05
— Sí, sí, Hoseok se encargó de limpiar el desorden y llevarlo hasta su ca...
Jimin puso los ojos en blanco al escuchar por la bocina de su teléfono a Taehyung comenzar a quejarse por haber dejado a Hoseok con todo el desorden.
— ¡Él me debía una! Y dijo que podía encargarse de todo él solo, además... Tenía mucho sueño. Esto de estar torturando gente es genial, pero realmente agotador.
Jimin bostezó mientras caminaba lentamente hacia sus clases de piano y escuchaba a Taehyung quejarse de él de nuevo por ser tan flojo. Sin embargo, poco duró su casi inexistente atención a lo que decía Taehyung, pues de pronto sintió una mirada intensa detrás de él y silenciosos pasos a unos cuantos metros de distancia.
Volteó hacia atrás, y al no ver nada, frunció el ceño y se volteó de nuevo hacia adelante a la vez que se encogía de hombros, restándole importancia a el asunto. Tal vez es mi imaginación, pensó.
Jimin siguió caminando sin prestarle atención a las palabras de Taehyung, su mirada concentrada en el camino, pasando por varias habitaciones. No obstante, nuevamente sintió la intensa mirada a su persona y los sigilosos pasos acercándose más y más.
No tenía miedo, pero estaba curioso de quién podría ser. Y antes de que siquiera se volteara de nuevo, una caliente y suave respiración golpeó su nuca, erizando su piel.
Se dio la vuelta decidido a insultar a quién había estado siguiéndole, pero al hacerlo se asustó por la máscara que cubría el rostro de aquella persona anónima. Jason Voorhees de viernes trece.
— ¡¿Qué demonios...?!
— Feliz viernes trece, pequeño Jimin.
Jimin sólo quería saber cómo una voz podía provocarle tanto escalofrío y cierto extraño vacío en su estómago al mismo tiempo.
— ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre?
— Soy Jason, ¿no lo ves? — el chico apuntó a la máscara que cubría su rostro, haciendo que Jimin arqueara una ceja, para luego mirar detenidamente de arriba hacia abajo a el chico frente a él y achinar los ojos.
— Eres el chico que nos espiaba el otro día, ¿no es así?
El castaño sonrió detrás de la máscara y se inclinó hacia el más pequeño, quedando a escasos centímetros de su hermoso rostro.
— ¿Qué pasa si digo que sí...?
Sin dejarse intimidar por su altura y su imponente aura, Jimin sonrió y ladeó la cabeza a un lado.
— Nada, sólo quisiera saber por qué nos estabas viendo.
El castaño sonrió aún más, para luego reincorporarse y quitarse la máscara lentamente.
— Bueno, sólo me siento fascinado por sus pequeñas travesuras.
Jimin tragó saliva al ver sus profundos y oscuros ojos, y su sonrisa inquietantemente perfecta, mientras que el más alto sostenía la máscara en una de sus manos y arreglaba su cabello con la otra.
— No sé de qué hablas.
— Lo sabes. Y tranquilo, no vine a amenazarte ni nada por el estilo.
— Obvio no, no creo que seas tan idiota... Aunque por cómo te ves...
— Ay, pequeño. Me veré como un ángel, pero más bien soy el diablo.
Jimin lo miró por varios segundos en silencio, para luego comenzar a reír.
— Con que el diablo, ¿eh? Eso lo dudo.
— ¿Ah, sí?
— Ver para creer, cariño. Y no te veo en acción.
— ¿Quieres pruebas? Te daré pruebas.
— ¡Wow! Vale, entonces quiero que destruyas a la coreógrafa.
— ¿La señora Lee?
— Sí, esa misma. ¿O es que tienes miedo, señor Diablo?
El castaño soltó una pequeña carcajada mientras se acercaba a Jimin y levantaba su rostro con un dedo debajo de su barbilla.
— No sabes con quién hablas, pequeño.
— No, no lo sé. Primero dices ser Jason Voorhees y luego Satán, decidete de una puta vez.
El desconocido ensanchó su sonrisa, le encantaba lo adorable que se veía Jimin al ser rudo. Jimin tragó saliva nerviosamente mientras sus mejillas se tornaban rosadas y su corazón comenzaba a latir ferozmente sin razón alguna.
— Soy Jungkook, pero puedes llamarme "Amo".
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