Capítulo 36: Amenaza Invisible
Sinopsis: Hemos sobrevivido a la noche, la victoria se canta en el aire, pero el día que nos espera todavía es largo.
[...]
Denki no puede dejar de temblar, la adrenalina de la batalla aún corre por sus venas provocando que sus piernas parezcan de gelatina. El aroma alfa de excitación, emoción y furia ahoga todo lo demás y junto con la esencia de la madera quemada resulta en una combinación tan apabullante que Denki tiene que tomarse un momento para calmarse.
Ignora los gritos y las risas, todas las voces que se elevan en el campo de batalla, su mente es una espiral que no deja de murmurar 'seguimos vivos, seguimos vivos'. Tras quedarse sobre la muralla defendiendo al grupo de ataque, Denki se había pasado la noche disparando una flecha tras otra, cuando su carcaj se vaciaba alguien más traía flechas para rellenarlo.
Ha terminado con las manos entumidas y los brazos agarrotados.
A diferencia de él Ochako había salido con su grupo y cuando todo termino, y Denki encontró fuerzas para moverse, bajo a buscarla. La encontró llorando sobre el cuerpo de Yui, el cual estaba rodeado por los cadáveres del grupo alfa que luchaba con ella.
No era la única omega que había muerto en batalla, otros más habían caído cuando su grupo de ataque se había visto superado, pero en ningún caso hubo alfa alguno que sobreviviera al omega que tenía a su cargo. En eso Bakugou había sido claro: Mantener al omega a salvo, después de todo su aroma era la clave para evitar que el incienso les hiciera daño.
Denki no se acerca, Ochako y otros lloran sobre los caídos y su aroma posee una nota tan devastadora que se cuela en su interior sacudiendo su entereza. Cuando llora lo hace por Yui, y por Chieka, que murió antes de verlos libres. Llora por él y por el miedo que parece aferrarse a su corazón.
Y entonces Eijirou está ahí con su expresión sosegada y su aroma a azafrán, siempre está buscándolo, siempre tiene una mano extendida, paciente y eterna mientras le dedica un gesto de ternura.
Denki se deja abrazar y llora sobre su hombro mientras piensa que aun si el miedo nunca se va, no importará mientras Eijirou siga ofreciéndole consuelo.
Esa noche han ganado y se siente egoísta por desear no volver a luchar jamás.
[...]
El sabor de la victoria es amargo, más aun al saber que había perdido cuando realmente importaba. Ni siquiera el campo cubierto de demonios consigue calmar la ira y desdicha en su corazón.
—Jefe Togata.
Inasa lo saluda con la misma exuberancia de un cachorro leal y a su lado Momo se inclina con la misma deferencia de siempre, en ambos rostros es claro que la pérdida de Tamaki aún sigue fresca. Incapaz de soportar el recuerdo, Mirio se concentra en extender su mano hacia Bakugou, cuya cara sigue siendo un reflejo exacto de su humor.
—Resistieron.
Bakugou responde a su saludo con firmeza—¿Alguna vez lo dudaste?
—Me disculpo—se toma un momento para contemplar a los pequeños grupos omega que lloran la caída de los suyos—Han luchado con valor.
—¿Existe alguna otra forma de luchar?
Mirio sonríe y el gesto lo sorprende, aprecia el fuego que se huele en la naturaleza del alfa, es una esencia densa y potente que proporciona un punto de estabilidad al resto.
—Te he traído refuerzos—dice Mirio después de un momento—y el resto de mi ejército está en camino. Si lo pides encomendaré una escolta para el grupo omega, los llevarán hasta las montañas, ahí estarán a salvo.
—Nadie estará a salvo mientras el General respire.
—No deberías arriesgar sus vidas.
—No soy yo quien los trajo, luchamos para sobrevivir. Cuando estemos fuera de peligro ellos podrán hacer lo que les plazca.
—¿Cuál es el plan ahora?
—Limpiar, recoger y reabastecernos. Tenemos espacio suficiente para los heridos, lo mejor será trasladarlos, Momo y su grupo cuidaran de ellos. El resto tendrá que quedarse a limpiar.
—Deja que el grupo omega vaya a descansar, los míos harán la limpieza.
—Eres muy permisivo con ellos.
—¿No lo serías tú con tu omega?
Katsuki frunce el ceño y se queda callado, en ese momento el hombre con las azaleas en el rostro se aproxima. Mirio no consigue recordar su nombre.
—Hemos terminado de recolectar lo que sobro del incienso—dice con calma.
