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VIII. Do you love me, Rhagnar Velaryon?

VIII. ¿Tú me amas, Rhagnar Velaryon?

❝Trato de encontrar una razón para que nos separé. 

No esta funcionando porque eres perfecta y se que

vales la pena, no puedo alejarme.❞

¡NO LECTORES FANTASMAS, POR FAVOR! :C

˓ ֹ LAS SIGUIENTES SEMANAS EL ESCANDALÓ  IMPLOSIONÓ. La corona era blanco de los cotilleos de los rumores, y como era de deducirlo el rey no estaba tan complacido por estar en boca en boca. Por lo tanto, no tardo en convocar una reunión de emergencia entre los solicitados arribó la serpiente marina junto a su familia.

Rhagnar se pavoneaba de lado a lado a las afueras del salón siendo acompañado por su madre e hermanos, no se desesperaba porque al menos debía mantener la cordura en situaciones complicadas.

— El deleite del reino — Laenor hablo rompiendo la tensión que la atmosfera  emergía— diablos, no lo vi venir, hermanito, aunque debieron apodarte mejor.

— ¿Apodarlo, Laenor? — inquirió Laena queriendo ser participe en la conversación— ¿Cuál apodo le pondrías tú a nuestro futuro consorte real?

— El Sir verga gorda —opinó provocando las carcajadas de sus tres hermanos al menos deseaba amenguar las preocupaciones de Rhagnar puesto que, lo único que recibió durante la estancia en Driftmark fue reproches de Rhaenys y  de Corlys, no le vio mucho hablar.

— ¡Laenor, lenguaje! — vociferó ahora Rhaenys abochornada por los comentarios de los menores.

Los minutos que se convirtieron en eternidades que mantuvieron ansioso de una que otra manera al heredero pues, temía que por un mal veredicto su sagrado compromiso se viese perjudicado. Estuvo de pie un largo tiempo paseando de lado a lado mientras el par de ojos  juzgadores lo seguían con determinación, por consiguiente  se sentó inquieto y moviendo con frenesí la pierna demostrando con evidencia los nervios.

— Una pregunta, hermano— la tierna voz de Laena interrumpió los conglomerados pensamientos de Rhagnar.

— ¿Qué ocurre, mi dulce niña? — cuestionó suavizando el semblante. La jovencita se sitió junto al mayor.

—¿La amas? — soltó de sopetón.

— ¿Qué?, no entiendo — susurró incrédulo por lo que su hermanita viro los ojos, suspirando fuertemente.

— A la princesa, nuestra prima ¿la amas?  — volvió a inquirir.

Rhagnar se le borró la pequeña sonrisa que formaba debido a que jamás se replanteó tal pregunta tan seriamente hasta ahora, Laena parecía quererlo desnudar cada verdad, la suya, por lo que lo atisbaba fijamente con la impaciencia al borde de la lengua pero, el silenció otorgaba filosas palabras ¿ o no?  quizás, por ello la menor se levantó dando un ligero desaprobatorio. 

Laena pensó que su hermano era la clase de hombre que quería jugar con la heredera al trono con tal de sentar la semilla en el vientre de esta misma, ¡por un momento lo aborreció tanto! tal parecía que los hombres e incluidos de su propia familia estaban envueltos por la codicia.

Las puertas finalmente dieron apertura y allí en el alborotó se asomó Corlys Velaryon seguido del rey que por lo visto lucían regocijantes, ambos adultos estrecharon fuertemente la mano como si cerraran un trato importante.

— Me complace anunciar que la boda se celebrara  el próximo verano— palmeó con felicidad Viserys el hombro de la serpiente marina— uniremos nuestras familias por un bien común.

¡Oh! Rhagnar sonrió en grande dejando de lado la pregunta que le realizó su hermana hace unos minutos, se levantó automáticamente para dirigirse hacia el rey y jurarle la lealtad que ha de merecer la corona.

— Espero que lleves a mi querida Rhaenyra aun reinado prospero, hijo— dijo Viserys brindando un apretón en el hombro del menor.

— Seré un pilar para ella, mi rey — sonrió— ella tiene la voluntad del dragón por ello gobernará con éxito.

Dicho intercambió de palabras dio culminada la conversación sin percatarse que de allí a  paso de largo un Otto Hightower hecho en colera profunda, tal vez, el anhelar su sangre en el trono se perturbó estrepitosamente, ni siquiera que el insinuará a Aegon convendría en ser un perfecto consorte real para la supuesta reina pudo causar efecto en el rey pues, algo empeñaba al viejo a querer entrelazar a la heredera con los Velaryon cosa que, generó un apoyo indiscutible por los lores e introduciendo a la serpiente marina.

