007
"Charla"
Camille
El sol hoy no estaba feliz, al igual que yo. Ambos estábamos de calentura y no de la buena. Hacia un calor mas bravo de lo usual, que solo hacía aumentar mi mal humor. Hoy era de esos días que me levantaba de malos humores, el embarazo solo lo aumentaba. Si no gritaba, lloraba. No era mi día. Y es porque, después de tantos días, logré hablar con Sebastian, no era de mi agrado hablar con él menos estando de males, pero tenía que hacerlo. Él ya sabia mi condición, solo quería decirme algunas cosas y ya. Después de todo, yo ya se que tengo que hacer y decir.
-¡Maldición Esteban, dije que no!-grito exasperada, mirando furiosa a mi hermano.
Mi hermano me mira molesto antes de levantarse del sofá e irse a la cocina. Suspiro cansada y me recuesto por total en el sofá. Me dolían las piernas y no he hecho nada hoy.
Cierro los ojos, esperando el sueño, los malestares no me dejan dormir mucho por lo tanto no tarde en dormirme, con profundidad.
[*]
El irritante sonido de una voz aguda hace que despierte con males humores. No quería levantarme, sabia lo que me esperaba, sabia que también era como cobardía no hacerlo. La voz seguía cantando con armonía y pasión. Me tape hasta la cabeza con la sabana, la cual no se de donde saldría.
-Camille...-llamaron suave, una voz masculina.
Gruño molesta.
-Camille-llamaron mas fuerte.
-Dejame-gruño ronca.
-¡Camille, arriba!-gritaron fuerte y ya después no sentí la sabana, solo frío.
Abrí los ojos encontrando a Will, mirándome serio y molesto.
-¿Que?-hablo malhumorada.
-Tu teléfono esta sonando desde hace media hora y por lo que sé, tienes una cita importante-dice.
Frunzo el ceño y me estiro para tomar mi teléfono de la mesa ratona frente a mi. Lo enciendo.
10 mensajes de texto.
5 mensajes de voz.
30 llamadas perdidas.
-Dios mio santo...-murmuro cansada.
Me levanto rápido, tenía media hora de retraso. Todas las llamadas y mensajes eran de Sebastian, preguntando donde estaba y que si nos veríamos. Corrí escaleras arriba y entre a mi cuarto. Me bañe y vestí, un pantalón azul oscuro, una franela blanca larga, un suéter beige tejido y unos botines marrones. Tome un bolso café y guarde lo necesario.
Salgo del cuarto y bajo las escaleras, al final de estas estaba mi madre.
-¿Apenas te vas?-pregunta incrédula.
-Me quede dormida-me quejo fastidiada.
Me acerco a la puerta, la abro.
-¡Cuidate!-grita mi madre.
Salgo y pido un taxi, después le envío a Sebastian diciéndole que tuve un percance pero que estoy en camino. Llega el taxi y subo.
-Maldición-murmuro fastidiada.
¡Tenia sueño y hambre!
[*]
El taxista estaciona del otro lado de la acera, le pago y agradezco, bajo y cruzo la calle llegando al Starbucks Coffee. Abro la puerta y una campanilla suena, llamando la atención de varios, los ignoro y busco.
Casi al final de la cafetería estaba él. Usaba un suéter marrón con una camisa blanca debajo y un pantalón negro.
Estaba en forma, debo admitir que estaba muy guapo. Esto era lo malo del embarazo. Alteraba las hormonas. Volteó y me miró, sonrió levantando su mano saludándome. Incómoda camino a él.
-Hola-digo indiferente.
-Hola Cami-se levanta sonriendo y besa mi mejilla junto a un abrazo, se lo devuelvo algo incomoda.
Estar con él siempre me a puesto incomoda y nerviosa, y no de buena manera. Y otras veces solo lo ignoraba.
-¿Como estas? ¿Como te va?-bombardea sentándose.
Me siento frente a él.
