Capítulo 42: Secreto
Sinopsis: Tres personas pueden guardar un secreto si dos de ellas están muertas - Benjamín Franklin.
[...]
Sentada en el pasto, en la zona más alejada de los jardines principales, Mina almuerza en silencio junto a la pequeña placa de madera enterrada en la tierra y escondida de ojos curiosos.
No espera compañía y por esa razón su sorpresa es palpable cuando un hombrecillo se abre paso entre los matorrales hasta detenerse al verla. El Coronel Nezu viste como siempre, sin el uniforme del ejército algo que lo hace parecer tan inofensivo como su apariencia sugiere.
—Hola, Mina.
—Buenos días, Coronel.
—No esperaba encontrarte aquí.
—Lo mismo podría decir de usted, señor.
—He venido a presentar mis respetos, estoy seguro de que tú también.
—Sí, también me gusta almorzar aquí.
—Un poco inusual. Tenía entendido que los soldados almuerzan en el tercer edificio cerca de las murallas.
—Solo voy cuando Mashirao me acompaña.
—Ya veo, y si mal no recuerdo el joven Ojiro ha sido asignado como asistente temporal de Mukade.
—El mismo se ofreció, necesita algo con lo que distraerse.
—¿Y tú no?
—No podría olvidar nada de lo que ha pasado ni aunque lo intentara.
—Los malos recuerdos nos persiguen y solo enfrentándolos encontraremos la fuerza para seguir adelante.
Mina asiente mientras sus ojos vuelven a caer sobre la placa. En ella alguien ha grabado el símbolo de un árbol.
—Es una lástima que no pudiéramos ofrecerle un entierro digno. Debería tener una tumba allá afuera, una placa que le recuerde al mundo todo lo que hizo por él.
—Kamui era una persona discreta, amaba la naturaleza y la calma, estoy seguro de que estará más cómodo en un lugar como este.
—Pero nadie recordará su nombre.
—Claro que lo harán. Recordaremos a Kamui con orgullo, como alguien que luchó por la verdad y que arriesgó su vida por evitar una guerra. Y recordaremos a Shinji Nishiya, aquel que fue marcado como traidor y que renunció a su pasado a fin de traer la justicia para su gente.
Cuando mira la placa, Mina no ve el dibujo del árbol o los detalles de la misma, su mente está lejos, evocando el día de la emboscada y el grito de Kamui al ser atravesado por un cuchillo.
—No pudimos salvarlo —dice— estuvimos ahí y no pudimos evitarlo.
—Si estamos asumiendo culpa entonces la mía fue no tratar de convencerlo de quedarse.
—Kamui quería luchar.
—Y también era consciente del riesgo que asumía.
—Pero...
—No, muchacha, no asumas culpas que no te corresponden. Era imposible que pudieras haberlo salvado, estuviste ahí y sobreviviste. Trajiste su cuerpo hasta aquí, y es gracias a ti y a los soldados que iban contigo que ahora él puede descansar en casa.
—Esta no fue su casa.
—Esta es la casa de todos aquellos que lo han perdido todo.
El pecho de Mina se contrae y el dolor la golpea como si fuera la primera vez.
—Kamui —dice Nezu— también lo perdió todo.
—No es igual.
—Claro que no, pero debes entender que no eres la única a quien la crueldad del General ha tocado. Hawks te diría lo mismo.
—¿El Capitán Hawks?
—Al igual que Kamui, Hawks renunció a su nombre y a la lealtad que pudo haber sentido por el General. La única diferencia entre ellos es que Hawks aceptó quedarse aquí y ayudar, aunque no fue fácil. Y con ellos ha habido otros. Algunos huyeron a Overhaul y otros más han sido cazados cuando decidieron pregonar la injusticia de la que se vieron objeto.
—Siempre creí que el General era justo.
