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Capítulo 5💋


Cuando el ascensor se detuvo en su piso, Jimin salió del ascensor y fue directamente hacia su oficina luego de una reunión con un nuevo cliente.

—Señor —pronunció su secretario levantándose de su escritorio.

—¿Sucedió algo mientras no estaba? —preguntó—. ¿Algunos de los dos equipos que superviso me buscaba?

—No señor —aseguró siguiéndolo al interior de su oficina—. El equipo dos ya ha traído la propuesta que pidió bajo las indicaciones del cliente y esperan que la revise para proseguir trabajando en ella, está sobre su escritorio —comunicó.

—¿Qué cliente les di a ellos? —preguntó tomando asiento frente a su escritorio.

—La empresa de zapatos Ruter que quiere celebrar sus cincuenta años de trabajo con un nuevo diseño —contestó revisando su tablet.

—Entonces el equipo uno tiene al del nuevo producto —murmuró—. Tendré noticias de este para esta tarde, así corrigen lo que tienen que arreglar si hay algo de eso. Mañana en la mañana quiero que el equipo uno me envié su propuesta, no hay más plazo para seguir pensando en ello —ordenó.

—Sí señor —asintió anotando cosas—. Uh, ¿mañana trabajará? —preguntó logrando que su jefe le observara.

—¿Por qué no lo haría?

—Es la boda de su prima, señor —le recordó—. Tiene que ir al aeropuerto antes de las nueve para su viaje a la isla Jeju. Todavía no tenemos noticias de su traje que ordenó el senador Park, por lo que llamaré al modista para saber si se lo entregará hoy en la tarde —prometió.

—Uh... Si, claro —pronunció perdiendo ligeramente el ritmo tras ese recuerdo.

Trabajar en una agencia de publicidad y ser el encargado de supervisar los nuevos proyectos siempre ocupaba su mente, tenía que estar atento para no perder detalles importantes mientras supervisaba a otros de comienzo a final para así no perder un detalle crucial que terminaría haciendo enfadar al cliente, finalmente perdiéndolo.

Le gustaría pensar que no importaba el cliente, que cada uno era importante para la agencia, pero la verdad es que no era así y la empresa para la cual trabaja era bastante selectivos con sus clientes y la perdida de uno les afectaba directamente por lo cual siempre se le exigía ser complaciente, y eso era lo que a Jimin no le encantaba de su lugar de trabajo, pero seguía siendo su trabajo.

—Quiero que me envíen la propuesta a mi correo sin importar donde esté —decidió finalmente—. Ya puedes retirarte —anuncio cuando su secretario simplemente se quedó ahí parado frente a él, esperando.

Recargándose en el respaldar de su asiento, Jimin soltó un suspiro e inclinó su cabeza hacia atrás, contemplando el techo de su oficina.

Por un momento, casi había logrado olvidar la mierda de familia que tenía sobre su espalda.

Desde aquel día en la fiesta, en la cual su padre solo le había llamado a su despacho para culparlo de las acciones de la perfecta Su-ji que había ignorado cualquier llamada de él, de su madre u otro integrante de la familia.

El principal motivo, cuando le había dicho a Yoongi que dejaría de complacer a su padre y vivir su vida bajo las expectativas de otro, no mintió.

Realmente estaba cansado, harto de que no sólo su padre, sino que toda la familia Park por parte de su padre y la de su madre cargaban contra él ante el más mínimo error, como si él fuera el culpable de cada problema que ocurriese en sus vidas.

Lo cual, por supuesto que era irracional y estúpido, pero sin importar lo que hiciera o dijera, ya era como algo habitual, como si estuviera decidido que él era el culpable de todo, fuera así o no.

Y Jimin ya no soportaba más eso.

Haber vivido veintiséis años con el mismo trato ya había sido suficiente. El pequeño teatro de Su-ji, el engaño de Kang y su padre culpándolo habían finalmente terminado por rebalsar el vaso.

En realidad, él no era un hombre de rencores, la vida era demasiado corta y ya había desperdiciado los suficientes años pasándolo bajo los escrutadores ojos de su familia, pero...

Tenía que admitir que la dulce y encantadora venganza que le había prometido Min Yoongi era bastante tentadora.

No sólo estaría molestando infinitamente a Su-ji con ello, sino que también al resto de su familia.

¿Y qué era lo que le hacía dudar entonces?

Cada acción tenía su consecuencia, y no dudaba que tras satisfacer el deseo de Yoongi y el suyo de vengarse, otros problemas surgirían a la superficie.

¿Cómo no cuando el plan de Min era tan malvado y... Perfecto?

Esperaba que Min Yoongi recordara lo que le había propuesto en el bar, porque esa noche ambos se habían pasado realmente de copas y aunque él no tenía problemas para olvidar lo ocurrido tras beber, el excéntrico millonario parecía tenerlos si ni siquiera recordaba de su encuentro en las Vegas.

