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Capítulo 28💋


Terminando de revisar unos documentos en su computador, Min Yoongi envió un correo pidiendo que corrigieran algunas cosas y luego cerró la pestaña, acabando con su trabajo por ese día.

Estirando su cuerpo, se levantó del sofá y observó a su alrededor, extrañándose inmediatamente cuando no encontró a cierto rubio en la habitación, esperando a que terminara mientras se distraía con su celular, veía la TV en un volumen moderado o simplemente leía una revista cualquiera.

No verle sentado frente a él, o recostado en la cama, esperando, fue un poco desconcertante, ya que en cierta medida, como que ya se había acostumbrado a tenerlo siempre a su alrededor en los pocos días que ya llevaban en Hawái.

¿En dónde se había metido Jimin?

Frunciendo ligeramente el ceño, lo buscó en el baño y la cocina antes de finalmente salir a la pequeña terraza de su cabaña privada, un poco extrañado de no encontrar a Jimin en ninguna parte.

Difícilmente creía que este hubiera salido solo y sin decirle nada, no cuando estaba la probabilidad de que se encontrara con algún integrante de su familia y eso era lo que menos deseaba él, o cualquiera de ellos realmente.

No cuando los familiares de Jimin tomaban cualquier oportunidad para fastidiar con la asquerosa imagen de paz, amor y amistad en sus vacaciones soñadas, mientras el senador Park seguía hablando mierda de todos, concentrado más en su hijo obviamente, y Su-ji con sus molestos intentos de parecer la mejor amiga de ellos.

No, Jimin definitivamente no saldría solo. Y el hecho de que pudiera estarlo sin él a su lado para apoyarlo o defenderlo, le molestaba.

Observando a su alrededor, contempló finalmente, como no muy lejos de ahí, abajo en la playa, Taehyung se encontraba jugando con Jungkook y Jimin, los tres tirándose agua infantilmente entre ellos mientras reían y hablaban, simplemente divirtiéndose como si nada importara.

Con aquel molesto sentimiento en su pecho volviendo a presionar y las extrañas mariposas resurgiendo en su estómago, Min apartó una silla de la mesa para cuatro y tomó asiento.

Aunque no lo quisiera, sus ojos inevitablemente seguían a Jimin, atraídos por su sonrisa, por su belleza. Era increíble como el cambio de ropa y un nuevo corte de pelo podía cambiar tanto la apariencia de alguien, de una persona callada, recatada, tímida y sumisa a alguien alegre, sexy, divertido y muy social.

No, si lo pensaba bien, Jimin siempre había sido así en realidad, solo que ocultaba esa parte de sí mismo a su familia y a todo el mundo, temeroso de lo que su padre y cualquier otro podría decir o pensar de él.

Jimin solo había necesitado el apoyo de una persona para poder florecer como realmente era, alguien con una personalidad tan... Deslumbrante y encantadora.

La belleza y brillante personalidad de Jimin era como una dulce miel para las abejas, quienes atraídos por él intentaban acercarse, hablarle o simplemente se quedaban admirando, preguntándose si él era real o no con aquella sonrisa cálida y sus hermosos ojos gris azulados brillantes de alegría.

Y Yoongi entendía perfectamente ese sentimiento, habiendo pasado tanto tiempo con Jimin, queriendo que su falso matrimonio y relación pareciera real, no se había percatado en qué momento todo dejó de ser fingido y se volvió... Exactamente eso, real.

Aunque no lo admitiera, pasaba el día esperando hablar con Jimin, para salir en sus citas, verlo y escucharlo.

Joder, en ese punto, hasta ya podía admitir que estaba disfrutando y divirtiéndose más con Jimin que en cualquier otra relación en el pasado. Y que se llevara bien con sus amigos no dolía para nada.

Era... La mejor relación que había tenido en mucho tiempo.

—Ash... Estoy en problemas —suspiró cruzando sus brazos sobre su pecho mientras se recargaba en el respaldar de la silla y estiraba sus piernas frente a él, cruzándolas relajadamente.

