05
SIRIUS BLACK CAMINABA silenciosamente, evitando que cualquier prefecto pudiera verlo. Sus pies se movían ágilmente sin producir un ruido alguno.
El camino hacía las cocinas se lo sabía perfectamente, y sabía que cerca de las bodegas de esta, estaba la entrada a la sala común de Hufflepuff. No demoró mucho en llegar, o quizás entre tantos pensamientos, logró distraerse lo suficiente.
—¿Dónde es la entrada?—preguntó para si, mirando un montón de barriles.
Solo esperaba no equivocarse, aunque, tampoco era tan terrible no saberse la contraseña, si ninguna de las otras casas restantes no hacían nada por no acertar, Hufflepuff por descarte era demasiado inofensiva como para dañar a alguien.
Primero, trato de recitar unas cosas y luego golpeo todos los barriles, y para su sorpresa, uno de estos se abrió, rociándolo de vinagre.
—Okay... esto sin duda fue una mala idea—se quejó, con una mueca, sin antes, escupir un poco de este.
Odiaba apestar a vinagre, porque realmente era muy pasoso y cualquier Hufflepuff se daría cuenta que trataba de entrar y realmente seria vergonzoso. Para su desgracia, la puerta se abrió, mostrando a una desarmada Delilah con el cabello desordenado en pijama, o al menos, así podía llamarle al pantalón escocés y a la sudadera de Looney Tunes naranja, además del cabello despeinado.
—Hueles mal—comentó la chica pasando por su lado, sin siquiera verlo.
El la siguió, arrastrando los pies, escuchando el asqueroso ruido de los zapatos empapados.
—Es tu culpa—dijo entrando tras ella a la cocina.
Delilah sacó de una de las neveras una jarra de té helado que habían dejado ahí anoche. Siempre dejaba una jarra de té helada, era su calmante nocturno.
—No es mi culpa que seas un intruso y Helga Hufflepuff haya desarrollado ese sistema de defensa—dijo obvia, agitó su varita diciendo unas palabras, secando a Sirius y quitándole el asqueroso olor a vinagre— así que, si vas a venir a verme, mándame una carta con Maggie, no voy a volver a quitarte el vinagre si vuelves a tratar de entrar a mi sala común
—Quiero mi carta de vuelta—habló, ignorando sus palabras— y quiero saber quién demonios tiene la carta correcta
—¿Carta correcta?—preguntó curiosa, comiendo chocolate que sacó de la nevera antes de cerrarla— nadie tiene una carta correcta
—Me refiero a... ¿alguno de los cinco tiene la carta donde sigues enamorada de el?
—Me preocupa que te preocupe tanto, ¿dañe tu ego?—se atrevió a preguntar.
Sirius se quedó en silencio, cruzándose de brazos.
—Si, y bastante—se respondió a sí misma— bueno, creo que es bastante obvia la respuesta —palmeó su hombro— deberías ir a dormir, mañana hay clases
La vio dirigirse a la puerta y carraspeó su garganta— ¿obvio?
—No por algo te besé—abrió la puerta— spoiler, no eres tú
Y al chica se fue, dejándolo ahí.
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LILAH ODIABA QUE la sala común de Hufflepuff no tuviese hervidores ni neveras pequeñas para poder poner refrigerios. Sabía que eran bastante alumnos en aquella casa, pero todos eran responsables y eso funcionaría perfectamente bien, pero siempre que proponía la idea, la respuesta era la misma "estamos cerca de la cocina, puedes ir cuando quieras". ¿Cómo explicaría que muchos prefectos la han visto con medio sándwich metido en la boca. Aunque realmente los prefectos la dejaban ir cuando sabían su nombre.
Se levantó temprano también esa mañana, deseando quedar en la enfermería otra vez pero, sin Sirius. Hizo su rutina, hasta que Maggie dejó caer una carta en su regazo.
—¿Ayer Maggie no te dejo una carta?—preguntó Adelaide.
—La que me dejo era de mi mamá...—dijo sin importancia, hasta que abrió los ojos en grande— ¡Era de mi mamá y no la he leído!—metió las manos a sus bolsillos y chilló— la perdí...
—Van a matarte Spakrs—soltó una risa Mike.
Le dio unos besitos a su lechuza tratando de despejar el mal sentimiento por haber perdido el trozo de papel y le dio un trozo de pan para luego verla irse, tomando el cuchillo limpio que tenía frente a ella para abrirla.
—¿Alguien quiere matarte?—preguntó Adelaide mirando la carta.
—No lo se—dijo sin importancia— si eso me libra del martirio que me están haciendo pasar, voy de cabeza
—No es tan malo—Chris trato de ser graciosa.