—Es justo cuando las cosas avanzan según su dictamen, pero no fue su benevolencia la que puso a Hosu bajo su control. Tú aún eres joven y tal vez no lo recuerdes, en el pasado Hosu estaba dividida en distintos estados, cada uno gobernado de forma independiente. Cuando el General llegó y unifico Hosu, hubo muchas tribus que se opusieron y todas aquellas que no aceptaron unirse a él fueron destruidas. Los Coroneles que gobiernan los ocho estados que componen Hosu son aquellos líderes que le juraron lealtad.
—¿Incluido usted?
—Cuando llego el momento tuve que tomar mi decisión, luchar contra las fuerzas del General o aceptar su gobierno.
—Y se rindió.
—Tome la decisión que mantendría a mi gente a salvo, y que evitaría un derramamiento de sangre innecesario.
—Una decisión cobarde —se arrepiente en cuanto lo dice pero el Coronel le sonríe.
—Kamui también lo pensó.
—¿Por eso no quiso unirse a su casa?
—Kamui tomó sus decisiones, yo tome las mías. No juzgues ninguna con demasiada severidad pues solo los necios se atreven a repudiarlas sin entenderlas.
Alborotándose el pelo, Mina emite un suspiro cansado.
—No puedo juzgar cuando ni siquiera sé qué haré mañana.
—No hay prisa en elegir, aquí siempre tendrás un hogar.
Acompañados por el viento que sopla entre las ramas de los árboles, ambos guardan silencio mientras Mina termina su emparedado.
—Es hora de volver —anuncia Nezu y Mina asiente.
Cuando hacen el viaje de vuelta a la casa principal encuentran a Mukade y a Ojiro esperando cerca del despacho del Coronel.
—¿Qué pasa? —pregunta Nezu al verlos.
—Malas noticias, señor.
No dice nada más, pero es suficiente. El Coronel lo hace pasar a su oficina dejándolos a ellos dos afuera.
—¿Qué pasó? —pregunta Mina en voz baja mientras se alejan.
—Ha llegado un mensaje de la Ciudadela y una orden de captura para el Capitán Hawks.
—¿Qué?
—La orden dice que Hawks cometió asesinato, se enfrentó a los guardias de la Ciudadela, e invadió propiedad privada. Y después huyó. Se exige su captura inmediata y se avisa que cualquier persona que lo ayude, lo oculte, o lo proteja, será considerada traidora.
—¿Y el mensaje?
—Para el Coronel, solicitando que emita un edicto por la cabeza de Hawks y que lo proclame proscrito.
—El Coronel Nezu nunca haría eso.
—No, pero si Hawks vuelve y el Coronel no lo entrega, el General podría exigir la destitución de Nezu.
—¿No hay nada que el Coronel pueda hacer?
—No lo sé.
Mina se acuerda de su conversación con el Coronel y se pregunta si volverá a tomar la decisión que salve a todos o si preferirá luchar por la verdad.
[...]
Kurogiri espera, paciente, hasta que el General se decide a reconocer su presencia, puede verlo trabajar estudiando las lentas reacciones del salvaje en su mesa. Le resulta curioso que de todos los sujetos de prueba que han pasado por su laboratorio, el muchacho de pelo violeta sea el primero al que se molesta en curarle las heridas en lugar de abrirlo como a los otros.
—¿Qué pasa, Kurogiri?
—Seguimos esperando su orden para enviar nuestra flota a Yuuei, señor. Todo se encuentra listo...
—¿Tenemos noticias del ejército de Overhaul?
—No aún, señor.
—No puedo creer que ese mocoso haya olvidado reportarse.
—Podría ser que han encontrado una oposición más fuerte de la que esperaban. Especialmente si el ejército de Yuuei ha conseguido volver.
—Me parece improbable que el Príncipe Chisaki tuviera problemas enfrentando a una tropa sin líder, diezmada y en desventaja. No lo habría enviado si no hubiera considerado su victoria como un hecho.
—Hay muchos factores que se han visto alterados, señor.
