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Tiene la respiración lenta, su rostro luce relajado. Las palmas de sus manos están unidas debajo de su mejilla. Christopher le observa dormir, le gusta ver a Jeongin así, es el único momento donde se ve sereno. Está cansado, Jeongin también lo está. Son las 3 am, acepta que está emocionado. A las 8 irían por Félix, al fin regresaría con ellos. Ya todo estaba arreglado, el trabajo que tenía Jeongin ahora les ayudó, además de que Christopher confirmó que estaban en una relación, eso hacía al castaño parecer más "estable" ante la juez. Porque tiene el apoyo de una pareja para el cuidado del niño. Christopher aún no le ha pedido a Jeongin que sea su novio oficial, y no sabe si es necesario. Porque él y Jeongin hacen todo lo que una pareja, incluso duermen juntos. Lo que sí, está planeando decirle al ojiazul que se mudara con él de manera definitiva. No sabe si es muy pronto o no, realmente no le importa. Sabe que quiere a Jeongin a su lado a todo momento. Quiere despertar y tenerlo ahí, desearle buenos días con un beso. A la hora de dormir también, quiere que sea la última cosa que vea antes de caer profundamente dormido.

—¿No crees que es raro que me veas dormir? —Jeongin pregunta, con los ojos cerrados. Está copiando la pregunta que Christopher le hizo días atrás.

—No. A menos que quiera asesinarte o sea un pervertido —le sigue el juego.

—Mmm, lo de asesino no, pero pervertido...

—Idiota —susurra divertido.

Jeongin abre sus ojos. Sus orbes azules resplandecen y parecen iluminar toda la habitación. Da un bostezo largo, tapando sus labios con la mano. Rasca su nariz y sonríe.

—¿Por qué no duermes? ¿No estás cansado?

Christopher mueve su cabeza un poco, luego sonríe divertido.

—Al parecer tú si estás cansando.

—Te contestaría, pero eso sólo elevaría más tu ego, si es posible.

—¿Estás feliz de tener a Félix de vuelta?

La sonrisa de Jeongin se agranda, haciendo sus ojos pequeños, reluciendo sus dientes enfilados.

—Mucho. Extraño dormir con mi pollito. Estoy muy feliz. Tanta emoción me dio sueño —dice. Abraza la almohada y se acomoda para retomar su sueño.

—Eres un flojo.

Abre un ojo y mira a Christopher.

—Me dejaste cansado.

Lo último que escucha antes de dormir es la ronca risa de Christopher, con sus brazos rodeándolo y sus labios besando su tibia frente.

Han pasado cuatro meses ya. Jeongin ha estado en casa de Christopher durante ese tiempo. Nunca han acordado vivir juntos, pero no hace falta. Christopher nunca le pidió que se quedara un tiempo ahí, se suponía que iba a ser una semana nada más después de que Félix volviera, y de esa semana se iba alargado a otra y otra, hasta llegar a hoy.

Félix y Hyunjin están sentados en el piso, con almohadas debajo de sus traseros. El niño mayor le explica su tarea a Félix para ver si le podía ayudar en algo, está a punto de terminar el curso escolar y pronto vendrán las vacaciones. Christopher está planeando llevarlos a California, para disfrutar del sol y la playa. Aunque para eso tendrían que hacer varios trámites para sacar los pasaportes, ya después verían por eso.

Jeongin sigue "trabajando" con Christopher. En realidad, sólo va ahí, pasan dos horas, se besan un poco y Christopher dice que en realidad no lo necesitaba ahí por trabajo, pero si quería se podía quedar. Jeongin rodaba los ojos, se sentía mal porque le pagaban por nada. Se encogía de hombros, a veces volvía a casa y le enseñaba unas lecciones a Félix u otras era muy perezoso para volver y practicaba con su hijo ahí mismo.

Están esperando a Christopher para cenar, pero se está tardando bastante. Dijo que pasaría a casa de su madre porque tenía semanas sin verla. Pasa la mano por su vientre y tuerce la boca. Aún no le han dicho nada a Somin por miedo a cómo reaccionaría. Matt tampoco ha aparecido, no saben nada de él.

—Papá, me siento mal —Félix habla, interrumpiendo sus pensamientos. Se está tocando la frente, comprobando por él mismo su alta temperatura.

Lleva días algo enfermo, el clima ha estado como loco y eso afecta al niño. Félix se sorbe los mocos, después estornuda. Sus ojos están rojos y llorosos.

—Sube a la cama, pollito. Te llevaré el jarabe.

Félix se para lentamente, pidiéndole perdón a Hyunjin por no poder ayudarle. El de rizos dice que no importa, para la próxima será. Félix besa su mejilla y corre a la habitación que a veces comparte con él.

