donde los soldados se batían a duelo, JungKook corrió cuando los gritos se hicieron audibles, solo para encontrar toda una horda de personas alrededor, mirando atentos y gritando hacia los dos combatientes.

JungKook se abrió paso y llegó hasta el frente, para abrir los ojos sorprendido al ver a JiMin sometiendo a un hombre, este levantando los brazos en rendición, levantándose del suelo y a simple vista odiando al omega con la mirada, antes de ver a NamJoon caminar hacia el omega y retarlo.

JiMin rio e hizo una reverencia antes de que ambos se colocarán en posición de ataque y el primer golpe fuera lanzado, JiMin se veía confiado, disfrutando y tanto él como su lobo–resurgiendo de la oscuridad–sintieron una inmensa satisfacción.

TaeHyung se colocó a su lado.

⎯Esto será tan divertido⎯sonrió⎯Tu culo va a ser tan bonitamente golpeado, JungKook.

⎯Cállate, TaeHyung⎯el beta lo miró juguetón.

⎯Cuidado, o le digo a JiMin.

JungKook sólo negó y miró al omega, disfrutando el espectáculo.

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