Capítulo 55: La Misión de un Príncipe
Sinopsis: Ingenuo aquel que renuncia a su corona para mostrar que la merece.
[...]
La peregrinación de Shouto no es fácil, aunque desde que llegara a Hosu nada lo ha sido. No es fácil pasar hambre, dormir en el suelo, atender la tirantez de su pierna o navegar en un bosque tupido confiando en avanzar en la dirección correcta. Hay días en los que se arrepiente de su decisión, hay días en los que retoma la marcha con más energía decidido a encontrar la villa de Nezu, y hay días en los que se desprecia de tal forma que todo lo demás pierde sentido.
Con una lentitud aberrante los días se convierten en semanas y las semanas en meses, y Shouto descubre que rastrear una villa a la que llegó en una camilla en un terreno inmenso e inexplorado es otra de las decisiones estúpidas que ha tomado últimamente.
Es un milagro realmente el que le permite encontrar el rastro de una caravana de transporte que asciende un terreno desigual perdiéndose entre las montañas. Shouto decide seguirlo hasta que eventualmente los centinelas de la región lo detectan y lo emboscan.
—Busco al Coronel Nezu —responde Shouto con las manos en alto en voz lo suficientemente clara para evitar malentendidos—, quiero hablar con él sobre el tratado de paz.
—¿Qué paz? —responde el hombre frente a él embozado en el mismo uniforme negro que usa Shouto pero que se ve limpio y nuevo a diferencia del suyo.
—Soy Shouto Todoroki, Príncipe Heredero del Reino de Yuuei, y vengo aquí para discutir la paz entre los nuestros.
La respuesta que recibe es un puñetazo al estómago, una inspección minuciosa de sus armas y provisiones antes de que los centinelas lo aten para trasladarlo hasta su campamento. Shouto había considerado la posibilidad de convertirse en prisionero, otra de esas ideas que sonaba sensata en su mente pero que resultaba incómoda en la práctica.
Sus captores discutieron frente a él la posibilidad de asesinar al salvaje y permitir que los carroñeros se cebaran con su cuerpo. Shouto repitió su discurso una y otra vez repitiéndoles que había sido invitado de Nezu, que había comido en su mesa –una mentira poco importante– y que incluso había parlamentado con su administrador y su primer oficial.
Ofreció tantos detalles de la villa de Nezu y sus costumbres que los centinelas terminaron por creerle y lo llevaron hasta la villa del Coronel donde descubrió que la apacible imagen que recordaba de su estancia se había convertido en un sitio de refugiados, soldados y nuevas murallas defensivas.
A Shouto no le sorprendió que lo metieran en una celda, ni que lo dejaran ahí durante días alimentándolo con mala comida y agua que sabía raro, se había preparado para eso así que hizo las paces con la idea y esperó hasta que el Coronel se apareciera.
—También podría hablar con el oficial Hawks —sugirió Shouto en una ocasión. Solo entonces se enteró que Hawks y varios de sus hombres se habían marchado a las montañas a sellar los túneles que conducían a la Ciudadela. La noticia hizo que Shouto entrara en pánico, pero sus exigencias en hablar con el Coronel o Hawks cayeron en oídos sordos.
Grande fue sorpresa cuando su primer visitante no fue el hombrecito con cara de ratón que gobernaba la villa sino su guapo y sonriente primer oficial: Hawks.
—Había creído que saltar por la ventana había sido uno de esos eventos únicos que ocurren cuando alguien pasa mucho tiempo encerrado —dijo Hawks recordándole a Shouto la forma como se conocieron—, pero saber que has vuelto, solo, dispuesto a ser capturado, me hace pensar que este joven señor guarda en realidad intenciones suicidas.
—Quiero hablar con el Coronel Nezu.
—Sí, eso han dicho mis hombres.
Hawks sacudió la cabeza y tras suspirar ordeno que le permitieran a Shouto bañarse, cortarse el pelo, y cambiarse antes de invitarlo a una comida privada en una pequeña sala de la Casa Principal.
La esperanza de Shouto revivió al sentirse limpio y aseado por primera vez en semanas, y la perspectiva de una comida abundante hizo que su estómago se revolviera con interés. Su hambre era tal que apenas se sentó en la mesa en la que Hawks esperaba un rugido inesperado hizo al oficial reírse.
—Adelante, joven señor, comamos antes de hablar.
—No, primero quiero saber si es verdad que estás sellando los túneles de la Ciudadela.
—Una precaución para evitar que el General envíe a sus bestias por nosotros.