—Creí que esa cosa no afectaba al grupo beta—responde Mirio dirigiendo una mirada a la zona donde sus hombres cayeron.
—Y no debería, tendremos que investigar qué sucedió, mientras tanto hay trabajo que hacer.
—Togata se queda a cargo—dice Bakugou sin perder tiempo—Aizawa tienes el control sobre las tareas de limpieza. Envía al grupo omega a bañarse, comer y dormir, los arqueros que se quedaron atrás se encargarán de la comida para el resto, después de eso podrán retirarse. Que los cuerpos de los demonios sean lanzados por el acantilado, no vamos a perder tiempo con ellos, prepara una hoguera para los nuestros. Coordina el resto de las actividades con Togata.
—¿A dónde vas?
—Me llevaré a Yosetsu y a sus centinelas para barrer el terreno y asegurarnos que no queda nadie.
—Deberías descansar, deja que alguien más vaya.
—Olvídalo. En cuanto puedas envía a Kirishima y a Shindo de vuelta a las celdas, no quiero que los prisioneros sigan estando solos, ellos tienen sus órdenes.
—Muy bien.
—Recolectaremos las armas y las provisiones que los demonios trajeran consigo, encárgate de que alguien haga un inventario.
—El espacio en la prisión es limitado.
—El grupo de Togata tendrá que quedarse afuera. Estableceremos un campamento en las inmediaciones y comenzaremos con la construcción de trincheras para mejorar la defensa, también hay que retomar los entrenamientos tan pronto sea posible.
Aizawa asiente y cuando Bakugou se marcha, Togata deja escapar un suspiro.
—Un chico ocupado.
—Lo es—el hombre suspira—Un placer verlo de nuevo, Alteza.
—Nada de títulos, por favor, me conformo con Mirio, si es demasiado impersonal Togata está bien.
—Jefe Togata, la vez anterior no tuve oportunidad de agradecerle que se tomara la molestia en escuchar a Tenya y mucho menos en aceptar venir con él. El Ouji está muy agradecido.
—Eso me hace creer que por fin lo encontraron.
—Así es, si me permite me gustaría que lo conociera.
—Me parece bien, pero antes. Momo, por favor ve con Teito, hay alguien que necesita de tu ayuda.
Momo asiente y se marcha, y Mirio se aleja en compañía de Aizawa.
[...]
Bajo tierra es imposible seguir el paso del tiempo, Toga no está segura de cuántos días han transcurrido desde que llegara ahí, solo sabe que está harta y que tiene ganas de destripar a alguien.
Su humor empeora al ver al cachorro enamoradizo que tiene como guardia, al tipo solo le falta agitar la cola cada vez que el rubio baja con la comida. Usualmente charlan en el pasillo, lejos de su vista; lo hacen en voz baja lo que le impide enterarse de las novedades, la única ventaja es que gracias a eso ha logrado estudiar con calma la cerradura de su celda.
La tensión de los primeros días, la ansiedad por cualquier clase de interrogatorio se ha convertido en tedio y fastidio. Mataría por discutir con alguien que pasarse otro día dando vueltas en su jaula.
Su rutina se ve interrumpida cuando el cabeza-hueca de su guardia le deja comida suficiente para varios días y se marcha sin responder a sus preguntas. De inmediato Toga hurga en su bolsa y maldice cuando solo encuentra manzanas y pan, no hay ni un solo cubierto que pueda servirle así que Toga arruga la nariz, se acerca a la puerta y empieza a patear la cerradura.
—¡Voy a tirar esta puta puerta!
Nadie responde y cuando Toga se cansa come, al terminar repite hasta que nota la pierna entumida y entonces se duerme. Su rutina se repite una y otra vez, pero la maldita puerta resiste.
Claro, tenía que resistir, esta hecha para contener a los salvajes, su ira burbujea ahogando incluso el dolor de su pie, cuando el salvaje vuelve Toga de inmediato huele la sangre.
—¿Un combate?,—pregunta acercándose a los barrotes. La luz de la antorcha que el guardia carga hiere sus ojos después de tanto tiempo en la oscuridad, pero fuerza su vista buscando el origen del aroma a sangre—¿a quién mataste?
El guardia no contesta, se limita lanzar otra bolsa de comida dentro de su celda, se da la vuelta dispuesto a sentarse en el mismo lugar de siempre.
—¡Hey!
El guardia la mira, la luz traza sombras y arcos en su rostro cansado; Toga puede oler su agotamiento.
