XXII. Dioses y dragones.

❝Baila lento flor morada que me recuerdas

a mi amada.❞

━━ ˓ ֹ 𖥻 CUANDO LOS HABITANTES DEL CASTILLO ABRAZABAN LOS SUEÑOS, Rhagnar Velaryon enfrascado de maldiciones imploraba nuevamente en caminar. Un minúsculo rayo de luz se filtró en la rendija de la ventana reflejando un ovillo en el suelo, allí agarrado impetuosamente de la cama el heredero de Driftmark se impulsó con tal de generar una respuesta en los miembros inferiores de su cuerpo, sin embargo, lo único que consiguió fue desestabilizarse, y retornar al mismo punto.

Un gritó de frustración retumbó en la desolada habitación. Estaba agotado de ser un objeto de miradas lastimosas aludiendo en que se convirtió en una carga, quizás, la hostilidad en él surco ante la nueva complejidad que padecía.

El estómago del consorte se prenso y formó un nudo en la garganta. Rhaenyra no me amará.  Pensamiento rumiante se instalaron desde que despertó completamente magullado más encima afirmo el temor constantemente tras las inevitables discusiones e instigando el distanciamiento que hubo después de estas.

Su momento de reminiscencia se rompió cuando unos brazos delicados lo cubrieron.

— ¿Rhaenyra? — del cuestionamiento renació una sonrisa esperanzadora, aunque prontamente decayó.

Ni siquiera aquella melena cobriza se asemejaba a la platinada que tanto añoraba, los ojos esmeraldas no se comparaban con los violáceos con los que soñaba y con la tristeza aflorando a cada centímetro de su piel se dejó guiar una vez hacia la cama.

Estuvo tan absortó que no reparó en el insólito hecho que la mujer que lo auxilió se fue y volvió con un cuenco de agua. La lucidez volvió al breve momento de sentir el helar junto a un líquido resbalar, ¿cómo pudo ser tan descuidado? 

— Te has herido, mi señor — comentó meticulosamente.

Rhagnar atisbó la delicadeza que lo tocaba aquella femenina; la preocupación que esta demostraba tras los repentinos desbordes emocionales que él experimentaba.

— Shaenys — saboreó cada silaba.

Esa joven apareció en su vida al momento que Rhaenyra se fue. Al principió ni le dirigía la palabra debido que la presencia le generaba molestia, sin embargo, al paso de las lunas el desagrado se troco en comodidad; ni su padre, hermanos u hijos podían brindarle la serenidad tal como esa enigmática pelirroja.

— ¿Qué ocurre, mi señor? — una inocente sonrisa se curveó en los labios.

— ¿Tienes noticias de las decisiones del consejo? — a pesar de mostrar indiferencia a los asuntos externos estaba más comprometido que cualquier otro.

¡Claro! el esposo de la reina estaba más que enterado del conflicto que ocurría en su bando, de las tensiones y era ágil en descifrar las posibles traiciones. 

— La serpiente marina, tú padre pudo perdonar a la reina— dijo— tus hijos fueron causantes de ese suceso y Jacaerys por ser el sucesor de la reina nombro a Lord Corlys como la mano de ella.

No le asombró en absoluto el acaecimiento pues, su padre solía visitarlo cuando la noche caía en rocadragón y Rhagnar supuestamente dormía; escuchaba al pobre viejo blasfemar a los dioses por la condición de su primogénito, implorar insignificantemente el regreso de su esposa muerta incluso sin querer fue cómplice del llanto incesante del mayor. Era totalmente comprensive si ha de sentir ligero rencor hacia la reina. A cambió, su hermano menor Laenor lo visitaba con frecuencia, aunque con la diferencia de que no solía sostenerle la mirada o evitaba mirar las destruidas piernas, ¡oh! pueda que Laenor pensara que no se notaba el pesar, pero, el mayor era tan observador al punto de notar dichos pequeños detalles.

