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Capítulo 4

—No, me temo que no puedo bajar el volumen de mi voz. Soy así por naturaleza y dudo que pueda cambiarlo solo porque te molesta. —Wooyoung reclamó con el ceño fruncido y los brazos cruzados por sobre su pecho, aunque Jongho estaba seguro de que se echaría hacia el frente para morder si seguían provocándolo—. Sí necesitas concentrarte entonces ponte audífonos, todo el mundo lo hace.

Jongho pasó a mirar a San una vez Wooyoung dejó de hablar. El patinador apenas hizo una mueca antes de apretar la mandíbula.

—Necesito darles instrucciones a los chicos, pidieron mi ayuda con sus saltos y no podrán concentrarse si sigues riéndote así. No te estoy pidiendo que cambies algo de ti, solo te estoy pidiendo prudencia.

—Uy, justo de esa no me queda.

Jongho se mordió los labios para no reír. La discusión ya llevaba unos quince minutos de puro tire y afloja sin llegar a absolutamente nada. Todo comenzó cuando Wooyoung gritó unas cuantas groserías por lo alto y San se acercó para pedirle que se callara, Jongho entendió que su entrenamiento no llegaría a ningún lado gracias a la interrupción, así que simplemente se sentó en el hielo para mirar la pelea de cerca.

San inhaló profundamente por la nariz. Jongho no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo más conseguiría mantener la compostura antes de tirarla por la borda. Él parecía ser una persona madura, pero desde que comenzaron a hablar más notó que también era infantil.

—Estamos aquí perdiendo el tiempo porque no puedes manejar tu orgullo, si hubieras hecho lo que te pedí hace quince minutos entonces ahora estaríamos entrenando en paz, pero estamos perdiendo el tiempo con una discusión sin sentido.

—Es porque pides algo muy exigente, Sen.

— ¡Es San!

— ¡Es casi lo mismo!

Jongho tomó un sorbo de su botella de agua mientras decidía de qué lado estar. Por lealtad, debería estar apoyando a Wooyoung, pero San tenía razón al decir que su discusión pudo haber terminado hacía mucho solo si ponía de su parte.

No pudo seguir con su análisis psicológico porque San pareció hartarse de las tonterías de Wooyoung. San se movió con la velocidad más aterradora que alguna vez pudo presenciar, se acercó para tomarlo por la cintura y echárselo al hombro como un costal de patatas.

Jongho lo vio deslizarse rápidamente de regreso llevándose a su compañero, así que hizo lo que toda persona hubiera hecho en su situación.

Se rio.

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Bájame! —Wooyoung gritó una vez pareció entender su situación, aferrándose lo mejor que pudo a la sudadera de San para no caerse de cara al hielo y mirando a Jongho con terror—. ¡Oye, ayúdame!

Jongho miró a su alrededor para confirmar si le hablaba a él, luego se señaló a sí mismo y Wooyoung asintió. Jongho sacudió su cabeza, negándose a ayudarlo como la criatura malvada que todo el mundo sabía que era.

— ¡Maldito oso traidor!

—Bien, vuelvan a intentar el Doble Axel. Yo los juzgaré desde aquí. —San habló cariñosamente a su equipo, pero luego le dio a Wooyoung una palmada en el muslo—. En cuanto a ti, cuando pienses en tus acciones te voy a bajar.

— ¡¿En mis acciones?! ¡No he hecho nada!

—Ajá.

Wooyoung protestó durante un rato, pero desistió de encontrar la paz a través de la discusión porque San no respondía, así que decidió tomar otra estrategia.

Comenzó a cantar Boy With Luv.

San puso mala cara, aunque no volvió a abrir la boca. Seguramente prefería escuchar a Wooyoung cantando que gritando tonterías. Jongho asimiló que San se robó a su amigo para usarlo —indirectamente— como una radio al hombro.

Prefería eso a que se pelearan, así que no iba a interferir. Los chicos del equipo de hockey estaban pasando un buen rato mientras jugaban un mini partido de un solo lado donde el único que sufría era el arquero, además que el equipo de patinaje no parecía tener problemas con las canciones de BTS.