—¿Ahora quieres hablar?,—pregunta él.
—Yo siempre quiero hablar.
—Bien, entonces dime, ¿qué hiciste con el espía que capturaron?
—¿Qué te hace creer que solo he capturado a un espía en mi vida?
—Tú sabes de quién estoy hablando, del muchacho con la flor en la pierna.
—¿Por qué supones que era un muchacho?,—¿lo conocen?, ¿de eso se trata todo esto?
—¿No lo era?
—No recuerdo.
—¿Qué hiciste con él?
—Lo maté.
—Las mentiras no te llevaran a ningún lado.
—¿Por qué crees que estoy mintiendo?
El guardia vacila, solo un momento.
Sabes que miento, ¿por qué?, ¿qué he dicho para delatarme?
—No miento—dice Toga con tranquilidad, con toda la convicción que puede reunir—¿por qué habría de mentir?
¿Qué sabes?, ¿por qué ese espía era importante?, no era el príncipe, tenía la flor en la pierna, es lo único que sé. Es lo único que les he dicho, si me llamas mentirosa por eso... Hm-mmm.
—Lo maté—repite mirándolo fijamente a los ojos—y entonces arranqué la flor falsa que tenía en la pierna. Eso por intentar engañarme. Y una vez que empecé no pude parar, lo despelleje por completo y después le corté la cabeza.
La luz de la antorcha se mece suavemente.
—¿Qué flor era?
—No conozco de flores.
—¿De qué color era?
—Con tanta sangre parecía roja.
—Si la flor de su pierna era falsa, ¿en dónde estaba la verdadera?
Oh, perro, solo existe una respuesta, ¿estás tan cansado que no puedes verlo? Si el incienso no le hizo daño es fácil adivinar.
—En su abdomen, esa parte que ellos no dejan ver; puedo mostrarte el lugar donde deje el cuerpo. Dile a tu jefe que puedo llevarlo hasta allá, dudo que los restos siga ahí con tantos animales por la zona pero con seguridad encontraremos la cabeza, la dejé colgando de un árbol como advertencia para el resto.
La descompuesta expresión en el rostro del salvaje compensa de cierta forma los incontables días que ha tenido que soportar en la oscuridad. Lo mejor de todo es verlo marcharse de prisa dejándola otra vez sola.
Vamos, Toga, juega bien tus cartas y cuando te saquen de aquí les agradecerás con un cuchillo en el corazón.
Sus ojos dorados relucen como dos luces frías.
[...]
Denki se está preparando para volver a trabajar cuando encuentra a Eijirou en uno de los pasillos que conducen hacia el exterior. Sonríe y está a punto de saludar cuando se percata de la tensa postura y el amargo aroma que emana de él.
—Hey—se acerca y le toca el brazo con cuidado—¿estás bien?
Eijirou se endereza con cuidado, la antorcha que lleva en la mano oscila con él.
—Hola, Denki, ¿no ibas a descansar?
—Solo vine a lavarme, me toca ayudar con la comida y después será mi turno para dormir, ¿qué haces?
—Nada, iba a buscar a Bakugou pero recordé que salió a patrullar.
—Me dijo que volvería en un par de días, ¿te urgía hablar con él?
—Tal vez, no lo sé—cierra los ojos y agita la cabeza sin ánimo, parece realmente desdichado.
—¿Qué pasa?,—le toca con cuidado la frente y acaricia con muchísima suavidad la línea de sus cejas tratando de memorizar la sensación—¿quieres hablar?
—No—suspira se inclina hacia el contacto y su aroma se sacude—no sé.
Denki puede sentir el deseo de Eijirou por abrazarlo, y saber que se contiene por él lo hace sentir infinitamente seguro. Extiende ambos brazos y rodea el cuello de Eijirou; la respuesta que recibe es exuberante.
Eijirou suelta la antorcha y lo envuelve entre sus brazos enterrando su cara en su pelo y frotando su mejilla contra él. El gesto desborda ternura y afecto, su aroma lo envuelve en una mezcla de tonos dulces y densos.
En un gesto impulsivo es Denki quien busca su boca y en el beso que comparten puede probar el azafrán que se cuela dentro de él hasta dejarlo ebrio. Un solo beso y cuando Eijirou se aparta, lo alza y gira con él sin dejar de frotar su cara contra su pelo.
—Si así es como me consuelas—murmura Eijirou en cuanto dejan de girar—voy a deprimirme con regularidad.
