Epílogo.
Camino de un lado a otro, oyendo el ruido de las ruedas de la maldita maleta deslizarse por la madera. Exacto, esto era tener la furia al tope.
La sensación del nunca jamás, de que voy a comenzar una vida otra vez. ¡Otra vez! Ni siquiera ha pasado un año desde que me mudé con mi padre a California y ahora quiere irse a otro lugar aún más lejos.
Intenté todo, pero no fue suficiente para convencerlo de quedarme aquí. Me siento pésima, y aún más con pensar que Trent está fuera de lo que será mi antiguo hogar. Todavía no le he contado nada sobre lo que sucedió entre Aaron y yo, pero pensaba decírselo hoy.
Están Amanda, Trent y el mismísimo Aaron fuera de mi casa. Esto sería una despedida, un "quizá jamás nos veremos, quizá sí".
¡¿Y lo peor?! ¡El maldito cariño que les tengo a ellos 3!
Me enoja demasiado, y no sé de lo que seré capaz con esta furia que tengo ahora.
—Debemos irnos, Allison, o sino no llegaremos al vuelo—anuncia mi padre, tomando sus maletas.
—Nunca—murmuro, sabiendo que él no me ha escuchado.
Tomo mis maletas y bolsos que reposaban sobre el suelo, para luego dirigirme a la salida. Mi padre se dirige hacia el taxi que espera allí, guardando cada maleta. Se las aproximo rápidamente y luego camino hacia ellos.
Amanda tiene los ojos cristalizados, y no para de sobarse la nariz con un pañuelo. Esto le afecta seriamente, al igual que a mí.
—Amanda...—susurro, acercándome a ella.
—Bebé...—dice, abrazándome y enterrando su cabeza en mi cuello. Comienza a sollozar, sosteniéndose de mí aún más fuerte—. Te voy a extrañar demasiado—se separa de mí lentamente.
—Y-yo también—respondo sinceramente.
Dirijo mi mirada a los dos hombres; Aaron está de brazos cruzados, con sus ojos fijos en mí y Trent tiene la mirada al cielo, con sus manos en posición para rezar. Decido abrazar primero al último, ya que parece el más afectado de los dos.
Sus manos frías me rodean la cintura, pero sigo teniendo esa sensación de culpabilidad que tuve los últimos días. 13 días exactamente, hace trece días que fue la fiesta. Debo contarle, no dejaré esto aquí.
Me separo rápidamente de él, mirándolo con tristeza.
—Trent, yo...—las palabras no salen, pero lo hacen al cabo de segundos—: te... engañé... en la fiesta...—murmuro. Su expresión cambia de tristeza a dolor, demasiado dolor.
—¡Vamos, Allison! ¡Ya has tenido demasiado tiempo para despedirte!—grita mi padre, abriendo la puerta trasera del taxi.
Miro a Aaron, que aún mantiene la mirada fija en mí. También a Amanda, que tiene tal expresión de sorpresa y odio que me asusta. Y luego a Trent, que tiene los ojos más cristalizados que los de Amanda.
—¿Lo dices en serio, bebé?—cuestiona ella.
Asiento.
—Wow—es lo único que dice. Mira a Trent, que tiene la mirada baja—. V-vayámonos de a-aquí.
Sube la mirada y comienza a caminar por detrás de Amanda. Pero antes, veo como ella se gira y habla:
—N-no lo esperaba de ti, Green, pensaba que eras buena persona. ¡M-mira cómo me equivoqué!
Sigue caminando, desapareciendo de mi vista en poco tiempo.
—¡Allison, apúrate!—exclama mi padre, haciéndome señas para entrar al auto.
Clavo mi mirada en Aaron, que tiene la mirada desviada.
—Discúlpame—susurro. Sus ojos se clavan en mí, iluminándose a causa de la luna.
No dejo que responda, sólo me acerco y le doy un corto beso en los labios. Sus labios fríos se deslizan por los míos, haciendo una especie de juego final.
—Es todo mi culpa—digo, sintiendo las lágrimas descender por mis mejillas. Él las corre suavemente, deshaciéndose de ellas con su suave tacto.
—No lo sientas, es culpa de los demás—me responde con un hilo de voz.
—No..., es mi culpa. Les hice daño a todos, y ahora debo alejarme de todos...—suelto un sollozo. Sus ojos se cristalizan levemente.
—Shh—sus brazos rodean mi cintura, dándole un leve apretón—. No te dejaré alejarte de mí, ¿lo sabes?—susurra, colocando mi cabello detrás de mi oreja. Me alejo lentamente de él.
—¿N-no?
—No puedes descubrir nada sin mí, pero yo no puedo vivir sin ti. Te amo mucho, considero imposible alejarme de ti—murmura.
Le deposito un último beso en los labios, oyendo a mi padre gritando mi nombre.
—Yo también te amo.
Camino hacia el taxi, sentándome en el asiento de cuero. Miro por la ventanilla, observándolo por última vez.
Oigo el ruido del acelerador, y noto como lentamente el auto comienza a moverse.
"Nadie me alejará de ti" es lo último que lo escucho decir.
Las calles desconocidas y las luces de lugares que nunca visité me nublan la vista, y me hacen pensar en él.
En que lo amo, y que quizá lo perderé al alejarme.
Pero estoy equivocada:
Ya lo perdí.
Fin.
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