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«seventeen»

Trato de pegarme lo más que puedo a la pared del porche dónde estoy sentada tiritando, siento mis extremidades entumecidas, incluso mi cara no la siento.

Solo clamo a lo más alto desde mi interior para que alguien de buen corazón se apiade de mí.

Un auto moderno se aparca con las luces encendidas. Lo que me faltaba, también me echarán del pequeño portal que se ha convertido en mi refugio desde hace unas horas.

Tocan el claxon del auto unas tres veces y es cuando me fijo bien en la carrocería y lo conozco perfectamente, el auto que solía manejar el señor Jeon, el auto de su hijo, Jungkook.

Y es como un ángel, baja de su auto y de una corre hacia mí y carga mi inerte cuerpo.

¿Qué ha pasado?

Seguro he muerto de hipotermia y ahora estoy en el cielo soñando con el pelinegro.

¿Pero en el cielo se sueña?

¿O solo estoy en casa de Anna y estoy teniendo una pesadilla?

¿O tal vez esto nunca pasó y no es mi vida y solo soy una niña que lee historietas junto a su padre?

No, Any, ésta es la vida real, no vives en un país de ponis y arcoiris, despierta del trance y enfrenta tu angustia.

Querida conciencia te aborrezco.

- ¿Estás bien? - pregunta con cautela y solo niego apartando la vista para otra vez destilar agua salada por mis ojos.
Y sucede, me abraza.

- Te..te..voy a mojar - hablo entrecortadamente.

- ¿Estás helada? - coloca sus labios en mi frente para comprobar mi temperatura y se siente tan bien ésto.

Para mí mala suerte se aparta y pone en marcha el motor del auto para conducir hacia no sé dónde.


[...]

- Bienvenida a mi apartamento - me sienta en un lindo sofá de cuero negro.

No he sido capaz ni de caminar por mí cuenta y creo que la vida se me escapará en fracciones de segundos, no tengo fuerzas ni para mantener los ojos abiertos.

- ¡Oh por Dios, estás pálida! - acuna mi rostro y me encantaría mirarlo pero no puedo, me carga nuevamente y me lleva a su baño.

Quita toda mi ropa empapada rápidamente mientras llena la tina con agua caliente.

Al cabo de unos minutos ya estoy metida hasta los hombros en el agua y puedo decir que poco a poco me siento mejor.

En realidad si estaba teniendo una hipotermia.

Ya puedo al menos, apreciar todo lo que está haciendo por mi. Como mismo me sacó las prendas que traía puestas, me seca y coloca una enorme sudadera en mi pequeño cuerpo. Por primera vez no siento temor a que me hagan daño, me siento protegida a su lado.

Me está empezando a gustar que me cargue. Me lleva de forma nupcial y me deposita en su cama arropándome con un montón de mantas y mis fosas nasales se inundan con la fragancia de su colonia que tiene impregnada las almohadas.

Sale de la habitación y ahora que puedo pensar con más claridad tengo terror de lo que pueda pasar, los elefantes comienzan la estampida en mi estómago y las mariposas bailan causándome náuseas, estoy nerviosa.

- Toma ésto - aparece con una taza en sus manos y me la entrega al sentarse a mí lado.

Doy un sorbo y cierro los ojos, el chocolate sabe a la mismísima gloria.

- ¿Está bueno? - acaricia mi cabello despreocupado y asiento.

- Gracias - susurro mirando el vaho que desprende la bebida caliente.

- ¿Por qué no me llamaste? - empieza con los reclamos.

- Llamé a Anna pero Nam dijo que irían a Chicago, no quise molestar.

- ¡No molestas! - suena rudo - ¿Y tu novio? ¿No sé preocupa por ti? - me quedo en silencio mirándolo a los ojos.

- No tengo novio Jungkook.

- ¿De quién es el bebé entonces? - ah, era eso - ¿Ian?

- No, lo de Ian no llegó a más que unos simples besos.

- ¿Entonces? - él parece no darse por vencido.

- No quiero hablar sobre ese asunto - digo de mala gana.

- Está bien - se para - Si necesitas algo me llamas, estaré viendo la tele.

Joder, hablar con él es difícil.

¿Cómo le digo al chico que me gusta que me han violado y que aparte de eso me han preñado en el acto?

Todavía es doloroso para mí recordar o simplemente hablar sobre lo que sucedió.

Pero salgo de la habitación y me siento en el mismo sofá que él a mirar la televisión, él parece no querer prestarme atención, su ceño se frunce de vez en cuando y hace unos gestos raros con los labios.

- El bebé...

- No tienes que contarme - me impide seguir explicando.

- Lo quiero hacer - me da una mirada de soslayo dándome el consentimiento y gateo hasta quedar cerca de él, apoyo mi cabeza en su regazo con la vista hacia la televisión - Hace dos meses - comienzo con el relato, suspiro cuando sus dedos se cuelan entre mi cabello acariciándolo - Mi madre, Lilith, ella me recibió en casa diciendo que estaba arrepentida por lo mala que ha sido conmigo, me pidió perdón - se me escapa un sollozo y prosigo - Yo como tonta acepté "su jugo del arrepentimiento" - hago comillas con mis dedos - Jugo que previamente le había echado algún tipo de droga, lo bebí y cuando subí las escaleras hacia mí habitación comencé a marearme y a perder la visión. Había un hombre allí, él habló algo sobre que me portara bien con mi daddy - asco, no quiero seguir con ésto.

- Any..

- No, por favor, deja que explique, quizás me pueda sentir mejor.

- Vale, pero no te presiones a hacerlo por mí.

- Ese hombre, no le recuerdo, solo su voz. Me llevó a mí habitación y comenzó con los besos y caricias - tapo mi boca cuando siento que podría llorar fuerte - Luego de eso no sé qué sucedió, me desperté en mi cama, fue el día que nos besamos en el baño de la universidad - le doy una mirada rápida para saber si me está escuchando porqué he dejado de sentir su tacto en mi cabeza - Por eso tenía puesto un abrigo, las marcas que me hizo ese malnacido fueron horribles, no quería que me vieran así.

Me aparto para sentarme correctamente y poder mirarle, está con su visita perdida en algún lugar del salón.

- Perdón - hago un puchero cuando me mira - No mereces escuchar mis problemas.

En un movimiento rápido me toma de la cintura, quedo sentada a horcajadas sobre él y me abraza por segunda vez en el día.

Me permito llorar con todas las fuerzas, eran tantas cosas acumuladas que ahora me siento un poco libre de la carga que llevaba sola.

- Puedes confiar en mí - deja un beso en mi cabeza.

- Gracias - me acurruco en el espacio de su cuello y dejo escapar las últimas lágrimas.

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