— Entiendo, ¿algo más? — se acomodó con intenciones de regresar a los sueños— si no hay un asunto de gran importancia puedes marcharte, Shaenys.

El silenció lo tomó en señal de que la conversación finalizó, pero, el ruido sutil de la garganta indicó que no.

— Están circulando rumores de que el príncipe Daemon regresó esta tarde— suspiró— según, dejaron harrenhal bajo protección de Harwin Strong.

Un chisme sin gracia cierto es, aunque suficiente para despertar la adormilante inquietud que reposaba en el cuerpo del hombre.  Luego que Shaenys abandonó el aposento siendo ignorante de lo que causo la imprevista noticia en el heredero de Driftmark, Rhagnar no logró conciliar el sueño con lo que contrastaba de noche; en la oscuridad despertó los miedos de un pasado prófugo y de una juventud de antaño.

¿Acaso ese que una vez fue su rival regreso para atormentarlo? ahora que se convirtió en un hombre motilado, sin dragón, sin nada que ofrecer simplemente un estúpido título que ya a estas alturas no era la gran cosa, la oportunidad de Daemon en conquistar el corazón deliberante de la reina al parecer había llegado.

Con la incertidumbre tocando la punta de su lengua, Rhagnar solamente descanso una hora. Para la desgracia el consorte, el despertar no fue grato debido que continuaba con el ruidillo del canalla aquel, y lo empezaba asosegar. 

Como pudo impulso su cuerpo para caer en el suelo, pero, en el preciso instante apoyo las manos para evitar un golpe. Se arrastró como si se tratara de una serpiente, le dificultaba, pero era la única manera que podía movilizarse sin pedir ayuda y de paso humillarse.

Asqueado de si mismo logró bañarse, asqueado de visualizar las piernas deformes logro regresar a la habitación y por último con la vergüenza a gritos pidió socorro para que le ayudaran a vestirse. Los guardias que se turnaban lo miraban con aflicción cargada de admiración porque pese a la condición insistía en colocarse la armadura de batalla.

— ¡Shaenys! — vociferó un par de veces hasta que la mencionada se adentró apresurada.

— ¿Necesita algo, mi señor? — la parsimoniosa voz del joven taladro los oídos del mayor.

— Estoy sofocado...— dijo— demos un paseo alrededor de rocadragón.

Así fue, ambos se desplazaron al lugar solicitado.... y no se trataba de una escena convencional pues, quienes transitaban por los pasillos se detenían a atisbar de reojo al lisiado acompañado por la bella dama.

— Jacaerys ordenó que se llevaran a Aegon y Viserys aun lugar seguro, mi señor — la mujer soltó un suspiró— dicen que aún están debatiendo el sitio más seguro para ellos.

A pesar de que Rhagnar estaba en desacuerdo en tantas decisiones, desgraciadamente no podia interferir con las cosas de la reina. 

— Es lamentable, ¿no es así? un dragón sin su jinete es una tragedia. Un jinete sin su dragón está muerto — masculló con voz queda— me niego a perder a mi familia, pero, solo seré una carga para ellos... Lo fui para mi madre, no protegí a mis hijos, ahora, ¿lisiado que podre hacer?

Rhagnar no se imaginó que Shaenys se colocara a la altura de él y le sonriera con tal gentileza.

—Te ayudaré a que logres caminar ¿de acuerdo? así protegerás tú familia aunque no puedas montar un dragón navegaras los mares — mostró las perlas blancas contagiando de la alegría al consorte.

— Me apunto en ayudar — una tercera voz se unió generando un sobresalto.

— ¡Laenor! — exclamó el Velaryon quien subió la mirada para apreciar a su hermano menor  cual finamente, se atrevía encararlo.

A los lejos dos figuras imponentes observaban la escena; Rhaenyra Targaryen, se mordía la lengua de los celos pues, en los ultimos dias rumores desagradables acerca de su esposo se manifestaron  pero, por otro lado Daemon Targaryen quien, recientemente retorno a rocadragón se regocijaba internamente.

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