Todo estaba bien.

Jongho se levantó sobre sus patines dispuesto a meterse en el juego y hacerle las cosas más difíciles al arquero, pero se detuvo en seco al notar a Yeosang acercándose a la barrera de la pista. No parecía tener intenciones de entrar a patinar.

Desvió rápidamente la mirada y trató de deslizarse cerca de sus compañeros, pero se detuvo en seco al escucharlo.

— ¡Jongho...! —El llamado apenas se sintió como un murmullo por el escándalo. Yeosang no era bueno alzando la voz, de hecho la mayoría del tiempo solo esperaba que se callaran para poder hablar.

Ugh. Jongho no debería recordar tantos detalles sobre él.

Ahogó un suspiro sabiendo que debía abandonar su plan de gastar el resto de la hora detrás del puck, luego se deslizó lentamente hacia Yeosang.

Jongho intentó no parecer demasiado ansioso mientras se acercaba. Yeosang no estaba vistiendo su clásica ropa de entrenamiento ni los conjuntos sutiles que vestía en clases, llevaba algo... muy casual.

Era obvio que no tenía pensado entrar a la pista.

¿Entonces qué hacía ahí?

Deteniéndose a unos pocos metros de él, Jongho se apoyó en su stick y lo miró con una mezcla de curiosidad y preocupación.

— ¿Qué pasa? —preguntó Jongho, tratando de sonar casual.

Yeosang se tensó un poco, se paró derecho y frunció los labios antes de hablar.

—Quiero tener una conversación contigo.

Jongho asintió, aunque no pudo evitar sentirse un poco nervioso. Siempre que se involucraba con Yeosang las cosas se ponían raras. El hecho de ser su sirviente personal era la consecuencia más peligrosa de todas... actualmente.

¡Siempre debía estar preparado para lo peor!

—De acuerdo. —Se deslizó un poco más cerca—. ¿Aquí está bien?

Yeosang miró a su alrededor, como si estuviera asegurándose de que nadie más pudiera escuchar.

—Uhm... no. ¿Te molestaría si vamos a otro lado? —Yeosang preguntó, luego su mirada se desvió hacia San que seguía patinando de un lado a otro con Wooyoung en el hombro—. ¿Qué está...?

—Se están llevando bien, lo prometo. —Jongho se encogió de hombros—. Por otro lado, no mentiré diciendo que no me molesta, pero como soy el humilde sirviente de su majestad, supongo que no tengo opción.

Yeosang abrió y cerró su boca de pura incredulidad.

—Estoy siendo amable contigo.

—Yo también, past... —Jongho se mordió la lengua en un gesto juguetón. Ambos sabían qué silabas faltaban para completar la palabra, pero Yeosang no tendría las bases para reclamarle por ello. Ajá, Jongho y sus vacíos legales—. Necesito ir a cambiarme.

Yeosang lo observó por un momento antes de asentir.

—Está bien, te esperaré afuera.

Jongho se sintió aliviado y nervioso al mismo tiempo. Sabía que estaba jugando con la paciencia de Yeosang, desde que descubrió que tenía más formas de molestarlo se aferró a ellas con garras y dientes. Cada vez que Yeosang le pedía algo de la cafetería, Jongho sonreiría y diría: "Claro, todo por la luz de mis ojos."

Yeosang estaba mortificado, obviamente, pero resultó ser un digno oponente porque aún no estaba doblegándose ante Jongho.

Yeosang le dedicó una última mirada antes de alejarse, dejándolo solo con sus pensamientos. Jongho se dirigió rápidamente hacia los vestuarios sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho porque, aunque quisiera ocultarlo... la situación sí era extraña.

¿Por qué quería hablar en privado? ¿Qué más podía querer de él?

Jongho sabía que no tendría respuestas hasta hablar con Yeosang, así que terminó de cambiarse lo más rápido posible y salió del vestuario. Encontró a Yeosang esperándolo fuera mirando distraídamente a su alrededor.

