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«thirteen»

El molesto tono de mi teléfono me alerta de una llamada.

- Diga - respondo casi quedando dormida nuevamente.

- ¿Any dónde estás? Ya te has perdido las tres primeras clases - reconozco la voz preocupada de Anna.

- ¿Qué hora es?

Al sentarme alarmada una punzada en mi cabeza me hace soltar un quejido adolorido.

- ¿Estás bien?

- Nos vemos en media hora.

Corro al baño a darme una ducha rápida, mi amiga me matará y yo especialmente no soy de las que llega tarde y les gusta faltar a clases.

Mi vista se paraliza en los azulejos, el agua contiene un rastro de sangre que escurre desde mis piernas, me paralizo en cuanto los recuerdos de ayer me golpean todos juntos.

Mi pulso se detiene cuando  observo mi cuerpo desnudo frente al espejo. Unas horribles marcas de color morado y rojizas adornan todo el largo de mi cuello, mordidas sobre mis clavículas y pechos. Las lágrimas se acumulan y salen solas de mis ojos cuando pienso en las sucias caricias de ese hombre, es como si estuviera reviviendo el hecho.

Mi abdomen y muslos también contienen marcas, como si me hubiesen apretado fuerte en esas zonas. Mi cadera está adolorida y mi feminidad se siente irritada.
Grito derrotada, desplomándome en el suelo, golpeando y tirando cuanto objeto veo a mi alrededor.

[...]

- Tú estás loca o estás enferma - murmura mi amiga mirándome con una ceja alzada y de brazos cruzados.

Estoy comenzando a ponerme nerviosa, no quiero contarle lo que ha pasado, no aún.

- Ninguna de las dos - le doy una sonrisa de labios cerrados.

- ¿No tienes un poco de calor aquí? Digo, sé que ya estamos en otoño pero la calefacción está prendida.

- No tengo calor.

La verdad Anna, siento las gotas de sudor bajar por mí espalda.

- Como digas - me vira los ojos cansada - Vamos.

Santa virgen, por qué yo.

Allyson ha estrellado su licuado en mi ropa "sin querer".

- Oh, perdón Any - ih, pirdín Iny, odio su voz.

- Hipócrita - digo para mí misma.

- ¿Qué? - lo que faltaba, la tipa tiene una audición refinada - Ven y dímelo a la cara - alza la voz, está demás decir que todos en el comedor se nos han quedado mirando y no me voy a quedar callada.

- ¿En cuál de las dos?

Su rostro y el de su amiga están rojos de ¿vergüenza? ¿ira?

- ¿Qué? - me ha agarrado del cuello de mi suéter como si eso fuera a intimidarme - ¿Hablas mal de mí porque si hablas de ti a nadie le importa?

Una risa sarcástica sale de mis labios.

- Tienes el síndrome de la abeja niña, te crees la reina y no eres más que un simple bicho - su agarre en mi cuello se ha vuelto más fuerte y ya ha comenzado a dolerme pero ni me inmuto - ¿Sabes? No le temo a las víboras.

- Seré víbora, sí, pero al menos soy linda - se detiene a mirarme de cuerpo entero - no como tú.

- Quien se burla de otra persona por sus defectos físicos deja al descubierto sus defectos mentales.

- ¿Te estás escuchando? No entiendo lo que tienes en la cabeza.

- Si no me entiendo yo, me vas a entender tú qué además eres estúpida - tomo un mechón de su cabello teñido en mis dedos - Rubia oxigenada.

Su amiga se interpone entre nosotras dándome la cara ésta vez.

- Allyson, lamento si te ofendí al llamarte estúpida, pensé que ya lo sabías - a nuestro alrededor se escuchan los abucheos.

- Jungkook, esa chica es una idiota - lloriquea ella abrazando el brazo del mencionado, que ni me había percatado de su presencia.

Nuestras miradas se encuentran, mi corazón palpita más fuerte de lo normal y he sentido una estampida de elefantes en mi estómago, qué me hace este chico.

