«two»
- Me largo, a mi paraíso - anuncio cruzando la puerta de mi hogar, ni siquiera me despido de Lilith, no se lo merece y ese señor apenas lo he visto una vez, así que me da lo mismo.
Creo que soy la única chica en el mundo que llama a la universidad, paraíso, pero sí lo es, por lo menos para mí. Estoy segura que Anna me está esperando con baterías recargadas al 1000% como todos los días.
- Te llevo - me ofrece el señor chino.
- Puedo ir por mis propios medios - soy realmente cortante.
- No fue una pregunta, he dicho que te llevaré - su voz es arisca, áspera y malhumorada.
Pongo los ojos en el cielo porque él no es nadie para rebatir lo que le he dicho. Solo te pido diosito que se aparte de mi vista o no responderé por lo que le haga.
- Oiga, no le odio pero su existencia no necesariamente me emociona - le sonrío más falsamente que a mi madre
- Niña deja de ser tan borde - escuché bien, me ha llamado niña - Tienes una personalidad..
- No confunda mi personalidad con mi actitud - le paro antes de que suelte otra estupidez - Mi personalidad es quién soy y mi actitud depende de quién sea usted.
Santa madre, el rayo que acaba de caer me ha puesto los pelos de punta y mi grito se escuchó hasta en la casa blanca, le tengo terror a las tormentas eléctricas que quede claro. No es mi culpa que esté traumada ¿vale? Odio contar por qué comencé a sentir éste pavor. Mi madre o "Lilith", no tiene ni derecho a que le diga tan lindo apodo, bueno, a lo que iba, ella es la culpable de todo. Siempre detesté los sonidos estridentes de los truenos cuando era pequeña y esa mujer nunca fue capaz de acercarse a mí habitación y arrullarme o simplemente a secar las lágrimas que desprendían mis ojitos en las noches tormentosas. Nunca, y cuando digo nunca es nunca.
- Venga, vamos tirando - me meto al auto apresurada dejando al señor ese un poco descolocado por mí actitud reciente. - Universidad de Nevada, si es tan amable.
- Mi hijo también va a esa universidad.
- No le conozco - le corto - Usted es el único chino que conozco.
- Soy coreano no chino - me da una mirada de soslayo y vuelve a fijar la vista en la vía.
- Ah - me vale un chingo, señor chino, le hago una mueca mental.
- No entiendo cómo que tu madre y tú son tan diferentes - qué gran descubrimiento. - Se parecen en los ojos.
No hago más que reírme, éste viejo es daltónico, llevó a Lilith a la cama y ni le miró los ojos.
- Para nada - digo aún ahogada en mi propia risa - Sus ojos son color tierra y los míos son azules.
- Digo en la forma que tienen, no el color - ah vale, la idiota soy yo.
- ¿Cómo conoció a Lilith?
- En un casino - claro, estaba pescando un pez gordo - Es muy buena hablando.
- No se confíe en las palabras bonitas, muchos tienen azúcar en la boca y veneno en el corazón - miro como las gotas empañan la ventanilla a mi lado y dirijo mi dedo índice para dibujar algo en el cristal.
- No se llevan bien verdad.
- Exactamente - pone la radio y me emociono al escuchar que Personal de HRVY está sonando. - Tiene buen gusto musical.
- No, es mi hijo, es su auto - dice con una sonrisita.
- Pues dígale a su hijo que ya me agrada - recuesto mi cabeza al tapiz del asiento hasta que lleguemos.
No dejo de darle vueltas al asunto, su hijo tiene un Mercedes Benz último modelo del año y yo todavía no tengo ni mi propio monopatín. Hay personas que nacen con más suerte que otras, la mía es pésima y no me lo recuerden que ya lo tengo bien claro, gracias.
- Hemos llegado - anuncia estacionándose y gracias al cielo ya ha dejado de diluviar.
- Gracias - sé que soy seca pero no quiero que piense que me llevaré bien con él por haberme dado el aventón.
Me coloco mis audífonos y evito olímpicamente todas las miradas curiosas que se han posado en mi persona, por haber salido de tan lujoso auto. No muy a lo lejos estoy viendo a mi amiga venir toda sonriente con la melena suelta y he de decir que la tiene preciosa, con ese tono rojizo natural.
- ¿Quién era? - pregunta al llegar a mi lado.
- Buenos días Anna, he tenido un maravilloso fin de semana como tú - paso de ella, para adentrarme al lugar, no me gusta llegar tarde a clases.
- Si, si, buenos días y todo eso - vate las manos rápidamente - ¿Pero quién era?
- ¿Quién era quién?
- Ay, no te hagas - golpea el piso con un pie.
- No entiendo de qué hablas, ha sonado la campana y yo ya estoy lista para recibir la materia correspondiente - escondo la sonrisa que quiero poner porque se ve muy cómica haciendo una pataleta.
- Esta me la pagas, Black - me apunta y entrecierra los ojos.
- Señorita Kendrick, a su sitio - le riñe el profesor que se ha colocado en frente de ella.
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