— Hyunjin, se está haciendo tarde. ¿Por qué no tomas una ducha? O te resfriarás como Félix.

—Sí, voy -cierra su libreta y corre escaleras arriba.

Christopher llega una hora después con una bolsa de super colgando entre sus dedos, compró un poco de leche de sabores para los niños. Todo estaba callado, sólo la televisión sonaba y su hijo la miraba.

—Hola, pá.

—Hola, cariño. ¿Y Jeongin? —camina a su hijo y besa sus rizos frescos.

—Está con Félix, se siente mal. Creo que tiene temperatura.

—Oh, dejémoslos entonces. Ven, te daré de cenar.

Van a la cocina, Christopher le sirve un plato de cereal con leche a su hijo y él se prepara un sándwich.

—Papá.

—Dime, Hyunjin.

Se rasca detrás de la oreja, antes de preguntar:

—¿Vas a tener un bebé con Jeongin?

Christopher frunce el ceño y asiente.

—¿Eso lo convierte en mi otro papá?

—¿Quieres que sea tu papá?

Hyunjin abre los ojos, asintiendo feliz con la boca manchada.

—Ahora, ¿me ayudas con mi tarea? —Christopher le dice que si- tengo que escribir un poco sobre mi vida, pero no sé cómo poner que tengo tres papás y una mamá. ¿Eso es raro?

Christopher niega divertido. Le dice que traiga sus cosas para empezar pronto, porque se hace tarde y había clases al día siguiente. Ayuda a su hijo con todo, era hacer una pequeña autobiografía, lo más resumida posible. Cuando terminan la tarea, también han terminado de cenar. Hyunjin se despide de su papá con un beso en la mejilla. Christopher se queda ahí, necesita revisar unos papeles. Ya faltaba poco para abrir uno de los nuevos restaurantes y no niega que está emocionado.

Oye unos pasos acercarse, alza la vista y Jeongin entra por el umbral. En su mano lleva un bote de jarabe y en la otra un vaso vacío. En esos meses ha ganado un poco de peso, la dieta ha servido bastante. Sus piernas lucen llenas, al igual que sus mejillas. Incluso su abdomen ha empezado a hincharse, y no precisamente por el bebé.

—¿Cómo sigue Félix? —Christopher pregunta, palmeando su regazo. Jeongin se sienta ahí, meciendo sus pies que apenas y rozan el suelo.

—Tiene calentura, le di el jarabe y le puse paños de agua fría en la frente, parece que le está bajando.

—Espero que así sea —besa la sien de Jeongin.

Jeongin se recarga en Christopher, apoyando su cabeza en el hueco entre su cuello y hombro, gracias a Dios no hay cabellos que le estorben ya que Christopher lo tiene atado a un chongo alto.

—¿Cómo te fue con tu mamá? —su voz suena calmada, algo cansada. Christopher se remueve un poco nervioso debajo de él.

—Rosé estaba ahí. Intenté hacer las paces con ella, me dijo que no volvería a hablarme hasta que te dejara. Mamá la regañó diciendo que estaba mal, que debía aceptar que yo te quiero y que estoy contigo, así como ella lo ha hecho. Después le gritó a mamá y se fue. En fin. Estuvo bien, creo.

—Lamento que tu hermana no te hable por mi culpa.

—No es tu culpa. Es ella quien no acepta y supera.

—Christopher... ¿Cuándo será el día que me digas que hacer en la oficina? Me siento inútil y me aburro.

Christopher rueda los ojos. Si a él le dijeran que le pagarían y no tendría que hacer nada sería feliz, el trabajo perfecto.

—Si quieres desde mañana empiezo. No quería darte órdenes, pensé que te ofenderías.

—Me ofende más estar sentado haciendo nada. Además, se supone que es mi trabajo.

Al día siguiente, todos se levantan temprano, incluido Félix quien parece estar mejor. Durante el desayuno no dejó de parlotear sobre cosas sin sentido, como un verdadero pollito. Dejaron a Hyunjin en la escuela, se despidió de todos con un beso en la mejilla. Christopher condujo hasta el edificio de su oficina, ahí los tres bajaron.

—Dijiste que hoy me pondrías a hacer algo —se queja Jeongin, jugando con el borrador de colores de Félix.

—Bueno, si quieres puedes... ir por café de... la cafetería más lejana que conozcas.

—¿Tan lejos? Eso es abuso de poder —se para, tomando el dinero que Christopher le ofrece.

—No te lleves a Félix.

Le mira con el ceño fruncido y ojos entrecerrados, termina por encogerse de hombros.

—No tardo, pollito, volveré pronto —besa la cabeza de su hijo que está acostando de panza en el sillón, jugando algo en el celular de Christopher.

—Okay, papá.

Jeongin camina a la puerta y la abre.

—¿Para mí no hay beso? —Christopher pregunta desde su silla, con una sonrisa pícara.