Denki se ríe, se siente efervescente y ligero; la punta de sus dedos cosquillea y el aroma a azafrán lo envuelve como una segunda piel.
—Ahora dime, ¿qué paso?
—Hable con la prisionera—un suspiro hondo y Eijirou se aparta—creo que el omega que Bakugou busca está muerto. Ella dice que lo mató.
—Bakugou cree que ella miente.
—Porque ella dijo que le había arrancado la flor de la pierna.
—Pero si es un omega no puede tener una flor ahí.
—Eso es lo que acaba de decir, dijo que le arranco esa flor porque era falsa, dijo que la verdadera la tenía en el abdomen.
Denki guarda silencio, frota su cara contra la mejilla de Eijirou tratando de no sucumbir ante la duda y el miedo.
—Dijo qué flor—pregunta Denki después de un momento
—No, pero sabía dónde estaba.
—Podría haber adivinado.
—Es una opción pero... no sé... no sé cómo voy a decírselo a Bakugou.
—Tal vez debas decírselo a Aizawa primero, seguro que él sabe qué hacer.
—Ese es un buen consejo, hablaré con él hoy en la noche; ahora tengo que volver con la prisionera.
—No dejes que ella se meta en tu cabeza, ¿de acuerdo?
—Hmm—frota su cara por última vez y deposita un beso sobre su pelo—como digas.
Se aparta, recoge su antorcha y después de besar su mano se marcha dejando a Denki con las manos oliendo a azafrán.
[...]
Kurogiri vuelve a leer la nota sin pestañar, en un movimiento mecánico acaricia la cabeza de uno de sus cuervos mientras sopesa los problemas que ese simple mensaje trae. Sobre su escritorio hay otra pila de papeles llenos con la apresurada letra de sus espías, ninguno de ellos es excesivamente malo pero juntos hacen todo infinitamente peor. Al final se rinde y abandona su oficina llevando consigo el trozo de papel, el más importante.
El General se ha encerrado con su nueva mascota y Kurogiri preferiría darle de comer a un noumu que interrumpir, pero siempre es mejor que las malas noticias se conozcan lo antes posible.
Tras tocar la puerta, alisa su ropa y espera; no comete el error de tocar de nuevo y mucho menos el de moverse, se queda frente a la puerta en silencio a sabiendas de que el General lo ha oído. Entra en cuanto oye el 'pasa' y procura quedarse cerca de la entrada ignorando activamente el cuerpo encadenado a la cama.
—Ordené que no me interrumpieran.
—Lo lamento, General, pero traigo noticias del Capitán Ikari—le tiende la nota y espera.
Oye que las cadenas tintinean, de soslayo puede ver al muchacho mirando en su dirección, pero su atención vuelve al General cuando lo escucha gruñir.
—¿Vencido por unos cachorros salvajes?
—General, tal vez deberíamos discutir esto en privado.
—¿Su excusa es que son inmunes?, ¡por supuesto que no! ¡es imposible!
—Hay testigos, General, los vieron luchar aun con el incienso.
—Entonces han encontrado una manera de combatirlo, si descubrimos cuál es podemos neutralizarla.
—Como ordene, General.
—Es imposible que este grupo de esclavos liberados haya podido enfrentar un asedio sin ayuda del exterior, ¿quiénes son los refuerzos de los que hablan?
—Los salvajes de las montañas, señor.
La expresión del General se endurece y las cadenas vuelven a tintinear.
—¿Los barbaros están aquí?, ¿cuántos son?, ¿hace cuánto llegaron?
—Cruzaron la pared de roca hace unos días, el aviso acaba de llegar. No tengo el número exacto, pero todo parece indicar que vienen a luchar.
—Envía a tus cuervos a investigar, quiero todos los detalles y quiero saber quién los hizo venir.
—Así se hará, señor.
—¿Han encontrado al fugitivo?,—las cadenas tintinean de nuevo y el General se distrae mirando en su dirección.
—No, señor. Encontraron a su montura noumu y también huellas. Alguien se lo llevó.
—Encuéntralo.
—Como ordene, señor.
—¿Hay noticias hay del príncipe Chisaki?
—Todavía no, señor.
—Si el General me lo permite, enviaré otro destacamento para limpiar la zona.
—No desperdiciemos más soldados repitiendo una táctica inútil.
—¿Qué sugiere, General?
—Es momento de probar nuestra fuerza noumu, no planeaba utilizarla tan pronto pero es mejor si eliminamos el problema de una vez.