—¿Lo dices por Jin? Ciertamente no esperaba que fuera capturado, y ahora incluso su mejor hombre está muerto.
—Tal vez fuera lo mejor, Masukyura era una pieza difícil de controlar.
—Para ti, tal vez; en todo caso sin Jin y sus hombres hemos perdido a nuestros espías en Yuuei, es imposible averiguar qué está sucediendo ahora.
—Lo sabremos en cuanto el Príncipe Chisaki se comunique.
—Ese mocoso está tomándose su tiempo, asegúrate de enviar un mensaje para recordarle nuestro acuerdo.
—Como ordene, señor, ¿aún planea enviar a Tomura al mando de nuestros hombres?
—Dudo que mi hijo decida abandonar su persecución, el ejército tendrá que viajar sin él. Por cierto, ¿tenemos noticias suyas?
—El Capitán Hawks sigue en fuga, el último mensaje de Tomura confirma que sigue tras su rastro. Nada más.
—¿Hay respuesta del Coronel Nezu?
—No.
—Seguramente querrá oír las acusaciones de boca de su capitán y entonces tratará de mediar a su favor.
—¿De verdad lo cree, señor? Después de todo Hawks ha cometido asesinato.
—El Capitán Hawks es uno de sus mejores hombres, y el punto débil de Nezu es precisamente el aprecio que siente por los suyos. Envía un destacamento a su villa, dile que es por precaución, nuestro interés es encontrar a su estimado capitán.
—Como ordene, señor.
—¿Qué mensaje tenemos de Dabi?
—Nada, señor, no llevó ningún cuervo con él. Tendremos que esperar hasta que haga el viaje de vuelta para oír su reporte.
—Bien, mantén a la flota lista. En cuanto Dabi nos confirme que los salvajes de la prisión han sido neutralizados da la señal para que partan hacia Yuuei, no importa si Tomura falta.
—Como ordene, señor, ¿algo más?
—¿Los guardias han terminado de hacer el conteo de todas las cúpulas y la revisión de cada uno de los prisioneros?
—Sí, señor. Todas están a máxima capacidad y descontando ciertas pérdidas naturales, mantenemos un ritmo de producción alto. La finalización de la nueva cúpula está casi lista y estamos planeando un nuevo traslado para aliviar la concentración de prisioneros en cada sección.
—Mantenme informado; ahora vete, tengo trabajo que hacer.
Kurogiri obedece y se asegura de cerrar la puerta tras de él.
[...]
Lo único que Izuku puede hacer mientras yace en su celda, con la rodilla hinchada y el cuerpo magullado, es dormir.
Sueña con su vida en las islas, con su madre y su padre, con Katsuki y su expresión enfurruñada. Y en ocasiones son las pesadillas quienes lo visitan. El naufragio, el rapto, su vida en las montañas y el terror de la persecución.
Cuando despierta lo primero que hace es revisar su rodilla que sigue teniendo el tamaño de una mandarina, una mandarina caliente y rígida. Cuando la toca se siente como una bolsa de líquido y gracias a eso sabe que no está rota.
Pese al dolor se masajea la zona con muchísimo cuidado, emitiendo siseos de agonía cada vez que el dolor se torna insoportable.
El dolor es bueno, se dice cada vez que intenta hacer circular la sangre. Cuando termina se asegura de colocar la rodilla sobre la silla, la única concesión que los guardias le dieron de todas las cosas que pidió. Una silla, agua y comida, cero medicinas o plantas que pudieran ayudarle a soportar el dolor.
El dolor es bueno, con la espalda contra el suelo y la rodilla en alto, Izuku mastica sus raciones sin dejar de mirar el techo. Para luchar contra el dolor se concentra en recordar a Yagi.
—Mi nombre es Toshinori Yagi
—Eres el antiguo líder de las Tribus Bárbaras.
—Lo soy. Cuando escuche tu relato quise decirte la verdad, pero eso solo te pondría en peligro.
—¿Por qué?
