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Mi cabeza

El timbre de mi casa suena fuerte, pero tengo el sueño y la pereza suficientes como para no interesarme quien es. No espero a nadie, esta semana ya he pagado al casero y mi ex novio no tiene motivos para volver, así que no me importa para nada que cualquier comercial pierda su oportunidad de venderme algo.

Cojo la almohada y me la coloco sobre la cabeza, de ese modo amortiguo el odioso sonido, no entiendo porque insiste después de la tercera vez, parece que no le queda claro que no hay nadie en casa. Por suerte para en ese momento, sonrío para mí y vuelvo a intentar dormir, sé que hay sol en la calle, pero es sábado, y no tengo que salir a ningún lado hasta las siete de la tarde.

Con los ojos cerrados pienso en lo que va a volver a ocurrir esta noche, me pregunto de qué manera comenzaremos ésta vez, o como irá vestido y sobre todo si volverá a repetir ese gesto que hace que me lata el corazón tan rápido. El sentir sus labios en mi frente, de un modo dulce, muy contrastado con lo que en realidad estábamos haciendo, me hace sentir avergonzado y rio como un tonto.

- ¡Cha Hakyeon! ¿Se puede saber que es todo esto?

Siento como que un cubo de agua fría cae sobre mí, borrando toda la felicidad acumulada en mi cabeza, y vuelvo a la tierra. Mi madre está en la puerta de la habitación, con los brazos en garra, y fijándose en cada detalle de ella. En segundos me doy cuenta de la situación, pues mi ropa limpia esta amontonada en una silla, la sucia por el suelo, y los envoltorios del día de la semana que pedí comida china, están acumulados en la basura.

Y lo peor es que mira con atención lo que hay en la mesa de noche, y mi falta de ropa, estoy rojo a más no poder, es la última persona que necesito que encuentre en esa situación.

- Mamá, ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? – Me tapo como puedo, aunque sé que no tengo nada que esconder.

- Esto es peor de lo que imaginaba. – Su cara es de decepción, cada vez que que nos encontramos es la misma, debería estar acostumbrado, pero siempre duele. – Vístete, tengo que hablar contigo. - Y se marcha.

Me pongo los primeros pantalones que encuentro tirados, no me molesto en arreglarme, estoy en mi casa y no tengo que fingir nada, y menos con ella. Me dirijo al salón, está algo más recogido, pero eso no le tiene porque incumbir.

- ¿Qué quieres? – Pregunto con los brazos cruzados, sobresaltándola mientras miraba una de mis revistas amontonadas al lado del portátil, seguramente juzgándome.

- Te dije que tendrías que haberle hecho caso a tu padre, si hubieras tenido dos dedos de frente no estarías viviendo en esto. – La veo señalar la estancia.

- Esto, mamá, es mi casa y si le hubiera hecho caso a ese ser homófobo, estaría mucho peor. ¿A qué has venido?

- ¡No hables así de él! ¡Es tu padre! –Me grita ignorando mi pregunta.

- ¡Es el mismo que me echó de casa solo porque estaba enamorado de un hombre! – Noto que quiero llorar, pero me contengo, no debo.

- ¿Y dónde está ese hombre, Hakyeon? – Odio verla sonreír como si me hubiera ganado con esa frase. - Dijiste que vivirías una vida feliz con él, y solo estás hasta arriba de porquería y... eso encima de tu mesa. ¿Esto es tu vida perfecta?

Me siento débil con cada palabra suya, no sé qué responderle porque tiene razón, esto no es lo que yo tenía planeado cuando me echaron de casa. El valor con el que hablaba hace pocos minutos se ha esfumado, agacho la cabeza.

- Sé que te despidieron de tu último trabajo. – No tengo ni idea de cómo se ha enterado, pero me da igual. – Afronta que no puedes hacer nada sin nosotros.

- He empezado a trabajar esta semana, en un banco. – Digo como si con eso le atacara, pero rebota.

- ¿En un banco? – Suelta una falsa carcajada. – Tu hermano es dueño de tres empresas.

- ¡Pues me alegro por él! – Grito rápidamente, furioso, odiando cada palabra suya, ella solo me mira con superioridad y yo me siento más pequeño.

- Y más que te vas a alegrar. – Dice muy tranquila, sabe que me ha derrotado. – Aquí tienes la invitación a su boda. – Y me entrega un sobre color crema y letras doradas. – Más te vale aparecer para hacer acto de presencia y no dejarnos en ridículo, les hemos dicho a todos que estás estudiando fuera, así que ven con una chica guapa. Tal vez tu padre te perdone.

Quiero responderle, decirle que no iba a ir a esa estúpida boda, que el único que tiene que pedir perdón es ese con el que comparto genes, y que iría antes solo, que con "una chica guapa". Pero no digo nada porque sé que no va a servir de mucho, porque pocas veces he escuchado a mi madre hablar bien de mí, por no decir ninguna, y sé que va a continuar recordándome lo patético que soy.

Ni siquiera se despide cuando se marcha, me siento en el sofá con las lágrimas que han decidido salir, odio admitir que tiene razón.

🙁🙁🙁

Mi autoestima está por los suelos, paso el resto del día como un muerto viviente por mi casa, he picado unos aperitivos, pero en realidad no tengo hambre. Estoy a nada de llamar a Ravi y anular la cita, pero creo que él es el único que puede animarme en estos momentos, seré alguien que no vale para nada, pero es a mí a quien reclaman en internet.

Me visto de manera sencilla porque sé que no me va a durar mucho puesta, esta noche voy a ser Boy 23 de nuevo y mi única prenda va a ser el antifaz. No tengo que preocuparme de mi aspecto, ni por mi pelo, pues sé que acabará despeinado, y ni por mis ojeras u ojos rojos, ya que estarán ocultos.

Llego a su casa antes de la hora, así que decido esperar, no me gustaría que abriera la puerta sin cubrirse el rostro y toda mi noche de consuelo se vaya al traste. Podía estropear mi vida todo lo que quisiese, pero los momentos con Ravi no estoy dispuesto a perderlos, ahora mismo son mi tabla de salvación, algo que me mantiene a flote en mi odiosa existencia.

Miro el reloj, aún faltan quince minutos, espero impaciente apoyado en la puerta, y me pregunto que hace en ese momento. Tal vez preparando las cámaras, o poniéndose esa camiseta que le aprieta el torso como a mí me gusta, sea lo que sea me encantaría verlo.

Me sorprendo al escuchar los cerrojos a mi espalda, está abriendo la puerta así que me aparto de ella, me lo encuentro listo, como siempre, únicamente lleva un pantalón de chándal negro y el antifaz perfectamente ajustado. Sonrío sinceramente por segunda vez en el día de hoy, últimamente, cada vez que lo hago es él quien está en mi cabeza.

Entro despacio, me quito los zapatos y un impulso me hace abrazarlo fuerte. Noto como poco a poco recupero la energia que he perdido, y me relajo mucho más cuando él también me aprieta con sus brazos.

🔥🔥🔥

Deseando estoy que leais la continuación😊
Besitos😙

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