La promesa que le hizo respecto a ayudarlo a salir de los zapatos de su padre y ayudarle a descubrir su verdadero ser era algo que realmente le interesaba, un poco más que la venganza incluso.

Alzando una mano, la llevó contra su pecho, recordando otra vez como este se había agitado furiosamente ante aquella dulce promesa de libertad.

Sí, su deseo de ser libre y ya no estar bajo el mandato de su padre y su familia era algo que anhelaba y estaba decidido a hacer, pero la verdad era que había pasado veintiséis años tratando de cumplir las expectativas de aquellas personas, en especial las de Park Seung-woo.

Salir de aquello... Sabía que no sería tan fácil, era un cambio que iniciaba primero con él mismo y tenía que considerar del poder que poseía su familia.

Precisamente por eso le entusiasmaba el apoyo de Yoongi, porque nunca antes había tenido a una persona que lo respaldara y lo apoyara, ni siquiera su madre, SeonMi.

Además, cuando se trataba de dinero y poder, Min Yoongi los superaba con creces, lo cual era un punto a favor considerando lo que podría intentar su familia al revelarse contra ellos, arruinando la imagen de familia perfecta y unida que siempre pintaban frente a las cámaras.

No lo dañarían físicamente, pero realmente no deseaba enfrentar sin apoyo las consecuencias de revelarse a ellos, por lo que realmente le entusiasmaba y animaba el agradable colchón extra cómodo que representaba Min Yoongi tras salir de las garras de ellos.

Sin contar, que sería realmente una dulce venganza el quedarse con un hombre tan guapo como Min Yoongi, así como desesperante y extraña podía ser su personalidad a veces, no podía negar que era un hombre extremadamente atractivo.

Con sus treinta años, Min Yoongi era un hombre que no los aparentaba y mantenía su cuerpo en forma, no desbordaba en músculos sobresalientes como un luchador de lucha libre, pero tenía lo justo y necesario como para desear apoyar su cabeza en su firme pecho, acariciar sus bíceps o lamer su rígido torso.

Su piel pálida y bien cuidada era un contraste bastante llamativo con su cabello negro, con un corte de moda donde en la presente ocasión, tenía ligeramente más largo la parte de atrás, manteniendo corto adelante, despejando su rostro para dejar a la vista aquellos gatunos ojos color ámbar.

Pero no era un hombre tonto y por supuesto que no le diría a Yoongi lo que pensaba sobre él siendo atractivo ante sus ojos, así como las personas de todo el mundo claro.

Era un hombre que tenía el ego lo suficientemente alto como para subírselo más, sin contar que ya sabía lo que este pensaba sobre él, por lo que su atracción no avanzaría más de lo que ocurrió en las Vegas, ese era un único suceso que no podría volver a ocurrir.

Saliendo de sus pensamientos ante el sonido de su celular, Jimin lo sacó de su bolsillo y frunció el ceño por el número desconocido en la pantalla.

Niño, soy yo —pronunció aquella voz llena de confianza y arrogancia apenas contestó la llamada.

—¿Yo quién exactamente? —se burló arqueando una ceja.

Yoongi resopló con diversión.

—Como si pudieras olvidar mi voz —contestó arrogante—. Mañana encontrémonos antes de la boda para firmar el contrato —informó, porque claramente no se lo estaba pidiendo.

—¿Contrato?

—¿Qué? ¿Esta vez eres tú el que no recuerda nada? —se burló.

—Simplemente aquella vez no entraste en detalles de aquel contrato que mencionas, solo dijiste qué harías uno —explicó torciendo sus labios.

De todas formas podrás leerlo mañana —descartó—. Cambiando de tema. ¿Ya tienes un traje para mañana? ¿Uno que tu padre no haya elegido para ti? —le recordó.

—Por supuesto —mintió.

Entonces no, seguramente lo olvidaste —canturreo—. Te enviaré la dirección de una tienda, ve allí, el encargado es un conocido mío que sabrá lo que deseas y necesitas con solo una mirada —anunció.

—Uh, eso es... —balbuceo sin saber qué decir.

Se dice gracias, niño —corrigió y Jimin refunfuño logrando sacarle una sonrisa a Yoongi por el infantil sonido—. Te veo mañana, finge que seguimos sin hablarnos —le recordó cortando la llamada antes de que pudiera decir algo más.

Frunciendo el ceño mientras contemplaba la pantalla de su celular, Jimin guardó el número como "idiota arrogante" antes de que este sonara avisando de un mensaje del mismo tipo con la dirección de la tienda.

El sonido del teléfono fijo le hizo despegar la mirada de su celular y contestar la llamada de su secretario.

Señor Park, la secretaria de su padre informó que el senador Park ha estado intentando contactar con usted sin respuesta —informó.

Por supuesto que no pudo logrado, Jimin había estado ignorando cada una de sus llamadas y mensajes.

—¿Te dijo qué era lo que desea? —preguntó aburrido.

Quiere juntarse con usted durante el almuerzo —contestó—. El mismo restaurante de siempre a las dos en punto.