—¿Quién va a comandarla, señor?
—Shigaraki está ocupado así que envía a Dabi. Dale control sobre uno de los grupos y dile los suelte en la prisión.
—¿Un grupo será suficiente?
—Siendo solamente un jinete un grupo es justo lo que puede manejar, estará bien, y mientras tanto envía una nota al Coronel Nezu. Infórmale sobre la traición de su capitán y envía una advertencia para todos: El Capitán Hawks ha sido declarado fugitivo y renegado y cualquiera que lo ayude enfrentará cargos por traición.
—El Coronel Nezu querrá saber-
—Lo único que Nezu tiene que saber es que su capitán se encuentra actualmente en fuga y que Shigaraki le está dando casa. Si Hawks se atreve a poner un solo pie en la villa del Coronel, nos veremos obligados a limpiar la zona hasta encontrarlo.
—Así se hará, General.
—Bien, ordena que todos los soldados se alisten, una vez que los esclavos fugitivos sean vencidos, mi ejército zarpará hacia Yuuei; y ahora márchate, tengo trabajo que hacer.
Kurogiri obedece, ignora el murmullo de voces que deja atrás y cierra la puerta con lentitud. No pierde el tiempo deteniéndose a espiar por la puerta, tiene trabajo que hacer y muchos mensajes que enviar.
[...]
Cuando Katsuki vuelve de su patrullaje está exhausto, ha dormido los últimos tres días en el suelo duro apenas lo suficiente para mantenerse de pie. Lo primero que ve al llegar es al grupo de Togata ocupado en un intenso trabajo de preparación, entrenamiento y construcción.
Inasa supervisa las actividades y es el primero en recibirlo cuando ve a su grupo llegar.
—¿Todo en orden?
—Por supuesto—responde Kastuki tomando nota de la nueva disposición y haciendo una lista mental de preguntas para discutir con Togata—¿novedades?
—Tendrás que hablar con Aizawa.
El tono seco lo hace mirarlo y solo entonces repara que la acostumbrada sonrisa de Inasa es ahora un rictus severo.
—¿Qué pasa?
—Habla con Aizawa.
Un mal presentimiento sacude a Katsuki que despide a los centinelas que lo acompañaban mientras él se dirige inmediatamente al interior de la fortaleza. La actividad dentro de los muros se ha potenciado, durante el tiempo que se ha ido el cansancio de la batalla se ha transformado en energía vibrante.
Lo recibe un rico contraste de aromas, omega, alfa, beta, llenos de carácter, salud y poder. El cansancio cae sobre él con mayor fuerza, nota los hombros agarrotados y la espalda tensa. Su deseo es darse un baño, dormir y comer, no exactamente en ese orden porque teme quedarse dormido apenas logre sentarse.
—¡hey!
Lo recibe, como no, Denki, con su delicioso aroma a fruta acida. Tiene un aspecto muchísimo más saludable del que tenía cuando escaparon, más limpio y completo. El pelo rubio le ha crecido hasta cubrirle las orejas y su rostro ya no muestra las señales del hambre; ahora solo es un omega ruidoso y malcriado, uno al que le gusta molestar.
—Uh—dice al plantarse frente a él—necesitas un baño... y algo de comer.
—Y tú necesitas callarte.
—También me alegra verte, ¿quieres que te envíe algo de comer antes de que vayas a dormir?
—¿Quién dice que voy a dormir?
—Tu cara.
—No voy a dormir, estoy buscando a Aizawa.
—Usualmente está con Togata al otro lado de la muralla—apenas lo escucha Katsuki se da la vuelta, listo para volver afuera—¡uho!, ¡espera ahí!, acabas de volver.
—Muévete.
—Ya sé que estás ansioso por volver a ponerte al frente y empezar a dar ordenes como si la vida se te fuera en ello, pero créeme cuando te digo que tienes una cara de muerto. Hablamos de la necesidad de dormir, ¿lo recuerdas?
—No tengo tiempo para esto.
—De acuerdo. Hagamos esto: Ve, date un baño -apestas, en serio- te enviaré algo de comer y haré que alguien le avise a Aizawa que has vuelto y que quieres hablar con él. Y si mientras esperas decides dormirte, nadie se va a quejar.
Kastuki rueda los ojos pero se encamina hacia la zona donde almacenan el agua potable. Su baño con agua fría en lugar de despertarlo lo relaja, comete el error de recostarse a descansar en el catre de la sala de reuniones y cuando despierta el día se ha convertido en una noche oscura. Su estómago ruge apenas despierta.