—Tienes que detenerte —y procedió a explicarle el plan de Katsuki—. No sé si habrá logrado entrar en los túneles o si aún estará buscando una entrada, lo único que sé es que no puedes tapar su única ruta de acceso.
—Lo siento, joven señor, hemos derrumbado la entrada a todos los túneles de la zona. Es por seguridad de la villa. El único consuelo que puedo ofrecerte es que ninguno de mis hombres encontró rastros de visitantes así que con toda probabilidad tus amigos entraron por otro lado. Con suerte también saldrán por ahí.
—Pero si no lo hacen-
—Está más allá de mí, joven señor —respondió Hawks balanceando en la mano un vaso bajo en el que se mecía un líquido oscuro y denso—. Los túneles están cerrados y no puede hacerse nada. Así que te sugiero comer si quieres que hablemos de la razón de tu visita.
Shouto obedeció pues su hambre era demasiada y necesitaba energía para hablar con Nezu. Tras acabar con su plato y probar la bebida que tenía en su vaso, un calor inefable le quemó la garganta haciéndolo toser.
—Entonces, joven señor, ¿a qué debemos su inesperado regreso?
—Preferiría hablar con Nezu personalmente.
Hawks suspiró. —El Coronel ha muerto, algunos dicen que en batalla pero otros sospechan asesinato.
La revelación hizo que Shouto se apoyara en la mesa para mirar a Hawks mientras este seguía bebiendo con sus ojos fijos en él.
—¿El Coronel Nezu está muerto?, ¿quién gobierna ahora?
—Un servidor.
—Entonces es contigo con quien debo hablar si queremos paz.
—La paz ahora no es una opción, joven señor, no mientras el General exista.
—Pero si luchamos contra él...
Hawks sacudió la cabeza.
—Lamento si esa fue la razón que te trajo hasta aquí pero mi gente no participará en esta guerra.
Shouto lo miro asombrado, era extraño oír esa declaración de la boca de alguien que meses atrás había jurado matar al General. Alguien que había desafiado a su propio Coronel a fin de conseguir venganza.
—¿Qué paso con el hombre que nos ayudó a Kamui y a mí?
—El hombre vengativo que conociste murió en los túneles de la Ciudadela cuando perdió su oportunidad de matar a Shigaraki. El hombre egoísta que ansiaba luchar murió junto con el Coronel Nezu. Fue mi culpa que abandonara la villa, en su intento por salvarme Nezu cometió el error de confiar en el General, y sin él ahora soy yo quien toma las decisiones. Soy yo quien debe pensar en las consecuencias. Solo ahora que paso mis días contando nuestras provisiones y el registro de nuestros muertos, entiendo por qué el Coronel se negó siempre a participar en la guerra, pero es demasiado tarde para decírselo.
—Pero hay personas que no comparten la visión del General.
—Por supuesto, pero es apenas un puñado comparado con las personas que le son leales. Ni siquiera la verdad los ha hecho abrir los ojos.
—¿Qué verdad?
—¿Acaso no lo sabes? El General es uno de los tuyos, pero fue su control sobre las bestias y su poder de persuasión el que lo hizo conseguir aliados y seguidores.
—¿Cómo sabes tú eso?
Y es así como Hawks le relata su encuentro con Izuku además de su breve estadía como prisionero de Aizawa.
—Me dejaron marchar, y les prometí que le contaría a la gente la verdad sobre el Genera.
—¿Y?
—He escrito cartas, muchas de ellas me han sido devueltas sin abrir porque el General nos ha declarado renegados pues asesinamos a la comitiva que envió para tomar el control de la villa y nos hemos negado a seguir participando en su guerra. Quienes me han contestado me han dicho claramente que se niegan a creer mis mentiras y me acusan de elaborar rumores asquerosos sobre su líder.
—Pero es la verdad.
—No seas ingenuo, joven señor, ¿a quién van a creerle? ¿a su líder que les ha proporcionado estabilidad y desarrollo o a ustedes, quienes han invadido nuestra tierra para matar a nuestra gente?
—Queremos liberar a los prisioneros-
—Haya paz, joven señor —lo interrumpió Hawks alzando las manos en señal de rendición—. Tan solo estoy repitiendo lo que escucho decir. Debes entender que esta no es una guerra que vaya a terminar solamente por un rumor, si el General gana esa verdad no importará, si pierde tal vez el resto este dispuesto a escuchar sobre la paz o tal vez no. Pero en este momento, nadie va a sentarse en una mesa de dialogo. Lo siento.
—No quieres hablar de paz, pero tampoco quieres luchar.