—Estoy listo.

Yeosang asintió y miró a Jongho con una pequeña sonrisa.

—Quiero un café-

—Late con dos cucharadas de azúcar y galletas de chocolate, ya lo pillo. —Jongho supo de inmediato lo que eso significaba. Había una cafetería al otro lado del campus que Yeosang prefería, así que comenzó a caminar junto a él—. ¿Vas a pedirme que te lo sirva en bandeja de plata también?

—Veremos si te lo mereces —respondió con un tono que hizo que a Jongho se le acelerara el pulso.

La caminata hacia la cafetería fue mayormente silenciosa, solo interrumpida por los sonidos ocasionales del campus y los murmullos de estudiantes a su alrededor. Jongho notó que Yeosang jugaba nerviosamente con las mangas de su sudadera, tirándolas un par de veces como si necesitara distraerse con algo. Era un gesto que no le había visto hacer antes.

Al mirar más de cerca, Jongho se dio cuenta de que Yeosang llevaba un par de anillos. Era raro verlo con joyería en las manos, y no pudo evitar preguntarse por qué los llevaba hoy.

— ¿Desde cuándo usas anillos?

Yeosang miró sus propias manos y luego a Jongho, una expresión pensativa cruzando su rostro.

—No hace mucho —respondió simplemente—. Me gustan.

Jongho asintió aceptando la respuesta. Bien, nota mental. ¿A él qué le importaba? Yeosang podría robarle las joyas a la difunta reina de Inglaterra y a Jongho no debería importarle un comino lo que hiciera.

Finalmente llegaron a la cafetería.

Yeosang se detuvo frente a la puerta y miró a Jongho.

— ¿No me abrirás?

Jongho ahogó una maldición.

—Claro, su majestad. —Jongho abrió la puerta y dejó que Yeosang pasara primero, siguiéndolo de cerca mientras se dirigían al mostrador.

Por supuesto que Yeosang no hizo ni el esfuerzo por hablar con la cajera, simplemente dejó que Jongho pidiera su orden habitual y sumara otro café para él.

Cuando estuvieron sentados en una mesa junto a la ventana, Jongho no pudo evitar observar a Yeosang mientras este quitaba la tapa de su vaso y olía el café.

— ¿Su majestad está lo suficientemente a gusto para hablarme?

Yeosang se tomó su tiempo dándole una mordidita a su galleta de chocolate mientras miraba incansablemente a Jongho. Él sintió el peso de esa mirada, preguntándose qué estaría pensando Yeosang.

Después de lo que pareció una eternidad, Yeosang finalmente tragó y habló.

— ¿Recuerdas lo que sucedió con nuestros capitanes la última vez?

Jongho puso los ojos en blanco, obviamente recordando la pelea que puso patas arriba la tregua entre equipos y los metió en problemas.

—Claro que lo recuerdo. ¿Cómo iba a olvidarlo? Fue un desastre total.

La pelea fue... más que extraña. Jongho solo podría definirlo como las criaturas de Lovecraft; indescriptible. La mierda fue tan rara que no podría explicarlo en palabras ni aunque quisiera.

Nadie pudo detener a Seonghwa cuando se abalanzó sobre Hongjoong. Ambos terminaron en el hielo, pero en lugar de darse los puñetazos que todos esperaban, solo hubo jalones de pelo, pellizcos y patadas que no encestaron en ningún lugar.

La escena era una mezcla de tragicomedia y absurdes. Seonghwa y Hongjoong rodaban por el hielo, aferrándose a mechones de cabello y tratando de inmovilizarse mutuamente con técnicas que parecían sacadas de una pelea de niños en el patio de recreo.

No fue hasta que Hongjoong mordió a Seonghwa en el pectoral que decidieron separarlos. El grito de dolor y sorpresa de Seonghwa fue suficiente para que los espectadores finalmente intervinieran, sacando a los dos luchadores del hielo. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Solo treinta minutos después llegó el director de deportes convocado por la coreógrafa del equipo de patinaje que había ido a buscarle ante el desastre.

