Capítulo 4.
Allison.
Refregué mis ojos, acostándome rendida en la cama. El primer día había sido largo, y las constantes punzadas en la cabeza que me irritaba eran cada vez más insoportables. Cleveland y sus amigos eran unos... estúpidos.
Siendo recién el primer día, ya hasta sabía que jamás de los jamases iba a soportarlos. Deseaban hacerme la vida imposible, lo que era muy fácil para hacerlo. Nunca había sido capaz de defenderme, sinceramente. Pensaba con decisión que una pelea no valía la pena, porque las consecuencias después iban a ser mayores que ésta. ¿Por qué perder el tiempo con ellos?
En el primer momento, me afectaban un poco sus comentarios con propósitos hirientes. Pero, al final de todo, era lo que la palabra dictaba: "comentario". Nada que tenga un sentido más profundo que ofenderme. Y deseaba con todo el corazón impedírselos.
(...)
El ruido del despertador me despertó al instante. Quité las sábanas rápidamente de encima mío, levantándome a las apuradas. Sabía que estaba temprano, pero podía que cualquier cosa pudiera retrasarme. Y, siendo honestos, no quería volver a llegar tarde como el día anterior.
Me vestí rápidamente. Mi vestimenta consistía de un jean de mezclilla, junto a una remera blanca con una campera negra por si llegaba a hacer frío en algún momento. Me puse las zapatillas torpemente, mirando hacia los lados como si intentara guiarme. Esta casa era nueva para mí, y en momentos me sentía rara al abrir los ojos y no encontrarme con la litera vacía de mi hermana melliza arriba mío.
Mi hermana había fallecido hace 3 años, junto a mi madre. Ambas iban a comprar algunos ingredientes para la comida de esa noche, pero desgraciadamente no todo fue como se esperaba. Por la poca información que me brindó mi familia, un camionero borracho había causado el accidente, que le había costado la vida a ellas. Pensar en ese momento, en el que mi melliza Marlene rió por última vez.
Marlene solía ser una persona alegre, que como toda hermana siempre molestaba un poco. Detrás de toda pelea infantil entre nosotras, yo podía saber perfectamente cómo era ella: un ángel. Una chica con una gran sonrisa de dientes chuecos y un futuro de "Me arreglaré a los dientes antes que toda carrera". Su presencia, como la de mi madre, eran capaces de iluminar la habitación. Aún seguía sin creer que Dios haya querido llevárselas tan temprano, con tantas experiencias por vivir aún.
Con respecto a mi madre, nuestra relación también era cercana. Pero sabía desde lo profundo de mí que ella prefería más a mi hermana que a mí. Porque, si fuera lo contrario, yo habría sido la niña entusiasmada porque su madre le iba a comprar un vestido de flores y ramas de árboles en el camino a casa. Aunque eso nunca pasara. Aunque el vestido sí haya sido comprado, pero que al final acabara aferrado al cuerpo inerte de mi hermana.
Moví mi cabeza, notando que he perdido la noción del tiempo pensando. Corrí rápidamente las lágrimas que se habían deslizado por mis mejillas y, ante el instantáneo grito de mi padre para ir al colegio, bajé las escaleras corriendo con mochila en mano hasta por fin poder salir a lo que era un gran día soleado, pero a la vez gris para mí.
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