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29 :: sevilla

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Las vacaciones han pasado muy rápido, hoy iría a Sevilla con la familia de Pablo.

Alex también quería venir pero va a ser el cumpleaños de la mamá de Kimberly justo el día después del de Pablo así que no vino.

Vamos a quedarnos solo tres días, porque Gavi tiene un partido importante al volver.

Aunque ya conocía a sus padres, estaba nerviosa y eso sumado a mi miedo por las alturas...

Es mi primera vez viajando en avión, Pablo a mi lado luce tan relajado aún así no es suficiente para contagiarme.

—Mis papás aún no saben lo que pasó en mi casa, no quiero preocuparlos —dice casi en un susurro con los ojos fijos en la ventanilla.

—Debes decirles

—Lo haré —asiente y juega con mi mano.

Gracias al cielo es un viaje corto sino mis niveles de ansiedad hubieran explotado las ventanillas del avión.

Además, me distraje todo el vuelo escuchando música junto a Pablo de la playlist que hicimos en 10 minutos con canciones que a ambos nos gustaban.

En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en tierras sevillanas.

El padre de Pablo nos recoge y el camino a la casa de sus padres si es un poco largo así que me quedo dormida en el hombro de mi novio.

Unas horas más tarde, siento unos soplidos por mi cara, Pablo me despierta avisando que ya llegamos. Me tallo los ojos y parpadeo varias veces viendo el entorno, el cielo tiene tintes anaranjados y púrpuras, pronto anochecera.

Afuera del domicilio hay la misma seguridad que en la casa de Gavi en Barcelona.

La casa es muy bonita con un estilo moderno y un elegante color blanco, sin mencionar el amplio jardín y psicina de ensueño.

—Mi hermana Aurora y Javi mi cuñado —Pablo me los presenta al entrar a la casa.

—Hola, encantada —me abraza y me saluda con dos besos en las mejillas, es una chica muy guapa.

Correspondo también el saludo de Javier, el novio de Aurora.

Belén, la mamá de Pablo me sonríe con los mismos hoyuelos que se le marcan a su hijo.

—Angie, que felicidad volver a verte —me abraza como a una hija y me dejo envolver por el cariño que emana.

Belén ya tenía la cena lista, así que comemos todos juntos.

La familia de Pablo era muy unida, y me sentía muy feliz de que me hagan parte de ellos. En ningún momento me hacen sentir incómoda.

Cuando la cena termina, acompaño a Pablo hasta su habitación donde estan nuestras maletas.

—¿Vamos a dormir juntos?

—Si, ¿por?

—A tus papás no les molesta? —él niega, como si fuese de lo mas normal. —Si mis papas se enteran me matan, corrección, te matan

—¿Prefieres dormir con Aurora? —se lleva la mano al pecho indignado y pongo los ojos en blanco.

Él me muestra su cuarto, que era pequeño pero en cada rincón estaba su esencia. Me cuenta la historia de cada fotografía sobre la repisa, la historia detrás de los trofeos y medallas sobre su escritorio... y así nos llega la madrugrada.

La cama de Pablo es individual, estamos literalmente pegados, pero no me molesta.

Lo último que siento son las yemas de sus dedos acariciando mi brazo.

Despierto y veo a Pablo con su ereccion de buenos días.

—Tienes un problema —le digo cuando abre levemente los ojos.

Él levanta la cabeza y mira a su amiguito despreocupado.

—Ese no es un problema —vuelve a acomodar su cabeza contra la almohada y cierra los ojos.

Pablo apenas se esta bañando cuando yo salgo de la habitación ya arreglada.

—Iré solo porque es el cumpleaños de Gavi —escucho la voz de Aurora conforme me voy acercando a la cocina. —Angie, me quieres acompañar a la tienda? Así conoces el pueblo —casi choco con ella pero le sonrío.

—Si, claro

No sé por qué razón Mark nos sigue, tampoco voy a cuestionarlo cuando no me molesta su presencia.

