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XVII. Black Council, the messengers and the promise of revenge.

XVII. Consejo negro, los mensajeros y la promesa de venganza.

CAPITULO EXTENSÓ.

❝No pude salvarnos,

mi Atlántida, estamos cayendo. ❞

¡NO LECTORES FANTASMAS, POR FAVOR! :C

˓ ֹLA INESPERADA PERDIDA DE VISENYA TARGARYEN/VELARYON se trató otro duro golpe para el matrimonio. La bebé que Rhaenyra gestó por varias lunas ahora era consumida por las flamas de los dragones, los cónyuges mantenían la mirada perdida sobre la pila fúnebre, ambos entrelazando las manos como ademán de fortaleza.

El viento acariciaba la piel de los presentes y las ramas se mecían de lado a lado. El cielo encapotado era la señal de tristeza al igual que los relámpagos como muestra de colera, ¿acasó los dioses deseaban estar en su bando? continuarían con la melancolía a florar, sin embargo, el imprevisto arribó de un soldado alertó a todos.

Los guardias desfundaron las armas mientras Rhagnar se dirigía al intruso dando un avistamiento de superioridad.

—No soy una amenaza, hermanos —el hombre se hincó y extrajo de un bolso marrón la corona que empleó Viserys I-juro proteger a la reina con todas mis fuerzas — pausó, Rhaenyra lo observó con aflicción—y dar mi sangre por ella.

Rhagnar se acercó y no tardo en rectificar la corona que exhibía, si, al parecer era un hecho; Viserys I Targaryen, pereció.

—No tomare a una esposa, no tendré tierras, ni engendraré un hijo. Yo guardaré sus secretos, obedeceré sus órdenes, cabalgare a su lado y defenderé su nombre y honor— recitó ese nombrado como Ser Erryk.

El heredero Velaryon le dio la espalda para así aproximarse a su mujer, la atisbó, finalmente el día que tanto temían alumbró; Rhagnar Velaryon, heredero de Driftmark, y rey consorte de los siete reinos, colocó en la cabeza la corona que había pertenecido a dos grandes reyes.

—Rhaenyra de la casa Targaryen, la primera de su nombre, reina de los ándalos, los rhoynar y los primeros hombres...¡Larga vida a la reina, Rhaenyra Targaryen! -—vociferó antes de hincarse a ella.

"Larga vida a la reina, Rhaenyra Targaryen! corearon los leales.

Así comenzó la Danza, cuando la reina convocó un consejo en Rocadragón (retornando a un segundo hogar). «El consejo negro» quienes se enteraron de la usurpación no tardaron en acudir con tal, de demostrar la lealtad a la legitima. La reina Rhaenyra lo presidió sentada entre su primo y marido, Rhagnar Velaryon, y su fiel consejero, el maestre Gerardys.

Sus Cuatro hijos estaban presentes, si bien ninguno alcanzaba la edad de la hombría (Jace tenía catorce años; Luke, trece, Rhaegon, doce, y Aethan, once). Tres guardias reales los acompañaban de pie: ser Erryk Cargyll, gemelo de ser Arryk, el ponientí ser Lorent Marbrand y, Harwin Strong. Treinta caballeros, un centenar de ballesteros y trescientos hombres de armas componían el resto del acuartelamiento de Rodacragón; siempre se había considerado una cifra suficiente para una fortaleza de tal poderío.

—Como instrumento de conquista, eso sí, nuestra hueste deja algo que desear—contempló amargamente Rhagnar.

Una decena de señores, banderizos y vasallos menores de Rocadragón tomaron también asiento en el consejo negro: Celtigar de Isla Zarpa,Staunton de Reposo del Grajo, Massey de Piedra tormenta, Bar Emmon de Punta Aguda y Darklyn del Valle Oscuro, entre muchos otros. Pero el noble más relevante que brindó sus fuerzas a la reina fue el padre de Rhagnar, Corlys Velaryon de Marcaderiva, la Serpiente Marina, quien libro una batalla con la muerta la cual logró salir victorioso.

