«five»
Mi vecindario está más tranquilo que de costumbre, me concentro en mirar los letreros neón de cada establecimiento que paso.
Algo dentro de mí lucha por no pararme en medio de la calle y ser atropellada. No sé hasta qué punto pueda soportar un día más mi jodida vida. Suspiro pensando en el pasado cuando era una niña, mis ojos van a parar a las líneas de la acera, recuerdo que en mi infancia eso era por lo único que debía preocuparme, por no pisar las rayas de cada división o simplemente no salirme del lugar cuando estaba dibujando.
¿Cuándo comencé a ser una adulta?
Ser adulto trae sus consecuencias. Si todo fuera tan normal como lo es estar con Anna en cada día de clases, o esos turnos en la biblioteca que se me hacen tan largos pero que ridículamente me encantan.
Odio volver una vez más a casa y tener que toparme con la arrogante cara de Lilith.
¡Lilith!
¿Cuánto tiempo hace que he dejado de llamarla mamá? Oh, creo que lo recuerdo. Fue ese día que dijo tan abiertamente que no tenía que haber nacido, que solo he sido un maldito estorbo en su vida.
Mis ojos ya se han empañado por las lágrimas que intentan salir sin consentimiento alguno. Paso las manos por mí rostro y doy una respiración profunda antes de colocar la llave en la cerradura de la puerta. Escucho unos murmullos desde afuera.
Esto tiene que ser una broma. La vergüenza atrapa mis mejillas en un rojo carmesí, pero no pienso salir otra vez solo por lo que estoy presenciado.
- Vete de aquí - me grita la bruja que tengo por madre.
- No - mi voz es firme - Es mi casa también - el señor chino que antes había conocido está una vez más aquí.
¿Qué es lo que siento? Asco y más decepción hacia ésta señora. ¿No podían irse a su recámara por lo menos? Me los he encontrado teniendo un encuentro "casual" de sexo oral. ¡Qué puto infierno! ¡Puahg, qué asco! Sí, no me cansaré de repetirlo, da ASCO.
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