XX.The death of dragons.
XX.La muerte de los dragones.
❝Esta es mi última petición. ❞
¡NO LECTORES FANTASMAS, POR FAVOR! :C
━━ ˓ ֹLA DANZA DE LOS DRAGONES ENTRÓ en una nueva etapa tras la muerte de Lucerys Velaryon en las Tierras de la Tormenta y el asesinato del príncipe Jaehaerys ante los ojos de su madre en la Fortaleza Roja. Negros y verdes clamaban venganza, sangre por sangre. En todo el reino, los señores convocaban a sus banderizos, y los ejércitos se congregaban y marchaban.
Cuando Rhagnar aterrizó en rocadragón anunciando lo cometido inmediatamente los negros convocaron consejo de emergencia encabezado por la serpiente marina y la reina que nunca fue; ambos, padres del joven lo recibieron con desapruebo, aunque en sus ojos se divisaba el brillo.
— Debemos preparar para recibir la reacción de los verdes — comentó Lord Corlys con un tono autoritario.
Rhagnar apoyó las manos en la gran mesa de roca donde yacía tallado el mapa de los siete reinos.
— Tenemos a disposición a los guardias y, cinco dragones custodiando el castillo — refutó el heredero que, lucía un semblante decaído— si los verdes arremeten tendremos como defendernos, no obstante, la reina no participara debido a los eventos tan cruciales que se enfrentó.
— Bruma y yo haremos guardia en la noche, hermano — se entrometió Laenor.
— Vhagar puede sobrevolar las praderas de día — propuso Rhaenys cuya opinión la aprobaron inmediatamente.
— Quienes se osen a traicionarnos juro que colocare las viles cabezas enterradas en picas— amenazo Rhagnar antes de finalizar la reunión brindando una última mirada hostil.
Consiguiente, se marchó del salón sintiendo el peso de las decisiones sacudirlo a cada paso que daba. Giró a la derecha con tal de llegar a los aposentos matrimoniales, sin embargo, entre más cerca podía sentir como la respiración entrecortaba pues, al momento que la noticia arrumbó sobre la muerte de su segundo vástago ni hubo tiempo para despedidas u llantos apesadumbrados, simplemente cuando la reina se desmayó inmediatamente el consorte se dispuso a crear un plan de venganza con tal, a primera hora marcharse del castillo directo al desembarco del rey.
De pie, con el corazón bombeando velozmente se atrevió abrir la puerta de la habitación. Un ambiente lúgubre fue lo que lo recibió, cada posible rayo de luz era sellado por las ventanas cerradas, los objetos rotos eran evidencia del colapso que prexistió en ese entonces. Rhagnar atisbó un ovillo muy envuelto en cobijas sobre la cama, y los sollozos aperturaron la melancolía.
— Estoy en casa, esposa— camino con cautela procurando de no pisar algún pedazo de vidrio.
No obtuvo respuesta. El heredero se sentó a un costado de la cama que compartían; tan fría que se sentía. Ni siquiera se mofo en obligar a la mujer que se encarara a él pues, le dio su espació en el silenció.
— Perdimos a dos hijos en un lapso c-corto— la voz rota de la reina se logró percibir— nuestros...nuestros hijos... mi dulce Visenya....mi Luke... y mi padre que no logre...despedirlo.
Un llanto desconsolador se escuchó; la reina lloraba por todas las pérdidas que tuvo que afrontar y un agujero la arrastraba lentamente, pero, ahí en medio de la tormenta estaba su esposo, el amor de su vida, queriéndola sujetarla contra todo pronóstico. Advirtió la calidez envolverla al momento que el consorte rompió los centímetros, la abrazaba por encima de las cobijas, y se permitió vulnerarse.
— No me siento en....en condiciones para continuar esta absurda guerra — sollozó. La idea de desistir rumbeaba severamente.
Con delicadeza, Rhagnar despojo de las cobijas a su esposa y de tal suavidad la tomo del rostro para encararla.
— Te lo juré, Rhaenyra — limpió las lágrimas ajenas y contuvo las suyas— Soy tu esposo, el próximo señor de los mares y un verdugo. Llevaré tu espada. Un verdugo jamás cuestionara las ordenes de su reina, y he de manchar mis manos. Ordéname, esposa, ordéname y juro quemar cada cimiento hasta gobernar juntos.
La mujer no soportó por lo que se aferró al cuerpo del hombre; se quebró, las lágrimas ardientes quemaron la propia piel.