Llegó Lord Corlys acompañado de su esposa, la princesa Rhaenys, de cincuenta y cinco años, con el rostro magro y arrugado y el cabello negro veteado de blanco, si bien tan fiera y arrojada como a los veintidós. Quienes tomaron asiento en el consejo negro se consideraban lealistas, pero muy bien sabían que el rey Aegon II los tacharía de traidores.

Daemon Tragaryen arribó con Caraxes como muestra de favor a la reina y sobrina, Rhaenyra Targaryen.

— Muerte a los traidores —comentó con ímpetu el principe Daemon—¡muerte a las sangres sucias Hightower!

Todos habían recibido ya la orden de comparecer en Desembarco del Rey y presentarse en la Fortaleza Roja a fin de jurar lealtad al nuevo rey; la suma de todas sus huestes no podía igualar ni tan solo el poder de los Hightower. Los verdes de Aegon gozaban también de otras ventajas: Antigua, Desembarco del Rey y Lannisport eran las mayores y más ricas ciudades del reino, y todas ellas estaban en sus manos.

Todos los símbolos visibles de legitimidad correspondían a Aegon, pues presidía en el Trono de Hierro, vivía en la Fortaleza Roja, portaba la corona y la espada del Conquistador y lo había ungido un septón de la Fe ante decenas de millares de ojos. El gran maestre Orwyle participaba en su consejo, y el lord comandante de la Guardia Real había puesto la corona sobre su regia cabeza. Por añadidura era varón, lo cual, a ojos de muchos, lo convertía en el legítimo rey, y a su hermana, en la usurpadora.

Las ventajas de Rhaenyra eran, por contra, muy escasas. Puede que algunos de los señores de mayor edad recordaran el juramento que habían pronunciado cuando se nombró a Rhaenyra princesa de Rocadragón y heredera de su padre. Sumando el hecho que, Rhagnar ganó aliados en años anteriores, pero, ¿será suficiente?, el mejor postor prevalece y no se han fiarse por las palabras tan amenas. En Juventud la reina Rhaenyra fue muy amada al igual que el heredero de Driftmark, de tal manera, los denominaron la delicia del reino y el deleite del reino. No obstante, cuántos lucharían por ella, ahora que era una mujer casada de cuerpo ya añoso y engrosado por siete alumbramientos, era una pregunta a la que nadie sabía responder. La reina tenía a su disposición las riquezas de la casa Velaryon, y las flotas de la Serpiente Marina le confería superioridad en la mar. Además, su consorte, el heredero Rhagnar Velaryon, de valía demostrada en los Peldaños de Piedra, tenía más experiencia bélica junto a su tío Daemon. Por no mencionar que Rhaenyra tenía a sus dragones.

—Aegon tienen dragones —señaló el maestre Gerardys.

—Nosotros tenemos más —dijo la princesa Rhaenys, la mujer que pudo reinar, madre de Rhagnar—Y los nuestros son mayores además más fuertes, tenemos a Vhagar. Los dragones se crían mejor aquí, en Rocadragón.—Todo esto enumeró ante el consejo— mi hijo ha traído el respeto por nuestra casa.

Aegon contaba con su Fuegosolar, una bestia espléndida, si bien joven; Aemond el Tuerto montaba a caníbal, y no podía desdeñarse el peligro que este daba ante un dragón feroz. El dragón de la reina Helaena era Fuegoensueño, la hembra que en otros tiempos había transportado a Rhaena, la hermana del Viejo Rey, a través de las nubes. El del príncipe Daeron era Tessarion, una hembra de alas oscuras como el cobalto y de zarpas, cresta y escamas ventrales brillantes como el cobrebruñido. Eso suma cuatro dragones con el tamaño preciso para luchar.Los mellizos de la reina Helaena también tenían dragones, pero no eran másque crías. Por otra parte, el heredero de Driftmark contaba con Babelon, el príncipe Daemon tenía a Caraxes, y la reina Rhaenyra, a Syrax, bestias enormes y sobre cogedoras. Los seis hijos de Rhaenyra tenidos con Rhagnar Velaryon eran jinetes de dragones; Vermax, Arrax,Vaenerys, Tyraxes medraban, y crecían más y más cada año. Aegon el Menor, era el amo del joven dragónTempestad, si bien aún no lo había montado; Viserys, su hermano pequeño,cargaba en todo momento con su huevo.