— Mi hijo ya es todo un hombre hecho y derecho — bramó con orgullo Rhaenys tomándolo por los hombros.

— Nuestro hijo, mi heredero y mi más grande orgullo — siseó Corlys asegurándose que sus otros vástagos no estuvieran cerca para escucharlo.

La familia Velaryon partió a Driftmark con el propósito de organizar y preparar la contigua boda, sin embargo, a lo lejos mientras las embarcaciones daban indicios de navegación fueron atisbadas por una femenina de largos cabellos platinados, decepcionada, ahora dudosa por el compromiso que le respiraba en la nuca.

El heredero de Driftmark se ocupó durante un buen tiempo tanto que las cartas que le enviaba a su futura esposa yacían poco recurrente en consecuencia, deseaba convertirse en un excelente consorte asimismo en un buen sucesor de los mares. Dia y noche con ayuda de sus respectivos padres se entrenaba, estudiaba, y alimentaba la mente con los mejores saberes.

—  Desde que me enteré que venias en camino, hijo mío — la delicada voz de Rhaenys se coló por toda la habitación causando que el menor se desconcentrara de la lectura que ejercía—   tuve la sensación que traerías abundancia, alegría y grandezas a nuestra pequeña familia.

— Mamá... — los rubores escandalizaron prontamente el pálido rostro del joven—¿a que viene todo esto?

La inesperada intermisión lo dejo un poco desconcertado puesto que, Rhaenys no era de adentrarse de la nada sin mantener un motivo oculto a sus visitas.

— Muy pronto serás esposos y probablemente me harás abuela — prosiguió ignorando la inquietud anterior. Se colocó detrás del joven para asi abrazarlo— un camino muy arduo recorrerás al interior de aquella corrupta fortaleza, dulce niño. Sin embargo, estaré contigo ante toda adversidad abogando por ti a fuego y sangre. 

— Lo sé, madre — susurró. Cerró los ojos permitiendo entrar la calidez— juro por los nuevos y antiguos dioses que... sentaré a la primera mujer en el trono de hierro como tributo al hurto que hubo tiempo atrás en tú nombre.

Madre e hijo perduraron lo que contrastó toda la tarde.  Entre risas acompañadas de sermones disfrutaron hasta la caída del anochecer sin esperar que al amanecer Rhagnar, debía abandonar Dritmark para empezar a mudarse a la fortaleza roja e inculcarse con los deberes que le esperaban. Asi fue, a primera hora partió en lomos de su dragón pero, al divisar a la superficie se percató que su madre yacía enjuagada de lagrimas siendo abrazada por  su esposo y demás hijos, sonrió para asi elevarse por las alturas.

Aproximadamente se trataron dos días volando aunque se extendió un poco más por los descansos u algún detalle  en los mercados para su prometida. Al aterrizar fue recibido por el rey más no por la princesa, descendió hasta quedar encarado con el monarca y conciliarse en un fraternal abrazó.

— Espero no sonar grosero — dijo al alejarse— pero, ¿dónde esta la princesa?

— La princesa extendió las clases con los maestres — se excuso tan deprisa —   sígueme, Rhagnar, tenemos mucho que realizar anticipadamente de la boda.

Por más de estar recién llegado no descanso a causa de que, el rey lo entretuvo ocupado al punto que ni siquiera pudo escapar para encontrar a su querida Rhaenyra. Exhausto descansó con la promesa que al siguiente la buscaría, no obstante, la misma rutina se repetía aunque más intensiva que la anterior.

— Deseo la ceremonia a la antigua Valyria — propuso en cuanto vio la oportunidad— conmemorar de donde provenimos me parece una opción correcta.

El rey se detuvo y se volteó.

— Lo consideraré, joven.

Desde luego aprovecho en uno de los tantos descuidos de Viserys para correr a encontrar a su princesa perdida pero, parecía que las paredes del palacio la engulleron o eso creyó hasta toparse con el fugaz avistamiento de una cabellera platinada, es así que no dudo en seguirla hasta  acorralar a la dueña contra un muro sin posibilidad de huir.

— ¿Por qué me evitas, princesa? — cuestionó frunciendo el ceño.

La mujer se asombró por la repentina intercepción o por la sensación de ser atrapada.

— No lo hago — murmulló duramente sin permitirse intimidar.

— ¿Acaso los pretextos del rey no fueron suficientes? —  la sostuvo por el rostro a pesar de que ella se tensó.