—Bakugou, señor—el alfa junto a la puerta se endereza apenas lo ve salir.
Katsuki no recuerda su nombre pero tampoco se molesta en preguntar.
—¿Qué haces ahí?
—Esperando que despierte.
—¿Para qué?
—Aizawa ordeno ser informado de inmediato, espera tener una audiencia con usted.
—Entonces ve y llámalo, dile que me vea aquí. También haz venir a Kirishima y a Shindo; encuentra a Denki y dile que envíe comida.
—Como ordene, señor.
El alfa se marcha y Katsuki hace un viaje rápido para descargar su vejiga y tomar agua, cuando vuelve encuentra a Aizawa esperando por él.
—¿Cómo estuvo tu viaje?
—Largo.
—¿Algún problema que debamos considerar?
—No, los caminos están despejados, la zona está limpia. ¿Cómo van las nuevas defensas?
—Bien, la ayuda extra ha conseguido que terminemos la zona principal. Hemos reunido más madera y Togata y los suyos han colocado varias trampas alrededor para impedir un acercamiento inesperado.
—Cuando llegué me encontré con Inasa, parecía tenso, ¿cuál es el problema?
—Si no te importa me gustaría esperar a Togata, le he pedido que se reúna con nosotros junto con Inasa.
—Pues yo he llamado a Kirishima y a Shindo, ¿deberíamos llamar a alguien más?
—He llamado a Shouto.
—Habría preferido que no.
—No puedes seguir antagonizando con él, tienes que darle una oportunidad.
—Su oportunidad es que sigue vivo.
—Luchó con valor.
—Como el resto de nosotros.
—Bakugou-
—No, no quiero sermones, es tu protegido y por ti no voy a ponerlo en una celda, pero no me pidas que me lleve bien con él.
—No tienes que ser su amigo, solo te pido que le ofrezcas el mismo trato que le das a Togata.
—Togata me trajo un ejército.
—Y el Ouji aportara uno en cuanto logremos ponernos en contacto con los nuestros.
—Cuando eso pase lo discutiremos, ¿quién falta?
—Momo y Kaminari tal vez.
Katsuki asiente y no tarda en encontrar a otro alfa dispuesto a ir hasta la enfermería, mientras esperan charlan sobre los caídos y la batalla. El primero en llegar es Togata en compañía de Inasa y los cuatro se sientan en torno a la mesa para compartir noticias sobre los avances en la defensa. Kirishima y Shindo son los siguientes en llegar, se sientan en silencio mientras Inasa hace una lista de pendientes por terminar.
El siguiente es el príncipe, Momo llega después y al último aparece Denki acompañado de dos mujeres omega que se encargan de calentar la sopa en la chimenea y servirla, además cada uno recibe un plato de carne y una porción de verduras.
Las chicas se marchan y Denki toma asiento en el único lugar vacío que hay en la mesa. Todos disfrutan de una cena tardía y el silencio se ve interrumpido ocasionalmente por la esporádica conversación que Inasa y Togata mantienen con Denki, incapaces de esconder la curiosidad que ambos sienten por las actividades del grupo omega.
—Ganamos la primera ronda—dice Katsuki al terminar de comer—tenemos que prepararnos para la segunda—se gira hacia Aizawa—¿De qué querías hablar?
—Es sobre el incienso—responde el hombre—los soldados dejaron tras de sí una muestra de una nueva versión.
—¿Más potente?
—No. Hemos hecho pruebas, realmente no hay suficiente material para hacer un análisis más adecuado y me temo que aunque lo hubiera no lo recomendaría.
—¿Por qué?
—Es un incienso que mata—responde Togata—mis hombres cayeron con él.
—Otros han muerto por el incienso negro—dice Katsuki.
—Es diferente—interviene Aizawa—nuestros temores se han hecho realidad. Esta nueva versión es un incienso que solo ataca al grupo beta. Y es terminante. Lo hemos probado varias veces. El grupo alfa no lo detecta, el grupo omega solo lo identifica como un aroma horrible, y el grupo beta es el único que se ha mostrado vulnerable. Todos los candidatos han muerto.
—Es justo como dijiste que sería—añade Inasa—han creado un incienso que puede neutralizar al grupo alfa y otro que destruirá al grupo beta. El General está listo para esclavizarnos a todos.