Meleys la Reina Roja, la dragona de Rhaenys, se había vuelto perezosa, pero aún era temible si se ofuscaba. Contaban con Bruma comandadas por Laenor Velaryon, hermano menor de Rhagnar. Las gemelas del príncipe Daemon, habidas con Laena Velaryon, también eran consideras jinetes de dragón. La esbelta BailarinaLunar, de color verde claro, sería pronto suficientemente grande para llevara su lomo a Baela, su dueña, y Rhaena consiguió domar a la vieja dragona Vhagar. Es más, otros cinco dragones habían establecido su guarida en las cavernashumeantes de Montedragón, por encima del castillo. Estaban Ala de Plata,la antigua montura de la Bondadosa Reina Alysanne;el viejo y veterano Vermithor, sin montar desde la muerte del rey Jaehaerys.Al otro lado de la montaña habitaban dos dragones salvajes, jamásreclamados ni montados por hombre alguno, vivo o muerto. La plebe loshabía bautizado como el Ladrón de Ovejas, y el Fantasma gris.

—Busquen jinetes que domen a Ala de Plata, y Vermithor tendremos diez dragones contra los cuatro de Aegon —señaló la princesa Rhaenys—Así es como ganaremos estaguerra.

Aegon el Conquistador y sushermanas habían demostrado que caballeros y huestes nada podían contra elfuego y la sangre.

—Volar hacia desembarco y reducirla a cenizas es mejor opción -—opinó Celtigar.

—¿Y de qué nos servirá, mi señor? -le preguntó la Serpiente Marina, desafiante—Queremos gobernar la ciudad, no quemarla hasta los cimientos.

—Jamás llegaremos a eso —insistió Celtigar—. El usurpador no tendrá másremedio que oponérsenos con sus propios dragones. Es seguro que nuestros diez superarán a sus cuatro.

—¿A qué precio? -cuestionó la reina Rhaenyra— Mis hijos cabalgarán sobre cuatro de esos dragones. Y no serían diez contra cuatro; no tendré fuerzas para volar hasta dentro de un tiempo. ¿Y quién va a montar a Ala de Plata,y Vermithor ?, ¿usted, mi señor? Mecuesta creerlo. Y uno de los suyos es Canibal.Eso no nos supone ninguna ventaja a pesar de poseer a Vhagar.

Sorprendentemente, el príncipe Daemon y Rhagnar concordaron.

—En los Peldaños de Piedra, nuestros enemigos aprendieron a huir y ocultarsecuando veían las alas u oían los rugidos de Caraxes, pero ellos carecían dedragones—añadió el principe.

—No es fácil para un hombre llegar a matadragones, pero otrosdragones pueden serlo fácilmente, y así lo han sido; cualquier maestreestudioso de la historia de Valyria lo confirmará. No lanzaré a nuestros dragones contra el usurpador a menos que no tenga más remedio —prosiguió el Velaryon reafirmando lo que decía el mayor- domas a criaturas místicas suele ser la ilusión de los hombres.

Por lo tanto, entre medidas Rhagnar dijo:

—Enviaríamos cuervos para exigir a los señores de los Siete Reinos que declaren lealtad a su auténtica soberana—Rhagnar apoyó las manos en el tablero y de reojo atisbó a cada aliado—Aegon el Usurpador se había ganado la lealtad de los Lannister de Roca Casterly, y lord Tyrell de Alto jardín era un niñato en pañales cuya madre, comoregente, seguramente se alinearía con el Dominio con sus poderososabanderados, los Hightower; pero, recordemos que grandes señores me juraron de palabra el favor hacia Su gracia, mi esposa.

—Bastión de Tormentas se pondrá de nuestra parte —participo la princesaRhaenys, que compartía su sangre por parte de madre y de quien el difuntolord Boremund siempre había sido partidario acérrimo.

—Debemos recordarles quienes tienen el poder —apoyó el príncipe Daemon — Ha lomos de Caraxes ire a Harrenhal escoltado por Ser Harwin Strong, he de saber que los verdes querrán tomar el castillo.