—Te contaré toda la historia, pero primero tienes que prometerme que si logras escapar enviaras un mensaje a mi hogar. Le dirás al joven Togata exactamente lo que voy a decirte. Solo a él y a nadie más.
—¿Por qué?
—Porque ellos te asesinaran si repites lo que has oído aquí.
—¿Repetir qué?
—Quiero que escuches con atención. Voy a decirte quién es el General y cuál es su propósito que busca.
—¿Lo conoces?
—Por desgracia una vez le perdone la vida.
—¿A quién?
—No podemos comenzar la historia a la mitad. Primero debes entender que durante generaciones la vida en las montañas ha sido una constante lucha por la supervivencia. Nuestros inviernos son largos, la comida es escasa y nuestros jóvenes omega no suelen pasar de su infancia. Las luchas entre los clanes son constantes, nuestro gobierno se basa en la fuerza y aquellos que dan pruebas de ella suelen sentarse en la cima. Semejante sistema ha provocado incontables conflictos, guerras y disputas a lo largo de los años. Hasta que mi maestra decidió cambiarlo.
—¿Cómo lo hizo?
—Existen seis tribus principales y hace mucho tiempo las seis decidieron someterse a la voluntad de un Jefe. Un guerrero. El vencedor y mejor alfa de todas las tribus. Para ello organizaron un torneo y el vencedor se proclamaría como líder.
—Suena barbárico.
—Tal vez te parezca a ti, pero ha sido nuestra forma de vida durante años.
—Pero un gobierno que se basa en la fuerza, ¿qué valor puede dar a quienes no pueden protegerse por sí mismos?
—Ninguno. No hay valor ni utilidad para aquellos que no pueden sobrevivir sin ayuda.
—¿Tú compartes esa opinión?
—Yo tuve a mi maestra. Ella me hizo ver que la fuerza es importante, pero existen muchas clases de fuerza y la que poseen los guerreros alfa no es única. Cuando ella se coronó como la vencedora en su primera pelea hizo un cambio importante.
—¿Cuál?
—Trató de perdonarle la vida a su contendiente.
—¿Perdonar?
—Se establece que los combates en el torneo son a muerte, y por tanto aquellos que participan están sentenciándose a vencer o morir.
—¿Por qué?
—Para evitar futuras luchas por el liderazgo, para asegurar que el mejor queda en pie.
—Pero ella los perdonó.
—Lo intentó, pero no fue posible. Los ancianos no lo aceptaron y el perdedor fue condenado a morir.
—Pero dijiste que hizo un cambio importante.
—Porque sentó un precedente y cuando se coronó como la vencedora absoluta se convirtió en nuestra líder, una líder que intentó cambiar la visión de los ancianos. Ella me entrenó para presentarme como candidato y fue gracias a lo que ella había intentado, que yo pude perdonarle la vida a mis oponentes. Muchos hablan del gran guerrero que soy, de mi benevolencia y mi corazón, pero lo que conseguí fue gracias a ella. Y gracias a sus enseñanzas conseguimos una alianza con el reino de Yuuei, gracias a su trabajo durante un tiempo las tribus gozaron de prosperidad. Y durante mi gobierno seguí sus pasos, mantuvimos la paz.
—¿Cómo terminaste aquí?, ¿por qué viniste a Hosu?
—La respuesta a por qué estoy aquí y por qué vine hasta aquí están íntimamente relacionadas, aunque son independientes entre sí.
—Bueno, ¿por qué viniste aquí?
—Todo empezó cuando los cazadores volvieron con la noticia de que habían encontrado un nido sukabenja vacío.
—¿Qué es un sukabenja?
—Es el nombre que le damos a las bestias del desierto que tienen seis patas, cazan en manadas y suelen crear colonias inmensas. Nuestra gente suele cuidarse de ellos cuando descienden al desierto.
—Si son tan peligrosas, ¿por qué bajan?
