Parte 20: El anuncio y la caída.
Ya había pasado una semana desde la misteriosa muerte de una alumna. La sangre que estaba en el suelo era de ella y, según los médicos, ella se suicidó. Era algo extraño al principio, muchos alumnos faltaban a clases y se creaban rumores sobre lo sucedido. Coincidía más que nadie en lo sucedido. Era demasiado misterioso. Y demasiada casualidad.
Luego de lo sucedido, obviamente no fuimos al gimnasio. El director tuvo que cambiar la fecha y desgraciadamente era hoy, un viernes. Todos nos habíamos quejado sobre su decisión pero a él le dio lo mismo.
Desde hace días que no hablaba con Aaron, había faltado toda la semana y el único día que asistió fue hoy. Estaba algo nerviosa por su presencia, sentía que él estaba enfadado conmigo, aunque no sepa la razón. Hoy sólo me ignoró a mí. Intenté hablarle y acercarme a él pero me lo impedía con cualquier excusa, o simplemente se iba.
Ahora estaba algo deprimida y confundida, como siempre.
—Alumnos, deben ir al gimnasio—dijo una de las profesoras—. Ahora mismo, después almuerzan.
Me puse de pie y suspiré. Ahora debería caminar hacia allí con el estómago vacío.
(...)
Todo el discurso del director había sido aburrido. Demasiado. Según lo que escuché, ahora vendría la parte importante del discurso.
—Hemos discutido con algunos profesores y llegamos al punto de que...—se aclaró la garganta— todos ustedes tendrán unas vacaciones.
Quedé impactada por la noticia. Sin embargo, me puse de pie y comencé a aplaudir como una estúpida. Al igual que todos. Era una sorpresa algo extraña y rara, pero estaba segura que era sólo para quitarles el susto de esa muerte a los alumnos.
—Siéntense—ordenó el director.
Todos se sentaron al mismo tiempo, al igual que yo, como si fuéramos unos robots.
—Además debo contarles otra noticia—volvió a aclararse la garganta—. Durante estos días, estuvimos un largo tiempo charlando con sus tutores y hoy sus padres, mientras estaban en clase, nos dieron todas sus maletas con su ropa. Ahora sus maletas están en el bus de la empresa que nos llevará.
Todos aplaudimos sin parar, pero aún pensaba en este extraño viaje. Todo no pasa por casualidad.
—Pueden volver al almuerzo—dijo—. En 20 minutos deben ir al bus que está en la entrada.
Me puse de pie, comenzando a caminar hacia el comedor.
Mientras caminaba, sentí que alguien golpeaba mi espalda de una manera fuerte. Di la vuelta, preparada para encontrarme con algún idiota, pero no había nadie.
Este día estaba siendo muy extraño.
(...)
Me senté en mi mesa, agarrando mi móvil para distraerme un par de minutos. Ya había almorzado y no tenía nada más que hacer. Apenas pasaron 5 minutos desde que volví del gimnasio. Me estaba distrayendo bastante con mi móvil, pero desgraciadamente, mi celular indicó que no tenía más batería. Y en cuestión de segundos, se apagó.
Esperé unos minutos más, mirando a mis alrededores. No tenía qué pensar en concreto, así que decidí mirar todo a mi alrededor. Sin embargo, mi soledad no duró tanto tiempo.
De repente, oí el ruido de la silla que estaba adelante mío. Subí la mirada inconscientemente, y mi corazón comenzó a latir con fuerza.
—¿Q-qué quieres?—pregunté.
—Vas a compartir la habitación conmigo—ordenó con seriedad.
—¿Qué?
—Cuando lleguemos al campamento, compartirás la habitación conmigo.
—¿P-por qué?
Él frunció el ceño.
—No te interesa el por qué—respondió fríamente. Se puso de pie y se dirigió a su mesa.
Oh no, él no me puede dejar con la intriga.
Me puse de pie y comencé a correr detrás de él. Su humor de perros me estaba hartando.
Cuando por fin lo alcancé, sin darme cuenta, paró de caminar y se dio la vuelta. No me dejó tiempo para parar y, desgraciadamente, caí encima de él. Me encontraba a milímetros de él y estaba totalmente hipnotizada con sus labios. Sus hermosos y prohibidos labios. Y eso sólo logró hacerme olvidar por qué lo perseguía.
—Allison...—susurró.
Sentía que sus manos rodeaban mi cintura y la aferraban a él. Parecía que él también había olvidado todo.
—Aaron...
Y en un momento, la distancia entre nosotros se acabó. No me importaba si el director o la directora aparecían por aquí o si los alumnos nos observaban. No me importaba nada.
Él apretó más mi cintura y fue subiendo una de sus manos, para luego bajarlas. Sus labios me estaban embriagando cada vez más, me estaban enloqueciendo e invitando a un mundo desconocido. No entendía por qué cada beso superaba al otro, por qué cada uno era más excitante. Eran preguntas que rondaban mientras lo besaba.
Preguntas con un gruñido de respuesta.
Sus labios comenzaron a moverse de manera desesperada, impidiéndome pensar. Una de sus manos bajó a mi trasero, acariciándolo y apretándolo.
Sin pensarlo dos veces, puse mis manos dentro de su camisa y comencé a acariciarle. Madre santa, qué abdominales. Él puso una de sus manos en mi blusa y comenzó a jugar con el abrochador de mi sostén.
"¿Vas a hacerlo en público?", me preguntaba mi mente.
Pero en ese momento, oí que alguien se aclaraba la garganta y muchos murmullos se hicieron presentes.
Abrí los ojos y vi a todos los alumnos observándonos, que era lo que me esperaba, y a la persona que menos desearía que estuviera aquí.
Diablos.
*******
Lo sé, lo sé, Allison ha perdido la cabeza.
O sea, ¡hacerlo en público! Pero bueno..., ella y Aaron están locos de remate.
Espero que les haya gustado.
- A.
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