Peor fue intentar explicarle al director de deportes qué pasó y por qué los dos capitanes de los equipos de hielo se tiraron al suelo para darse pellizcos, patadas, jalones de pelo y mordidas.

La situación se volvió aún más surrealista cuando todos intentaron explicar lo sucedido. A medida que los detalles salían a la luz, la incredulidad en el rostro del director solo aumentaba. Hongjoong y Seonghwa, con rostros enrojecidos y miradas furiosas, se sentaron a regañadientes mientras el director les daba una reprimenda severa

¿Quién comenzó? —El director exigió saber. A Seonghwa le demoró al menos una decena de segundos levantar la mano, resignándose a tomar las consecuencias de sus actos—. Tendré que ponerte un castigo por la actitud antideportiva que presentaste en nuestra pista de hielo.

¿Qué tipo de castigo? —San preguntó con preocupación.

Jongho lo recordaba bien, todos en el equipo de patinaje se aterraron ante la amenaza de castigo a su capitán.

Fue mucho peor cuando el director continuó hablando.

No puedo permitirle participar en el torneo interuniversitario de este año. Golpear a un compañero merece una sanción grave y ejemplar para que ninguno de ustedes se atreva a hacerlo de nuevo.

El equipo de patinaje rápidamente protestó mientras Seonghwa solo frunció sus labios y bajó la cabeza, resignándose por completo.

El director se mantuvo firme, al menos hasta que lo impensado ocurrió.

No es justo.

Todos se quedaron en silencio cuando Hongjoong habló.

¿Qué?

¿No se lavó las orejas hoy? Dije que no es justo. —Hongjoong se levantó de la silla en que lo sentaron, dándole la cara al director—. El equipo de patinaje artístico ya tiene suficientes problemas con las restricciones que les dio. No es secreto para nadie que la mitad del equipo son novatos y solo son los titulares los que pueden representarlos bien en las competencias. Es un deporte que necesita profesionales, no aficionados. Quitarle a uno de los pocos que tienen solo por un error me parece más que una tontería.

El director frunció el ceño.

Profesional o no, es una conducta antideportiva.

Yo lo insulté primero. Si él no tiene permitido participar en el torneo interuniversitario, entonces yo tampoco.

Un largo silencio se instauró. Jongho dio un paso al frente.

Yo tampoco participaré. Hago esto porque me gusta, no para lidiar con las decisiones que está tomando. Ambos equipos merecemos respeto.

¡Entonces si Hongjoong no participa nosotros tampoco! —Wooyoung alzó la mano volviéndose parte de la revolución—. ¡¿Quién más está conmigo?!

Por supuesto que todo el equipo de hockey gritó por lo alto, dispuestos a irse a huelga de hambre... aunque nadie se los pidió.

Ahí todo se fue al demonio. Hasta el entrenador de hockey palideció.

Director, es todo mi equipo. Si se niegan a participar entonces el torneo está más que perdido.

Nosotros tampoco participaremos. —San intervino—. No vamos a intentar algo si esta universidad se empeña en hacer todo lo posible por no apoyarnos.

El director de deportes suspiró como si no pudiera creer la traición, pero al final su atención cayó en Yeosang.

El príncipe del hielo hizo una mueca.

¿Por qué me mira a mí?

Piensa que eres su única esperanza. —Jongho, sirviente leal, le aclaró.

Obviamente no. Piérdase. —Yeosang se abrazó a la cintura de Seonghwa y le mostró la punta de la lengua al director.

Sí, al jodido director de deportes.

Entiendo su descontento, pero no puedo dejarlos sin un castigo.

Hongjoong carraspeó.

Este es el trato. Seonghwa y yo nos encargaremos de la limpieza de los camerinos y los armarios durante los siguientes dos meses. Será suficiente para corregir nuestra conducta antideportiva y limar las asperezas que con su admirable gestión no han hecho más que crecer.

