Parte 14: El peor castigo.
Todos nos vieron.
Y no solo estaba todo el Instituto, estaban todos los profesores y la directora.
¡La maldita directora estaba aquí! No entiendo como sabían que estábamos aquí, seguramente alguien abrió la boca y apuesto por cualquier cosa que si me entero quién fue la persona que la abrió voy a asesinarla.
-¿Qué estaban haciendo?-Preguntó la directora con el ceño fruncido.
-Estábamos besándonos, ¿o está ciega?, pensé.
-Yo...—Me quedé sin palabras.
-Vístanse, los espero en la dirección. Si no están en dos minutos en la dirección- Nos señaló- van a tener una muy fea consecuencia.
Llamó a todos los alumnos y profesores que estaban observándonos y los sacó del gimnasio. Ella nos dio una mirada amenazante y se fue con aire de superioridad.
-Es tu culpa-Lo acusé.
—¿Mi culpa?—Soltó una carcajada—. Tú lo seguiste.
No quería admitirlo pero tenía razón, yo le seguí su juego. Pero hay que aceptarlo: ¿Quién no se resiste a esa belleza?
—Y tú lo empezaste—Me excusé.
Él se rió y comenzó a ponerse la camisa, mientras QUE yo me ponía mi blusa. Lo observé unos segundos antes de que se ponga la camisa para guardar la imagen de su torso en mi mente.
Aunque fuera algo pervertido.
—Hey, debemos irnos—Avisó. Miró el reloj del gimnasio y me volvió a observar—. Nos quedan 30 segundos.
—¡¿30 SEGUNDOS!?—Chillé y comencé a correr fuera del gimnasio.
(...)
—¿Me pueden explicar lo que sucedió?—Preguntó la directora, acomodándose sus lentes.
—Es algo incómodo contarlo—Contesté con nerviosismo.
—No quiero que me cuente eso, Green—dijo arrugando la nariz—. Quiero que me cuenten como se escaparon de la clase.
Suspiré. No sabía exactamente que decirle, ya que no recordaba la razón por la que había salido de clase, creo que había sido por no prestar atención. Tampoco recuerdo en que me había distraído y como pude ser tan idiota de hacer lo que el mensaje me dijo pero bueno, no se puede volver para atrás.
—Salí porque el profesor dijo que debía irme—Respondió Aaron con seguridad—. Si quiere, puede preguntarle a cualquier persona que vaya a Matemática.
—Bien...—Murmuró la directora, poniéndose de pie en el proceso—¿Y usted, señorita Green?
—La profesora me sacó de la clase—Contesté sinceramente.
—¿Se puede saber la razón?
—Estaba...—Intenté pensar algo convincente, algo que sirviera. Sin embargo, solté lo primero que vino a mi cabeza—. Pensando en algo.
- Dejaré de hacer preguntas, ya sé que haré con ustedes dos—Nos miró rápidamente— están castigados.
—¿Qué?—Pregunté confundida—. Pero...
—No, están castigados—Interrumpió con enojo—. Ahora, vayan al almuerzo.
—¿Cuándo será el castigo?—Preguntó Aaron con educación, era la primera vez que lo había escuchado hablar de esa manera.
—Mañana, sean puntuales—Volvió a sentarse—. Vayan al almuerzo.
—Bien...
Me puse de pie, al igual que Aaron, y salí de la dirección. Ya estaba harta de tantos problemas, era un problema detrás de otro...¿Cuándo iba a estar tranquila? Además, seguramente el castigo iba a ser después de clase, lo que me ponía en problemas con mi padre.
—¿En qué horarios son los castigos?—Le pregunté mientras caminábamos al comedor.
—No lo sé, siempre son diferentes. - respondió con la mirada en el suelo—. Es según cuán grave sea la "travesura".
Decidí no responder y meterme en mis pensamientos. Fue una mala idea lo del gimnasio, podríamos habernos escondido y evitar estar a la vista de todos. Pero, sigo sin entender por qué era el gimnasio y no otro lugar.
¿Por qué justamente un gimnasio? ¿Qué lo hacía más especial que a los demás?
Había que aceptar que Aaron era algo raro en momentos, o la mayoría del tiempo. Sigo sin entender que lo hace original, si sus hermosos ojos azules o su desordenado cabello que lo hacía cada día más irresistible.
—Llegamos—Avisó, sacándome de mis extraños pensamientos.
Levanté la mirada y todos el Instituto nos observaba; muchos cuchicheaban, sonreían, nos señalaban, o simplemente nos observaban sorprendidos.
Cómo si no lo esperaran de nosotros.
—¿Qué vamos a hacer?—Le susurré con nerviosismo.
—Voy a sentarme con el equipo—Murmuró. Luego me observó y negó—Tú vienes conmigo.
—No tengo problema, no tengo amigos.
Él caminó hacia el equipo y caminé detrás de él. Cada vez que pasaba por alguna mesa con personas, todos nos observaban y susurraban cosas que no entendía. T odo era bastante raro.
Hasta que llegamos a su mesa.
Habían unos 10 chicos, que eran los más deseados y los más mujeriegos del Instituto. Si prestabas atención a las chicas que hablaban en el pasillo, todas hablaban de ellos y detalles de ellos. Bueno, había que aceptarlo... todos eran perfectos.
—Así que tú eres su novia...—Murmuró uno de los chicos que estaba observándome desde que había entrado al comedor, como todos—. No eres como las demás.
¿A qué se refería con que no era como las demás?¿A que no era una estúpida como las demás?
—No, no lo soy—Le respondí con fastidio—. No soy una niña idiota.
—Bien...—Murmuró otro de ellos con un suspiro—. La niña es dura.
—Sí—Respondí. Al pronunciar esas palabras, Aaron tomó mi cintura y me acercó a él.
¿Estaba....celoso? Posiblemente, él había visto como me miraban muchos y bueno... le agarró un ataque de celos. Aunque, si yo hubiera estado en su caso, también estaría con un ataque de celos.
—Debo irme—Avisé—. Me esperan.
—¿Te acompaño?—Preguntó Aaron preocupado. Asentí—. Ya regreso.
Caminé por todo el comedor, dirigiéndome a la puerta. Todos nos seguían observando, y seguían siendo la misma gente que antes.
Al estar fuera, él se me acercó.
—¿Qué sucede?—Preguntó.
—Lo mismo me pregunto—Respondí con enojo.
—Escuchaste lo que escuché, ¿no?—Asentí—. Nos castigarán de la manera más cruel que haya escuchado.
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¡HOLA! ¡PASAMOS LOS 400! Pero desgraciadamente tengo una mala noticia:
Me voy de viaje por Navidad. No sé cuanto tiempo será pero quiero dejarles el capítulo.
Espero que les haya gustado.
-A.
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