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epílogo

Toma la máquina entre sus manos enguantadas. Mete la punta en el bote de tinta, la prende y sigue tatuando el brazo su novio. Está a punto de terminar, sólo le falta escribir una pequeña palabra y estará listo. Cuando ha terminado, limpia la zona con una crema que lo tendrá libre de infecciones. Lo tapa con un papel transparente y lo sujeta con cinta adhesiva.

—Listo, mariquita —se para de la silla, golpeando el muslo de su novio, besa sus labios y se voltea para arreglar sus cosas.

—Éste si dolió un poco —dice, caminando al espejo a ver su nuevo tatuaje.

—Te dije, es por el lugar.

Nicolás se pone la camisa con cuidado de no lastimarse o despegar las cintas. Siente unos brazos envolverse a sus caderas. Alex muerde su cuello y sonríe.

—Tengo que hacer tarea en casa de Cris —le da un beso en los labios y se va a donde dejó su mochila.

—¿Tienes que ir ahora? Es tarde, papá se va a molestar si no llegas conmigo.

—Dile que es por tarea.

Le agarra la nuca, besándolo nuevamente, sintiendo el metal del piercing de Alex chocando contra su lengua.

—Te amo. Nos vemos después.

Nic sale por la puerta principal del estudio, colándose entre las personas de la avenida. Alex sonríe mientras ve como su novio corre entre la gente, tratando de no golpearlas con su skate.

Cambia el letrero de "abierto" por el de "cerrado". Necesita hacer unas cuentas sobre cuanto ganó esa tarde. Se sentía orgulloso de él mismo, le iba bien y su estudio estaba en uno de los mejores lugares. Está situado en una avenida muy conocida por la gente y turistas. Entraban para tatuarse, perforarse o simplemente para mirar el local, que era bastante bonito. Alex era de los mejores tatuadores de la zona, era muy recomendado por su buena mano e higiene. Todos su clientes quedaban satisfechos con su trabajo.

Es hora de cerrar, así que lo hace. Cierra el local con las llaves y candados necesarios. Se encamina a su casa, pero se le hace bastante difícil caminar entre tanta gente. A ésta hora los turistas salían de sus hoteles para dirigirse a los bares de la avenida. También hacían compras en las tiendas de ropa de marcas famosas que habían. Mira las vitrinas con ropa que le gustan y decide que otro día pasará a comprarse algo nuevo, tal vez le regale a Nic una cosa.

Sonríe, negando con la cabeza mientras piensa en su novio. Aún recuerda cuando lo odió un tiempo. Fue muy dura esa época. Gemma había comenzado a juntarse con Nic, Harry pensó que ya se le estaba pasando su inmadurez, pero no. Sólo fue para meterle cosas en la cabeza a su hijo sobre su esposo. Nicolás llegaba a la casa molesto, diciendo que Louis se estaba aprovechando de él. A Alex le dolió que Nic tachara a su padre de mentiroso. Después de unas semanas se arregló, Harry habló con su hijo y le pidió disculpas a Louis.

Cuando por fin llega a la casa, abre la puerta y lo primero que escucha es la voz de su papá, suena melosa y cariñosa.

—Yo también te extraño —dice, teniendo en brazos al pequeño Mark de 4 meses. Está hablando por teléfono, lo tiene entre su hombro y oreja. Por lo que él adivina, es Harry con el que está hablando.

Alex rueda los ojos. Sus padres eran jodidamente melosos, se veían todos los días y aún así se extrañaban. Pero bueno, tampoco va a negar que extraña a Nic cuando está en casa de su mamá.

Se acerca al sillón donde Louis descansa, besa su cabeza, deja sus cosas en el sillón de un lado y entra a la cocina. Ahí está Edmond, su hermanito de 13 años, es bastante tímido y callado. Come cereal en silencio, con la vista gacha.

—Hola, Ed —entra a la cocina, revuelve el cabello de su hermanito y de dispone a buscar sus utensilios para cenar.

—Hola —contesta simple, con vos baja.

—¿Ya no te duele? Si quieres te puedo dar unas pastillas o algo.

Las mejillas del más joven se enciende y termina diciéndole que no, que está bien. Alex sirve la leche, echa varios puños de cereal a su plato y se sienta a comer.

—¡Hola mis bebés hermosos! —Louis grita cuando entra a la cocina— Lorito... y mi bebé gordito Ed —besa las mejillas de sus hijos repetidas veces.

—Papá... —Edmond se encoge un poco en su lugar.

—¡Oww, al bebé no le gustan los besos! —el castaño canturrea. Agarra la cabeza de su hijo y le besa más veces.