¿Era necesario decir que el director solo pudo aceptar? Pues, sí. El capitán del equipo de hockey tenía las artimañas suficientes para doblegar a quien se le pusiera en frente, así que obviamente no le iba a ganar.

Seonghwa tampoco se negó, simplemente miró a Hongjoong con los ojos más brillantes que nunca y asintió, aceptando unirse a su improvisado plan para conservar su lugar.

Desde ese día no tuvieron otro problema tan grande.

— ¿Qué quieres hablar al respecto? Todo es bastante pacifico desde esa... pelea.

Yeosang sonrió.

—Sí... Seonghwa hyung dijo que se pasó cuando le tiró el pelo a su capitán.

—Lo entiendo, Hongjoong pensó lo mismo después de morderle el pectoral. —Jongho frunció el ceño—. ¿No sería más fácil si les rentamos una habitación? ¿Qué clase de pelea sadomasoquista estaban teniendo delante de mis inocentes ojos?

Yeosang se rio.

—Sea como sea, Seonghwa hyung está agradecido.

— ¿No deberías decírselo a Hongjoong?

—Él lo sabe. Sé que ambos han estado hablando un poco durante las tardes, incluso si Seonghwa hyung quiere negarlo. —Yeosang bajó su vaso de café antes de inclinarse hacia el frente como si necesitara que Jongho le mirara a los ojos—. En realidad... quería hablar contigo porque incluso si eres molestoso, fue gracias a ti que pudimos instaurar una tregua. Además, apoyaste a Hongjoong en no participar si nos quitaban a Seonghwa.

Jongho se quedó en silencio por un momento, asimilando las palabras de Yeosang. Era extraño escuchar un agradecimiento tan sincero, especialmente del príncipe del hielo.

Jongho desvió la mirada sintiendo un ligero rubor en sus mejillas.

—No es para tanto. Solo hice lo que cualquier persona razonable habría hecho.

—Aun así, gracias. —Yeosang le sonrió con calidez—. Ahora, ¿puedo pedirte algo más?

— ¿Qué quieres ahora?

Debió sonar demasiado arisco porque Yeosang frunció sus labios en un puchero.

—Solamente quería decirte que Yunho organizará una fiesta en su casa, Seonghwa hyung dijo que podríamos invitarles para... intentar llevarnos mejor. Le dije a Wooyoung y Mingi el otro día, pero Wooyoung insistió que no te invitaría y debería hacerlo yo. Por eso te pedí venir un momento. —Yeosang explicó haciendo muecas graciosas como si recordara cada cosa.

Jongho jadeó ligeramente. ¿Tenía derecho a sentirse algo atacado? Yeosang le hacía sentir atacado.

— ¿Era necesario el café?

Yeosang enrojeció.

— ¿Por qué no? Es una tregua, el café sabe bien y las galletas son buenas... aunque no te guste comer cosas dulces. —Yeosang bajó los hombros, luego le frunció el ceño—. ¿Por qué no pediste algo para ti? Ahora me siento mal.

Está bien. Jongho iba a dejarlo pasar, Yeosang se veía demasiado... demasiado... lamentable.

Sí, eso.

No tenía nada que ver con la carita de cachorrito pateado.

—Olvídalo, Yeosang. —Jongho tomó una de las galletas de chocolate y la mordió, dejando que el sabor dulce le inundara las pupilas y le provocara un asco inmediato—. Agradezco la invitación y la hospitalidad de Yunho. Espera.

— ¿Qué?

— ¿Dijiste la casa de Yunho? ¿Qué hace viviendo en la residencia estudiantil si tiene una casa?

—Oh, eso. Se metió por accidente en las residencias, se quedó solo porque Mingi sería su compañero de cuarto.

Jongho se preguntó si debería preocuparse por su amigo o no. ¿No se daba cuenta que lo estaban cazando? ¡Esas eran demasiadas coincidencias! ¿O es que era tonto?

—Así que... ¿vas a venir a la fiesta, entonces?

Jongho asintió, sintiendo el peso de la mirada de Yeosang sobre él.