Jimin era demasiado bueno para ser real, la conexión entre ellos era innegable y no se trataba de algo tan simple como solo amistad, porque entonces no habría la tensión y atracción sexual que había entre ellos cada vez que estaban juntos.

Y no era solo una cosa de su parte, porque también podía sentirlo desde Jimin.

La forma en que le observaba cuando pensaba que él no lo hacía, sus bonitos y malditamente tiernos sonrojos, su timidez ante el acercamiento, los nervios que intentaba ocultar inútilmente cuando se tocaban y la felicidad que expresaba su rostro cada vez que tomaba su mano, entrelazando sus dedos.

La forma en que respondía sus besos también había sido una gran señal, expresaba tanto en ellos sin darse cuenta, que Yoongi no había podido volver a besarlo de forma intensa, porque entonces él también se vería envuelto en la pasión de Jimin y eso... Sería peligroso.

Desde aquel día en la oficina del nuevo trabajo, cuando Su-ji había ido a molestarlo, había mantenido sus besos castos y dulces, no muy seguro de poder contenerse y no caer en aquella fogosidad que era Park Jimin.

Un fuego dulce que lo abrazaba y envolvía sin quemarlo.

Pero mientras se mantenía alejado de todo lo sexual, manteniendo contactos simples como un abrazo, las manos y un beso en su frente o nariz, se alejó de su zona de confort que era como habitualmente trataba a sus parejas, solo sexo y citas ocasionales, y eso le llevó a realmente conocer a Jimin, estableciendo otro tipo de conexión que no había sentido con otras personas.

¿Quién habría pensado que podía divertirse tanto en un parque? ¿O que tendría sentido ir al cine a pesar de que tenía una gran pantalla de TV que cubría la mayoría de su pared con todas las plataformas disponibles? ¿Esperar ansiosamente ir a un restaurante cuando tenía chefs reconocidos trabajando en su cocina?

Teniendo todas esas comodidades en la palma de su mano, ¿por qué querría salir al mundo?

Por Jimin, exactamente.

Porque al estar viviendo bajo los mandatos de su padre, este no había podido disfrutar ni de las cosas más simples y básicas, y eso, le había llevado a desear inconscientemente querer mostrarle todo el mundo.

Y su viaje a Hawái solo le había estado mostrado cosas que aún no quería aceptar, que no deseaba ver, aún.

Se sentía atraído por Park Jimin más allá de una simple atracción. La intensidad de sus deseos por mantenerlo cerca, apreciar su sonrisa y anhelar sus labios, revelaba mucho para ser ignorado simplemente.

Demonios, que tuviera un cuerpo digno de ser lamido y mordido tampoco dolía, en especial cuando lo combinaba con aquella dulce personalidad suya que sabía equilibrar perfectamente entre lo sensual, divertido, atractivo y un toque de ternura.

Perfecto.

Yoongi sabía que no existía la perfección, pero no podía dejar de pensar en esa palabra cada vez que Jimin aparecía en la escena, y estaba mal, porque mientras para él era perfecto, la verdad es que no cumplía con los requisitos para ser su esposa ideal.

El primer problema es que no era mujer y eso fue todo. No había nada que hacer con ello.

Y por primera vez, se encontraba luchando con su interés personal, y con los de su familia, algo que nunca había ocurrido, y lo que le tenía algo ¿desequilibrado?

Necesitando hablar con alguien para aclararse, sacó su teléfono celular y marcó el único número que sabía que le ayudaría.

Ya era momento de hablarlo con alguien, y una nueva perspectiva tal vez le ayudaría a comprender... No, a llegar a una respuesta.

—Estoy en problemas —anunció cuando Namjoon contestó la llamada.

¿Qué sucede? —preguntó preocupado—. ¿Dónde está Jungkook? ¿Por qué no está contigo si viajó también a Hawái? —cuestionó—. ¿Tus sombras? ¿Las volviste a abandonar, Min? —reprochó.

—Jungkook está jugando con Jimin y Taehyung en la playa —contestó, observándolos, contemplando la perfecta visión de Jimin divirtiéndose tan relajadamente.