—Usualmente preferimos cazar en la Pradera donde los peligros son menores, pero en el invierno la vida en las montañas suele ser difícil y para mantener el calor en nuestros hogares solemos usar a los wamu.
—¿Wamu?
—Gusanos de arena, viven bajo tierra y sirven de alimento para el resto de las criaturas que pululan en el desierto. Su carne es suave y nutritiva, y la grasa de su cuerpo arde durante mucho tiempo lo cual es excelente para mantener fuego dentro de las casas.
—Entonces, ¿los cazadores encontraron el nido vacío mientras cazaban a estos gusanos?
—Así es. Debes entender que los sukabenja son territoriales, abandonar un nido sin dejar rastro no es algo que hayan hecho nunca por eso la noticia resultó sorprendente y alarmante. Más aún cuando semanas después encontraron un segundo nido.
—¿Eso alarmó a la gente?
—Por supuesto, nuestras tribus son supersticiosas. Los cambios inexplicables siempre son motivo de murmullos junto al fuego, y casi siempre se considera como una señal catastrófica, así que envíe a mis cazadores a inspeccionar la zona mientras otros quemaron ofrendas para apaciguar a los dioses.
—¿Funcionó?
—Podría decirse que sí, no hubo más nidos vacíos, pero eso no ofreció respuesta alguna a por qué los otros habían desaparecido.
—¿Qué hiciste?
—Nada durante un tiempo hasta que la noticia de otro nido vacío se dio a conocer. Habían pasado años desde el último, la gente volvió a quemar ofrendas hasta que la gente decidió olvidarlo.
—¿Cuántos nidos fueron en total?
—Cuatro o cinco espaciados a lo largo de ocho años, pero es posible que hubiera más. No lo sé. Los míos no suelen adentrarse demasiado en el desierto, no a menos que sea necesario.
—Pero tú querías averiguar qué había pasado, ¿no es así?
—Por supuesto.
—¿Y lo hiciste?
—No podía dedicar recursos y hombres a una simple corazonada, tenía que hacerlo por mi cuenta aunque no podía irme y abandonar a mi tribu. Me pase cinco años entrenando al que sería mi reemplazo, lo hice en secreto porque en las montañas no existe el sistema de sucesión. El joven Mirio demostró ser un alumno excelente y un líder capaz, solo a él le confíe mi plan de adentrarme en el desierto a investigar la causa de los nidos vacíos. Le dije que trataría de volver, pero ambos sabíamos que era una posibilidad remota.
—¿Descubriste algo?
—Solo arena y sol, pero seguí adelante y eventualmente llegué a la pared de piedra.
—Y entonces te capturaron.
—No de inmediato, tuve tiempo para conocer la situación en Hosu y supe ahí que el General tenía el control sobre las bestias noumu, de alguna forma había trasladado los nidos hasta los túneles de su Ciudadela. Entonces subí a las montañas a investigar y habría muerto ahí si el General no hubiera encontrado.
—¿Por qué te dejo vivir?
—Ya te dije. Una vez le perdone la vida.
—No entiendo.
—Recuerda lo que te dije. Yo conseguí lo que mi maestra no pudo: Perdonar la vida a mis oponentes en el torneo por el liderazgo. Akio Otsuka era uno de ellos, era un alfa joven, enérgico y brillante. Antes había ganado una competición para quedarse con la muchacha omega que había en nuestra aldea, se habían casado, ella estaba embarazada y todos creían que él se convertiría en el siguiente líder.
—Pero no fue así.
—No. Y eso destruyó algo dentro de él. Volvió a retarme al cabo de un mes, volví a vencerlo. Y de nuevo. Y de nuevo. Cada derrota era una humillación para él, hasta que no pudo soportar más.
—¿Qué hizo?
—Apeló a los ancianos, exigió otro torneo, intentó asesinarme a traición. Esto último nos obligó a desterrarlo.
—¿Lo exiliaron?
—El destierro es enviar al culpable al desierto a morir.