—Sí, pero solo si los chicos vienen también. No estoy muy interesado en fiestas si no hay buenos amigos cerca.

—Si sirve de algo para tu toma de decisiones... creo que me gustaría verte allí.

Jongho sintió cierto cosquilleo extraño en el estómago, pero lo ignoró para apoyar su mejilla en su mano y mirar a Yeosang con fingida adoración.

Awwn. ¿De verdad? Me siento halagado, pero estoy seguro de que estará tu séquito de admiradores que con gusto tomarán mi lugar.

Yeosang frunció el ceño.

—No tengo un séquito de admiradores.

—Oh, por favor.

—No, lo digo en serio. Si fueran admiradores sabrían que odio la atención desmedida, sobre todo cuando empiezan a crear una imagen distorsionada de mí.

Jongho lo miró con curiosidad, genuinamente intrigado por lo que decía.

— ¿Y cuál es la verdadera imagen de Yeosang, entonces?

Yeosang se sonrojó ligeramente, mirando hacia un lado como si buscara las palabras adecuadas.

—Bueno, no soy... tan ideal como a los demás les gustaría. Olvido cosas con facilidad, soy terco y no me gusta que me toquen.

—Entiendo. —Jongho asintió, la expresión en su rostro suavizándose al escuchar sinceridad en Yeosang—. Me alegra saber que eres más humano.

—Soy humano.

—Los demás te hacen ver como un ángel que descendió de los cielos para patinarnos en el corazón, déjame en paz.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Yeosang.

— ¿Qué teoría tonta es esa?

—Es porque pareces poco accesible.

— ¿Eso crees?

—Bueno, a mí me parece que eres bastante accesible ahora mismo.

Jongho cedió un poco, ganándose una risa de Yeosang.

— ¿Estabas creyendo esas tonterías también?

Jongho enrojeció.

—Quiero decir, no esperaba que tú fueras alguien con quien podría tener una conversación así. Ni siquiera me mirabas a la cara.

—Puedes superarlo, no es la gran cosa.

Excepto que sí, sí lo era. Jongho quiso reclamarle que eso le hacía sentir invisible a sus ojos, pero se detuvo porque Yeosang parecía estar aguantando algo de vergüenza.

¿Acaso su timidez le jugaba en contra?

Jongho suspiró.

—Está bien, lo que tú digas. —Jongho tomó su vaso de café a medio terminar y se levantó.

Yeosang le miró perplejo.

— ¿Qué haces?

—Irme. ¿No es obvio? —Jongho señaló hacia la puerta de salida—. Pensé que habíamos terminado de hablar.

Yeosang pareció morderse la lengua, luego simplemente miró su propio vaso de café y asintió.

—Sí... hemos terminado.

Jongho lo observó un momento, sin entender del todo el cambio sutil en la atmósfera. La mirada de Yeosang le pareció un enigma, una mezcla de emociones que no lograba descifrar. Decidió no profundizar en el misterio, al menos no por ahora.

—Agradezco que hayas venido.

Jongho asintió, sintiendo un cosquilleo extraño que no entendía del todo.

Salió de la cafetería, sintiendo el aire fresco de la tarde contra su rostro. Sin embargo, una parte de él se sintió extraña al dejar a Yeosang allí.

¿Qué estaba pasando? Era una mezcla de curiosidad y confusión. La conversación había sido más profunda de lo que anticipó, y ahora se sentía como si hubiera tocado una cuerda sensible en Yeosang.

Jongho se detuvo en seco.

Un jodido momento.

¿Por qué Yeosang sabía que no le gustaban los dulces?

Hola gente, ¿cómo están?

Le subí la clasificación de BLY, ahora tendrá smut, así que tengan cuidadito, asimilenlo mientras porque esta es la última actualización hasta que pueda actualizar Sweet Obssesion.

Eso, no hay mucho para decir. Igual les recuerdo que abrí un Buy Me A Coffee por si quieren hacerme una donación. <3

Besos.

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