XXI. Lost soul
XXI. Alma perdida.
❝Que regrese mi amado porque tú no eres tú.❞
━━ ˓ ֹ 𖥻LUEGO DE LA BATALLA DEL REPOSO DE GRAJO la guerra por el trono se sumió en una nueva faceta; ambos bandos se recuperaban de los golpes, enterraban a los caídos y lloraban la innecesaria pérdida de sangre en el campo de batalla. En roca dragón, se respiraba en cada rincón la melancolía por los sucesos que comprometió a la reina que pudo ser junto a su vástago, sin duda resulto una baja que desestabilizo a los negros.
A pesar de la tristeza que acolitaba la reina Rhaenyra está tuvo que reincorporarse para estar frente al concejo como sustituta de su esposo, desde luego que los aliados le sonreían y la halagaban de lo bien que se encontraba (en realidad, rota estaba) sin embargo, no estuvo a la deriva en replantear ideas y dando órdenes bélicas, al contrario, acompañada era con sus hijos, Lord Corlys, Ser Laenor, y las sobrinas de Rhagnar quienes se negaban en abandonarla.
Al inició Corlys Velaryon desató una impetuosa discusión al punto de ser irrespetuosa con la reina; la incriminó de una manera abismal sobre lo acontecido de la batalla que hubo en el reposo más encima la culpo de que su amado hijo ahora era un invalido cosa, que al principio pareció afectarle a la mujer, no obstante, la intromisión de sus hijos a lado de Laenor lograron persuadir al colérico hombre.
Rhaenyra Targaryen parecía un cachorro herido en medio de una jaula de lobos; indefensa estaba sin su consorte apoyándola, siquiera su padre (ese que jamás pudo enterrar, ni llorar) defendiéndola, o una madre (que para la mala suerte se la arrebataron tan temprano) protegiéndola. Rhaenyra la consideraban la protectora del reino, pero ¿quién protegía a Rhaenyra cuando el verdugo caía? sin duda, la inesperada condición de Rhagnar la acribilló absurdamente.
— Has cargado con mis penas, esposo mío, innecesariamente — dijo con suavidad. Sentada a lado del Velaryon entrelazando la mano— permíteme ser yo la que sostenga el peso para alivianar las cargas.
El estado de Rhagnar era un tema delicado para la gran mayoría; el rumor de la supuesta muerte ante el enfrentamiento se esparció como plaga, sin embargo, yacía allí en la cama postrado, inconsciente tras los dolores que lo arremataron cuando había despertado. Por lo tanto, después de las reuniones convocadas, Rhaenyra se retiraba afirmando que su esposo la necesitaba, y era cierto, ella se quedó cuando la temperatura parecía amenazar con la vida de él, cambió cada venda, masajeó las piernas, y le hablaba con la convicción de que él la escuchaba en los sueños.
— Madre— el llamado de su primogénito el saco de la ensoñación que se acentuaba.
— ¿Ocurre algo, Jace? — se levantó y con mucho pesar se vio en la obligación de soltar la calidez de la mano ajena para así voltearse, aunque al hacerlo se sorprendió al ver sus tres hijos.
— Necesitamos hablar contigo — se apresuró en hablar Rhaegon cual aún se recuperaba por lo vivido con Lucerys— deseamos, no, le imploramos a su majestad que nos permita tener una participación más naval.
— Sabemos que tan doloroso lo que soportas — se entrometió Aethan— por eso, queremos servirte con tal de aminorar la carga.
Rhaenyra viró a Rhaegon y luego al menor de los hermanos Aethan a pesar de que estuvo dispuesta a dar una negativa sus palabras callaron tras la retención de Jacaerys Velaryon.
— Tenemos a casas importantes que nos respaldan, sí, aun así, es cuestionable la lealtad de estos mismos pues, perciben las imposibilidades una prospera victoria — dio un paso adelante — debemos empezar a emplear estrategias que derroquen al enemigo, por ejemplo, buscar a bastardos que monten a los dragones sin jinete.
La mujer permaneció en el mutismo y aunque deseaba brindar una desestimación guiada por el temor, ¿qué clase de reina seria retratada en las futuras crónicas?
— Madre — Rhaegon la persuadió — Sangre de mi sangre ha caído y la venganza la obtendré hasta dar el último respiro.
¿Desde cuándo sus dulces niños se transformaron en hombres rencorosos? boqueó, es cierto que la guerra convierte a los más inocentes en seres monstruosos, pero, sus niños ¡oh! ellos no deberían estar en aquella etapa tan desagradable, aunque solo le quedaba acceder a las peticiones... grandes decisiones están encrucijadas por sacrificios.
— ¡No! — una voz ajena al grupo se interpuso— ustedes no se adentrarán al corazón de una guerra que ni les competen... le ruego a su alteza que decliné las decisiones de los príncipes y los guie aun refugió.
Rhagnar había cobrado consciente y quien sabe cuánto tiempo escucho la plática, pero de seguro fue lo suficiente para dar un veredicto, por consiguiente, su familia se aproximó con el corazón latiendo con ferocidad además las inevitables lagrimas queriendo emerger con libertad, rodearon la cama cual reposaba el hombre de hecho, este no reflejaba la alegría a cambió era camuflado por un semblante sombrío.
— ¡Padre! — exclamaron en coro.
— Mi amor — dijo la reina en valyrio inclinándose al moribundo esposo. Las manos navegaron por el rostro del consorte con intenciones de sentir que realmente estaba con ella, a su lado, despierto dispuesto a continuar la lucha a la causa.
Jacaerys fue el único que permaneció endeble sin siquiera dirigirse para asegurar que su padre estuviera bien, lo observó de reojo con la disposición de enfrentarse si era necesario con el fin de aprobar la decisión. ¡Oh! su padre había llevado la guerra en los hombros y lastimosamente las consecuencias yacían pasado factura a la osadía que alguna vez ejerció, lo conocía perfectamente.
