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«CAPÍTULO III»:

Ofrea, Craenia
Palacio Real


—Su padre debe de haberle informado sobre la situación actual en que nos encontramos, y por demás, la razón de su llegada a Craenia.

—Mi padre solo me ha informado lo justo y necesario, rey HeSong —La voz de JiMin fue dulce y tranquila. El rey observó la sonrisa en el rostro, al igual que el brillo en sus ojos.— Hay cosas que solo un líder debe conocer, me conformo con saber que este acuerdo beneficia a ambos reinos —finalizó observando alrededor, a cada uno de los presentes.

—Es usted un omega muy inteligente, príncipe. Espero que su viaje estuviera repleto de paz. Sea bendecido por la luna, Craenia lo recibe —recitó HeSong con una venia que JiMin jura hizo doler la espalda del viejo lobo, pero no fue menos elegante que la que él mismo habría hecho.

Las malas lenguas dicen que los lobos parecían tener un pacto con la vida y el propio dios Fenrir, uno que podría considerarse satánico, permitiéndoles envejecer extremadamente lento, y pese a todo, mayormente en buen estado. Debía reconocer que el rey HeSong, así como su propio padre y tantos otros alfas, eran un claro ejemplo, la voz del rey era lo más parecido a un viejo ron, melódica y atrayente.

JiMin pestañeó lentamente cuando su loba gruñó a la nada, caminando intranquila alrededor de su mente, aparentemente alterada, la atención del animal parecía estar inmersa en algo o alguien, más allá de la figura del rey.

El omega repasó la vista alrededor, intentando encontrar el motivo de tal comportamiento, cambiando el peso de un pie a otro, siempre cuidando el no dejar salir su aroma, con su cabello largo y oscuro batiendo a la briza que entraba por los inmensos ventanales de la sala del trono, trayendo consigo una dulce fragancia de rosas.

—Mi sinceridad es plena cuando digo que daremos nuestro mayor esfuerzo para así brindarle una buena experiencia y dejar atrás cualquier problema referente a nuestras relaciones pasadas.

La voz del rey HeSong volvió a llegar a sus oídos. JiMin sonrió intentando disimular la incomodidad que le creaba estar entre tantos alfas, «No es porque sean alfas, solo no confías en ellos» resopló su loba con deje divertido.

La extrema y forzada amabilidad de HeSong era desesperante, JiMin entendía la situación, y la enorme necesidad de conservar las apariencias y no hacer nada que pudiera poner en peligro la alianza entre ambos reinos, él era la prueba de ello. Si no fuera por la guerra, Craenia y Asmax nunca hubieran reanudado cualquier intercambio diplomático, a menos que fuera frente al Gran Concejo, lleno de viejos cascarrabias, que a su opinión, estaban de más en la tierra.

JiMin dio un ligero asentimiento y mantuvo su sonrisa, se forzó a sí mismo a relajar su postura, y exigió a Igna que se tranquilizara, bueno, su loba no estaba interesada en escucharlo.

—Agradezco el gesto, mi rey. No debe ser fácil recibir a un completo desconocido en su territorio, menos con tal pasado que nos incumbe a ambos y el fatal desenlace que carga las uniones entre nuestras naciones—Dejó caer dulcemente. HeSong apretó la mandíbula y asintió.

Las puertas fueron abiertas y una joven de cabellos rubios entró, dando una reverencia, antes de caminar hacia MinSuk, susurrando algo a su oído.

—Los aposentos del príncipe y su séquito están listos para su descanso, mi rey —dijo el beta con el mentón alzado y hombros cuadrados.

JiMin casi se olvida de él, observó al hombre de arriba hacia abajo conectando miradas, la superioridad que no debería existir por parte del beta casi lo enferma. JiMin conocía acerca del trato a los omegas en Craenia, no obstante él había sido criado en un ambiente donde su casta y sexo nunca fueron impedimento para su desarrollo u excusa para ser maltratado, y eso no cambiaría solo por haber cruzado el mar. Él era un Park, un príncipe, la Luna se caería del cielo antes de dejarse aplastar por cualquiera.

«Mal momento para sacar el orgullo a la luz, querido. Te casarás con un Jeon, muchas cosas cambiarán para ti,» canturrió su loba, JiMin prefirió ignorarla.

—Viendo las buenas intenciones de usted y la corona hacia mí y mi gente, me tomo el atrevimiento de señalar un punto de partida poco certero en el trato —dijo JiMin, la sonrisa nunca abandonó su rostro, y tomó el atrevimiento de mirar al rey directo a los ojos, también a la reina, quien se mantenía en estoico silencio—. Me parece una falta de respeto el que hayan enviado a un lacayo a efectuar nuestro recibimiento. Tales acciones podrían ser tomadas como una ofensa hacia la corona de Asmax y su pueblo.