—Está a unas cuadras —Aurora inicia la conversación y yo asiento, no tenía problema con caminar un poco. —Entonces, ¿cómo conociste a mi hermano?

—Ahm, nos conocimos en una cafetería —su pregunta me trajo muchos recuerdos de ese día. —Él chocó conmigo y caí al suelo

—Qué romántico, como de película

—En realidad no...

—¿No? Para Gavi si, fue amor a primera vista

Yo diría odio a primera vista.

Llegamos a la tienda que no es muy grande, Aurora va directo al área donde esta lo que busca y me quedo atrás.

Un chico venía distraído por el pasillo, casi choca conmigo sino hubiera sido por Mark, que lo aparta en un movimiento haciendo que sus cosas caigan al suelo.

—Mark, esta bien

Para mi mala suerte, entre las cosas que caen al suelo hay un empaque de jugo de vidrio y esté se derrama.

—Lo siento —es lo primero que digo.

—No pasa nada, disculpame tú a mí —responde el chico calmado viendo el desastre que se acaba de hacer.

—¿Qué pasó? —Aurora aparece a mi lado y no tengo que explicar mucho. —Ostras

Un empleado se encarga del desastre, y me ofrezco a pagar la bebida derramada.

—Tengo que irme, mi mamá necesita esto —señala la bolsa en sus manos con lo que acaba de comprar.

—Si, si, no te preocupes, yo voy en unos minutos

Ella asiente y se va corriendo.

Despues de pagar el producto y ofrecerle al chico mis sinceras disculpas por séptima vez, me voy por el camino que recorrí con Aurora.

En esta ocasión, contemplo mas las casas y los árboles por la calle. El ambiente se siente tan apacible que debe ser de lo mas agradable y tranquilo vivir en un pueblo así.

Me falta poco para llegar a la casa cuando veo a Pablo correr en mi dirección.

—¿Estás bien? —sus ojos me escanean velozmente. —Me dijo Aurora que tuviste un problema

—Fue un accidente, choque con alguien y su jugo se derramo en el suelo

—Fue mi culpa, joven —Mark se hace responsable.

—Esta bien, Mark —dice Pablo para luego abrazarme y me deleito en la fragancia que desprende. Cada uno de los perfumes que usa huelen deliciosos.

Cuando nos separamos, me percato de su vestimenta.

—Estás guapísimo

Traía puestos unos pantalones blancos que hacían contraste con la playera y chaqueta negra. La combinación de colores resaltaban sus facciones.


—Soy el cumpleañero —dice con obviedad y le doy una sonrisa boba.

Me toma de la mano y caminamos lo que queda de camino hasta la casa. Yo hago el intento de no babear por el chico a mi lado.


𝗚 𝗮 𝘃 𝗶

Este va a ser mi mejor cumpleaños, simplemente porque es el primero de muchos que pasare junto a Angie.

Veo a mi hermana salir de la cocina tarareando una canción.

—¿Dónde esta Angie? —le pregunto ya que hace unos minutos llegó del mercado y no veo a mi novia por ningún lado.

—Se quedo a arreglar un problema

—¿Qué clase de problema? —frunzo las cejas.

—Le tiró la bebida a un chico e iba a pagarle

Yo salgo en dirección a la tienda que conocía desde niño y apresuro mi paso.

Mark me comprueba que es el mejor guardaespaldas cuando lo veo al lado de mi chica.

Si Mark actuó fue porque el chico estaba demasiado cerca de mi novia. Me ahorro las preguntas, ya conversaría con él en privado.

Regresamos a casa y justo llegan Rodri y Cris, mis mejores amigos de toda la vida. Quienes me acompañaron en mis primeras partidas de fútbol y sé de primera mano que su amistad es completamente sincera.

Les presento a mi chica, Angie los saluda cordial como a todos mis amigos. Y ellos se burlan de mí con sus miradas. Sé perfectamente lo que deben estar pensando y lo que me dirán cuando estemos solos.

Comemos la barbacoa que preparó mi mamá por mi día, todo es risas sobre la mesa y yo me siento pleno al pensar en que estamos los que tenemos que estar.