La flota de Velaryon taponaría el Gaznate, para luego alejarse de Rocadragón y Marcaderiva y cortar el pasoa toda nave que entrase o saliese de la bahía del Aguasnegras.

—Carecemos de fuerzas para tomar Desembarco del Rey al asalto —dijo el príncipe Daemon—y nuestros enemigos no tienen esperanza alguna de capturar Rocadragón. Pero Aegon está muy verde, y esos petimetres son fáciles de provocar. Tal vez podamos aguijonearlo para que emprenda una acometida, llevado por un arrebato. La Serpiente Marina capitanearía la flota, mientras que la princesa Rhaenysla sobrevolaría, a fin de evitar que sus émulos atacasen sus naves condragones. Entretanto, los cuervos partirían hacia Aguasdulces, el Nido deÁguilas, Pyke y Bastión de Tormentas, con intención de recabar la alianzade sus señores.

—Nosotros mismos deberíamos portar tales misivas —añadió de repente Jacaerys, el hijo mayor de los soberanos—.Los dragones se ganarán a los señores másvelozmente que los cuervos.

Su hermano Lucerys estuvo de acuerdo e insistió en que Jace y él ya eran hombres o, para el caso, estaban a punto de serlo.

—Nuestro tío nos acusa de ser bastardos, pero cuando los señores nos vean a lomos de dragones, se darán cuenta de que es una falacia. Tan solo los Targaryen somos jinetes de dragón.

La Serpiente Marina y el heredero de Driftmark gruñeron ante esto e insistieron en que los seis eran Velaryon, si bien sonrió al decirlo con la voz henchida de orgullo. Hasta los más jóvenes Rhaegon y Aethan participaron, ofreciéndose a montar sus propios dragones, Vaenerys, y Tyraxes, con intenciones de acompañar a sus hermanos.La reina Rhaenyra lo prohibió, ya que ellos contaban con tan solo doce, y once años.Pero Jacaerys tenía catorce, y Lucerys, trece; eran jóvenes osados y apuestos, diestros con las armas, y llevaban bastante tiempo sirviendo como escuderos.

—Déjalos que vayan—infirió Rhagnar que les daba un asentimiento lleno de orgullo—y si tanto has de temer, deja que Lucerys sea escoltado por Rhaegon.

—Irán como legados, no como caballeros —resopló la reina mientras fulminaba a su esposo—No deben participar en la lucha.

Se decidió que Jace, por ser el mayor de ambos, asumiría la misión más larga y peligrosa: la de volar primero al Nido de Águilas para tratar con la Dama del Valle; luego, a Puerto Blanco, para ganarse a lord Manderly, y porúltimo, a Invernalia, a fin de reunirse con lord Stark. La encomienda deLuke y Rhaegon sería más breve y segura: debían volar a Bastión de Tormentas, dondese esperaba que Borros Baratheon lo recibiese amigablemente.

Al día siguiente, Otto Hightower al otro lado de la bahía del Aguasnegras conbandera blanca y al mando de una comitiva en la que se contaban ser ArrykCargyll, de la Guardia Real, y ser Gwayne Hightower, de la Guardia de la Ciudad, junto con un nutrido grupo de escribanos y septones.

Trataron de llegar a tratos benevolencia sus causas, sin embargo, la princesa hecha en colera negó absolutamente todo.

—Asquerosos y sucios rebeldes— escupió el consorte con ímpetu— mi reina es la legitima y ustedes son una bola andrajosa de usurpadores.

—Hazle saber esto a tu plaga, mis hermanos y a mi querida hermana Helaena —anunció mientras le quitaba el dije de Ser mano a Otto— que vengan a Rocadragón, hinquen la rodilla y me supliquen clemencia, y con sumo gusto les perdonaré la vida y los volveré a acoger en mi corazón, ya que son sangre de mi sangre, y ningún hombre o mujer es más maldito que quien mata a los de su estirpe.

Así fue como inició la pelea por el trono de hierro. Rhagnar Velaryon iba y venía a lomos de su dragón con tal de custodiar u buscar a los alrededores valerosos caballeros que pelearan a sus causas. Daemon partió con Harwin, » defenderé el honor, mi rey« dijo el hombre de hebras castañas antes de marcharse a Harrenhal.