El rostro de HeSong sostuvo una rigidez insana, volteando a ver a su esposa e hijos y de vuelta al omega.

—Sin embargo, y viendo su aparente buena voluntad, lo dejaré pasar, siempre y cuando no vuelva a repetirse, rey HeSong.

—Claro, no se preocupe —contestó entre dientes el rey.

JiMin quiso reír, «Hasta aquí llegó su excesiva hospitalidad,» pensó. Su loba gruñó ante sus palabras. JiMin no supo identificar si era por ira u otra cosa. El séquito del omega, quien miraba todo con intenso escrutinio, sonrió para sus adentros, orgullosos de que su príncipe no se dejara amedrentar.

—Me comprometo a ello, puede estar seguro, príncipe JiMin.

—Solo JiMin, por favor, pronto seremos familia —pidió con total bondad, meloso y bonito, como el perfecto omega que no era.

HeSong lo miró inseguro, sintiendo a su alfa confundido por el omega; sin embargo, no pasó de allí, su aroma se reveló por un segundo y vio el rostro de JiMin fruncirse en una mueca poco disimulada, bien, era algo de esperar.

—Ahora, con todo malentendido fuera del camino ¿Qué tal si hacemos las presentaciones formales? Creo que ya se han retrasado lo suficiente.

JiMin asintió a las palabras del rey, quien giró hacia su familia.

—Mi esposa, la reina, Jeon YooNa—Señaló hacia el área del trono.

JiMin observó a la mujer, su rostro serio no dejaba mucho a ver, pero estaba seguro de algo: Ella era una alfa, una que olía a «Hortensias, Pino y Caramelo,» dulce y refrescante, pero sutil, como si su loba intentara ocultarlo. La reina asintió en saludo, JiMin devolvió el gesto.

—Mi hijo menor, Jeon TaeHyung —el joven hizo una reverencia y brindó una gran sonrisa, «Café», un Beta, uno que definitivamente nunca heredaría el trono–gracias a las leyes de Craenia–incluso si no existía otro heredero más que él—. Y por último. JungKook, por favor, acércate al príncipe JiMin.

JiMin aguantó la respiración cuando el tal "JungKook" bajó los escalones del trono, todo ojos grises y cejas pobladas, nariz marcada y labios finos, su loba pareció sumamente interesada, justo como hace minutos atrás, solo que esta vez movía la cola y sus ojos brillaban mientras caminaba alrededor, como si fuera de caza y ese hombre fuera la presa.

—Él es quien se unirá a usted en matrimonio, príncipe JiMin —dijo HeSong apretando el hombro derecho de JungKook, quien asintió en acuerdo.

—Es un honor, omega.

JiMin apretó las piernas y su loba sacó la lengua. Mierda, esa voz, era como miel caliente. Dulce y excitante.

JungKook tomó la mano del omega y dejó un beso en el dorso, «Es un alfa,» recalcó su loba, incluso si el aura y el porte lo gritaban a viva voz, no obstante, JiMin no captó ni una pizca de su aroma.

—El placer es todo mío, alfa —correspondió sin apartar la mirada.

JungKook mantenía una expresión tranquila.

—Mis mejores intenciones están en nuestra futura unión —el tono dulce utilizado casi hace vomitar al omega, aun así ¿Quién era él para acabar con toda la farsa que aparentemente se estudiaron muy bien los Jeon? JiMin asintió y con delicadeza retiró la mano de la del príncipe.

—Claro, no espero menos de usted —ambos se miraron a los ojos, como si quisieran descubrir algo.

—Perfecto, ahora que las presentaciones están debidamente hechas ¿Por qué no va a instalarse en sus aposentos? Debe estar cansado después de pasar tantos días en el mar —propuso el rey sonriente. JiMin lo observó con cautela.

El omega miró alrededor y se dijo a sí mismo que era lo mejor, no quería tentar a la suerte en su primer día, menos con todo lo que aún le quedaba por delante, los Jeon no eran ovejas, y el rey tenía una fama de tirano que le precedía cuál lastre. JiMin miró una vez más a la reina alfa, había algo raro en ella, no obstante.

—Nos encantaría —contestó educado al rey—. Ha sido un largo viaje desde Asmax.

HeSong asintió.

—MinSuk lo llevará a usted y todo su séquito a sus nuevos aposentos.

—Muchas gracias, rey HeSong.

Tanto JiMin como su séquito hicieron una ligera reverencia. El príncipe omega miró a cada uno de los Jeon y dio media vuelta siguiendo a un rígido MinSuk que parecía correr.

JiMin sonrió con diversión, nunca había sido amante de la intimidación, pero estaba en tierras ajenas, y si bien la opinión no era muy favorecedora a su gente, mantendría lejos a muchos y le ahorraría compañías no deseadas. Ya tenía suficiente con qué lidiar, de hecho a cada minuto que pasaba estaba más seguro de que había algo realmente mal en todo lo que envolvía esa unión.