—¿Qué has visto al llegar aquí? Todos los refugiados que fueron expulsados de sus hogares por tu gente ha huido a las ciudades. Los que se encontraban más cerca del territorio de la Bestia terminaron llegando aquí en lugar de hacer el largo trayecto hasta la Capital. Tenemos muchas bocas que alimentar este invierno, la mayoría son ancianos o niños cuyos sus padres se han ido a la guerra, la mayoría de ellos están enfermos y es posible que no sobrevivan a la dura vida en las montañas. No tengo suficientes hombres para proteger la Villa en caso de una emboscada, menos aún hombres para aportar a tu lucha.
Otro fracaso, piensa Shouto con repentina claridad. Fija los ojos en la comida mientras sus errores se alinean en su mente en un desfile que parece interminable.
Arriesgue la vida de mis amigos despreciando las consecuencias. Desafíe la autoridad de mi padre y me apropie de un barco para ir a recogerlos. Desembarque en Hosu con un solo omega para encontrarme con alguien que nunca había conocido. Permití que nos capturaran y gracias a eso termine con una pierna débil que me causara dolor el resto de mi vida. No fui lo suficientemente rápido para evitar que Eijirou terminara herido y en lugar de volver con él para completar nuestro trabajo volví a embarcarme en otro viaje sin esperanzas.
Quiere reírse de su estupidez, pero lo único que consigue hacer es cubrirse los ojos con la mano mientras apoya el codo sobre la mesa. Vuelve a sentirse inepto e inadecuado, la misma emoción deprimente que se aferró a él tras la muerte de Kamui.
—El joven señor necesita desahogarse —murmuró Hawks de pronto y al alzar los ojos lo vio mirándolo—. Hay quien dice que un oído extraño sirve mejor que uno amigo.
Volvió a beber sin dejar de mirar y fue el cansancio que vio en sus ojos lo que incitó a Shouto a explicarle lo que nunca podría decirle a Aizawa ni a nadie. Le hablo de los errores y las indecisiones, del sentimiento de incompetencia que sentía al compararse con la "Bestia", del rencor que le había guardado a su padre y por supuesto de la sensación de absoluto fracaso que lo rodeaba. Hablo durante horas vaciando su copa con calma mientras el calor se expandía por su esófago y el peso sobre sus hombros se disolvía.
Al terminar se quedó vacío, que era muchísimo mejor que la desilusión anterior.
—Tu viaje aquí no ha sido en vano, joven señor —respondió Hawks con un suspiro mientras se servía otra copa—. Algún día habrá paz. Algún día, dentro de varios años, nos sentaremos en una mesa a dialogar sobre ella, pero no será hoy. Sin embargo, creo que puedo darte algo a cambio, ¿me permites ofrecerte un consejo?
—Adelante —dijo Shouto y acepto que volvieran a llenarle el vaso. Empezaba a notar caliente el cuello y la sensación no le desagradaba.
—Mi consejo es este: Sé un Príncipe.
—¿Qué?
—Por lo que entiendo has intentado probar tu valor como guerrero, no como líder, y ese es tu error. No crees que eres digno de ser un líder si no pruebas tu valor, pues tengo noticias para ti, la corona que te espera es tuya, no tienes que luchar por ella y no tienes que ganarla. Eres su dueño por derecho y en lugar de usarla has corrido al otro lado del mundo buscando una respuesta que ya tienes en la mano. Eres un Príncipe, y como tal cuentas con obligaciones que no puedes ignorar, pero también posees algo que el resto de nosotros no. El poder para moldear el mundo.
"Pudiste haber enviado hombres capacitados para recolectar a tus amigos, pudiste haber enviado hombres de confianza O embajadores, en este viaje, en lugar de venir personalmente, pudiste haberte quedado en la prisión en lugar de embarcarte en una misión de rastreo con tu pierna mala. Todo lo que has hecho ha sido para demostrarle a tu gente que eres un guerrero, pero ellos no necesitan eso, necesitan un líder que tome las decisiones difíciles y los dirija."
"No todos podemos ser la Bestia. Los rumores que se cuentan de él son asombrosos, crecen como flores en el campo y no paran; algunos creen que ha muerto, otros dicen que aún lucha en el frente arrasando campos y destruyendo vidas, cualquiera que sea la verdad su historia seguirá aquí aunque nosotros desaparezcamos. Su leyenda será susurro de advertencia entre mi gente, y estoy seguro que es un canto de orgullo entre la tuya. Pocas personas pueden hacer lo que él hizo, pocos pueden ser guerreros formidables que reclamen para sí el título de reyes. Compararse con ellos no sirve de nada."
