Capítulo 2
Bajé las escaleras con cuidado de no pisar nada ruidoso, en éstos minutos había roto una de las reglas básicas que todo fan de las películas de horror conoce. En realidad meterse en un supermercado es de ley una mala idea cuando la gente esta vuelta loca, incluso si no es ficción, de igual forma no tuve mas opciones que entrar al supermercado por suplementos y comida para algunos días, no era seguro irse por la carretera, no ahora que todos los autos estaban siendo saqueados en masa por los asesinos sin piedad que se había convertido la gente.
Se podían escuchar pasos a lo lejos, personas corriendo, probablemente de algún sádico o maniático que prefiere perseguirlos como presas en vez de dispararles directo al cráneo o someterlos para darles una pacífica muerte. Sin embargo, todos sabemos porqué lo hacen, una persona sin motivos no lo haría, pero las que lo hacen por diversión son las que rondan en las calles, casas, farmacias, esperando como leones al acechó para capturar a sus víctimas, justificándose en el contador para salvar a la "mayoría".
Las personas que estaban en ese mismo supermercado se observaban una a otras, intercalando pequeñas miradas de horror, como si imploraran que nadie hiciera ruido, todos compartían algo en común:
"Miedo"
Las manos sudorosas junto a temblores en ellas, abrazando a sus piernas, junto a una posición fetal con las mochilas en sus espaldas, sobrecargadas de comida, ocupaban puntos ciegos a las ventanas, seguramente esperando al igual que yo una oportunidad para salir, la única diferencia es que no confiaba en ninguno de ellos. Así que saldría sin siquiera dar alguna leve señal, en este pequeño mundo solo importaba ahora mismo si podía llegar al vehículo de cuatro ruedas a salvo o no.
Abrí mi mochila por última vez para verificar que tuviera todo empaquetado, sería bastante difícil volver a entrar por forcejeo a alguna puerta sin que nadie lo note, además de que Max está en el carro oculto entre las mantas debajo del asiento del conductor esperando, no arriesgaría mas de lo que ya he estado haciéndome por objetos sin valor.
Al comprobar que todo estaba dónde debería estar, esperé a escuchar la dirección de los pasos una vez más, pero en ves de sentirlos, fui recibido por un sonido fugaz de las balas que fueron usadas en aquellas personas, no mas chillidos, plegarias, ni rastro; solo silencio. No iría a averiguar la suerte de esas almas, no es como si no me importara, pero a veces hay que aprender a mirar por tu lado mas que por el de otros.
Despacio marché hacía la escalera de emergencia que estaba al lado de la tienda, la luz que estaba arriba de esta alumbraba lo suficiente la palabra "Salida" como para pasarla por alto, los pequeños vidrios en el suelo decoraban la entrada, sin voltear hacía atrás di un salto ligero hasta la puerta, esperando que esta no crujiera al empujarla despacio. Más todo lo contrario ocurrió, dónde la puerta soltó un largo chirrido, que parecía haber alertado a los maniáticos que se habían apoderado del centro comercial.
Empujé con fuerza sin importarme la cautela, teniendo en cuenta que ya sabían que estaba en el segundo piso, teniendo ellos el control del uno, encontrarme podría ser en las mismas escaleras, y Joder, no iba a morir hoy. No a manos de unos asesinos.
Me eché a correr buscando soporte en las barandillas de las escaleras, subir a la azotea no debería ser tan complicado, un punto a favor era que existe un canal en la parte trasera que se puede usar para bajar si me agarro lo suficiente. O eso pensaba hasta que escuché como las personas que había visto en el supermercado me seguían.
«Mierda», pensé, por acto reflejo bajé hasta mi bolsillo por el gas pimienta que había encontrado entre la cocina de mi casa. Lo usaría de ser necesario.
Sin pensar mucho en detenerlos, proseguí, a este punto lo importante era estar fuera, no ayudar a los lunáticos con las bajas. El centro comercial era amplió y basto para albergar personas, pero ahora era un campo de batalla sanguinario, corrí manteniendo la frente en alto mientras me las arreglaba para pensar en cómo abrir la puerta de la azotea, hasta que estaba de frente, regalando una amplía patada debajo del manojo, la puerta se abrió con brusquedad, dejando en claro lo obscuro que estaba afuera, una brisa inundo mis fosas nasales, sin darme mucho tiempo de disfrutar el sabor debido a los sonidos sordos de balas locas desde los pisos inferiores.