¿Y tú?

—Los estoy viendo.

Entonces, ¿cuál es el problema? —preguntó confundido.

—Te diré cual, siento un interés por Park Jimin que va más allá de lo normal —anunció—. Es raro, Nam, tengo que admitir que nunca me he sentido así por nadie más y esto me tiene...

¿Confundido? —preguntó suavemente y Yoongi podía casi vislumbrar en su mente la sonrisa de su mejor amigo con ello.

—Uhm, yo diría más bien en un dilema —corrigió—. No estoy confundido, sé lo que siento y por qué lo siento. El problema reside en cómo actuar a continuación, qué acciones seguir —explicó.

—Sabes lo que sientes y por qué lo sientes —repitió—. Si es así, ¿por qué no lo dices en voz alta? —cuestionó.

—¿Acaso hacerlo hace alguna diferencia? —resopló.

—Sí, y lo sabes.

Frunciendo el ceño, Yoongi observó a su alrededor, pero inevitablemente su mirada volvió a Jimin, apreciando su hermosa sonrisa que iluminaba su rostro completamente mientras su cabeza estaba ligeramente inclinada hacia atrás, disfrutando con una puesta de sol iluminando desde su espalda.

Tan... Malditamente hermoso.

—Estoy enamorado —anunció y su corazón se aceleró tras decir aquellas palabras.

—Sí, lo estás —dijo satisfecho—. Y si tienes miedo de hacer algo al respecto porque no sabes si Jimin...

—No tengo miedo de hacer algo al respecto —interrumpió.

¿Entonces? —expresó confundido.

—También sé que Jimin está enamorado de mí, solo tienes que ver cómo actúa a mi alrededor, para ser una simple amistad, ambos actuamos muy diferente cuando estamos con el otro —reconoció pensativo.

—Espera Yoongi, estoy confundido —anunció.

—¿Por qué estás confundido? Te estoy diciendo lo que seguramente querías escuchar —indicó.

—Precisamente por eso estoy confundido, no pensé que aceptarías tan rápido estar enamorado de Jimin —explicó—. Considerando tus relaciones previas y tu concepto del amor, creí que serías un idiota, lo negarías y luego te haríamos entrar en razón.

—Negarlo solo es una estupidez, una pérdida de tiempo y sería engañarme a mí mismo —resopló—. Sé lo que siento y lo que Jimin siente, aunque este aún no lo quiera admitir.

—Entonces, ¿cuál es tu dilema?

—Ya sabes de mi familia, Namjoon —comenzó—. Desde que perdí a mis padres a temprana edad en aquel accidente, siempre me esforcé en ser lo que ellos deseaban que fuera. ¿Un hombre de negocios? Hecho. ¿Alguien digno del apellido Min? Seguro. ¿Dominar el mundo de los negocios? Fácil. ¿Hacer respetar nuestro apellido? Siempre. —expresó con tono casi frío—. Llámalo culpa o lo que sea por haber sido tan rebelde con ellos cuando estaban conmigo, nunca en mis treinta años me interesó hacer algo diferente, pero con Jimin llegando a mi vida...

¿Esto es por el deseo de tus padres para que encontraras a la mujer perfecta, casarte y establecerte con hijos? —preguntó.

—Nunca tuve problemas con seguir sus deseos, Namjoon, pero ahora... No quiero hacerlo —reconoció en un suspiro.

Si pides mi opinión, no creo que estés teniendo problemas para decidir qué hacer, Yoongi, para mi sabes exactamente lo que quieres, pero tienes miedo —expresó.

Yoongi arrugó su nariz—. ¿Por qué tendría miedo? Yo nunca lo tengo de nada.

Tienes miedo de la intensidad de tus sentimientos, temes porque nunca has sentido algo remotamente similar a lo que estás sintiendo ahora y eso es, porque en esta ocasión realmente te has enamorado. Jimin ha traspasado cada una de tus barreras, se diera cuenta este o no, y es por eso por lo que temes —explicó.

—Correcto —musitó simplemente, observando a Jimin acercarse al terminar de jugar con sus amigos.

