XIII. La primera despedida.

❝ Y me rehusare aceptarlo por lo menos un tiempo,

¿que pasara con los planes que hicimos? ❞

¡NO LECTORES FANTASMAS, POR FAVOR! :C

━━ ˓ ֹ DESDE LUEGO que, Rhagnar se opuso rotundamente a la idea de que Harwin Strong desertara a Harrenhal, y durante la estancia en roca dragón coloco tantos pretextos para evitar la partida.

¿Como Harwin  podría abandonar a su amigo cuando más lo necesitaba? era cierto, los días en roca dragón solían ser a menos, sin embargo, se consolidaron en profundas angustias al instante que una carta proveniente de  Pentos arribó. El heredero de Driftmark acompañado de su esposa voló inmediatamente al lugar que residía su hermana menor, no sin antes dejar al Strong al cuidado de los vástagos.  

Al aterrizar fueron recibidos como los dioses mandan, quizás, con la esperanza que con más aliados podrían detener a la Triarquia que nuevamente surgía. Rhagnar, desinteresado en los problemas que ahora se efectuaban simplemente declino la oferta de asentarse así mismo, rogo que lo llevaran al lugar donde Laena Velaryon entraba en un extenso trabajo de parto. 

Los condujeron a una acomodada residencia, pero, fueron los gritos agónicos que alertaron a los recién llegados. 

— ¡Hermana! — exclamó tras entrometerse abruptamente al aposento.

El panorama se mostraba melancólico apenas las llamas de las velas avivaban el lugar. Daemon Targaryen, solo reflejaba aflicción por lo que se veía obligado a presenciar, por otro lado, Rhagnar quedó tan pasmado y la cálida mano de la princesa lo anclo a la realidad: Perdía a su hermanita menor.

Las escasas memorias de la niñez viajaron tan pronto a la mente del consorte real. Amaba a su familia, padre y hermanos, por ende, se forzó a madurar a una edad temprana con tal de que el peso de su apellido recayera en él de esta manera, sus hermanos tuvieran la oportunidad de escoger la libertad, así fue: Laena Velaryon, accedió  conformar un núcleo familiar con ese que una vez repudiaba, respetó la decisión y a pesar de que no podía mantener comunicación constantes debido a las responsabilidades que le impusieron, la mayor parte mandaba regalos costosos a sus sobrinas, hermana y de vez en cuando algo menos ostentosos a Daemon (perdonaba lento eso sí) a cambio, Laenor iba y venía como quisiese, tanto que se revolcaba con los escuderos, o bueno así indicaban los rumores infames.

— Tenemos que abrirla— un maestre opinó.

— No...— un débil murmulló surgió por parte  de la princesa.

Rhagnar tomó la mano de su cónyuge y la dirigió hacia el príncipe canalla con el propósito de objetar otras soluciones alternas.

— Ya sabes lo que ocurrió a mi madre, tío — siseó con lentitud— mi prima no merece eso.

"El ser mujer en tiempos como estos es una maldición, hijo mío. Condenadas a atravesar una batalla directo a la muerte" Fueron las palabras que alguna vez su madre Rhaenys recitó en una tarde mientras conversaban puesto que, el primer vástago del heredero Velaryon alumbraba al mundo. Comprendió el riesgo que corría su esposa en los cesantes partos por lo que agradecía a los dioses por mantenerla a su lado, no obstante, esta nueva ocasión las circunstancias eran tan distintas.

No era común que la mujer Velaryon se vislumbrara tan vulnerable, no, de hecho, la última vez que la vio en un estado derrotado fue cuando era una niña; el día que él partió a la batalla de peldaños. ¡Oh! la pequeña derramaba lagrimas por perderlo a cambió ahora era él que se contenía.

— No sobrevivirá — reiteró el maestre acercándose— uno de los dos: ella o el bebé.

Rhagnar dejo de escuchar las absurdas palabras y aprovecho para ir a cama junto a su hermana, pero, en el momento de dirigirse esta yacía vacía. 

— ¡Mi hermana no está, Daemon! — vociferó, alertando al platinado.

Ambos hombres empezaron a buscar de arriba abajo lo que era el castillo, temiendo lo peor. Rhagnar en todo el tiempo estuvo acompañado por su esposa ya que esta le daba pavor de las barbaridades que pudiese cometer.