Los habían encontrado, no a mi, pero si a los que estaban tratando de perseguirme de alguna forma. Buscando entre mis pertenencias, amarre bien la cuerda de la mochila a mi abdomen, para luego dar un gran salto a la barandilla del edificio, la vista hacía abajo era acompañada por el tubo que llegaba hasta el suelo, siendo mi única salida sin romperme algún hueso, desde aquella altura se podía ver lo destrozada que estaba la ciudad, el humo por todas partes, junto a los cuerpos tirados por las calles. Era tenebroso cómo hasta hace unas cuentas horas todos eran personas "civilizadas".
Abracé el tubo con mis piernas, intentando tener el mejor agarre posible, para darme un impulsó de fe hacía mi mismo al dar el salto, sin pensarlo mucho me deje caer, al mismo tiempo que escuchaba gente gritar desde la azotea y mas balas siendo disparadas.
Corrí hasta la camioneta que había aparcado, sacando las llaves con las manos temblorosas, de alguna forma tiritantes a la hora de apretar el botón para otorgarme el permiso de entrar. Max me recibía asomando su cabeza debajo de las mantas, moviendo sus orejas con un llanto de cachorro, simulando estar feliz de verme, le di una rápida caricia, antes de meter la llave y pisar el acelerador.
La carretera por ahora estaba despejada, al menos a mi parecer, teniendo en cuenta lo que vi desde la azotea, las luces de la noche parpadean de forma tétrica, a la vez que ninguna silueta humana aparece en mi campo de visión. Max sigue lloriqueando, sin entender por qué le entrego uno de sus juguetes favoritos con una de mis manos, mas mi acompañante de cuatro patas, termina por saltar directo hacía el asiento y ladrar hacía los asientos de atrás.
Antes de que pudiera emitir algún sonido, un cañón recargándose perteneciente a una pistola por el "click" que dejó, me apuntaba en la nuca, observé directo al retrovisor para ver a mi asaltante antes de hablar, debido a que mis movimientos le hacían presionar mas en mi yugular. La imagen de una niña de rizos dorados apareció como la dueña de aquella pistola, ojos azules y pestañas largas, la chaqueta era negra y las mangas blancas, una gran estrella se podía ver estampada en el lado derecho.
Sus ojos vacíos me daban a entender que no dudaría en disparar, su piel era pálida, sin mucha carne en los brazos, incluso algo enfermiza, las vendas en sus brazos y nuca dejaban en claro las nulas ganas de exponer lo que sea que estuviera debajo de ellas.
Intente aparcar doblando hacia la derecha, pero el siquiera acto se freno con la interrupción de su voz. -Sigue conduciendo —dijo con un tono frío, posicionando el arma un poco alejada de mi nuca, pero sin dejar de apuntar—. Necesito hacer una parada, no te mataré, mientras sigas mis órdenes. Nos dirigimos a Burlook Hill, a penas tomes la intersección con Mothpaw me bajare.
La chica se posicionó en el asiento de atrás, sentada mirando hacia la ventana, cruzó las piernas dejando ver unas converse que iban conjunto a la chaqueta, la pistola descansaba en sus manos a la vez que sus ojos cada vez se hacían mas obscuros.
No iba a lastimar a una niña, no con el aspecto que tiene, como mucho tendrá 15 años con el tipo de contextura, sumado a la altura, resalta su experiencia con el arma debido a como tiene posicionados los dedos, por lo qué debe haber aprendido por un largo tiempo, pero la duda realmente era que hacía ella afuera.
Cualquier tipo de persona de su edad correría a tener refugio, no meterse en la boca del lobo sin motivos. Así que ¿Por qué? ¿Buscaría Familia? ¿Se encontraría con ellos en aquella avenida?
«¿Por qué una niña de 15 años estaría sola en las calles?» pensé, fijándome en la piel de gallina que tenía. «Debe estar muriendo de frío».
¿Estará eguantando el frío por algún motivo?
Oh
¿Y si me roba la camioneta junto a la munición de la parte de atrás? Da para al menos sobrevivir el día. Oh no.
Mierda, sería parte de un asalto e iba directo a la calle. Suspire por lo bajo a la vez que observaba de nuevo el iris de los ojos de la niña por el espejo. No tenía miedo por mi vida, yo temía por Max, quién estaba extrañamente callado después del descubrimiento de la chica; no me arriesgaría a perder a mi compañero por un desliz en mis movimientos, así que si iba a perder la camioneta, la perdería.