— Yo fui al lugar que...que... supuestamente nuestro hijo murió— confesó la reina entre jadeos— nada...absolutamente nada... como si él jamás hubiese caído.
—Debemos ser fuerte por nuestros demás hijos, esposa....Jace pronto vendrá con nosotros, Rhaegon aun está asimilando la muerte de su hermano, Aethan, Aegon y Viserys...nos necesitan — respondió con tal de brindar consuelo.
En definitiva, era el inicio de la tormenta para el matrimonio. Los siguientes días fueron de un total desasosiego debido a la paranoia de la posible arremetida: el matrimonio Targaryen— Velaryon se mantuvieron más unidos que nunca, aunque al anochecer recaía las pesadillas por parte de la femenina, allí Rhagnar procuraba ser un apoyo para sentarla a la cruda realidad.
Las noticias arremetieron en las lunas posteriores. En medio de la lejanía desataba guerras por defender el honor de los bandos propuestos; unos por el rey y otros por la legitima reina. La batalla del molino ardiente fue tema que entablar durante las reuniones más dando un silencio por los muertos, no obstante, no hubo tiempo para lamentos cuando el enemigo quiso ser listo y adentrarse en rocadragón.
Ser Arryk arribó a puerto sin impedimentos, se vistió con la armadura y la capa blanca y no tuvo dificultad para entrar en el castillo haciéndose pasar por su hermano gemelo, tal como había planeado Criston Cole. Sin embargo, en las entrañas de Rocadragón, camino de los aposentos reales, los dioses quisieron que se topara cara a cara con ser Erryk, quien al punto se dio cuenta de lo que significaba su presencia.
— Te quiero, hermano — dijo Ser Erryk mientras desenvainaba la espada.
— Y yo a tí, hermano— el ajeno desfundo la suya.
La lucha entre los hermanos duró casi una hora; el choque de los aceros despertó a la mitad de la corte de la reina, pero los espectadores no pudieron sino presenciarla sumidos en la impotencia, puesto que era imposible saber quién era quién. Rhagnar deseo intervenir, pero se trató, de Laenor que se interpuso. Al final, ser Arryk y ser Erryk se hirieron mortalmente entre sí y murieron uno en los brazos del otro con las mejillas surcadas de lágrimas.
Otra triste perdida para el bando negros, por lo tanto, el consejo se sumió en largos debates con tal de elegir como responder. La reina aún se encontraba en luto apenas se aparecía para dirigir, no obstante, estaba con un semblante gélido al lado de su esposo que era quien, comandaba a la par con Rhaenys y Corlys.
Un cuervo aterrizó junto a un mensaje cual clamaba ayuda: Lord Staunton, del reposo de Grajo, se encontraba en un gran aprieto por el inesperado ataque del bando del usupador.
— Yo iré — dijo Rhaenys con ímpetu— a lomos de mi querida Meleys se tendrán que hincar ante nuestra soberana.
— Pueda que sea una trampa, madre — razonó Laenor observando fijamente a la femenina— deberías ir con Vhagar o conmigo.
Rhagnar carraspeó la garganta en desacuerdo con su hermano. Primero, no deseaba que su sobrina corriera un peligro al ser tan joven más encima era de lo poco que Laena le dejo (incluso mantenía a las niñas lejos del consejo de guerra bajo el pretexto que era suficiente que sus hijos estuvieran un tanto involucrados), y Laenor podría defender con capa y espada a rocadragón a causa de que era una gran estratega.
— No quiero compañía... me alistaré y partiré cuanto antes — Rhaenys atisbó a los presentes, apretó el hombro de su hijo mayor así mismo se marchó del salón.
La reunión culmino con agridulce sabor de ese modo, la princesa Rhaenys prometió lo cometido. Sin embargo, Rhagnar Velaryon estaba inquieto en los aposentos moviéndose de un lado a otro bajo la constante preocupación de lo que ocurriría con su madre.
— Lo siento, esposa, pero iré a luchar a lado de mi madre. Los verdes son astutos cierto es, aun así, soy más inteligente que ellos— sentenció de un golpe avanzando al lugar que reposaba la armadura— un mal auguró me abate, esposa.
— No...— se levantó de tope. Apretó las manos— es peligroso...no quiero perderte a tí.