Los tres mozos Velaryon juraron solemnemente sobre un ejemplar de Laestrella de siete puntas.

—Mis niños —Rhagnar se aproximó y en el pecho de los tres colocó un artilugio—talle esto con mis propias manos, llevadlo cerca como señal de que nosotros — se ubicó a un costado de Rhaenyra quien inmediatamente la abrazo por los hombros— estaremos con ustedes en el viaje.

Un caballo de mar entrelazado con un dragón. Los hijos del matrimonio partieron a lomos de los dragones dejando a Aethan, Aegon y Viserys en Rocadragón

—Ya verás, esposa, nuestros dragones vendrán a nosotros —beso delicadamente los labios de la femenina.

—Que asi sea, esposo—lo abrazó y oculto el rostro en el pecho de este, buscando consuelo a toda la tormenta que se avecinaba.

Sin embargo, las lunas progresaron por lo tanto los infortunios son los que arriban más rapido. Una tarde encapotada se abrió con vigor la puerta del salón principal. El consejo negro detuvo cada estrategia a vislumbrar a Rhaegon Velaryon empapado, con el rostro compungido y aterrado, los rizos de plata estaban aplanados.

—¡Nieto! — exclamarón Rhaenys junto a Corlys al verle sano.

—A-Aemond...asesinó a Luke— soltó la bomba- no pude salvarlo...

La reina Rhaenyra que estaba al lado de su esposo quedó perpleja, las lágrimas escurrieron por instinto así mismo, se desmayó luego de soltar un alarido enfrascado de penas. Los maestres auxiliaron a la reina, no obstante, el heredero de Driftmark en estupor ordenó que su padre, Lord Corlys Velaryon a la par de Laenor Velaryon fuesen quienes tomaran el mando del consejo, aun con los oídos pitando caminó hasta la salida pese a los gritos de Rhaenys.

—Han matado a mi hijo, a mi heredero — masculló con voz queda- han de pagar.

—Hermano...—Laenor estuvo dispuesto a detenerlo, pero, Corlys no le permitió.

Rhagnar, salió del castillo y a las afueras se sentó en el suelo, contrajo sus piernas para abrazarlas, sollozos emitió.

El silencio y la quietud, interrumpidos tan sólo por algún que otro gruñido de un dragón a la lejanía, le resultaban insoportables. Observó el paisaje tan apesadumbrado, respirando entrecortadamente. Él tenía la culpa de que Lucerys hubiera muerto; todo era culpa suya. Si no hubiera sido tan estúpido para mandarlo a una causa perdida, si no hubiera estado tan convencido de que aquello sería una buena opción, o si se hubiera planteado la posibilidad, de ir él y no sus hijos.

Era insufrible, no quería pensar en ello, no podía aguantarlo. Dentro de él había un terrible vacío que no deseaba sentir ni examinar, un oscuro agujero donde antes estaba Luke, un agujero del que Luke se había desvanecido; no deseaba estar solo con aquel enorme y silencioso hueco, no lo soportaba...Pero, Luke se había ido al igual que Laena, al igual que Visenya, ¿ahora cómo se acostumbraría a no ver a su niño?, ¿cómo vería a Rhaenyra?

Se imaginó el terror de su dulce niño, ¿cuál sería el ultimo pensamiento antes de ver a la inminente muerte?, ¿pensaría en su familia?,¿Se aferraría al dije con la esperanza que su padre lo rescataría?

El sentimiento de culpa que llenaba el agujero que Rhagnar tenía en el pecho, una especie de monstruoso y pesado parásito empezó a retorcerse y contorsionarse. Un gritó lanzó dirigido a los cielos, gritó hasta que las cuerdas vocales le doliesen, estaba roto totalmente.

Luke, se fue y con ello una parte de él...

— Lucerys...será vengado—castañeó entre dientes— traidores.

Y a lo lejos, Rhaenys, Corlys y Laenor observaban la penuria de Rhagnar Velaryon sin ser consciente de la promesa de venganza que se trazó; Ojo por ojo se transformó por un hijo por hijo.

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NOTA: Este capitulo fue complementado por partes de la serie y en su mayoria el libro,claro, alterando varios acontecimientos.

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