Jeongin le sonríe sarcástico y le saca el dedo del medio. Cierra la puerta y se va, oyendo como Christopher se suelta a reír, él también lo hace mientras se dirige al elevador.

—Hey, Félix. Psst, ven aquí.

Félix corre a donde Christopher está, se sube a sus piernas sin pedir permiso, pero al mayor no le molesta.

—Tenemos que hablar de algo.

Ser acerca al oído del niño y le habla en susurros, él abre la boca en grande y se tapa los labios con sus manitas.

—¿Vas a ser mi otro papá?

—Puede ser. Pero necesito que me ayudes con algo.

Félix asiente y escucha atentamente lo que Christopher le dice.

Arregla su camisa recién planchada, es la primera vez en semanas que está en su departamento. Félix está en casa de la madre de Christopher. Le dijo que hoy pasaría por él e irían a cenar a un lugar especial.

Se mira al espejo, arreglando su cabello y la curiosidad le mata. Alza su camisa, parándose de perfil. Observa su estómago que está apenas hinchando, según el doctor tiene poco más de tres meses. Acaricia su vientre y sonríe. Admira un poco más desde diferentes ángulos hasta que recuerda que pronto Christopher llegará. Justo cuando terminó de cepillarse los dientes el claxon ya conocido por Jeongin sonó.

Bajó a trotes las escaleras. Christopher le esperaba con la espalda contra su auto, mirando algo en sus uñas y tarareando alguna canción.

—¡Ahhh! —grita Jeongin al verlo y Christopher se asusta.

—¡¿Estás bien?! ¿¡Es el bebé?! —él de igual manera grita.

Jeongin niega con la cabeza. Acerca una mano a la cabeza de Christopher y le acaricia el cabello.

—¿Cómo pasó esto?

—Oh, ¿te gusta? Me hace lucir sexy, ¿no crees? —dice con coquetería, codeando un costado de Jeongin.

—Mierda, sí. Pero... tu cabello se ha ido, ¿qué jalaré ahora cuando tenga un orgasmo? —hace un puchero falso.

Christopher patea el suelo y truena los dedos, negando con la cabeza.

—¿Cómo no pensé eso antes?, pero no te preocupes, todavía arriba es más largo, mira —tira de su cabello.

Jeongin ríe y se acerca a Christopher para besarlo. El mayor enrosca sus brazos alrededor de Jeongin, lo acerca y siente su pequeño vientre chocar contra el suyo. Sonríe entre el beso y pasa una mano por ahí.

—Vamos, te llevaré a que veas algo.

Apenas son las 6 pm, el cielo es naranja, salpicado con manchones morados y el sol comienza a despedirse, dándole la bienvenida a la Luna. Suben al auto, Christopher conduce hasta una de las salidas de Londres. El viaje tarda a lo mucho media hora. No fue nada aburrido, durante ese tiempo habló con Christopher de diversas cosas y sobre su próxima visita para ver al bebé. Christopher quería un niño, otro. En cambio, Jeongin prefería una niña, decía que niños ya había muchos -en realidad sólo dos, pero según el son suficientes.

Christopher estaciona frente a un lugar que está todo apagado. Jeongin no dice nada, aun así baja del auto lentamente. De su bolsillo, el rizado saca unas llaves y las mete dentro de la cerradura. Abre y camina dentro, con su celular ilumina su camino, llega al interruptor de las luces y las prende.

El lugar se ilumina, revelando varias mesas escoradas de manera estratégica y ordenada. Todo se ve muy elegante, el piso es de madera oscura y suena debajo de las botas de Christopher.

—¿Te gusta? —el rizado tiene los brazos extendidos.

—Joder, sí. Es increíble. ¿Es el restaurante nuevo en el que estabas trabajando?

—Correcto, y adivina qué...

Jeongin se encoge de hombros sin saber qué.

—Es tuyo —le tendió las llaves.

Lo miró con los ojos llorosos y negó la cabeza.

—Christopher... yo-no...

—Vamos, es todo tuyo —meneó las llaves entre sus dedos, sonriendo.

Corrió hasta él y le abrazo. Apretó sus cuerpos juntos hasta que sintió que no podían respirar. Llenó su rostro de besos fugaces. Christopher le tomó la mano, guiándolo a la mesa del centro. Era la única arreglada con una vela en el centro y los platos de cerámica ahí, vacíos.

Corrió una silla para atrás, ofreciéndole asiento a Jeongin. Un poco conmocionado y lagrimeante, se sentó. Christopher tomó asiento justo frente a él.

—Buenas noches, mi nombre es Mark y seré su mesero esta noche.

Habló alguien a su costado. Jeongin tapó su cara y sollozó inaudible. Podría reconocer esa voz donde sea.