Al terminar de comer, Angie viene con una caja grande de cartón muy bonita adornada con un listón azul.

La coloca delante de mí sobre la mesa y puedo ver unos cupcakes decorados del barça. Estaban para no comerse.

—Sorpresa —susurran sus labios en mi oreja y mi sonrisa no podía ser mayor.

—Son míos —le arrebato el cupcake a mi hermana.

—Angie los hizo para todos —me lo quita al segundo y le da una mordida.

Les tomo foto antes de que desaparezcan y dejo que los demás agarren de mis cupcakes con la condición de que al regresar a Barcelona Angie hará más exclusivamente para mí.

Mi hermana trae mi pastel favorito a la mesa, con unos números dorados enormes "19".

Woah, que viejo me estoy haciendo.

Soplo las velas con un pensamiento muy claro en mi cabeza: por mas cumpleaños así.

Mi mamá y mi hermana toman cientos de fotos desde ángulos diferentes que me canso de sonreír.

—Sonríe, Gavi —me reprende mi mamá y vuelvo a formar otra sonrisa con la risa de mi chica favorita de fondo.

Mientras comemos el pastel y Angie me embarra crema en la nariz, llegan las mejores amigas de Aurora.

No eran mis amigas pero me agradaban solo por juntarse con mi hermana y hacerla feliz. Además, me ven como un hermanito.

—Gavito, feliz cumple

—Muchas felicidades

Me pongo de pie, primero me abraza Verenise y luego Lizeth.

—Gracias chicas —agradecía sus buenos deseos.

—Siento como si fuese ayer cuando estabas cumpliendo 15 —dice Lizeth al separarnos.

—Verdad? —concuerda Verenise.

—Aunque mi hermanito crezca, siempre lo cuidare yo a él —Aurora llega a mi lado y me abraza del cuello molestándome.

—Ella es mi novia, Angie —le extiendo mi mano para que la tome.

—Hola, un placer —acepta mi mano y la atraigo hacía mí.

—Angie, ellas son mis mejores amigas, Vere y Lizeth —las presenta Aurora.

Antes de apartarme, deposito un beso en la mejilla de Angie y voy con mis amigos que me estaban hablando con los ojos.

—¿En qué momento Liz se puso así de buena?

—Verdad? Le crecieron las tetas

Yo hago una mueca ante la plática de mis amigos. Había olvidado como son o como éramos...

—Y esa cara Gavi?

—Hablemos de otra cosa —digo.

—Que raro estás —Cris me mira arrugando la nariz. —Siempre hablamos de chicas

—Si, pero ahora tengo novia —no tendría que estar explicando esto. —Que Angie no los vaya a escuchar —advierto en voz baja aunque estábamos en el otro extremo del salón.

—Tu novia esta buena —le doy una colleja a Cris. —Lo digo con respeto, tío —se soba la cabeza y lo miro mal. —Pero no es para nada como las otras chicas con las que has salido, tu tipo siempre han sido... ...mayores —después de una pausa buscando la palabra termina diciendo esa para no decir la otra.

Los dos idiotas se carcajean en mis narices.

—Cuando uno se enamora, se enamora y ya esta —me encogo de hombros y me cruzo de brazos.

No me voy a poner a explicarles a este par de tarados que fue lo que me gustó de mi chica.

—Quien diría que de los tres, tú ibas a ser el que este en una relación seria

—Los milagros existen —sigue Cris y yo ruedo los ojos.

Javi se nos une y mis amigos cambian de conversación.


𝗔 𝗻 𝗴 𝗶 𝗲

—¿Cuánto llevan Gavi y tú? —me pregunta una de ellas.

Las salude dando mi mejor sonrisa a pesar de que vi claramente como una de ellas se mordía el labio con la mirada clavada en Pablo. Literal se lo estaba comiendo con los ojos y solo yo me di cuenta al parecer.

—4 meses —respondo y ella tose para ocultar su risa.

—Esperemos sea una relación duradera, pero con el historial de Gavi...