El rostro estoico de la reina, la mirada curiosa del hijo menor, la excesiva y fingida amabilidad del rey—perfectamente reconocible cabe decir—y la resignada mirada de JungKook. Desde la perspectiva de JiMin, eran ingredientes para crear un completo desastre.

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HeSong se masajeó las sienes con fuerza mientras suspiraba y se sentaba en el trono, lucía cansado y ¿Cómo no estarlo? Toda la situación en sí le provocaría un infarto, se sentía lo suficiente viejo ya para estar lidiando con tales cosas.

A su lado, JungKook parecía furioso, incluso colérico mientras TaeHyung intentaba calmarlo y YooNa, miró a la mujer tan pálida e impávida como siempre. HeSong chasqueó la lengua con disgusto y recordó que todo esto era por la maldita necesidad de un acuerdo diplomático, que solo tenía que esperar, que era necesario, y que al final obtendría recompensa.

—Ese omega nos ha mirado como si fuéramos escoria —gruñó JungKook en voz alta y claramente enojado. Su lobo se removió incómodo, después de una ardua batalla interna para mantenerlo a raya, el animal dejó ver sus ojos amarillos, antes de negar con su peluda cabeza y desaparecer en algún lugar en la mente del humano—. Él traerá muchos problemas, y este acuerdo no lo vale.

TaeHyung miró hacia su hermano, el alfa estaba fuera de sí y el beta no sabía exactamente por qué. Después de conocer finalmente a JiMin, TaeHyung estaba seguro de algo. Park JiMin no era un omega común, bueno, nadie de la monarquía Park lo era o al menos eso decían. Los craenianos tenían una mentalidad completamente diferente a ellos, y sabía que eso crearía problemas, aun así, no creía necesario todo este circo. TaeHyung se permitió rodar los ojos ante tal hecho.

—Igual necesitamos de la corona Park. El tenerlo aquí fue parte de nuestras condiciones, ya no hay vuelta atrás —recordó HeSong con cansancio. JungKook le dirigió una mirada a su progenitor que hizo a este alzar una ceja en clara interrogante, el menor de hijos grises suspiró.

—Podría haber elegido a su hermana —HeSong rodó los ojos.

—JungKook, por favor, te he explicado mil veces que no teníamos opción. JiMin es menor que tú. La princesa SeulGi, no. Nuestra ley exige que él o la omega en cuestión no supere en edad a su alfa, en este caso, tú.

—Hay cientos de reinos, miles de omegas —gritó bajo—. No puedes darme una excusa tan pobre.

El silencio reinó, pesado. JungKook estaba enojado, mucho y sin una razón concreta, había algo, algo que lo tenía a punto de perder la mente, mucho más allá del acuerdo o el casamiento.

—JungKook —llamó YooNa en voz baja, ligeramente peligrosa a oídos del alfa. TaeHyung observaba el intercambio en silencio—. Detente, es tu padre y alfa con quien hablas, no lo olvides.

HeSong observó a su esposa y después a JungKook, este miraba a su madre con ligera y contenida fiereza, no obstante prefirió solo asentir y dirigirse a HeSong inclinando la cabeza en respeto.

—Lo siento, alfa, es solo que no logro entender. Han sido años de enemistad.

—Lo sé, lo sé muy bien, tu tío es prueba de ello —dijo el rey—. Asmax es fuerte, podrá ayudarnos. Nosotros no podríamos contra Aspor por nuestra cuenta y muy pocos países se meterían en una guerra que no les corresponde. Ellos fueron amenazados al igual que nosotros, y dado que decidimos no apoyar en la destrucción del otro, nos vimos envueltos en esta guerra. Ten paciencia, tenemos mucho que perder si algo sale mal.

JungKook respiró hondo y luego de unos instantes asintió.

—Bien —aceptó—. Pero dejaré algo en claro. Sé que el príncipe Park está criado de una forma completamente diferente a la nuestra, aun así, una vez nos casemos tendrá que tomar las costumbres de Craenia.

—¿Crees eso posible? —preguntó TaeHyung divertido—. Creo que aún no entiendes con quién te vas a casar. Estamos hablando de un Park, de un príncipe de Asmax. Yo que tú, andaba con cuidado a su alrededor.

—Estoy muy al tanto de ello, TaeHyung —contestó JungKook y miró a su padre—. Pero es un hecho que no lo aceptaré de otra forma.

HeSong sonrió con un brillo en los grises y viejos orbes, uno que no parecía humano.

—No espero menos de mi heredero.

JungKook asintió, YooNa rodó los ojos y TaeHyung negó. Que la diosa los ayude.

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