—¿Qué fue de su familia?
—Los llevo con él.
—Pero su omega estaba-
—Embarazada, sí, pero eso no lo detuvo. Se marchó y no volvimos a saber de él.
—¿No intentaron buscarlo?
—Por supuesto, pero el desierto no guarda huellas. Es imposible encontrar a alguien una vez que han entrado. Durante años creí que habían terminado en las fauces de las bestias que habitan ahí, entonces ocurrió el extraño misterio con los nidos vacíos. Y cuando llegue aquí, fui capturado, y entonces me encontré cara a cara con un rostro que había creído muerto.
—¿El General es-?
—Un alfa proveniente de las tribus bárbaras.
—Es imposible.
—Oh, lo es. Y tiene sentido. Solo alguien capaz de comprender como funcionan nuestros sentidos podría haber creado el incienso que neutraliza la voluntad alfa.
—Pero no lo afecta a él.
—Estoy seguro de que lo afecta, a menos que haya perdido toda capacidad para comunicarse mediante el sentido del olfato.
—¿Y su omega?
—No lo sé, dudo que haya sobrevivido.
—¿Por qué?
—Los rumores dicen que llegó cabalgando una de las bestias que habitan en el desierto, que venía solamente con su hijo.
—El bebé-
—No el mismo que esperaban cuando fueron desterrados.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque pasaron años desde que abandonaron las montañas hasta que aparecieron aquí, de alguna forma sobrevivieron allá afuera pese al riesgo que corrían. El hijo que esperaban en ese tiempo no es el mismo que ahora vive en este lugar, las edades no coinciden.
—¿Cómo es el hijo del General?
—Se llama Tomura Shigaraki, viene a visitarme ocasionalmente, y es un hombre cruel, con una manía por arrancar las flores de nuestros cuerpos.
—¿Tomura sabe quién es?
—Con toda seguridad, pero carece del sentido del olfato así que no puede empatizar con nosotros. No sabe relacionarse con su gente, y no siente aprecio por ellos.
—Pero la gente tiene que saber de dónde viene.
—Del desierto.
—Pero sus flores-
—Tomura no tiene una. Lo sé. Ya sea por mano de su padre o por su propia mano, la zona donde debería estar es un trozo cicatrizado.
—Las flores vuelven.
—Sí, y estoy seguro de que siguen quitándolas.
—Si la gente supiera que el General-
—Podría generar una guerra civil, es posible, pero el único que sabe quien es soy yo.
—Podríamos decírselo a los guardias.
—No.
—¿Por qué?
—Porque el General los mataría, durante todos estos años se ha asegurado de mantener su secreto a salvo.
—Podríamos-
—No, escucha, te digo esto porque existe la posibilidad de que puedas escapar. Si lo haces debes hablar con Mirio Togata, cuando él sepa la verdad las tribus se unirán para luchar y con su ayuda es posible que podamos convencer a los ciudadanos de Hosu para levantarse en armas, pero mientras estés aquí olvida lo que has oído y no vuelvas a pensar en ello hasta que no estés frente a Mirio, ¿lo entiendes?
—Pero-
—No. Dame tu palabra. Debes prometerlo. No pensaras ni mencionaras el origen del General hasta que no estés lejos de aquí. El General no debe sospechar lo que sabes, o tu vida estará en riesgo.
—De acuerdo.
—Ten cuidado, Izuku. El General podría descubrirte apenas te acerques, tu aroma te delatará sin que haya nada que puedas hacer, no debes dejar que te descubra.
Izuku había hecho justamente lo que Yagi le había dicho que no hiciera: Había llamado al General por su nombre y lo había confrontado con la verdad.
Para salvar a Hitoshi, lo hice para salvar a Hitoshi.
Todo con tal de ofrecerle a Hitoshi una oportunidad de supervivencia. Y mientras espera por las consecuencias, Izuku duerme.
[...]