Katsuki aprieta los dientes, todas las miradas están sobre él y sus expresiones van desde el miedo -Denki- hasta la cólera -Mirio-. Se obliga a tomar aire, se endereza en su asiento con el aroma a madera espesándose a su alrededor.
—En ese caso nuestra mejor defensa es seguir entrenando al grupo omega, de ser posible aumentar su rango y potencia. Si el incienso original puede ser contrarrestado, la segunda versión también.
—Aunque lo sea—responde Aizawa—no podemos hacer pruebas sin arriesgar la vida de los soldados.
—Vamos a tratar de incorporar a un beta en el campo de protección omega, Inasa encárgate de ver si es posible. No responderán de la misma forma, pero me interesa saber si pueden utilizarlo para mantenerse centrados.
—¿Y si no?
—Entonces el grupo beta tendrá que replegarse apenas el incienso sea liberado, tal vez lo mejor sea mantenerlo en la retaguardia. Tu trabajo, Aizawa, será determinar un plan de acción utilizando al grupo beta como apoyo y no como fuerza principal.
—Muy bien.
—¿Alguna sugerencia Togata?
—No, si no tienes inconveniente ayudaré con la estrategia.
—De acuerdo. Denki, escoge un grupo que ayude a Todoroki a estudiar los efectos del incienso, quiero saber cuánto tiempo dura en el aire, que alcance y cuál es el aroma exacto, nada de pruebas con personas aún, tu grupo es el único que parece detectarlo así que necesito que aprendan a distinguirlo apenas esté en el aire. Y una vez que puedan reconocerlo quiero que traten de neutralizarlo. Si consiguen mantenerlo a raya como sucede con el incienso negro, entonces haremos pruebas con los guerreros beta. Dosis diminutas.
—Como digas—responde Denki.
—¿Algo más?,—silencio—en ese caso, ¿cómo están los prisioneros?
—Sin novedades—responden Shindo y Kirishima en sintonía. Katsuki hace una nota mental de reunirse con ellos en privado después
—¿Qué falta?
Su pregunta provoca que varios aromas en la sala se sacudan, el más llamativo es el de Momo que deja entrever su malestar. Togata la mira un momento antes de dirigirse a él.
—Encontramos a un omega cuando veníamos hacia aquí, cabalgaba sobre un sukabenja.
—¿Un qué?
—Así llamamos a los noumu que caminan en seis patas. Uno de los míos lo acribilló con una flecha, por desgracia la punta atravesó la mano del omega que sujetaba su cuello.
En cuanto lo escucha la ansiedad se sacude dentro de él.
—¿Qué omega?,—pregunta conteniendo el impulso de levantarse
—No es Izuku—responde Denki mirándolo con pena
—No lo conoces.
—No huele a menta.
La respuesta saca todo el aire dentro de él y lo hace consciente del zumbido en sus oídos. Tiene que respirar varias veces antes de poder articular otra palabra.
—¿De dónde viene?
—No lo sabemos—responde Togata—mis rastreadores no pudieron encontrar su origen.
—¿Sigue vivo?
—Está en la enfermería—dice Momo con voz tensa
—Entonces pregúntale.
—Lo haremos en cuanto despierte—dice Togata—especialmente me interesa saber cómo logró montar a una de esas bestias.
—¿Por qué?
—Porque nunca se ha hecho. Sin mencionar que los sukabenja no viajan solos, siempre se mueven en manada; además, las bestias noumu no cruzan la pared de piedra, gracias a ella y a las montañas los noumu se han quedado contenidos en el desierto. Que hayamos encontrado una tan lejos es una rareza—se gira hacia el príncipe que asiente y continúa.
—Cuando estuve con Kamui—dice el príncipe—antes y después de la emboscada, él nos dijo que el General usó a las bestias para unificar Hosu.
Katsuki no entiende cuál es el problema y su expresión debe delatarlo porque Togata resopla de impaciencia.
—Escucha, esas cosas son peligrosas, si el General tiene control sobre ellas tenemos que prepararnos. No son rivales fáciles de vencer.
—Muy bien, lo tomaremos en cuenta, ¿es todo?
—No—la respuesta de Momo es tensa y amarga, y los que se encuentran más cerca de ella se remueven incómodos—el omega sigue inconsciente, pero tenemos que hablar de él.
—Adelante.
—El omega está desnutrido y débil, con el aspecto de alguien que hace muchísimo tiempo no ve el sol. Tiene una laceración importante en su pierna rota causada por lo que parece una cadena, moretones y rasguños. Y tiene cicatrices en la zona de su cintura—se atraganta, toma aire y se ve obligada a respirar—hay tejido cicatrizado, heridas recientes y no tan recientes.