—Papá —susurró, parándose para abrazarlo.

El hombre le abrazó fuerte, arrullándolo entre sus brazos.

—¿Cuándo saliste?

—Ayer —contestó Christopher—. Yo fui por él. Tu celular sonaba, pero estabas dormido, así que contesté y me avisaron que tu padre estaba libre. Le ofrecí trabajo -se encogió de hombros, simple.

—Gracias —dice Jeongin entre lágrimas y sonrisas hacia Christopher.

—Un placer, bebé. Ahora, siéntate, tenemos que cenar.

El padre de Jeongin vuelve a la cocina, sale de ella con un carrito donde lleva todas las cosas que servirá. Sirve vino en la copa de Christopher y jugo de uva en la de Jeongin, rueda los ojos, pero no se queja, sabe que no puede beber. Mark pone en sus platos un poco de pollo a la plancha, y pasta con crema, elotes y brócoli, acompañado de pequeños panecitos de ajo. Cuando su papá se va, levanta las esquinas de sus labios en una sonrisa.

—Christopher... ¿era necesario lo del restaurant, no crees que es como, mucho?

El rizado niega, confiado.

—Está bien, vas a tener a un bebé mío, yo también te quiero dar algo.

—¿Estás comparando a nuestro hijo? —alza una ceja, divertido. Ama ver a Christopher nervioso, enredándose con su propia lengua para darle una explicación.

—¡No, eso jamás! Sólo...

—Está bien, Christopher. Lo entiendo y te lo agradezco, pero, siento que es mucho. Además, no sé cómo manejarlo.

—Aprenderás. Además, es de mala educación no aceptar los regalos de los demás.

Comen entre risas y bromas estúpidas de parte de Jeongin hacia Christopher con respecto a su cabello.

Christopher toma su copa de vino de un trago entero, mientras Jeongin le observa. Necesito un poco de valor, se dice él mismo.

—Jeongin... —comienza y el castaño pone toda su atención en él— no sé cómo empezar esto. Creo que por cómo me siento. Desde que te conocí supe que serías especial y diferente. Derrochabas alegría y bondad a pesar de tener bastantes problemas, eras-eres amable con la gente que incluso no lo merece, eso te hace increíble. Me encanta que seas así, amo que brindes apoyo a los demás y entiendes demasiado bien los problemas. Te preocupas por alguien antes que por ti, por ejemplo Félix, incluso Hyunjin. Tú si aprendes de tus errores y es maravilloso.

》Jeongin, si me pusiera a enumerar las mil y un cosas que me hicieron enamorar de ti, jamás terminaría. Te amo con todo y tus defectos porque ellos te hacen único e inigualable. Quiero que siempre estés conmigo y que nunca cambies. Que pasen los años y que sigas siendo el mismo Jeongin que conocí en el parque con su pollito, el mismo al que amo. Por eso...

—No —dijo inaudible, Jeongin, sabiendo lo que vendría.

Christopher se paró de la silla, caminó hasta alado de Jeongin y se arrodilló, sacando una caja negra aterciopelada un poco más grande de lo común.

—Tal vez pienses que es muy rápido, que necesitamos más tiempo, pero ¿para qué esperar más sin ya te tengo conmigo? Por favor, Jeongin. ¿Me harías en gran honor de casarte conmigo, ser mi esposo, y compartir una vida a mi lado y al de nuestros hijos? ¿de despertar conmigo todas las mañanas y dormirte a mi lado cada noche?

Abre la cajita y dentro descansa una pulsera de color blanco, gruesa, trenzada a la perfección con unas cuentas plateadas de cristal brillantes. Los labios de Jeongin se abren grandemente y sin evitarlo, jadea.

—Félix me ayudó a hacerla —revela Christopher, con las mejillas rojas.

Se pone de pie, al igual que Jeongin, quien no se cree esto todavía.

Abre su boca, mueve los labios, pero no sale nada de ellos. Sólo reacciona a abrazarse del gran cuerpo de Christopher. Cuando se aleja, extiende su brazo.

Entre lágrimas, Christopher ata la pulsera en su delgada muñeca, la cual está llena de unas cuantas más, pero la blancura de ésta resalta. Al terminar de ajustarla bien, besa los labios de Jeongin. Sintiendo el sabor de sus saladas lágrimas.

—No me contestaste —hace un puchero, Jeongin lo muerde y ríe.

—Acepto —toma sus labios en un beso, colando su lengua.

—No creas que me olvidé del anillo —rebusca entre sus bolsillos y lo saca.

Es delgado, de color plata y totalmente liso. Sabe que a Jeongin le gustan las cosas sencillas. Lo pone en el dedo indicado y le sonríe.

—Te amo —sueltan al mismo tiempo, ríen un poco, rozando sus narices levemente y se besan.

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