Apenas detecta el aroma a romero, Izuku se endereza con lentitud acomodando su rodilla tensa sobre el suelo frío. Enderezarse es un suplicio, cada movimiento es lentísimo y agonizante; y cuando finalmente se halla sentado con la espalda apoyada contra la pared, el sudor cubre su frente.
Sentado en una silla frente a su celda, el General lo mira con una expresión de interés vivo.
—¿Cómo sigue tu rodilla?
—Mejor, ¿cómo está Hitoshi?
—Vivo
El miedo se agita dentro de Izuku y el esfuerzo que necesita para mantener su aroma bajo control provoca que el dolor en su rodilla se sacuda, pese a eso procura apretar los dientes y respirar lo más lentamente que puede.
—He cumplido con mi parte —dice el General— el alfa sigue vivo, ahora me gustaría charlar contigo.
—¿De qué?
—En primera me gustaría saber dónde están las hojas que faltan de mi cuaderno de investigación.
—¿Qué cuaderno?
—El que te llevaste.
—Estoy seguro de que yo no cargaba ningún cuaderno.
—Iba en la bolsa de tu montura.
—Yo escogí una bestia cualquiera, la bolsa ya estaba ahí.
—Supongo entonces que también negaras conocer al Capitán Hawks.
—No conozco a ningún capitán.
—¿Estás seguro? Alto, rubio, con unas esplendorosas alas de color rojo. Imposible confundirlo.
—Lo siento, nunca lo he visto.
—Lo vieron huyendo del pasillo que conducía a mis aposentos, el mismo lugar que ahora huele como tú. El lugar de dónde alguien tomó mi cuaderno.
Izuku agita la cabeza, el nudo en su garganta le impide proferir sonido alguno.
—Bueno, cuando hablemos con el capitán Hawks veremos si él se acuerda de ti.
¿Lo han capturado?, piensa Izuku con pánico pero procura morderse la lengua para no delatarse.
—¿Es todo? —dice tras un momento de silencio.
—No, aún tengo preguntas.
—Sobre qué.
—¿No es obvio?, ¿quién eres?, ¿cómo llegaste hasta aquí?, ¿quién te ordeno disfrazarte como beta? Quiero oír tu historia.
Izuku toma aire. Se concentra en respirar, en el dolor de su pierna y no en el miedo dentro de él. No seas un debilucho.
—Solo si a cambio me cuentas la tuya —dice
—¿Quieres oír sobre mi infancia?
—No. Quiero oír cómo sobreviviste en el desierto. Quiero saber qué pasó con tu omega. Qué fue de tu primer cachorro. Y cuáles son tus planes al crear esa droga que huele a leche dulce.
Cuando el General entrecierra los ojos, el miedo de Izuku se revuelve con fuerza.
—Si te lo digo, puedes estar seguro de que nunca te dejaré marchar.
—¿Es que acaso planeas dejarme ir?
Cada silencio es más largo que el anterior, más denso y peligroso. Izuku sabe que cada desafío lo acerca más al borde del abismo, pero también sabe que quedarse callado es sinónimo de una sentencia mortal.
—Eres interesante muchacho, nunca había conocido a un omega con semejante fuerza de voluntad, pero resulta muy presuntuoso de tu parte querer conocer todos mis secretos.
—Ya conozco bastantes. Desde cómo haces el incienso, tu nombre, tu origen, hasta las cicatrices de tu hijo. Incluida su incapacidad para detectar aromas, ¿nació así o fue él la primera víctima de tus pruebas?
Su pregunta consigue finalmente una reacción del hombre frente a él, lo ve enderezarse hasta apoyar la espalda completamente en el respaldo de la silla.
—¿Quieres saciar tu curiosidad, muchacho?
—Quiero la verdad.
—¿Puedes manejar la verdad?
—No existe verdad más cruel que la de saber que el incienso que controla al grupo alfa es creado con las feromonas de sus hijos. Sobreviví a esa verdad, sobreviviré a lo que sea.