Eso era precisamente lo que le ocurría, y la razón por la cual había llamado a Namjoon, para que le dijera exactamente lo que ya sabía y le costaba aceptar.

—Te daré un consejo —anunció interrumpiendo su línea de pensamiento—. No dejes que los deseos de otros dirijan completamente tu vida, ni aunque estos sean tus padres, mi amigo. No siguiendo tus propios deseos, llegará el día en que mires atrás y te arrepentirás de las cosas que podrías haber hecho y no hiciste.

—No soy una persona de arrepentimiento, Namjoon —le recordó.

—Porque hasta el momento no has tenido nada de qué hacerlo, pero ¿puedes imaginarte dejando a Jimin luego de los seis meses establecido y, en cambio, verte casado con una mujer tan superficial como Su-ji? —cuestionó.

La idea se presentó en el cerebro de Yoongi, pensó en ella, la digirió y...

—No quiero que esté con otra persona —espetó molesto con la posibilidad de que Jimin terminara con otro hombre que no fuera él.

Que un estúpido imbécil ocupara su lugar apreciando sus sonrisas, tocando su cuerpo, ocupando de su tiempo, no, no era posible.

Jimin no tenía demasiado buenos gustos en los hombres si recordaba a la basura Kang, él había sido la única excepción.

—Nadie es mejor para él más que yo —anunció.

—Bueno, parece que ya has tomado una decisión —expresó sonriente.

—Podría decirse, algo así —pronunció levantándose de la silla cuando finalmente perdió de vista a Jimin.

Eso bueno, no tendré que advertirte entonces respecto a ser un idiota y lastimar a Jimin, perdiendo tu oportunidad de ser feliz —dijo satisfecho—. ¿Sabes? Creo que es la primera vez que realmente me llamas por un consejo, me escuchas y no terminas hablando contigo mismo. Se siente...

—Si, si, lo que sea —respondió y se detuvo a sí mismo antes de cortar—. Jimin me contó que sentía cierta tensión sexual entre SeokJin y tú, tal vez deberías de tomar tu propio consejo y hacer algo al respecto —anunció y cortó la llamada, sin darle la oportunidad a su amigo de pronunciar más que balbuceos.

—¿Yoongi? ¿Estás aquí? —preguntó el hombre que últimamente dominaba todos sus pensamientos.

—Aquí —anunció, entrando en la casa. Una sonrisa se torció en sus labios al contemplar a Jimin todo empapado mojando el piso.

—Sé que estoy haciendo un desastre, pero prometo limpiar después —aseguró sonriente—. Lo siento, ¿interrumpí en tu llamada? ¿Trabajo? —preguntó al contemplar su teléfono en mano.

—No, está bien, ya terminé de trabajar y solo era Namjoon —aseguró—. ¿Qué sucede?

—Kook y Tae querían bajar al bar del hotel, Jungkook dijo que también había una sala de entretención e incluso una pista de baile —explicó.

—¿Seguro de que no prefieren salir a un bar? —preguntó.

—No tiene sentido salir a otro lado cuando aquí puedes disfrutar de lo mismo y no va a estar infestado de personas —se encogió de hombros—. Además, si vamos a otro lugar, Jungkook no podrá divertirse y relajarse un poco como aquí.

—De acuerdo, ve a bañarte primero y no te preocupes por el suelo, después lo arreglamos —aseguró.

Jimin frunció ligeramente sus cejas mientras mantenía su sonrisa.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Perfectamente —respondió Yoongi, sonriente.

—¿Seguro? Te siento algo... Diferente —observó.

—¿Estás diciendo esto para que te ayude a bañarte? —preguntó arqueando una ceja—. Solo debías de decirlo, cariño —expresó acercándose.

—¿Q-qué? ¡No es eso! Estoy bien —exclamó sonrojándose antes de alejarse rápidamente en dirección al baño—. ¡No entres! —advirtió cerrando la puerta.

Min simplemente sonrió mientras observaba la puerta, definitivamente le ponía nervioso, y sí, eso definitivamente le gustaba.

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