-Estoy bien, gracias-contesto amable.
Me sonríe. Su sonrisa era coqueta, atrayente, misteriosa. Todo en Sebastian Hill era misterioso y atractivo. Quien fuera a llegar a ser su novia, sería muy afortunada. Eso creo.
-Sebastian, no estoy aquí para mucha charla. Solo para decirte...
-¿No soy él padre del feto?-interrumpe preguntando, como molesto.
-No-contesto tranquila.
-Entonces soy el padre del feto-termina sonriendo.
Ruedo los ojos molesta.
-¡Es bebé, no feto!-espeto irritada-Y no, no es para afirmarte o no si eres el padre de mi bebé-agrego seria.
-¿Entonces...?-duda serio.
-Es para decirte que, si él bebé es tuyo, aceptare que lo reconozcas y lo veas. Además...
-¿No quieres casarte?-interrumpe incrédulo-De ser mio. Tengo que hacerme cargo y de paso casarme contigo, para que la prensa no hable mal de ti y...
-Poco me importa lo que invente la prensa, y por supuesto que no me casare contigo, no estas obligado a eso Sebastian-replico.
-Camille, sabes que...-interrumpo su confesión.
-Sabes perfecto mi afecto hacía a ti-reitero seria. Baja la mirada suspirando y se hace hacia atrás en el respaldo; me mira.
-Si fuera Jacob ¿si?-reitera molesto.
-Yo ya hable con él y todo esta arreglado.
-¿Que harás entonces?-pregunta, tamborileando sus dedos en la mesa.
-Esperar. Averiguare quien de ustedes es el padre, después hablare y resolveré. Solo toca esperar-respondo firme y seria.
-Bien-suspira y traga-¿Te puedo invitar un café o malteada por lo menos?-inquiere dudoso.
-Que sea para llevar por favor, estoy algo cansada hoy-digo algo apenada.
-Descuida-sonríe tranquilo, pero conociéndolo sabia que por dentro hervía en llamas.
Se levanta y va a la caja. Varios minutos después llega con un platillo triangular de platico con un pedazo de pastel de chocolate dentro y dos vasos de cartón reciclable. Me levanto.
-Ten-me da el platillo y uno de los vasos, creo que era malteada-Disfrutalo-sonríe. Sonrío apenada.
"Tan detallista él"
-Gracias-susurro.
-Te llevo a casa-demanda.
Antes de replicar ya estaba alejándose. Sin mas que hacer y toda incomoda, lo sigo. Salimos y subimos a su auto. Un Toyota gris, muy lindo. Hasta se me había olvidado que Sebastian, era dueño de varios gimnasios y por ello tenía buen dinero, y buen cuerpo.
Como media hora después, en total silencio, solo con la musica baja del radio, llegamos a casa de mi madre.
-Bueno, hasta aquí llego señorita-bromea. Sonrío un poco.
-Si-murmuro.
Sus ojos de color, café y azul intenso, me miran, tan expresivos pero a la vez tan neutros. Sus ojos de colores diferentes eran un lugar mas que atraía. Sebastian era como un espécimen mas, pero uno mas raro y súper atrayente.
Por eso nunca me atrajo, de manera amorosa.
-Gra-gracias, por traerme-tartamudeo, por lo que sonrío simpática.
Sonríe mas.
-De nada-contesta, e inesperadamente se me acercó rápido y besó mi mejilla, dejándola un poco húmeda.
Mi vello se eriza y mi corazón late algo frenético, síntomas de incomodidad.
Sonrío un poco mas, dando a relucir mi nerviosismo también, y baje. Cerré la puerta y me aleje un paso. El auto tenia los vidrios polarizados así que no veía nada, pero sabia que me miraba; arrancó y lo perdí de vista. Suspire aliviada y totalmente relajada. Entré a la casa.
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¡I'm sorry babys! Lamento la tardanza.
Disfruten, besos.
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