—¿Lo crees? Entonces una respuesta por una respuesta.
—Hecho. Empiezo yo, ¿cómo fue que tu hijo perdió su sentido del olfato?
—Así nació. Mi turno, ¿cómo lograste fingir ser un beta?
—Suerte. Dibuje una orquídea en mi pierna, quienes me capturaron se limitaron a ver la flor. ¿Qué pasó con su madre?
—Murió. ¿Quién te ordenó fingir ser un beta?
—Nadie, supuse que sería más fácil escapar si lo hacía. ¿Cómo murió?
—En el parto, fue uno difícil. ¿De qué isla provienes?
—No vengo de las islas. Soy de Yuuei. ¿Has-?
—No, muchacho, no acepto mentiras.
—No es una mentira.
—Lo es. No vienes de las tribus bárbaras, los omega que nacen suelen casarse a temprana edad, y sé que no vienes de Yuuei, ahí nunca dejan que los omega viajen sin escolta. Solo puedes venir de las islas, así que me has mentido. Una mentira, la única que permito. Vuelve a mentirme y tu amigo lo pagará caro. Y ya que te has negado a responder, vuelve a ser mi turno. Dicen que en las islas abundan las flores exóticas, en colores y formas variadas. Mi hijo ha hecho una colección asombrosa de ellas, tal vez algún día te permita verlas. Siento curiosidad, ¿qué flor posees tú?
Y fue esa pregunta la que hizo estallar su miedo. El amargo aroma a menta se expande por la celda cubriendo cada rincón, dejando a la vista su pánico y terror.
Solo entonces el General sonríe. Un gesto que hace relucir sus ojos con el hambre de un depredador.
[...]
n/a
¡Hey!
Saludos de vuelta.
Primero que nada una disculpa por la tardanza, me fui de vacaciones y cuando volví estuve retomando un proyecto del que les hablare en un momento. Ha sido un mes largo, pero estoy intentando ajustarme al ritmo que tenía antes, veamos como va.
Muchas gracias por los comentarios, por el apoyo y por cada muestra de ánimo que he recibido. Son ustedes geniales y sencillamente son la razón de que no me olvide de esta historia.
A diferencia de los capítulos con Katsuki que se centran más en la acción, hemos llegado a la parte en la que Izuku tiene que hacer gala de su inteligencia para conocer los planes del enemigo y finalmente descubrir la verdad. Es un proceso difícil porque hay muchos detalles que se mencionaron en algún momento y que vienen a cobrar importancia ahora.
Para quienes temían que la persona encadenada en la mesa del General fuera Izuku, pues me temo que no, ese lugar lo ocupa Hitoshi pero eso no libra a nuestro protagonista del peligro.
A ver como le va.
Ahora, para quienes no se hayan enterado, estoy convirtiendo la historia de Bouquet de Flores en una Saga Original, esto es adaptándola para poder publicarla físicamente. Las modificaciones incluyen un cambio en los nombres (por cuestiones de derechos de autor), la descripción de algunos personajes, y además añadiré nuevas escenas para darle más trasfondo a algunos personajes secundarios. En general puliré el manuscrito para poder venderlo. Lo publicaré por mi cuenta porque así me evito tener que eliminar la versión original para que no haya competencia.
He trabajado en este proyecto durante algunos meses y justamente cuando volví de vacaciones recibí algunas notificaciones que había estado esperando y que me permitieron terminar el primer volumen. Por fin lo he podido subir a Google Books (más información en mi blog) y estoy trabajando en el manuscrito en físico, así que puede que me tarde un poquito con las actualizaciones pero seguiré por aquí e intentare no desaparecer durante tanto tiempo.
Así pues les agradezco enormemente el apoyo que me han dado ya que gracias a eso me he animado a empezar y terminar el proyecto en original. En fin, independientemente de si compran el libro o no, tengan por seguro que esta versión seguirá por aquí. Así pues nos leemos.
Hasta la próxima.
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