—Eh Liz, cuando mi hermano ama de corazón es otro

—Claro, ojalá así sea —me sonríe falsamente.

¿Cómo era la única en darme cuenta?

El día termino.

Me tumbo boca arriba en la cama cansada, Pablo no tarda en venir también.

Se coloca encima de mí sin aplastarme, siento sus grandes manos tocarme por los costados, tardo en captar lo que quiere: busca el cierre de mi vestido.

No tengo que frenar sus manos, él solito para al no encontrar lo que buscaba y procede a subir mi vestido hasta mis caderas y aprieta mis muslos.

—Pablo —balbuceo cuando siento sus besos en el interior de mis muslos.

Fácilmente baja la tela de mi ropa interior y siento su respiración y su lengua rozarme.

Me reincorporo cerrando las piernas, aunque su brazo queda atrapado en medio.

—No voy hacer nada en casa de tus padres —digo seria.

—No van a escuchar —se queja. —Déjame tocarte —pide con sus ojitos de cachorro mientras acaricia mi pierna mandando escalofríos por todo mi cuerpo.

—Cuando regresemos a Barcelona, aquí no

—Vale —asiente desilusionado. —Por el momento me conformare con tus besos

Apoya sus manos sobre el colchón, se inclina hacía mí y nuestras lenguas se encuentran. Es en medio de los besos que recuerdo.

—No te he dado tu regalo —me separo de él.

Voy hasta mi maleta y saco la caja que gracias a Dios sigue en buen estado.

Son unas galletas de chocolate (su sabor favorito) con su silueta en ellas. Me esmere mucho haciéndolas.

Él las contempla sin decir nada, ni siquiera hace a abrir la caja pero puede verlas a través del plástico transparente.

—Sé que unas no me salieron tan bien -

—Son perfectas, como tú —se me adelanta y esboza una de sus lindas sonrisas que me contagia.

Me siento a su lado en la cama y lo animo a que las pruebe.

Agarra la primera galleta y le da una buena mordida, yo por el otro lado observo su reacción.

—¿Qué tal? —cuestiono al ver que no dice nada, solo mastica.

—Rica, como tú —pasa la lengua por sus labios, limpiando unas migajas.

Me comparte de su galleta y le doy un bocado pequeño. Lo único que probe fue la masa.

El sabor a mantequilla y cacao es delicioso sin duda.

—Gracias, por estar aquí conmigo, por hacerme esto —levanta la cajita levemente. —Por quererme como lo haces, por todo gracias, te amo

Me besa con una dulzura, casi tan dulce como las galletas.

Esta mañana, nos despedimos de la familia de Pablo, prometiendo regresar pronto.

Antes de irnos, la señora Belén me susurro al oído que cuide de su hijo. Es una gran mujer y madre sin duda.

Faltaban 20 minutos para aterrizar, cuando Pablo me dice que sus compañeros de equipo quieren hacer una celebración por su cumpleaños y también porque Fermin ya va a jugar en el primer equipo.

Así que el nuevo plan es ir a una discoteca.

Gavi tiene partido pasado mañana pero parece no importarle.

Llegamos a su casa, él se da una ducha rápida, mientras yo me arreglo.

Saco de mi maleta un vestido rosa corto que no use en Sevilla y me quedaba muy bien.

Él sale del baño con un pantalón negro y el torso desnudo, no sé si es porque acaba de bañarse pero su piel esta aún mas radiante y tersa.

Podría contemplarlo por horas.

—Solo me pongo los zapatos y ya estoy lista —me agacho para recoger el par y lo siento detrás.

—Dime que vas a ponerte medias o algo —sus manos ya están acariciando trasero.

—Por? —me enderezo y lo miro a los ojos, nuestras narices a nada de tocarse.

—No quiero que otros te miren

—Entonces me quedo en la casa —hablo con sarcasmo.

—No me parece mala idea —me sujeta de la nuca y devora mi boca.

Si seguíamos así íbamos a llegar tarde a su propia fiesta pero en ese momento el reloj se detuvo para nosotros.


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