El silenció las acompaño confirmando lo predicho cosa que por muy adentro encendió una llama en el pecho de Rhagnar, quizás, enojo o decepción por estar ocultándose de él.

— ¿por qué? — salió como un ligero desgarré en la voz.

Rhaenyra lo empujo con fuerza provocando que se apartara tan pronto ahora ella, se mostraba enfurecida, no, adolorida por la expresión que denotaba cosa que  coloco en duda al hombre que no comprendía el comportamiento esquivo.

— Quiero escucharte a ti — se atrevió a decir con la voz medio temblorosa— ¿estas conmigo por el trono o por amor? dime la verdad para deshacer las ilusiones y ser una melancólica marioneta...—pausó, trago saliva— ¿seguimos con este matrimonio o lo dejamos?

Rhagnar se asombró por lo que contuvo la respiración brevemente.  No esperaba aquel recibimiento o la confrontación de sus sentimientos pues, nunca se vieron involucrados a más allá con intenciones de dialogar ya que en la mente del joven, eso ya estaba claro desde un inició. ¿Qué sentía?, ¿era amor el regocijo en estar a lado de Rhaenyra?, ¿acaso era amor el no quererla vislumbrarla entrelazada con alguien más?, ¿qué era lo que sentía realmente?

— ¿A que vienes con todo esto, princesa? — balbuceó siendo un poco intimidado.

— ¡Responde! — subió el tono . Rhagnar dio un paso hacia delante cuando se percato de las lagrimas que amenazaban a la femenina— Busque razones para distanciarme pero, solo encontré tantos motivos para amarte, Rhagnar. Permíteme preguntarte, ¿me amas?

Un nuevo silenció los envolvió tal como la vez que Laena lo encaró sin  rodeos. La confusión invadió al hombre pero, la desesperación lo sucumbió al ser el responsable de las lagrimas de la mujer que se convertiría en esposa y madre de sus herederos.

— Ya veo.... es triste ser la que únicamente te este amando— suspiró— eres igual que Daemon incluso los lores que desean estar en tu posición, vuelvo a preguntar, ¿tu me amas, Rhagnar Velaryon?— al no obtener respuesta retrocedió y así le dio la espalda  con la disposición de  marcharse—  solo seré el disfrute para los demás...

El Velaryon permaneció congelado tras visualizar como la princesa se alejaba. Apretó con fuerza sus puños, ¿seria cobarde en perderla de dicha manera? las piernas se movieron por si solas hasta quedar a la distancia de la joven, no tardo en sostenerla del brazo evitando que se fuese de su vida para siempre y convertirse en extraños en su matrimonio.

— Te amo, Rhaenyra, te amo...— jadeó— Desde el primer momento en el que te vi en el torneo, yo te he amado desesperadamente, a tal punto que ni siquiera puedo respirar cuando no estás cerca. Anhelo tus toques, tus besos e incluso me atrevo a osar que mi corazón llama por tu nombre, princesa...

La princesa se volteó sobre los talones y sin esperar una señal se lanzó a los labios ajenos. El beso tuvo un tinte salado por las lagrimas de la joven cosa que vulneró al heredero, se aferró a ella como si la fuese a perder de un instante a otro.

Nunca fue una persona que se expresara abiertamente pero, si la princesa deseaba que manifestara cada detalle, él haría lo que sea por ella.

— No te amo por la corona —confesó al apartase un centímetro de los labios contrarios— te amo por la mujer que eres, te amo por que no eres una dama en apuros, te amo porque eres solamente Rhaenyra Targaryen. 

—Rhagnar...

—  Escúchame... Los grandes lores han de desear tú caída por el simple hecho que posees tetas y no un pene pero, creó fielmente que las mujeres nacieron para gobernar y no ser títeres de los hombres...— le acarició la mejilla con delicadeza—  por lo tanto me comprometo en ser un consorte, un próximo señor de los mares para Driftmark y un verdugo. Voy a llevar tú espada. Un verdugo jamás cuestionara las ordenes de su reina, mi reina, te daré lo que quieras... Rhaenyra, elegí ciegamente en ser tu cómplice y un compañero de vida quien se meta con mi reina caerá el fuego de mi dragón.

La princesa se refugio en los brazos del hombre que seria parte de ella. Lo abrazó con intenciones de disipar cada mal presagió, lloró limpiando la triste alma que la condenaba sabiendo que el porvenir ya no se encontraría en la soledad y que tendría un ser que custodiaría el bienestar. Quiso encontrar mentiras pero hallo verdades.

NOTITAS:  Falta un capitulo para culminar el acto I....aaaa, este acto es lleno de flores y colores pero, el segundo....

¿Teorías?

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