Pero al menos quería saber algo. Cómo cuando el gato curioso murió sabiendo al entrar en el mundo del desconocimiento.
—Hay una chaqueta debajo del asiento conductor —encendí la luz con un botón arriba del retrovisor, al hacerlo, la chica apunto de formar frenética como si se hubiera erizado hacía los focos de luz, pero se mantuvo sin disparar—. Hey, no quería asustarte, pensé que tenías frío, eso es todo.
La chica entrecerró los ojos observando de forma minuciosa, cómo si esperara una señal sobre que estuviera mintiendo, pero sin darme más tiempo a la acción, volvió a posicionar el revolver al frente hacía mí, pero con la otra mano sacando la chaqueta.
Su mirada al sentir la tela, dejo ver una más suave en la portadora del arma, se le veía luz en esos ojos opacos, una pequeña, sin embargo, se quedo callada hasta qué estaba a una vuelta de la calle que señalo, indicándome con una palma que parara; abrió su puerta y se bajo sin más.
No sin antes darse la vuelta y pedirme abrir la ventanilla. Bueno, hasta aquí llegué con la camioneta, fue bonito mientras duro; mis manos se apresuraron a darle lo que había pedido, hasta que ambos nos miramos frente a frente. Ahora podía observala por completo, dejando ver que no estaba preparada para una situación así, llevaba shorts junto a medias largas.
—No me sigas —frunciendo el ceño, acompañado de un pequeño bufido al final de la palabra—, la próxima vez que te vea no dudaré en disparar.
Arrastro sus palabras en un tono ronco, diferente al que había hecho al entrar al auto, Max la observaba de lado, teniendo su lengua afuera y disfrutando del aire que se le proporcionaba por la ventana abierta.
—No lo haré, no tengo motivos ¿bien? —suavize el tono con la niña, quién solo se redujo a poner el seguro a su arma, y dirigir sus pasos hasta la siguiente calle.
—Cuida a tu perro; si no lo haces, buscaré la forma de hacerte sufrir por el daño. —soltó sin mirar hacía atrás, cada vez haciendo menos notoria su silueta y mas viendo el obscuro pasillo.
Mi respiración se regulo, esperando tener un poco de tranquilidad, conducir hasta la casa vieja e pasar la noche allí, esperando tener un lugar para equiparme, ocultar a Max y lograr tener una mochila con lo que necesito.
—Supongo que ahora somos tú y yo ¿Eh, amigo? —bajé mi mano a cubrirlo mejor con las mantas, y pasarle uno de los juguetes que se le cayó, pero me encontré con una muñeca de trapo— ¿De dónde lo sacaste?
Max empezó a lloriquear, a la vez que ahora rascaba la puerta para salir, no entendía el porqué, pero por más que le hablara no bajaba su ansiedad, bloquee el seguro de la puerta, cuando le vi.
Max había saltado por la ventana abierta, dejando atrás las mantas, corriendo de forma frenética dentro del callejón. Abrí la puerta de un golpe, sin importarme el estado del vehículo, algo malo iba a pasar y podía sentirlo. Mi corazón palpitaba a mil por segundo, sintiendo que mi único motivo se me escapaba entre mis propios ojos, los sonidos de ruedas aproximándose a la calle, eran suficiente para que corriera con mas fuerza; ahí reconocí las dos siluetas que estaban cada vez mas cerca.
La niña estaba en medio de la calle en posición fetal, sentada sin observar nada en particular, dejando navegar su mirada pérdida en el suelo. Max estaba aproximándose a ella, mientras un camión de basura con personas arriba se acercaba a toda prisa, teniendo su objetivo identificado, una bala fue lanzada a la dirección de la niña. La cuál se quedaba inmóvil sin hacer nada al respecto, apretando mas sus piernas.
Sin embargo, antes de que lo pensará, mis piernas cobraron vida de alguna forma, lanzándome sobre mis rodillas, tomándola entre mis brazos para deslizarme detrás de un camión.
«Eres un imbécil, Chuuya», me dije a mi mismo. Mira que rescatar a la niña que te quería matar, que buena decisión.
Ahora veía lo que Max quería hacer, quería salvarla.
Baje mi rango de visión a sus expresiones, quién ahora hacía un forcejeo para ponerse de pie, los disparos no cesaban, entre qué el ruido del camión se presenciaba cada vez mas cerca, pero lejos de estar asustado, estaba pensativo.