—¡Auch! —se queja cuando siente que su papá le lastimó la oreja.

Louis lo nota sospechoso, porque no sujetó fuerte la cabeza del niño, así que no pudo haber lastimado a Edmond.

—Espera —alza el cabello que cae por su oreja. Siente a su hijo temblar un poco y mira que los ojos de Alex se abren.

Un jodido arete atraviesa el cartílago del niño. Su hijo de trece años tiene un puto helix.

Se toca las sienes, cierra sus ojos y suspira profundo.

—Alexander Styles.... no te voy a regañar pero ¡Me puedes explicar por qué tu hermanito tiene un metal en su oreja! —grita.

—Él me lo pidió, papá. No es para tanto. Le ayudo a limpiarselo para que no se infecte.

—¿Por qué tanto griterio? —se oye la voz de Harry, entrando a la casa.

Las gemelas Lilia y Elisa corren, buscando a su papi. Tienen sus trajes de ballet con algunas manchas de lodo. Sus cabellos están atados a dos chongos fuertes, porque así pide la maestra que se los hagan. Tienen 7 años y son muy despiertas, desde muy pequeñas se mostraron interesadas en el baile, entonces cuando tuvieron la edad suficiente Harry no resistió a inscribirlas en diversas clases de danza. Abrazan a Louis por las piernas y su rostro se suaviza, besa sus frentes y deja que ellas le besen una mejilla.

—Entonces...

—Nada, papá está molesto porque le perforé la oreja a Ed.

—Ah, ¿eso? Tranquilo, Lou, Alex tuvo cuidado.

—¿Todos sabían menos yo? —Louis pregunta y nadie contesta, los mira a todos y se hacen a los tontos. Incluso las gemelas voltean a otro lado y silban, como si no supieran nada.

—¿Por qué no suben, niños? —Harry propone y rápidamente todos corren fuera de la cocina.

El rizado se acerca a Louis, acorralándolo contra la meseta, está cruzado de brazos y mira a sus pies.

—No estés así, bebé. Alex cuidó a Ed todo el tiempo.

—¿Tú lo llevaste? —Harry asiente con los labios pegados, formando una línea— ¿Por qué nadie me dijo? Creo que hasta Mark sabe de eso. ¡Tiene trece años! Es-es como un bebé aún.

—No, Louis. Por eso no te dijimos, sabíamos como te pondrías. Los tratas como bebés pero ya no lo son, están creciendo todos. Entiendo que los quieras protegera y mantener a salvo...

—Son mis bebés, Harry...

—Mi amor, lo sé. Pero ya están grandes, el mes que viene Alex cumplirá 20, después Nic 21, en mayo las gemelas 8, más tarde Ed 14... vamos, Lou, necesitas dejarlos ser...

Louis sorbe sus mocos. Harry tenía razón, el único bebé era Mark. Pero se le hacía difícil, había tenido a sus cuatro hijos dentro de él y no podía, los seguía viendo frágiles e indefensos. Sólo asiente, abrazándose al cuerpo de Harry, mientras acepta que sus bebés ya no son unos pequeños que necesiten ayuda para todo.

—¿Estás mejor ahora? —dice Harry, agarrando a Louis por las mejillas y besando sus labios suavemente. Oye a Louis suspirar, tomando el beso más profundo.

—¿Podemos cenar en la habitación? No tengo ganas de estar aquí.

—Lo que tú quieras, amor.

Louis sube por las escaleras, yendo a la habitación de Ed. Toca la puerta y oye la voz de su hijo diciéndole que pase. Está con la sábana hasta el cuello, los ojos rojos y su nariz también lo está. Al parecer lloró un poco.

—Hola, corazón —se sienta a la orilla de la cama.

—Pa-papá si tú quieres, me lo quito, no importa tanto yo-

—No, amor, está bien. Si te gusta, quédatelo, ¿si?... Solo me molestó que no me hayas dicho nada, Ed.

—Lo siento, papá.

—No importa ya. Buenas noches, Ed. Descansa —besa su ondulado cabello y sale lentamente.

Ahora va a donde las gemelas están.

—Hola, papi —saludan al mismo tiempo cuando ven a Louis parado en la puerta. Están cepillando sus cabellos húmedos de su ducha. Solo tienen sus pequeños calzones puestos, porque no alcanzan el cajón de las pijamas.

—Hola, mis bebés —les contesta bajo, sonriendo cálido mientras camina a buscar la ropa de las niñas—. ¿Ya cenaron?