—No puedo, llama y dile que tengo cosas importantes que hacer —negó por primera vez y... Se sintió realmente bien.

Uh... Claro —pronunció su secretario sonando realmente sorprendido.

—Ah, también llama a la modista y cancela la entrega de mi traje —pidió—. Saldré de la oficina y no creo volver, por lo que cancela cualquier reunión y el trabajo pendiente envíamelo a mi correo —ordenó.

Por supuesto, señor Park —respondió.

Cortando la llamada, Jimin comenzó a preparar sus cosas listo para ir a la tienda que le había indicado Yoongi.

—Señor Park —pronunció su secretario en cuanto abrió la puerta de su oficina listo para salir.

—¿Qué ocurre? —le observó.

—El senador Park está en la línea dos —anunció viéndose algo preocupado.

—¿Él realmente llamó? —preguntó con sorpresa que no pudo ocultar.

Era la secretaria de su padre quien siempre contactaba con él después de todo, nunca lo hacía directamente a menos que estuviera fuera de horario de trabajo, y entonces era su madre quien lo hacía.

—Sí, señor —asintió—. Le está esperando.

—Uh, bien —musitó volviendo al interior de su oficina.

Respirando profundamente, sus labios se torcieron en una mueca mientras aceptaba la llamada y se llevaba el aparato contra su oído.

Habría preferido evitar la seguramente desagradable llamada, pero sería demasiado obvio si lo hacía en ese momento por lo que no le quedaba de otra más que aceptar.

—Habla Park Jimin —anunció.

Finalmente te dignas a contestarme —le espetó su padre infelizmente.

—Lo siento, estaba ocupado —se excusó escasamente, sin entrar en detalles.

Desde ayer que estoy intentando comunicarme contigo —gruñó.

—Estaba ocupado —repitió ignorando las ansias que provocaba en él con su tono severo—. ¿De qué deseabas hablar conmigo, padre? —preguntó cambiando de tema.

—¿Desde cuándo eres cercano a Min Yoongi? —interrogó—. Espero que no hayas hecho nada estúpido como decirle lo que ocurrió entre Su-ji y tu amigo por tú culpa —advirtió.

—Te lo dije antes y te lo digo ahora, que la perfecta Su-ji decidiera serle infiel a su prometido no tiene nada que ver conmigo —espetó con irritación—. No soy cercano a Min Yoongi tampoco.

No inventes excusas para tus sucios trucos empleados para arruinar la imagen de tu prima —regañó severo.

—Tengo cosas más importantes que hacer como planear ese tipo de cosas infantiles, Su-ji es la que siempre tiene tiempo libre —se burló sin poder contenerse.

—¡Park Jimin! —exclamó con enojo—. Si sigues manteniendo esta actitud no te atrevas a ir a la boda de Su-ji mañana —advirtió.

Jimin abrió la boca y se tragó la disculpa que deseaba salir de sus labios. No, él no tenía por qué disculparse y no lo haría, no había hecho nada malo.

—Lo dices como si realmente fuera todo un honor ir —se mofó—. Y aunque sinceramente quisiera obedecer, ¿cómo se vería si el querido primo de Jung Su-ji no asiste a su boda cuando ambos se llevaban tan bien? —expresó.

Tan bien como te llevas con Min Yoongi, ¿no? —dijo con arrogancia—. Dices no llevarte bien con él, pero aun así me llegaron fotos comprometedoras de ustedes dos en un bar.

Jimin alzó ambas cejas con sorpresa, sin poder creer que su padre tuviera algún material de ello, estaba seguro de que alguien como Min Yoongi era capaz de ocultar ese tipo de cosas de los medios, sino la situación en las vegas también habría salido a la luz hace tiempo.

Pero de todas formas, aunque su padre tuviera algo sobre aquel día, no tenía nada de qué preocuparse porque ninguno de los dos había hecho nada malo más que beber y hablar.

—¿Así que ahora beber algo es sinónimo de algo comprometedor? —exclamó con sorpresa fingida—. Lo siento, padre, tendré más cuidado en el futuro con quien decidido beber alcohol —pronunció con fingida preocupación.

No me gusta tu tono, Park Jimin —le advirtió en un gruñido.

—Lo siento, padre, te tengo que dejar —anunció—. Tengo una reunión importante a la cual asistir —dijo y cortó la llamada.

Con su corazón latiendo agitadamente dentro de su pecho, Jimin observó su mano sobre el teléfono fijo y una sonrisa tiro de sus labios lentamente mientras la euforia recorría su cuerpo.

Realmente, se estaba revelando contra su padre finalmente.

—Y solo es el primer paso... —murmuro encantado con la idea—. Ya entiendo por qué me cortaste antes, señor Min —sonrió disfrutando de la sensación que recorría su cuerpo por el simple hecho de haber tenido la última palabra.

Era algo de juego y poder.

—Entonces, hora de ir de compras —se alentó a sí mismo, saliendo de su oficina sin permitir que la conversación con su padre arruinara todos sus planes.

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