- Felicidades - tomo del brazo a Anna que tiene una sonrisa triunfal en su rostro - Te has ganado un Óscar por todos los números que te montas - mi hombro choca con el de ella haciendo un sonido sordo y comienzo a caminar hacia el baño.

A nuestras espaldas se ha quedado ella haciendo la pataleta correspondiente para que le presten atención y la verdad ya me tiene harta la situación, siempre soy yo la diana a las que todos tienen que apuntar.

- Voy a cambiarme. No te vallas.

- Te espero aquí fuera.

Gracias al cielo, siempre traigo ropa demás, por si se me rompe o mancha la que llevo puesta.

Tocan la puerta del cubículo en el que me encuentro y me río por lo apurada que siempre está mi amiga.

- Eres tan impaciente - salgo topándome con otra persona - ¿Qué haces en el baño de las chicas?

- Hablemos - se coloca frente a mí impidiendo mi camino hacia el espejo y lo miro sin expresión alguna, necesito controlar mis emociones.

- No.

- Sé que todavía me tienes rencor - afirma tomando mis manos.

- No te guardo rencor, pero tengo buena memoria.

- Es lo mismo - alza una ceja.

Me pregunto si se habrá dado cuenta que mis manos están sudando.

- Jungkook, si te crees la última coca cola del desierto, lamento informarte que a mí me gusta la cerveza.

¿De dónde salió eso?

Él solo se ríe y me planteo mentalmente por qué si antes odiaba que lo hiciera, por qué ahora me gusta que lo haga.

- A veces pienso en quién caerá en tus brazos y no sé si reírme o sentir compasión - auch, eso me dolió.

- No pretendo que nadie caiga por mí y mucho menos hacerlo yo. El amor es hijo de la ilusión y padre de la desilusión.

Suelta mis manos delicadamente, con su izquierda me atrae por la cintura, acerca su derecha a mí rostro y acaricia mis labios con su pulgar. Cierro los ojos y suspiro al sentir el contacto, soy un mar de sensaciones efímeras.

El tiempo se detiene en una colisión de sentidos cuando puedo sentir sus labios moverse sobre los míos. Ésta vez es un beso más posesivo y ardiente que ha comenzado a arrasar conmigo, es como haber nacido o haber encontrado de pronto una completa mitad de mí misma que había estado perdida. Sus labios son tibios y suaves y aún tentativos.

Se aleja lo suficiente para mirarme a los ojos. Tiemblo con la necesidad de tocarle por todas partes al mismo tiempo, de sentirle a él tocarme a mí.

- Te extrañé - dice con un susurro.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, mi boca encuentra la suya en un segundo beso que hace temblar el mundo bajo mis pies, sus grandes manos rodean mi cintura pegándome a su cuerpo, comenzando a dejar caricias en mi espalda. El beso se ha vuelto desenfrenado de un momento a otro, movemos nuestros labios en una sincronía espeluznante, como si se conocieran desde siempre y es cuando abro los ojos asustada. Las imágenes del día anterior se acoplan en mi cabeza y quiero gritar. Empujo su pecho para separarme de él.

- ¿Qué pasa?

- No - mi voz apenas es audible.

- ¿Por qué lloras? - intenta tocar mi rostro pero casi que corro huyendo de su cercanía.

Sé que él no es el culpable, pero me siento sucia, el no se merece mis problemas por muy idiota que sea.

- Ésto no sucedió - tomo mis pertenencias para salir.

- No, espera - se interpone - ¿Qué sucede?

- Déjalo así, aléjate de mí.

- No quiero.

- Pues tendré que alejarme yo misma - corro a la puerta para huir y siento el golpe que le da a ésta cuando la cierro.

Agradezco que Anna no esté aquí en estos momentos, si no tendría que darle muchas explicaciones. Coloco una mano sobre mí boca para callar el ruido de mi llanto y supongo que ya es hora de irme a casa si no quiero que me vean así.

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