—Es malo porque Sirius esta obsesionado con el tema, parece que le dañe el ego—suspiró— pero no es mi culpa, me gusta su mejor amigo y no puedo evitarlo, Remus Lupin es mi amor platónico y el único que me mantiene lo bastante despierta como para...
—Silencio—dijo Chris, mirando tras Sparks, quien hizo el típico gesto de golpearle la cabeza y cerrar los ojos.
—Veníamos simplemente a devolver las cartas—dijeron ambos Ravenclaws, y Delilah volteó para recibirlas— lamentamos que tus sentimientos hayan sido expuestos de esta forma
—Pero, tampoco nos sorprende, ustedes los Hufflepuff son bastante curiosos—dijo Alex— un gusto conocerte Delilah, y lamentamos no haber correspondido en su momento
—No se preocupen, tampoco hice mucho en ese entonces—respondió encogiéndose de hombros— gracias por devolverlas, son realmente adorables
—No te preocupes, nos vemos en otro momento—ambos se despidieron y se fueron.
—Bien... creo que ya no quiero un chico Slytherin—confesó Adelaide— ¿te molesta si yo...
—Adelaide, son chicos—río la chica— no tienes que pedirme permiso si quieres salir con alguien o no, incluso, si decides salir con Remus me haré a un lado
—Remus es tuyo—Chris habló— bueno, no tuyo porque las personas no son de nadie pero se entiende
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LILAH ESTUVO EVITANDO a Sirius todo el día, o al menos, los intentos de él tratando de llamar su atención.
Snape también le devolvió su carta luego de una clase que para su sorpresa, se toparon al salir en los pasillos. Le había llamado la atención que realmente alguien realmente estuviera enamorada de él, le agradeció el gesto y le comentó que estaba enamorado de alguien más, pero, le propuso ser amigos, lo cual Sparks aceptó.
Delilah estaba agradecida que tres chicos se hayan borrado del mapa ello mismos, devolviendo las vergonzosas y sentimentales cartas que fueron enviadas, ofreciéndole disculpas y su amistad. Pero, aún faltaban dos: Remus Lupin y Sirius Black. Uno que aún no podía hablar con ella y el otro, bastante obsesionado con el tema.
El día pasó bastante rápido, al igual que la cena. Decidió matar el tiempo en las cocinas, preparando unas galletas para su invitado nocturno, no tantas porque sino, ella comería y comería y tampoco quería dar mala imagen. También sirvió un poco de té con miel caliente para dar una linda presentación.
La puerta se abrió, mostrando a Sirius Black con un pergamino, una pluma y tinta.
—No se porque pienso que esperabas a alguien más—dijo sentándose junto a ella.
—La verdad, sabiendo que vendrías tu o alguien más, hubiese hecho lo mismo—dijo honesta.
—Bien... te tengo una propuesta—habló, tomando una galleta para comerla, sus ojos brillaron cuando sus papilas gustativas saborearon las galletas de jengibre.
—¿Qué tipo?—preguntó bebiendo té y comiendo una galleta— si algo sexual, no gracias
—¿Qué?—preguntó soltando una risa— ¿por qué te propondrías algo así?
Lilah le dio una mirada que decía todo y luego Sirius cayó en cuenta que realmente podría proponerlo.
—Bueno, no lo haría... al menos, no después de haber leído esa carta—dijo y Lilah bufó rodando los ojos.
—Sirius, supéralo—pidió cansada— si me llamaste para eso...
—No, no te llame para eso—dijo obvio, tomándola suave del brazo izquierdo, para detenerla por si quisiera irse.
—Bueno... ¿entonces?—preguntó apuntando las cosas que el trajo— ¿Qué es todo esto?
—Oh bueno... te gusta Remus y yo...—comenzó a pensar en una excusa— quiero volver con mi ex
—Ajá—asintió— ¿y qué tiene que ver una cosa con la otra?, no lo logró entender
—Seremos novios, pero... falsos
—¿Vas a ser mi boyfriendn't ?—preguntó confusa.
—¿Tu qué?
—Mi boyfriendn't—respondió obvia— en inglés sabes que el not es negación, así que...
—Bueno, ¿aceptas?
—¿Si digo que si, dejaras de molestarme por la carta?—preguntó cansada
Sirius asintió. Realmente no sabía que demonios estaba haciendo, solo sabía que quería conseguir la atención completa de la chica sobre cualquier otra persona. No eran celos, pero, realmente saber que alguien le tenia tanto afecto le hacía sentir como si aquel amor fuera más alla que algo platónico... algo más allá de una amistad, algo maternal que había dejado de recibir hace bastantes años.
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