"Tú y él no son iguales por el simple hecho de que tu naciste para gobernar. Él luchó y se erigió su propio trono, pero el tuyo te fue entregado desde el mismo momento en que aspiraste tu primer aliento de vida. Así que no sigas los pasos de la Bestia, no intentes llenar los zapatos de tu padre. Sé el líder que tu pueblo necesita, pues ellos te recordaran como el Príncipe que no supo gobernar o como el rey que los guio hasta el final de esta guerra. Así que la decisión es tuya, te quedarás aquí a llorar por los fracasos o bajaras hasta la bahía para reunirte con los tuyos a reclamar tu trono"
[...]
Muchos recordaran el invierno de ese año en Hosu como uno de los más largos y duros que hayan experimentado. Y uno de los recuerdos más claro en la memoria de aquellos que estuvieron ahí será el persistente aroma de la madera quemada proveniente de las grandes fogatas que rodean cada campamento salvaje. Otros recordaran los gritos de batalla y los campos llenos de cadáveres.
Los barcos con provisiones que provienen del Reino de Overhaul reponen todo aquello que lo salvajes han robado de las torres de vigilancia y evitan que los refugiados en las ciudades y villas se mueran de hambre durante ese invierno que parece interminable.
Hacia el Noreste, en una pequeña región perdida en las inmediaciones del desierto, el territorio del antiguo Coronel Nezu ha cerrado sus fronteras exigiendo justicia por la aldea masacrada y la muerte de antiguo líder, un hecho que escandaliza a la mayoría aunque resulta imposible ejercer un castigo contra los desertores dada la guerra que libran en ese momento.
En el Sureste los barcos de Yuuei se alinean en torno al improvisado campamento del Príncipe Natsuo que recibe con alegría al Príncipe Heredero que toma control sobre la ruta de suministros que provienen del otro lado del mar así como el control de la flota que se enfrenta a los barcos enemigos.
En el Centro, en la vieja prisión que fuera testigo del nacimiento de la "Bestia", Aizawa y su grupo se encarga de ser el intermediario entre el campamento de Yuuei en la playa y el campamento en el frente, además de servir como clínica principal para atender a los heridos.
Hacia el Sur se encuentra el campamento de las Matriarcas, que manejan el traslado de suministros desde el mar hasta quienes luchan en el frente, en su mayoría guerreros de las Isla del Sur y barbaros de las Tribus de las Montañas.
Desde el Suroeste hasta el Noroeste se concentran todas la fuerzas de Hosu, avanzando y retrocediendo, defendiendo la Capital y las grandes ciudades que dependen de la presa y los embarcaderos.
Y finalmente al Norte, arriba en las montañas se encuentra la Ciudadela, compuesta de sus túneles inmensos y oscuros que recorren Hosu de lado a lado. En el extremo noroeste se encuentra el edificio principal, ahí donde el Coronel tiene su morada y sus laboratorios, y en el noreste se encuentra la disimulada entrada de un túnel, oculto del mundo, y por el cual emergen figuras pálidas y flacuchas que se tambalean en una zona irreconocible. Muchos de ellos morirán en el camino, demasiado cansados y débiles para soportar la luz del sol, el frío de las montañas y el hambre acuciante, morirán viendo la luz del sol por última vez. Un último consuelo. Otros tendrán la fortuna de encontrar el pequeño campamento perdido en las montañas, un campamento compuesto de antiguos prisioneros alfa y omega, que les procurarán comida, ropa y sustento mientras el invierno se acaba.
Pero la primavera tampoco traerá la paz, tan solo más guerreros que cruzan el mar para luchar en esa guerra cruel, más comida para alimentarlos y más armas para reponer aquellas que caen. La primavera sigue acarreando el aroma del incienso, esa esencia de miel y leche que cubre el mundo y lo deja sordo.
Ese año Tomura no se marcha con los barcos de su padre para una recolección de prisioneros, en cambio le toca defender la segunda ciudad más grande de Hosu mientras los salvajes embisten contra sus puertas. La victoria de Tomura en esa batalla es aplastante y su rugido de éxtasis se oye en el cielo, su éxito se canta entre los suyos y los alienta a seguir luchando.
Pero las victorias y la derrotas se han convertido en platillos de una balanza que no vale nada, pues lo único que queda atrás son cadáveres pudriéndose en los campos que verdecen. Y mientras todos luchan y mueren bajo el sol frío, abajo, en los túneles, un cachorro aprende a sonreír.
[...]
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