—Te dije que no me siguieras —atropelló sus palabras, entre que sus piernas contradecían el tono seco que traía, viéndolas temblar—, ahora todos moriremos.
Max en vez de ponerse en mí defensa, se acercó a la chica, para sentarse a su lado y frotar su cabeza contra su pierna. Ella abrió sus ojos de forma desprevenida, y antes de qué pudiera decir algo, cayó de cuclillas hasta el suelo, temblando; a lo que mi compañero término lamiéndole la cara. La chica abrazó a Max sin decir nada, hasta que ella misma corto el pequeño abrazo que le había dado.
—Tenemos que volver a la camioneta —se levantó, indicando un pasillo hacía el lado contrario por donde habíamos venido—, no dejaré morir a tu perro.
Por un momento pude percibir un pequeño rastro de una sonrisa al levantarse al lado de Max, de forma pequeña, pero algo notoria, su confianza había vuelto, pero ahora su silueta no impactaba miedo.
Ambos empezaron a correr en dirección a la calle que había nombrado ella, liderando el camino, las balas seguían siendo disparadas en nuestra dirección, y entre que veíamos cada vez las luces de la calle, un ruido seco se escuchó frenar.
La chica soltó un chillido de pánico al ver los dos camiones que ahora bloqueaban las salidas de ambos lados, quiénes sin más bajaron como escuadrón.
Un traje obscuro se dejó ver en el "uniforme" que llevaban, junto a cascos de motocicleta, el patrón en forma de "X" por las mangas, resaltando en la obscuridad, bajando hasta los pantalones cargo que llevaban con los mismos patrones. Las armas en alto, junto con ello dos líderes por cada bando se paraba frente a nosotros.
—No queremos disparar —hizo una pausa para hacer una señal a sus escuadrones—, en realidad, estamos interesados en reclutarte.
El chico me observó de forma curiosa, dando una inspección completa con la mirada, intentó acercarse, pero Max empezó a gruñir a su dirección, mostrando sus dientes con la cabeza erguida, preparándose para atacar.
—Veo que tienes un buen perro guardián —dijo en un tono divertido, cosa que respondí con un gruñido por acto reflectivo, la mirada del tipo viajo hasta la chica de rizos dorados, de inmediato sus ojos de ampliaron, como si hubiera visto un fantasma.
La persona no tomó mas tiempo que hacerse hacía atrás y chasquear sus dedos, cosa que le siguió el escuadrón de enfrente, examiné a mi alrededor, esperando encontrar peligro para que se retiraran hacia atrás, cuándo dos objetos verdes cayeron del cielo. Un gas idéntico se desprendía a la velocidad de la luz, al enfocar mi mirada hacia ellos, llevaban máscaras; mi vista se desenfocaba cada vez más, a lo que solo atiné a sujetar a la adolescente, intentando hacerle mas difícil el trabajo a los atacantes.
Max ladraba sin descanso, hasta que escuché un lloriqueo seco.
—Nos vemos pronto, pelirrojo.
La cabeza me daba vueltas de forma horrible, mis pestañas aún pesaban un montón, percibiendo olor a metal por todos lados, escuchaba murmullos entre varias personas, tal vez unas veinte en algún espacio abierto.
Me obligue a mi mismo a pararme sin más, al recordar los últimos segundos antes de perder la consciencia, refregue mis ojos antes de abrirlos por completo.
A mi alrededor todo se iluminaba, mesas con diferentes aperitivos comunes estaban encima, pero mis manos estaban encadenadas. Todos observaban con curiosidad, no eran personas mayores o adultas, eran adolescentes, sin nada en común mas que tener un arma en mano.
Mordí mi mejilla, a la vez que buscaba las únicas cosas que me importaban ahora mismo. -¿¡Dónde está la chica y el perro!? -indagué entre sus miradas, esperando respuestas, más todos apartaron al sentir que los observaba, algo no calzaba, más de la mitad se veía incómodo de estar allí.
El silencio fue interrumpido por el rompimiento de la formación dando paso a dos adolescentes que se me acercaron sin más, una chica pelirrosa, junto a otro con cabellera plateada, ambos cargando el uniforme. Bostezaban mientras miraban por encima al resto,
—Bievenido a nuestra base, esquincle. —soltó una risita la chica quién ahora enseñaba un taser en mano— alguien nos dijo que podrías ser muuuy útil con la princesa.
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