Rhagnar no respondió pues simplemente se colocó la montura, reposo la espada sobre la cadera por lo siguiente, giro sobre los talones. Observó el rostro de su amada con la intención de grabar en la mente cada detalle; las pecas, los orbes violáceos, los labios tan carnosos, las mejillas sonrojadas, y los cabellos platinados que cubrían la cabeza.
— No quiero perder a mi madre, cariño — susurró aproximándose— Pueda que Laenor tenga razón... Sinceramente no me perdonaría si mi madre fuese asesinada — la tomó del rostro— recuerda que soy tu verdugo, mi reina.
Con la última oración unieron los labios en un tierno beso. Finalmente, el consorte real salió roca dragón a hurtadillas una hora después de que Meleys dejando a Rhaenyra con la preocupación latente, y la constante manía de dirigir la mirada a los cielos en los días siguientes.
Fue entonces que, nueve días después de que Lord Staunton enviase su mensaje de auxilio se oyeron unas alas coriáceas que sobrevolaban el mar, y sobre Reposo del Grajo apareció la dragona Meleys. La llamaban la Reina Roja por las escamas escarlata que la cubrían; las membranas de sus alas eran rosa, y la cresta, los cuernos y las garras arrojaban un resplandor cobrizo en su lomo, con una armadura de cobre y acero que destellaba al sol, iba montada Rhaenys Targaryen, la mujer que pudo reinar.
Ser Criston Cole, la nueva Mano de Aegon II , no desfalleció por lo tanto, los tambores transmitieron una orden y los arqueros se apresuraron a tomar posiciones; arcos y ballestas llenaron el aire de flechas y saetas. Los escorpiones apuntaron y se prepararon para disparar sus dardos de hierro, similares a los que habían derribado a Meraxes en Dorne. Meleys recibió una veintena de impactos, pero las flechas solo consiguieron enfadarla y que escupiera fuego de izquierda a derecha, con un movimiento de barrido.
Los caballeros se abrasaron en las sillas de montar mientras les ardían el pelo, la piel y los arreos de los caballos. Los soldados soltaron las lanzas y se dispersaron; algunos trataronde protegerse con el escudo, pero ni el roble ni el hierro podían aguantar el aliento de un dragón.
— Apunten a la maldita jinete — vociferó Criston Cole al mando de las tropas desde su caballo blanco, rodeado de humaradas.
Meleys rugió y echó humo por la nariz; un semental envuelto en llamas coceaba en su boca. Entonces se oyó un rugido de respuesta y aparecieron otras dos siluetas saladas: el rey, a lomos de Fuegosolar el Dorado, y su hermano Aemond, montado en Canibal. Criston Cole había preparado la trampa, y Rhaenys había mordido el anzuelo; se había convertido en la presa.
La princesa atisbó el cielo con aparente nostalgia» Perdóname mi dragón, esposo y nietos«pensó en forma de despedida, aunque un tercer rugido sacudió el lugar y alumbró el dragón Babelon, y su jinete Rhagnar, el rey consorte.
— Mi niño...—masculló asombrada con una aparente alegría rebosante dentro de ella.
Una inesperada jugada cual desestabilizó la cuartada de Criston Cole, desde luego un centenar de flechas fueron disparadas con la intención de bajar alguno de los dos dragones entre la remontada, solo una le acertó en el rostro de Rhagnar como un rasguño profundo desde la mandíbula hasta el labio.
— Clavaron sus tumbas, bastardos — susurró e infló el pecho— ¡vamos madre!, ¡muerte a los traidores! — grito con impetú.
— ¡Muerte a los traidores, hijo mio! — contestó con la misma fuerza.
Los dragones chocaron con gran violencia cuatrocientas varas por encima del campo de batalla, y las bolas de fuego florecieron y estallaron con tanto resplandor que más tarde hubo quien juró que el cielo estaba plagado de soles. Las fauces carmesí de Meleys llegaron a cerrarse en torno al cuello dorado de Fuegosolar, al igual que las fauces de Babelon sobre Caníbal.
— ¡Has asesinado a mi hijo y yo te arrancaré todo lo que más amas, Aemond Targaryen! — declaró encarándose con el príncipe quien trataba de zafarse del agarré.
— Aun recuerdo como chillaba mi dulce sobrino — respondió con un tono burlón— buscaba a su padre quien jamás apareció para salvarlo...pobre...pobre... Lucerys.
— ¡Cállate, idiota! — los ojos se le encharcaron e inercia bajo la mano hasta las caderas con la intención de desfundar la espada.