— Encontraré leales a nuestra causa, padre — recitó sin titubear— esta guerra por el trono me compete absolutamente tanto a tí como a mis hermanos...se han metido con mi madre, han dudado de nuestra legitimidad.... han asesinado a mi hermano y abuela...no les quedó suficiente con herirte, padre.
— Ustedes no se involucrarán — repitió en un tono desafiante mientras hacia un esfuerzo casi sobrehumano para sentarse— son jóvenes e intrépidos añadiendo lo impulsivos que son en poca palabaras, no están capacitados para liderar.
— Te equivocas, padre — intercedió Aethan quien había estado en el silenció— tenemos conocimient...
— ¡No irán! — subió la voz, frunció el ceño— ¡es una puta orden!
— Tienen mi respaldo, esposo — el cuerpo de la mujer cubrió a los de sus hijos— déjenos solos, niños.
Los jóvenes inmediatamente acataron la orden por lo que abandonaron el aposento que poco a poco el ambiente se tornó pesado, las miradas violáceas se sumaron en un sigiloso desafío de autoridad y allí en la penumbra se cubrió Rhaenyra, ¿quién era ese extrañó que se posaba de delante?
— Debemos proteger a nuestros hijos — arrastró las palabras como si fuese un discurso prelimitado — no los entrometas a esto tan cruel, Rhaenyra.
La femenina nuevamente se sentó al borde del lecho matrimonial, trató de acariciarle las mejillas, pero este en un acto brusco ladeo la cabeza evitando el contacto. Prontamente, Rhaenyra percibió una sutil punzada en el pecho por el inesperado movimiento; no era común que su esposo la retara o le sostuviera la mirada como si acechara la rabia en esta. Se sintió diminuta ante él y la expresión poco amigable cual despertó.
— Si los detengo más obstinados serán para lograr lo cometido — recitó tratando de convencerse de aquel hecho— los conoces.
Una carcajada cargada de burla resonó por las paredes aquella que colocaba de pelos en punta a cualquiera.
— Los estas condenando— apretó los dientes— ironicó ¿no? al parecer que mis piernas están estropeadas estas buscando otros soldados que peleen por tí — pausó por un instante cuyos minutos le entrecortaron la respiración a la mujer — ¡mis hijos podrán morir por una absurda guerra!
Los orbes del consorte se oscurecieron dando paso a la brillosidad de las lágrimas que amenazaban en empapar cada rincón, por otro lado, la reina yacía con las mejillas encharcadas por el roció del agua que desprendía los ojos.
— ¡Tam..tambien son mis hijos, Rhagnar! al igual que tú temo que desvanezcan — balbuceó— te recuerdo que Jacaerys me sucederá y por la caída de Lucerys será Rhaegon que te suceda a tí, está bien que tomen acciones políticas, la historia los recordará.
Rhagnar apretó la mandíbula como si estuviera clavando los dientes en la lengua para evitar inapropicios. Rhaenyra le temblaban las manos y el corazón palpitaba tan veloz al punto de sentirlo en la garganta, martillante pues, no sabía lidiar con la primera pelea fuerte que ambos estaban afrontando.
— Detengamos estó, Rhaenyra — susurró, cerrando los ojos y echando la cabeza hacia atrás — déjalos que se queden con el trono, escapemos. Ya perdí demasiado por una causa que parece...
— ¿Solo tú?— cortó ágilmente la oración del contrarió— te recuerdo que los Hightower me arrebataron todo. Una madre, un padre, una hija, un hijo, y si te parece poco mi derecho de nacimiento créeme mi dolor es más grande que el tuyo. ¿Qué ocurrió con el hombre que proclamaba ser mi Verdugo?, ¿qué paso?, ¿dónde está, carajo? a cambió el despertar solo trajo un desconocido.
Rhagnar estampo la mano con fuerza en la mesa de noche provocando que esta callera aun costada por el impacto, el pecho del hombre empezó a subir y a bajar, el labio inferior titileo acompañado de las lágrimas rodantes.
— Rhaenyra... — el nombre despojado salió como un murmulló quebrado— déjame solo...
— Rhagnar yo...
— Por favor, quiero descansar— se acomodó nuevamente, pero, cubriéndose el cuerpo con las cobijas y le dio la espalda.
Así fue, la reina muy a su pesar abandono la habitación con una actitud de derrota, y apenas se resguardo en el pasillo afloro cada sentimiento de tristeza; hipeó con fuerza sin interesarle cuantos la viesen vulnerable, enterró las uñas en las palmas de las manos con intenciones de reafirmar que lo vivido era tan lucido que le quemaba cada fibra del alma. Por otro lado, Rhagnar sollozaba impotente por la situación, las emociones estaban mezcladas entre un brote colérico y otro melancólico, había fracasado en ser un protector para su familia y ahora solo era un triste obstáculo; deseaba morir.
A partir del momento que Rhagnar retorno de la batalla del reposo del Grajo aquel hecho marco un antes y después en el matrimonio, quizás, por la discapacidad que el consorte había adquirido se empezó a comportar tan hostil con casi todo el mundo en especial con su esposa que, por órdenes suyas le cohibió las visitas a cambio el desespero de la mujer mando a una dama que atendiera a su marido durante su ausencia; Shaenys acepto el encargo y era quien cuidaba al heredero de Driftmark.
¿Acaso era una ruptura irrevocable para el matrimonio?
Notita: entramos al último acto que si no estoy mal tendra un total de diez capitulos, espero todo su apoyo debido a que, los votos, comentarios han bajado drasticamente y aquello me deprime un poco.
¿Teorias?
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