—¿Cicatrices de qué?,—pregunta Katsuki
—Le arrancaron la piel donde tenía sus flores.
El aroma a naranja es el que se sacude con más fuerza aunque de inmediato Denki se controla, no así su expresión que es la imagen exacta del espanto. El horror ha golpeado a todos en la mesa, a todos con excepción de Togata que al estar al corriente de la situación solo muestra una expresión de pena absoluta.
Yō es el primero en reaccionar—¿Quién haría eso?
—No tiene sentido hacer suposiciones—responde Katsuki—esperaremos hasta que despierte y entonces hablaremos con él.
Todos en la mesa asienten y se despiden hasta que Katsuki se queda a solas con Yō y Kirishima, este último es el primero en hablar.
—Ella insiste en que lo mató—dice mirándolo con tristeza—se ofrece a llevarnos hasta su cuerpo—después le relata palabra por palabra su conversación con la mujer.
Katsuki asiente lentamente, el peso de la duda y la incertidumbre crece en el fondo de su estómago.
[...]
Cuando el omega finalmente despierta Bakugou acepta que Aizawa, Todoroki y Togata lo acompañen, al oír la noticia Denki se materializa en la enfermería donde mira a su líder sin decir nada. Su pregunta es contestada cuando Bakugou le hace una seña para que vaya con el resto.
Denki sigue a Momo hasta una habitación privada en el segundo piso, cuando entra se acerca a la cama mientras el grupo alfa y Aizawa se quedan a una distancia prudencial.
La única vez que Denki se escurrió para espiar al recién llegado lo había encontrado dormido envuelto en una manta que parecía gigantesca, ahora que estaba despierto su aspecto demacrado lo hacía parecer tan frágil como una hoja seca.
Su pelo de color amarillo pajizo es tan claro y frágil que parece a punto de romperse.
—Hola—dice Momo—¿te sientes un poco mejor? Si necesitas descansar solo dime, ¿de acuerdo? Este es Bakugou, el líder de este lugar, y ellos son Aizawa, Todoroki y Togata, y ese que está junto a ti es Denki.
Denki le sonríe y la respuesta que recibe es un ceño fruncido y una mueca agria.
—¿Cómo te llamas?,—pregunta Bakugou en un tono inusualmente amable.
Denki había esperado que el omega se mostrara temeroso dado su aspecto, ciertamente no esperaba verlo apretar los dientes y componer una mueca furiosa.
—Quiero hablar con Kacchan.
El silencio dura un latido, una inspiración, hasta que el aroma a madera estalla con una potencia demoledora y una rica mezcla de tonos oscuros. Madera y humo.
Togata reacciona de forma automática sujetando el hombro Bakugou apenas nota que la expresión del omega se transforma en un claro ejemplo de pánico.
—¡¿Qué has dicho?!
—¡Bakugou, no, espera!
—¡¿Quién te ha dicho ese nombre?!
Togata y Todoroki lo aferran de los hombros e intentan sacarlo. Bakugou se debate con fiereza aferrándose al dintel de la puerta.
—¡Bakugou!,—dice Aizawa—¡sal!
—¡No!, ¡habla!, ¡¿quién eres?!
—¡Bakugou!
Mientras ellos gritan los ojos de Denki van de un lado a otro, entonces una idea se materializa en su mente.
—¿Conoces a Izuku?
La pregunta hace callar a todos, un silencio denso y paralizante.
—¿Lo conoces?,—murmura Katsuki con los brazos aferrados a los bordes de la puerta y con Todoroki sujetando su hombro izquierdo y Togata frente a él.
La respuesta del omega es un relato agonizante pronunciado con una voz desbordante de pena y miseria.
[...]
n/a
PD Para quién pregunte si es posible crear una inmunidad absoluta contra el incienso, no, me temo que no. Puedes aumentar tu límite de tolerancia pero si te sometes a él durante mucho tiempo sus efectos son inevitables. Es como una alergia, no puedes curarla, pero con las precauciones adecuadas puedes convivir con él.
Digamos que si alguno pudiera desarrollar la capacidad para olerlo sin verse afectado entonces tampoco se vería afectado por otros aromas, perdería entonces la capacidad para comunicarse utilizando feromonas y al mismo tiempo sería incapaz de relacionarse con los suyos.
Ahora, esto no significa que se volverá costumbre, pero tenemos actualización doble.
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