No obstante, varias saetas atinaron sobre Babelon logrando desestabilizarlo por breves segundos por tal inconveniente, el príncipe Aemond aprovecho la irrupción para ir auxiliar a su hermano, Caníbal cayó sobre ellos desde arriba con fuerza.
— ¡Madre!, ¡Madre! — bramó desesperó y una nueva flecha sucumbió los cielos, pero esta vez impactando sobre el hombro de Rhagnar provocando un rugido por el dragón de este— Vamos Babelon...no podemos perderla...no a ella...
El dragón de escamas negras se lanzó en picada contra las otras criaturas y las cuatro bestias se precipitaron al suelo dando vueltas. El impacto fue tan fuerte que desprendió piedras de las almenas de Reposo del Grajo, a media legua de distancia. Los que se hallaban más cerca de los dragones no vivieron para contarlo, y los que estaban lejos no lo vieron debido al fuego y el humo. Transcurrieron horas hasta que se extinguieron las llamas, y de las cenizas solo salió indemne Caníbal.
Meleys había quedado destrozada por la caída, en pedazos dispersos por el suelo; Fuegosolar, la magnífica bestia dorada, tenía un ala medio arrancada, y su real jinete se había roto las costillas y la cadera y tenía medio cuerpo cubierto de quemaduras, pero lo peor era el brazo izquierdo: el intenso calor del fuegodragón le había fundido carne con armadura. Babelon, estaba intacto, pero con heridas críticas además un ala sumamente herida y su jinete aun lado; probablemente con un par de costillas rotas.
Ochocientos caballeros, escuderos y hombres corrientes perdieron la vida aquel día, asimismo. Un centenar más pereció poco después, cuando el príncipe Aemond y ser Criston Cole tomaron Reposo del Grajo y aniquilaron a la guarnición. La cabeza de Lord Staunton se envió a Desembarco del Rey y acabó clavada sobre la Puerta Vieja.
Poco después que la conmoción se fue aplacando; el consorte real despertó abrumado. El cuerpo lo atajo en un insólito dolor, miles de recuerdos lo golpearon tras la tragedia.
— Mierda...— susurró— ¡Ma...má..! — un débil gritó similar aun gruñido emergió de la boca del hombre— ¡Madre!, ¡madre!
Apoyó los codos contra la tierra y cuando trató de reincorporarse automáticamente un gritó profano la garganta, estaba desubicado, el dolor que calcinaba en la parte inferior lo sometía a una presión inigualable.
Busco con la mirada una señal de auxilió, pero, lo único que encontró fue un paisaje inhóspito donde la destrucción abría paso. El desespero aumento al atisbar a su dragón a un par de centímetros, con heridas profundas y un débil respirar. Nuevamente se impulsó con el propósito de levantarse, sin embargo, la agonía calo a los adentros de las entrañas del hombre, por más que moviera las piernas estas ni siquiera reaccionaban a cambió lo sometía al dolor, por lo que no tuvo de otra que arrastrarse como una vil artimaña, la exasperación acreció cuando visualizó a otro dragón enroscado de forma sobrenatural, se deslizó con dificultad.
— Mamá...mamá — la llamó con la poca voz que aún le quedaba.
La esperanza de recibir una contestación por parte de la mujer decayó de inmediato al visualizar una silueta que era consumida por el fuego, y con ello un grito emergió del consorte agonizante. Las lágrimas surcaron tan deprisa, y el entorpecimiento en el respirar debido a las heridas abiertas sumándole del humo inhalado.
— Madre...— repitió y estiró la mano con designió de tocar lo calcinado.
Una hermana, dos hijos y ahora una madre ¿qué más debía ocurrir para que el heredero cayera a la oscuridad y saboreara la locura? quizás, por el estado tan moribundo en el que estaba Rhagnar perdió la consciencia.
Rhaenys Targaryen, amada hija de lady Jocelyn Baratheon y el príncipe Aemon Targaryen, fiel esposa de lord Corlys Velaryon, madre y abuela, la mujer que pudo reinar vivió sin conocer el miedo y murió entre sangre y fuego. Tenía cincuenta y cinco años.
FINAL DEL ACTO DOS.
Nota: finalmente termine el acto dos y se viene el tercero y último....aaaaa, planeaba asesinar a Aemond pero, tengo otro plan en mente, espero que les haya gustado.
Me gustaría leer las teorías aaaa, así me darán más ideas jajaj.
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PD: publique una historia con eAgon el conquistador con oc masculino.
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