Tras no encontrar a la menor tuvo que salir a las a fueras con la certeza que sería allí donde estaría, imploraba que el mal presagió que se coló en el pecho no se tratase de algo terrorífico: la muerte, lo desconocido, ese era el más grande temor del heredero de Driftmark o por lo menos, que su familia se desvaneciera sin ni siquiera poder intervenir.

— ¡Cariño, allá! — la voz agitada de Rhaenyra acaparó toda atención. Fijo la mirada al punto que señalaba acertando a la persona que necesitaba.

— ¡Laena, Laena! — Daemon se interpuso con un grito desgarrador.

Cuando se convirtió en hermano mayor concebía tan solo tres onomásticos y la banal memoria continuaba casi difusa, pero, cálida.  Rememora la dulce sensación de sostenerla entre brazos con ayuda de su padre, Corlys Velaryon y supo cuan seria de importante al instante que la pequeña le sonrió, inocente, en un mundo de abundante codicia.

¿Quién era él para rechazar el cariño de un par de hermanos? podría sentir peligro en la sucesión de herencia, sin embargo, poseer el control de los mares no era tan importante como el amor de sus hermanos.  La mayoría de las veces Rhagnar presenciaba cada etapa de Laena y el pequeño Laenor que, tan unidos eran y en un tiempo en rDiftmark los denominó como el trio de oro, la alegría de los Velaryon.

Una infancia enriquecedora sin duda y al alcanzar la mayoría de edad responsabilidades más duras se plantearon. Rhagnar, era heredero a la vez consorte real con la princesa heredera, ¡dioses, enhorabuena! el mayor se convirtió en padre y los menores los visitaba hasta el momento que Laena se comprometió asimismo se casó. El destino de una mujer está marcado en brazos de un hombre; alumbró a dos gemelas, Baela y Rhaela, al principio  decían que no sobrevivirían por los débiles que aparentaban ser pero, lo imposibles ocurrió, vivieron.  Un par de veces visitó a su hermana, sin embargo, las visitas dejaron de ser tan frecuentes debido a los asuntos en la fortaleza.

¿Rhagnar se arrepentía por no gozar más tiempo? quizás. 

— ¡Laena!— gritó Rhagnar— ¡Laena!

La adrenalina se evocó en las piernas de Rhagnar tan pronto como las fauces de Vhagar, la dragona de su hermana, se abrieron. Un agónico "Dracarys" se escuchó al vació y finalmente detuvo la caminata tras visualizar el rostro ladeado de su hermana; agotado, sudoroso, ojeroso, y  tan enfermo.

— Te quiero... mi héroe— Musito Laena.

La lectura de labios pasmo al hombre, y las llamas devoraron el moribundo cuerpo de la femenina.

La vio nacer, crecer y contra su voluntad presencio como ella moría; Rhagnar cayo de rodillas sobre la arena. Alrededor del Velaryon reinaba una gran agitación ( los plebeyos empezaba a salir a curiosear) surgían cotilleos; pero era un bullicio sin sentido. Aquel ruido no tenía ningún significado para él porqué Laena ya no estaba.

Rhaenyra lo rodeo con los brazos. 

— Debi....debí protegerla — murmuró.  Rhagnar se sostuvo en los brazos de su mujer y los apretó, y con ello el tacto delicado de ella provoco que derramara tantas lágrimas.

Para Laena, su hermano mayor se trató de un héroe de esos que tanto le contaba su madre, no obstante, esa premisa soñadora se enteró el heredero al momento que ella recibió la muerte.

Los sollozos de Rhagnar se transformaron en angustias, la princesa, lo consolaba y de pronto lo tomo del rostro.

— Escúchame... escúchame. Amor mío — el alto Valyrio se desplegó con dulzura— libremos esta dura batalla juntos...por nosotros... por la familia...y por los niños que han de esperar a mamá y a papá.

Estaba saliendo el sol; se veía un trocito de un deslumbrante tono anaranjado sobre las montañas, y por encima de él el cielo relucía, aunque parecía descolorido. La luz caía sobre la vieja bestia, sobre sus escamas bañando la gran silueta.

En el año 120 d.C, Laena Velaryon, murió incinerada por Vhagar... tenía tan solo veinte y siete años. La primera de muchas perdidas, pero, la que marco un principio para que se desatará la catástrofe.

NOTA: Entre más votos y comentarios más rápidos los capítulos ;) órale, el Harwin no murió jsjjs ¿o si lo hara?

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Posdata: subiré unos cuantos videos con posibles spoiler o no, ya saben.

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