Ellas asienten, levantando los brazos para que Louis pudisese ponerle sus batas.

—Papá nos llevó a comer nuggets. Estuvieron ricos, pero ahora queremos dormir.

—Oh, perfecto entonces.

Louis arropa a sus hijas en sus respectivas camas. Les lee un cuento de la pequeña librería que tienen las niñas en su habitación, hasta que están completamente dormidas. También besa sus cabezas y les susurra un corto te amo a cada una. Apaga las luces, cerrando la puerta suavemente para no despertarlas.

Escucha la música de rock sonar fuerte en la habitación de enfrente y rueda los ojos. Él sabe que está pasando ahí.

Intenta abrir la puerta pero tiene seguro, así que la golpea fuerte para que Alex le escuchara. Sale con el cabello algo revuelto y no tiene camisa, ni las gafas para ver. Oh, Nic ha llegado, está sobre la cama también sin camisa y el moño de su cabello de nota un poco flojo.

—Heeeeeey —Alexander trata de arreglar su cabello lo mejor que puede, sus mejillas se prenden un poco.

—¡Hola, Nic! —Louis grita a través de la música—. Apaga eso, tus hermanos están dormidos.

Nicolás se para de la cama y camina al estéreo. Apaga la música y le sonríe a Louis.

—Hola, pá —dice simple, acomodándo su barbilla en el hombro de Alex.

—¿Qué tienes ahí, Nicolás? —pregunta serio.

—¿Te gusta? —hace a un lado a su novio, poniéndose frente al castaño.

—¿Otro? ¡apenas te hiciste uno la semana pasada!

—Ya déjalo, papá —Alex salió a la defensiva.

—Bueno, yo sólo vine a desearles buenas noches.

Se pone de puntas, ellos son levemente más altos que él. Besa sus frentes y los dos ruedan los ojos.

—Buenas noches, lorito. Buenas noches, Nic.

—Buenas noches, papá —contestan al mismo tiempo, cerrando la puerta cuando Louis comienza a caminar a su propia habitación.

Louis todavía puede recordar cuando su lorito de 10 años le preguntó si Nic podía ser su novio. Él había sonreído y acariciado el cabello de Alex mientras le decía que sí, pero necesitaban tener mucho cuidado porque la gente no entendía lo de ellos.

Entra a su cuarto y Harry está sentando en la cama, tratando de calmar al pequeño Mark quien llora con la cara arrugada y roja de esfuerzo. Se quita la camisa, acomodándose para poder alimentar a su bebé. El rizado se lo da con sumo cuidado, Louis lo pone en la posición correcta. Mark deja de llorar al sentir el calor y olor del castaño, abre su pequeña boca entre quejidos y Louis lo acerca a su pecho para que pudiera comer. El bebé de cabellos claros comenzó a succionar, causando cosquillas en Louis. Pronto sus ojos empezaron a cerrarse nuevamente.

—Te hice omelette, amor —Harry le dice cuando el más pequeño de la familia está bien dormidito en su cuna.

—Gracias —agarra el plato que su esposo le ofrece.

Cenan mirando una película con el volumen de la tv bajo, para que nadie despertara. La casa está complemente callado, ni Alex ni Nic están haciendo ruido -lo cual es bastante raro-. Cuando terminan, bajan a lavar los platos que utilizaron. Louis está en el baño, lavando sus dientes y cara. Seca su rostro con una pequeña toalla y sonríe cuando ve la pulsera verde pálido reflejada en el espejo. Todos los años, para la misma fecha, Harry le da una nueva, porque con el paso del tiempo van quedando feas y gastadas. Louis amaba eso. Siempre eran de distintos colores. Todas las anteriores las tiene guardadas en una cajita que descansa en el cajón de su ropa interior.

Sale del baño, Harry está acostado en la cama, esperando por él. Antes ya se había aseado y hecho todo lo necesario antes de ir a dormir. Louis se arrastra dentro de las sábanas hasta quedar a un lado del caliente cuerpo de Harry. Lo abraza, pasando un brazo por su pecho, le besa ahí, sintiendo como el cuerpo del más alto vibra en una risa.

—¿Estás cómodo? —pregunta, como todas las noches.

—Contigo siempre —restriega su mejilla contra Harry.

—Te amo —cierra los ojos, para poder dormir.

—Te amo más —contesta, también cerrando sus ojos.

Antes de dormir, agradece como siempre, por tener un día más alado de sus hijos y esposo. Esperando al siguiente día, para verlos felices y sonreír de nuevo.










faltas y errores los arreglaré después. además, muchas gracias por los 2k ❤

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